Abrió la puerta sin cuidado y se dejó caer en el sofá de terciopelo rosa, ese que tanto le había gustado y que ahora se le antojaba rasposo y hortera. Tacones, capa y bolso, que no se había molestado en soltar, rodeándola formando una escena cómica y penosa a un tiempo. El maquillaje corrido, el pelo imposible, uno de los vociferadores aún apretado en su mano y esa ira que se acumulaba justo en el centro de la frente y encima del corazón.

Se permitió patalear un rato antes de darse los diez segundos de respiraciones profundas y asumir un día más que su vida era una mierda. Luego un poco más tranquila se levantó del sofá y se apresuró a entrar en el baño. Se merecía esa ducha.

Cinco minutos más tarde entraba en la cocina anudándose el delantal tras la espalda, mirando con asco las iniciales H.W. que le había bordado su suegra a punta de varita como regalo a su último cumpleaños. Veintitres años. Suspiró pensando inesperadamente en sus viejas amigas muggles, esas que dejó de ver a los once años, ellas seguramente estaban recién independizadas con grandes espectativas en el campo profesional. Y ella... Ella había acabado de ama de casa a media jornada. porque la otra media se la pasaba en el ministerio trabajando como una mula, y con cinco años de matrimonio a la espalda.

Matrimonio con Ron Weasley, que le habían permitido no darse cuenta, sino más bien acordarse, de que ese chico pelirrojo y ella tenían menos cosas en común que un escreguto y un hada.

Se mordió el labio sintiéndose un poco cruel momentaneamente, después de todo ella solita se había metido en ese entuerto, era como lo lógico ¿no? Hermione Granger con Ronald Weasley. Y había que tener en cuenta que Ron la adoraba, esto la hizo volver a enfurecerse un segundo. ¿Cómo se le había podido ocurrir? Mandarle a la oficina cinco vociferadores cantándole una serenata compuesta por él mismo. Sería el hazmerreir de sus compañeros una buena temporada. Los regalos de aniversario de su marido siempre resultaban un tanto... enormes, ridículos y descabellados.

Suspiró moviendo la varita en círculos para que la olla se removiera sóla mientras ella ponía el mantel en la mesa, y el pensamiento de su seguro parecido a Molly Weasley hizo que la recorriera un escalofrío. Al menos con veinte centímetros más de altura y veinte kilos menos de peso. Pensó. Al momento volvió a sentirse cruel, después de todo su suegra solía ser amable con ella, pero esque esos últimos meses, todo lo que tenía que ver con Ron la ponía peligrosamente de los nervios.

Acababa de colocar el cesto del pan en la mesa cuando las llamas de la chimenea se volvieron de un verde vivo. Rodó los ojos con cansancio justo antes de que un, aún más alto y desgarbado, Ron saliera del fuego cubierto de hollín de los zapatos a la sonrisa.

-¡Feliiiiz aniversaaario queriiiida esposaaaa tu cara más boniiita que una rosaaaaa...!- Con haber oído la canción cantada a cinco voces durante toda la mañana, había tenido suficiente. Rió forzadamente y lo besó para que callara.

Él la levantó unos centímetros del suelo en un abrazo y se acercó a la cocina olisqueando animádamente.

-Mmm... Que bien huele.- le sonrió. Hermione se fijó en que llevaba puesta la corbata naranja brillante, regalo que hizo ella en un ataque de crueldad, y sonrió sinceramente. De acuerdo que no sería el mejor hombre para ella, pero había que reconocer que a veces era un encanto.

Cenaron entre el sinfín de aventuras diarias de Ron en la tienda de artículos de broma, mientras ella se esforzaba por mostrar interés, y después del postre hasta brindaron con cerveza de mantequilla.

-Gracias por estos cinco años tan maravillosos.- dijo él acercándose. Hermione sabía lo que venía ahora, y se dejó besar mientras intentaba no notar demasiado el sabor de la boca de Ron. Luego él bajó a su cuello y comenzó a babearle el lóbulo de la oreja. Lentamente, casi con pereza, la chica se dejó arrastrar a la cama.

Un rato después, mientras Ron gemía y se empeñaba en llenar su cuello de saliva haciendo movimientos secos contra ella, Hermione apartaba la boca e intentaba pensar en otros hombres.

Él ya dormía cuando ella se levantó con cautela hasta llegar al cuarto de baño. Hizo un hechizo silenciador a la puerta y se lavó todo el cuerpo mientras sollozos ahogados escapaban de sus labios sin poderlo evitar. Volvió a la cama casi media hora más tarde y se deslizó entre las sábanas tratando de no entrar en contacto con Ron. Quedó dormida pronto.

(...)

(La luz de la luna entraba por la ventana de madera del dormitorio, pero de un momento a otro la habitación quedó casi a oscuras. La figura de una persona al otro lado del cristal evitaba la entrada a los rayos lunares.

Hermione pensó un segundo en despertar a Ron, pero un movimiento sutil casi inexistente de la misteriosa figura la hizo cambiar de idea.

No es posible.

El aire de fuera hacía ondear las ropas del desconocido. Sí, ya estaba casi segura de que era él en vez de ella. Si tan sólo girara la cabeza unos milímetros, la luz lo alumbraría y entonces...

Se levantó de la cama tan despacio como fue capaz, caminando descalza hasta llegar al mismo marco de la ventana. Él la miraba sin hacer el menor movimiento. La joven pegó la mano al frío cristal y una nube tapó la luna. Él giró la cabeza.

Se le cortó la respiración un segundo. Ese perfil...

El recuerdo de un solo beso en los antiguos pasillos de Hogwarts la golpeó con más fuerza que nunca.

Miró al cielo, quedaba sólo un instante para que pudiera verlo. Verlo de nuevo...

La nube se apartó y la luna volvió a iluminar la calle, pero con la sombra, él también se había ido.

-Severus...-)

Despertó mientras la última palabra salía realmente de su boca. Tardó sólo medio segundo en comprender que todo había sido un sueño. Se giró rápido hacia Ron, pero el pelirrojo dormía, por suerte sin escucharla.

Volvió a tumbarse despacio mirando a la ventana blanca. El beso volvió a su mente mientras una lágrima caía de sus ojos a la almohada.

¡Está muerto!¡Entiéndelo! Se dijo.

(...)


Aquí vengo con una nueva historia. Feliz 2010 a todos y espero que os guste.

Bss!