¡Hola, amigos!

Esta historia la tenía en mente desde hace tiempo y bueno, ahora que ya llevo escritos tres capítulos, me parece que es justo publicarla. En fin. No soy una escritora "puramente de terror", también me gusta escribir historias de amor y otros géneros, así que... bueno, ya saben, sus reviews son como cerebros para mí si piensan en mí como una zombie 8-)

Espero les guste y amen tanto Quick como yo 8-)

Los personajes de Glee no me pertenecen, sino a Ryan, Ian y Brad y probablemente a Fox. Sólo escribo por pura diversión y no recibo ninguna remuneración económica.


Capítulo 1: Quinn Fabray parte 1:

Quinn Fabray no era como las chicas comunes. Resaltaba por su belleza física: era increíblemente hermosa. De estatura promedio, con una piel clara perfecta y uniforme. Su cabello rubio llegaba apenas hasta sus hombros con rizos largos. Sus labios rosados y con una hermosa forma de corazón permanecían sellados la mayor parte del tiempo. Sus ojos verde oscuros brillaban con una naturalidad impetuosa, pero al mismo tiempo se mantenían desconfiados de los demás.

Se movía con una perfecta sincronía y su actitud daba a entender que ella sabía algo que los demás no.

Y no es que se creyese perfecta. No era su arrogancia física lo que le permitía rechazar invisiblemente a los demás con su caminar, tampoco era por su evidente supremacía cultural que le permitía estar cada bimestre puntualmente en el cuadro de honor de su clase y al final de año recibía el premio a mejor aprovechamiento académico. No era eso. Era algo más.

Y todos lo sabían, o por lo menos, se imaginaban.

Quinn, hacía un año, había aparecido de la nada. Algo inusual en Lima, ya que no había muchas transferencias hacia ahí desde California o cualquier otro estado interesante del país. Y para su mala suerte, no había pasado desapercibida su llegada.

En el momento en que sus pies habían tocado el suelo de McKinley, todos, incluidos los maestros, habían volteado sus rostros a mirarla, expectantes.

La primera fue difícil para ella ignorar a los demás, pero con el paso del tiempo se volvió una habilidad adquirida demasiado sencilla. Había aprendido a desviar a los demás con sus movimientos, había aprendido a advertir con una sola mirada y había aprendido a intimidar a los demás con la expresión dura de su rostro.

Pero había algo extraño en aquella chica rubia de belleza resplandeciente.

Los chismes corrían como agua por un violento río, informando y mal informando a los estudiantes y superiores.

Que si Quinn Fabray había sido una testigo de un crimen grave y había sido mandada a Ohio para salvaguardarla

Que si Quinn Fabray era la hija ilegítima de un famoso narcotraficante y ella y su madre habían sido enviadas al pueblucho de Lima para olvidar.

Que si Quinn Fabray había sido una ex convicta, que al ser liberada, su sentencia de libertad condicional debía ser pagada en ésa ciudad.

Que si Quinn Fabray había sido pareja de algún importante asesino y al terminar su romance, ella debió marcharse de la cuidad interesantísima en donde solía vivir para evitar su muerte.

Había demasiados chismes y la gran mayoría hacían a Fabray sonreír de pura locura. "Ellos no tienen una idea absoluta del porqué estoy aquí. Y así debe permanecer" se decía a sí misma.

Solía tener hábitos extraños. No tenía amigos, pero a la hora de hacer trabajos en equipo no era un problema. Aún cuando había pasado un año desde su llegada, la gente sentía la misma curiosidad del primer día, así que no faltaba alguien que le ofreciera su compañía para el trabajo, con la esperanza de que pudiese saber un poco más de aquella chica extraña.

Comía sola, normalmente sentada en una de las gradas del campo de fútbol americano. Cuando llovía, se refugiaba en algunas escaleras, pero jamás comía en una mesa con alguien. No miraba a nadie nunca y hablaba salvo para participar en las clases. No tenía ni siquiera un tutor, además de que nunca lo había necesitado, no quería tener nada con alguien.

Se rehusaba completamente entablar algún tipo de relación con alguien.

Y así había sido durante un año completo.

Así que ahora, Noah Puckerman, aquel chico de peinado extravagante, ropa de cuero negro y mirada violenta se encontraba preso de la repentina mirada de la rubia.

Puck conocía bien la historia de Quinn, o al menos lo suficiente como para reconocerla: Una chica nueva, muy bonita, engreída y solitaria. Fin.

No tenía porqué sentir interés hacia ella, porque Noah solía preocuparse en elegir a quién le bajaría las bragas esa tarde. Solía preocuparse en que no lo descubrieran fumando maría en la escuela. Solía preocuparse cuando le dejaban tareas absurdas sobre solos o colaboraciones en el estúpido club Glee en el que estaba.

Los ojos verdes de la rubia se posaron en él durante un minuto, sin bajar la mirada para deslizarla por su cuerpo, como solían hacer muchas, ni subir la mirada para apreciar el cabello tan poco usual y hasta cierto grado valiente que tenía aquél muchacho. Simplemente sus ojos se encontraron y se quedaron suspendidos durante sesenta segundos.

Ella parpadeó una vez y movió un poco el rostro, observándose interesada en la clase del señor Remmus de biología.

Puck se quedó ahí, embobado mientras la miraba. Ella ya no volvió a regresarle la mirada ni un gesto ni nada.

Noah simplemente sacudió un poco la cabeza e intentó no dormirse en lo que quedaba de la clase.

Al finalizar, no se detuvo a esperar si la famosa e intrigante Quinn Fabray tendría algo que decirle. Tenía cosas más importantes que atender que una chiquilla con delirios de soberbia.

-Puckerman- lo llamó Nelson. Un pelirrojo larguirucho capitán del equipo de hockey de McKinley. Bromista pesado, interesado y bravucón eran las mejores palabras para describirlo.

-¿Qué quieres, cabeza roja?- sonrió ante el apodo improvisado. Nelson apretó la mandíbula y se vio rodeado por otros tres chicos con el mismo uniforme.

Nelson se acercó hasta Noah.

-Me debes una apuesta, ¿Lo recuerdas?-

-No te debo nada- intentó escabullirse Puckerman, pero de inmediato los tres amigos de su adversario lo rodearon.

-¿Qué? ¿4 contra uno? Mínimo necesitarás a otros dos para poder conmigo, "Stick"-alardeó el de mohak.

Estaban en los pasillos del primer piso, así que iniciar una pelea ahí sería algo muy poco inteligente y todos lo sabían. Nelson se acercó aún más hasta Puck y con un movimiento de ojos, le indicó que saliera al patio trasero.

-Ven-

Noah al momento en que quiso darse media vuelta para salir de ahí, dos tipos lo tomaron por los brazos y prácticamente lo arrastraron hasta el susodicho patio.

-¿Qué quieres, Nelson? No te voy a pagar un carajo, así que déjame en paz. Tengo otras cosas que hacer-

-¿Ah, sí? ¿Cómo qué?- se cruzó de brazos, totalmente molesto el pelirrojo. Noah puso los ojos en blanco, como si fuese algo demasiado obvio.

-¿Cómo que qué? ¡Pues tengo una cita con una porrista! Bueno, en realidad dos.- intentó caminar hacia un lado, pero un tipo le estorbó.

-No, querido Puckerman. Tú no te vas de aquí hasta que me pagues la maldita apuesta-

-No sé de qué maldita apuesta me hablas, Nelson- puntualizó Noah, sonriendo abiertamente. Nelson entrecerró los ojos, apretó el puño derecho y lo estrelló contra la mandíbula de Noah, provocando que éste cayera al suelo.

Puck se llevó su mano a su rostro, sintiendo cómo un poco de sangre salía de su boca. Si bien, no sentía mucho dolor como para perder un diente, una herida debajo de su labio comenzaba a crecer, ardiéndole como un infierno en carne viva.

Antes de poder mirar al pelirrojo, una pierna se impactó contra su estómago, dejándolo sin aire. Tosió sangre que ensució su ropa.

Otra patada se estrelló contra su cara, haciéndolo perder la mitad de su conciencia. Sus ojos se empañaron de lágrimas de puro dolor, y la sangre que salía de su boca y nariz no le dejaban respirar.

Escuchaba risas, bromas y más patadas y puñetazos por todo su cuerpo. Cerró los ojos y dejó de intentar cubrirse su rostro.

Qué más daba. Tal vez moriría ahí.

Por lo menos quedaría como un héroe.

-¡Oigan!- escuchó una voz clara y fuerte- ¡¿Qué están haciendo?! ¡Déjenlo!-

Un chillido de horror logró captar cuando los cuatro integrantes del equipo de hockey se fueron y se acercaba una persona corriendo. Una mujer.

-Oh, Dios mío. ¿Estás bien? ¿Puedes oírme?- la voz sonaba completamente asustada. Noah sentía cómo unas manos pálidas y frías tocaban por la mayoría de su cuerpo y ensuciaba su bonito pantalón rosado.

Puck balbuceó un poco, pero de forma incomprensible.

-¿Sí? Sí, aléjate de la luz. Quédate aquí. Háblame- le ordenó la voz, nerviosa e histérica.

Noah abrió sus ojos y pudo jurar que quien le estaba ayudando no era más que Quinn Fabray.


¿Qué tal? ¿Qué les pareció? Disculpen si los capítulos son cortos, lo lamento, me parece que son más prácticos y funcionales así 8-) En fin. Quiero que me dejen sus críticas, qué les gustaría y que no. Esta historia no está terminada, así que... se aceptan todo tipo de sugerencias 8-D

Sí, Quinn tiene un secreto... ¿Qué creen que sea? Es algo muy triste, si me preguntan y aterrador porque es algo que horriblemente pasa muy seguido, pero es algo con lo que tenemos que luchar para que se erradique. En fin.

¿Por qué creen que Puck haya visto a Quinn ayudarlo? Y la pregunta más importante... ¿POR QUÉ QUINN ESTABA MIRANDO TAN FIJAMENTE A PUCK?

JAJAJA bueno, son preguntas que se responderán con el tiempo. Espero les haya gustado y dejen un comentario, el que sea, todos son bien recibidos. Nos vemos. See ya 8-)

Pd: Sí, el título está basado en la épica y clásica canción de Maroon 5: She Will Be Loved 8-) Así que... fans de maroon 5 o "marooners"... HIGH FIVE ._./\._.