¿A dónde vamos a parar después de la muerte? ¿Es que nos vamos al cielo o al infierno, como nos han dicho de chicos? ¿Es que solo pertenecemos en el cajón, cerrado, bajo tierra y oscuro, esperando ser comidos por gusanos? ¿Es que nos convertimos en fantasmas, que salimos a cuidar las calles por la noche sin poder ser vistos ni oídos? ¿O es que no morimos? Eso me pregunte toda mi vida, mi corta pero bien disfrutada vida. Cuando tenía 29 años-morocha de rulos, tenía unos ojos verdes como un gato, los cuales cambiaban de color a azulado depende del clima, 1,50 de altura, lo que me tenia satisfecha -fui asesinada en un callejón donde unos sinvergüenzas quisieron adueñarse de mi cuerpo como si fuera un juguete, hacer de él y con él lo que quisieran y yo resistiéndome a más no poder, lo que no sirvió de mucho. Fui violada, abusada y golpeada al salir del trabajo, las 10 pm; siempre pasaba por allí ya que me parecía un buen atajo para llegar a casa, y así también no perdía tanto tiempo con los chocantes estantes de la plaza central cada noche. Pero ese día, ese día fue devastador, lleno de sufrimiento y tensión, el no saber que ni cómo hacer algo, el no estar preparada para defenderme, el dejarme manipular…morir.

Recuerdo que Tom, mi novio, me había llamado en mi horario de trabajo y no pude atenderlo- mi empleo era en el edificio de la revista "Chica Misteriosa" como entrevistadora de famosos (una de las mejores, según Jenny, mi jefa)- entonces le mande un mensaje al cruzar el puente, segundos antes del callejón. De pronto oí ruidos, pasos detrás de mí como si alguien me siguiera varias cuadras esperando por mí, apreté mi bolso y empecé a caminar ligero pero tranquilamente, diciéndome a mi misma que solo era mí sombra, ya que no me atrevía a mirar atrás. En eso siento que alguien toma mi codo tirándolo para atrás hasta ponerme cara a cara con el- un muchacho de no más de 30 años, alto y flaco, con una cicatriz en la mejilla izquierda lo que parecía estar ahí hace bastante tiempo- empezó a tirar de mi bolso queriéndomelo sacar a toda costa, mientras yo gritaba pidiendo ayuda, solo quería que me dejen ir, llamar a Tom decirle que estaba llegando, pero la desesperación me tenia paralizada, inmóvil. En eso se acerca otro hombre de la misma edad pero con una altura media; que al ver que me resistía me tomo por los hombros y me empujo sombre la pared, golpeándome la cabeza en ella por lo cual lance un gemido.

-calla- me dijo uno mientras yo gritaba- calla, no pasara nada

-tomen mi bolso pero déjenme ir- llore. Mientras tanto el otro seguía con sus manos en mis hombros, cuando siento que el primero empieza a tocarme de una forma lenta pasando su mano por sobre mi ropa, paso su mano por todo mi cuerpo hasta desabrochar mi camisa, quitármela y seguir con los tirantes.

-¡basta por favor!- gritaba

-amordázala- ordeno uno, mientras seguía por mi pantalón- no sentirás nada.

Yo gemía a la vez que lloraba, quería correr, gritar, pero todo era inútil, detenían amordazada y acorralada contra la pared sin poder siquiera moverme.

En eso me baja el pantalón, acariciándome las piernas de arriba abajo, y luego mi ropa interior, dejándome completamente desnuda, cuando veo que el empieza a bajar su pantalón y…paso.

Perdí la memoria, quede en shock por un momento, tirada completamente en aquel callejón, perdida a la vera del frio; mi bolso seguía tirado pero no tenía fuerzas para dirigirme hasta el, me sentía mareada hasta que en eso, cerré mis ojos.

Me llamo Sam, por cierto.