¡Feliz día a mi amor de ficción! (Insértese corazón y un pastel tamaño santuario) Algo tontolón para conmemorar a Piscis.


Medio mundo andaba con el cerebro hecho bolas porque no tenían idea alguna de qué regalarle al más hermoso de los ochenta y ocho. Estaban inmersos todos en ponzoñosa nube de incertidumbre, carcomidos de dilemas y para rematar, desgastados de los bolsillos. Así que el Patriarca, enfrascado en el mismo conflicto, inteligentemente decretó la ley: "No más solemnidades ni dádivas en las festividades de cada signo".

Afrodita se tragó los ánimos de protesta y con el rostro doliente, acabada la reunión a su templo se fue, pelando los ojos y chistando los dientes. "¿Qué casualidad que en mi cumpleaños los regalos se acaban?"

Obviamente el hombre no se iba a quedar de brazos cruzados esperando que la suerte diera un giro de tuercas, entre juramentos y maldiciones Afrodita convocó a Hades, y, en el ascenso de las penumbras, creciente la luna, la deidad se manifestó: ¿Qué quieres de mí? Preguntó el dios, a lo que Afrodita respondió: Despoja mi cuerpo de vida y tómame como secuaz, acarrearás grandes bienes.

Hades sin un asomo de compasión hirió de muerte a Afrodita.

En el funeral de Piscis —llanto en sinfonía, se oía el pesar de los santos, llevando en brazos cada uno, montaña de ofrendas.

FIN