Después de

La Batalla de los Cinco Ejércitos había concluido, y la compañía entera estaba a salvo, aunque Thorin, Fili y Kili habían resultado heridos de gravedad, estaban vivos y eso era lo importante.

Bilbo no se había separado de Thorin: lo velaba y se pasaba día y noche a su lado.

Sus sobrinos, a diferencia de él, habían despertado, y mantenerlos en cama era todo un reto. Querían ver a su tío y nada más, pero al saber que estaba bajo el cuidado de Bilbo, lograron quedarse quietos.

En la habitación principal, Bilbo descansaba su cabeza sobre el regazo de Thorin.

-Por favor- suplicó levantándose a tomar la mano del inconsciente Rey bajo la Montaña –, despierta, Thorin.

Y como si ése llamado fuera una canción de sanción, los ojos azules y profundos del rey se abrieron con elegante lentitud.

Thorin, lo primero que sintió fue un tierno alivio al ver a su saqueador sano y salvo. Y en verdad era irónico preocuparse antes por alguien que por él, pero no lo hacía por cualquiera. Cuando se supo herido de gravedad, pensó en su hobbit y en la horrible forma en que lo trató por el intercambio de la Piedra del Arca.

-Bilbo- suspiró Thorin, ante la aliviada mirada de su saqueador.

-Hola- susurro sintiendo un horrible hueco en su estómago, recordando que aún podría estar molesto debido a su "traición".

-Te dije cosas horribles- admitió Thorin, acariciando la mejilla de su querido Bilbo –. Perdóname.

Bilbo no podía creer lo que oía, Thorin se disculpaba (por segunda vez).

-No, no te preocupes- comenzó con esa ternura e ingenuidad que tanto lo caracterizaba y hacía sonreír al rey enano –, yo… estuvo mal, no debí…- en menos de lo que se dio cuenta, fue silenciado por los labios de Thorin.

No podía creerlo, Thorin lo estaba besando. ¡Sus sentimientos eran correspondidos!

Rodeó el cuello se su rey, profundizando más el beso que sus corazones habían anhelado.

El momento hubiera sido el más feliz para ambos, pero Thorin se separó bruscamente al recordar que sus sobrinos se había usado a sí mismos como escudos para evitar que él no continuara siendo herido.

-¡Fili y Kili!- exclamó tratando de levantarse, pero cayó al suelo y de inmediato Bilbo lo levantó hasta sentarlo en la cama.

-Tranquilo- pidió tomando el rostro de Thorin entre sus manos –, tranquilo, ellos están bien, están a salvo.

Detrás de ellos, la puerta se abrió y por ella entraron quienes encogían en corazón del rey.

-¡Thorin!- exclamó Fili, rodeando con su brazo el cuello de su hermano para sostenerse de pie.

-¡Sabíamos que los cuidados del saqueador serían tu remedio!- exclamó Kili –. No se separó de ti en toda la semana, a pesar de la horrible forma en que lo corriste… ¡Ah!

Fili tiró un codazo a su hermano en las costillas.

Aquello hizo que su tío agachara la mirada y recordara todo lo que le gritó a Bilbo.

-¡Bueno!- exclamó Bilbo –, creo que deberían dejar descansar a su tío.

Bilbo de por sí se encontraba en una batalla interna y esos hermanos no ayudaban: Tenía planeado marcharse a la Comarca esa misma noche, hubiera despertado o no, ya había empacado todo y de verdad extrañaba su hogar, pero ahora sabía que Thorin lo amaba con la misma intensidad; sin embargo, sus servicios como saqueador habían terminado.

Fili y Kili se marcharon cabizbajos, sabían por qué Bilbo quería hablar con su tío, era porque se marcharía y sin duda eso golpearía a Thorin con mayor intensidad que cualquier lanza de aquella batalla que casi les cuesta la vida.

-Thorin…- comenzó Bilbo, sentándose a su lado –me marcharé esta noche.

¿Había escuchado bien?

-¿Para siempre?- ¿tanto daño le había hecho a su hobbit?

-Puedo venir a visitar- dijo Bilbo, sintiendo como parte de su corazón huía y se internaba en Erebor para que jamás lo encontrara y se quedara, pero la otra parte se había quedado en Bolsón Cerrado.

-No lo entiendes- dijo Thorin –. Te amo, quiero que te quedes a mi lado, aquí en Erebor, como mi consorte.

Bilbo casi se va de espaldas. ¿Le estaba pidiendo matrimonio?

-Thorin, este no es mi hogar.

-Podría serlo.

-No lo es- reiteró tratando de hacerlo entender. Era como si él le pidiera que renunciara a su trono; que no era el caso, pero era algo similar.

Thorin se sintió herido y acabó cometiendo su tercer error.

Su primer error había sido decirle que no tenía lugar en su compañía, el segundo fue tacharlo de traidor y aventárselo a los humanos y a los elfos, y ahora el tercero, gritarle que se largara de una vez por todas.