Esta es una historia que ya había intentado escribir, pero no me agradó el resultado, además de darme cuenta de que no estaba siguiendo muchas reglas del mundo de naruto. Sin mencionar, por supuesto, lo terrible que estaba escrita. Así que decidí crear una nueva edición. En español y en inglés pues me agradaría tener ideas de gente que hablo ambos idiomas. Esta reemplazará la anterior, que borraré de inmediato.

En esta historia, se tratará una nueva generación de ninjas, los hijos de los 11 de Konoha y algunos cuantos OC's que espero sean de su agrado. Los hijos no serán una copia de sus padres en cuanto a personalidades, por supuesto, tendrán sus propias debilidades y fortalezas, así como sus propios miedo para superar.

Este es el prólogo. El primer capitulo se mencionarán varios personajes, sin embargo, conforme avanza la historia irán apreciando con más profundidad, poniéndoles atención a todos ellos. Si quieren una lista de los personajes al inicio de cada capítulo, sólo háganmelo saber y con gusto les facilitaré su lectura con la lista.

En esta historia habrá una pareja yaoi, que no es de los niños ni de los personajes originales, sino de dos de mis OC's. Si lo desean, puedo poner una advertencia al inicio de cada capítulo que dice si hay o no hay yaoi en ese capítulo y les diré dónde empieza, para que tampoco tengan que perderse de todo lo que pasa.

Clasificación : T (B-15) [podría cambiar a M (C) mientras se avanza.]

Sin más que decir, les presento ¡Leyendas del Fuego!


Prólogo
Tiempo de guerra

"Si no acabamos con la guerra, la guerra acabará con nosotros."
H.G. Wells

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La figura enmascarada esperaba. Su chaleco, previamente blanco, era ahora mayoritariamente carmesí, manchado con sangre que no le pertenecía. O quizá si le pertenecía, y ya estaba demasiado cansado como para darse cuenta de las heridas en su piel. Sus pálidos brazos eran cubiertos por cicatrices, tanto viejas como nuevas. Sus pantalones negros cubiertos de agujeros que sólo podían lograr los cuchillos.

Debía ser una misión sencilla. Simple rastreo y asesinato. Pero como todas las cosas cuando la guerra se aproxima, había probado que era digna de ser llevada acabo por un shinobi de alto nivel. La seguridad para aquel hombre, para aquella escoria de humano, había sido incrementada drásticamente. Los guardias probando ser bastante fuertes. Dos meses completos le había tomado encontrar su refugio.

Pero ahora tenía una misión que completar.

La puerta de la mansión se abrió y un hombre alto, probablemente en sus cuarentas se dejó ver plenamente.

El shinobi herido se levantó en la rama donde había estado descansando, dando a notar que su altura no llegaba siquiera al metro cincuenta. Pero ese era el precio de la guerra. Sacrificar niños que parecen lo suficientemente capaces para hacer trabajos sucios. Eran pequeños, rápidos, y habían sido entrenados para no hacer más que asesinar. Esa era su forma de vida, al menos para algunos.

Tambaleante, claramente cansado de todas sus peleas y falta de alimento propio, el muchacho saltó del árbol, queriendo hacer ruido para asustar al hombre. Hay dos maneras de seguir a la gente. La primera, que no te noten jamás. La segunda, que sólo te noten a tí. La segunda siempre es más placentera.

El objetivo se tensó, aunque sólo ligeramente. Giró la cabeza hacia donde creyó que el intruso podía estar, pero al no ver nada, pareció decidir que su mente le hacía jugarretas. Le habían prometido que nadie lo encontraría en ese lugar.

El niño, cuya mascara de porcelana se asimilaba a un tigre, salió para ser visto a la luz de la luna. El emblema de la aldea de la hoja yacía marcado amenazadoramente debajo del ojo izquierdo del tigre. Se movió tan rápido como pudo hasta estar parado frente a su objetivo.

Sorpresa y temor parecieron derramarse en la cara del hombre como un balde de agua fría, pero estaba congelado en su sitio y lo único que pudo escapar de sus labios al ver a un ANBU tan pequeño sosteniendo un kunai cubierto en sangre que hacía brillar el filo fue un ahogado sonido de sorpresa.

—Bu —murmuró el muchacho de una manera tan fría que sólo logró que el hombre mayor se tensara aún más.

Y un segundo más tarde, el cuchillo había atravesado el pecho del mayor.

Eso fue todo.

Su nombre no era importante, y tampoco lo era su apariencia.

Él era el objetivo.

El objetivo y nada más.


¡Y ahí está!

Es corto, pero el primer capítulo es mucho más largo, lo prometo.

Dejen sus pensamientos, críticas, galletas y martillos. Incluso ideas que podríiiiian llegar a aparecer.

Pregunta para mis queridos lectores: ¿Qué es en lo primero que piensan si digo "Libro viejo"?