ADVERTENCIA; ESTE RELATO CONTIENE ESCENAS PARA ADULTOS.
Stefan observo a su mejor amiga que descansaba en uno de los mullidos sillones de la mansión Salvatore. Su cabello rubio platinado cayéndole en caireles por sobre su pálido rostro y sus rosados labios entre abiertos hicieron que el vampiro de ciento sesenta y dos años pensara si alguna vez había visto algo más hermoso que Caroline.
¿Cómo era posible que incluso le pareciera más hermosa que Elena?
Stefan sacudió la cabeza llena de cabellos cobrizos y se reprendió por estar comparándolas.
Eran tan… Diferentes.
El vampiro se acerco hasta el cuerpo tendido de la muchacha, y le retiro el rizado mechón dorado que le cruzaba la frente.
¿Cómo había sido tan ciego?
¿Cómo no lo había visto antes?
Las largas y tupidas pestañas le besaban las mejillas, y la nariz fina y delgada tenía pecas salpicadas por todo el tabique.
Sin resistirse un minuto más, llevo su mano derecha y le acarició con ternura la mejilla.
Cerrando los ojos, disfrutó de la sensación de terciopelo de su pómulo.
Sintió su corazón palpitar frenético contra su pecho y sintió una bochornosa presión en su entrepierna.
Abrió los ojos sorprendido de sí mismo, y diciendo una sarta de maldiciones se levanto para retirarse antes de que alguien viera su incómoda situación.
Entro como tornado a su habitación y deslizándose hacia al baño se deshizo de su ropa, prendiendo la regadera de lluvia el agua fría le empapo el cuerpo.
Recargo su frente en el costoso mosaico beige y sus manos echas puños las levanto por sobre su cabeza.
¿Cómo era posible que un vampiro de más de cien años de edad se excitara por el simple roce de una mejilla?
Porque tan sólo pensar en Caroline de esa manera hacía que su ritmo cardíaco se acelerara y que sintiera la sangre fluir como magma caliente a punto de salir de un cráter.
Sus encías dolieron y el sonido de desgarre llegó a sus oídos.
Pensar en beber de ella, era... sublime.
Compartir ese acto tan… íntimo que solo las parejas hacían.
Pero tan solo la cavilación del alabastro y largo cuello de Caroline expuesto ante él, llamándole, accediéndole a beber con consentimiento le hizo perder la poca cordura que le quedaba.
Cerró los ojos con fuerza e impulsivamente se llevo una de sus manos hasta su miembro palpitante.
El recuerdo de Caroline apareció en su cabeza y de alguna manera lo hizo su floral fragancia también.
Rodó los ojos y apretó la mandíbula mientras su mano trabajaba más rápido. Deslizándose por todo el tronco en rápidos movimientos.
Su imaginación volando, y la única dueña; Caroline Forbes.
Su respiración fue en aumento, y le costaba bastante mantener los gruñidos que sacudían su fibroso pecho.
Caroline desnuda, con el torso blanco y cremoso al descubierto…
Caroline sonriéndole pecaminosamente y ofreciéndole su magnífico cuello, ladeando la cabeza en el proceso. Rubios caireles besándole los hombros desnudos y los pechos pesados…
Stefan perdió la cabeza ante tal y último pensamiento y gruñendo, rodó los ojos llegando a la cúspide del placer.
Se deslizo hasta el suelo de baldosa y respirando aún entre cortadamente trató en vano de acompasar el ritmo frenético de su corazón.
Había sido tan… intenso.
Y tan sólo con imaginarla…
Minutos más tarde, Stefan pensó que después de tales y pecaminosos pensamientos, jamás la volvería a ver igual.
Porque, lo que había sentido no eran sentimientos fraternales.
La quería…
La quería como a una mujer…
No como su mejor amiga.
Si no, como su pareja...
¡Hola a todas las personas que están leyéndome! (Si es que lo hacen)
Hace ya tiempo, había querido escribir algo así sobre esta pareja que me inspira a mucho.
Y también, había querido escribir algo un poco más "subido de tono" para con Stefan.
La verdad quería que vieran a un Stefan un poco más humano, más joven.
Como sea, espero que les haya gustado, y realmente me gustaría que me dejaran un comentario del que les pareció.
Me gustaría escribir también algo sobre Caroline/Klaus. Y no sé, tal vez escribir una historia sobre Delena.
Bueno, me despido.
Natsby.
