*_OSCUROS DESEOS_*
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Capítulo I. Perdidos
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Como había prometido, esta será una historia corta, de sobrevivencia, de celos, paranoias y cosas confusas. Espero que pueda llegar a ser de su agrado. La pregunta que quiero hacer es ¿Desean que escriba escenas un poco más explícitas de lo que normalmente hago? La verdad estoy un poco dividida al respecto, a pesar de tener ya en borrador algunas escenas al respecto. Espero opiniones.
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Advertencias: un poco de gore. Malas palabras. Será próximamente yaoi.
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Disclaimer: Esta serie no me pertenece, fue creada por Man of Action y producida por Cartoon Network. Gracias a ustedes por esta espectacular idea, de la cual no espero obtener algún lucro, sólo tomar prestados los personajes para mis locas ideas.
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-Vamos –demandó sin mirar a su acompañante. Estaba demasiado preocupado por averiguar la manera de salir de aquel tenebroso bosque para considerar hacer peticiones o ser condescendiente, y menos con él. - ¿Acaso el pequeño héroe tiene miedo? –bufó el pelinegro ante la evidente tensión del menor.
-Cállate –exigió el castaño temblando de frío ya no tan seguro de encontrarse bien. ¿Dónde diablos se encontraban? Pensó con molestia e inseguro de poder continuar al ritmo de Kevin. El estupor mental que iba apoderándose de su cabeza, el clima tan áspero y la pérdida de sangre al parecer sumaba un efecto poderoso sobre su cuerpo. Su mano presionaba continuamente sobre su costado derecho para controlar la hemorragia. Daba gracias a Dios poder mantenerse de pie y que aquel idiota al que seguía no se hubiera percatado de su estado, suficiente con la rabieta que había formado al hallarse perdido momentos atrás.
Los minutos transcurrieron mientras avanzaban entre los matorrales y la tierra húmeda. No volvieron a dirigirse palabra. Las horas pasaron lentas y tortuosas. Para esa entonces, Kevin pensó que ese silencio era extraño, y si algo notó fue el aumento en los jadeos del castaño. Se detuvo, la figura del otro se tambaleaba a medida que caminaba. Su pecho subía y bajaba rápidamente. Lo sostuvo de la muñeca evitando que cayera totalmente al suelo. Lo observó sonrojado, con la boca entreabierta y una mano fuertemente asida a su abdomen. Qué idiota, se reprendió mentalmente al darse cuenta de lo sucedido. El estúpido Tennyson lo había salvado durante la caída pero notablemente se había hecho daño.
-¿¡Por qué no me dijiste nada, Ben!? –le cuestionó colocándolo contra su cuerpo para mantenerlo erguido. Sin embargo no consiguió respuesta alguna.
-¿Ben? –le interrogó nuevamente buscando sus ojos, estaban vidriosos y no parecía estar consciente de lo que sucedía.
-Mierda…
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Encontró una pequeña abertura al pie de la montaña donde era posible resguardarse del viento y la nieve que comenzaba a caer. Desconocía todo el paisaje y no tenía ni idea del lugar donde se encontraban, aunque habían tenido suerte al salir intactos de aquella caída desde aquel transbordador, básicamente eran kilómetros y kilómetros lejos de la tierra. Con cuidado dejó en el suelo al inconsciente ojiverde mientras buscó hojas que pudieran servir como cama y de paso, alguna presa que pudieran comer.
Lo curó y vigiló mientras intentaba encender fuego con los pocos palos secos y poco húmedos que había encontrado a disposición. Así las horas pasaron hasta que la oscuridad exterior le impidió ver más el paisaje.
-Pareces un cavernícola –sugirió en burla buscando la mejor posición para aliviar el dolor.
-Pareces que estás muy bien como para burlarte de mí –gruño el pelinegro asiendo con sus manos a carne humeante que comenzaba a dorarse por la llama del fuego.
-¿Dónde has conseguido todo eso?
-Del supermercado Benjamín – el tono irónico hizo eco en la húmeda y estrecha cueva.
-No me llames así, no lo decía…
-Eso lo sé. Lo cacé ¿Contento?
Se miraron unos instantes, el primero ofendido por el sarcasmo en su forma de responder y el otro con un rastro de indiferencia.
-Come –le tendió el palo con el pedazo de carne humeando y con un lindo color.
-Gracias –la recibió con gusto observando casi con adoración el alimento, entonces una pregunta se formó en su cabeza, una difícil de ignorar -¿Qué es? –mirando sospechosamente el origen de aquella proteína evidentemente animal.
-Un conejo, come –respondió con enojo ante la repentina desconfianza. Lo ignoró, necesitaba llenar el estómago para poder pensar.
-¿Y la sal?
No se escuchó respuesta de Kevin. Lo fulminó con la mirada. Si su plan era comportarse como un crío de 5 años no iba a permitirlo. -¡¿Estás bromeando?! –gritó casi a punto de lanzar su comida lejos y zarandearlo por su estupidez. La reacción agresiva intimidó a Ben que bajó los ojos avergonzado por su falta de sensatez, sin embargo, rebatió en voz baja –No estoy acostumbrado a comer sin sal ¿Cómo quieres que me comporte? –se levantó con rabia dejando el trozo de carne cerca al fuego –No comeré eso. Se alejó, buscó otro punto de la caverna para hacerse un ovillo e intentar conciliar el sueño.
-¡Ben!
-¡Cállate, intento dormir!
-Necesitamos salir de aquí, no estamos en medio de un maldito picnic.
-¡Lo sé, soy yo quién te retrasa! –finalizó jadeante. El esfuerzo de mantener esa riña era demasiada para su cuerpo lastimado. Tapó su boca y cerró los ojos. No era culpa de Kevin, no era culpa de la maldita falta de sal, aunque tenía hambre aquel trozo de carne le había despertado las náuseas que apenas había podido controlar. No necesitaba decírselo, suficiente con todo lo sucedido. Lo escuchó a unos pasos cerca de él, la sombra irguiéndose sobre su cuerpo y muy posiblemente su expresión enferma.
-Eres terco ¿Te lo han dicho? –le escuchó un poco lejos. Estaba a punto de perder la consciencia.
-Lo siento…-susurró bajito. El suspiro de resignación fue bastante sonoro –No te estoy culpando por esto, Ben. Yo tomé una mala decisión allá arriba.
Sí, tal vez era cierto. Aunque no le importaba ya, porque todo era oscuridad.
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