¡Hola, queridos lectores! He aquí con una nueva historia, algo larga, y a la vez mi primer AU.
Y, qué curioso, no es yaoi. ¿Genial, eh?
Contestaré los reviews al final de cada capítulo, como he visto que lo han estado haciendo.
Las aclaraciones irán al final.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen
Enjoy!
Prólogo
Era viernes por la noche, y dos de mis amigos y yo habíamos logrado ingresar a la escuela, sin que, aparentemente, nadie nos haya visto. Llevábamos linternas, y andábamos con mucho sigilo a la sala de maestros, en busca de nuestro preciado objetivo.
Los exámenes de final de semestre iniciaban el lunes más cercano. Ni ellos ni yo habíamos aprendido algo durante todo aquel tiempo, y no era porque no podamos entender las enseñanzas de los maestros, sino porque no nos dio la reverenda gana de hacerlo, sin embargo, no íbamos a perder el semestre por nada del mundo. Éramos la pesadilla de todos los profesores, y el alma del aula, sin nosotros las clases no eran divertidas. Ahora, todo eso nos estaba costando caro, y no serviría de nada quemarnos el cerebro estudiando algo que no aprendimos en casi seis meses, así que, decidimos buscar un camino más fácil. Quedamos en decirle a nuestras madres que permaneceríamos en la escuela, diciendo que haríamos un trabajo en equipo, lo que claro, era una total mentira. Todo iba de maravilla, habíamos ido a la casa de uno de mis amigos, que de por sí, es una chica, y regresamos con ella a su casa, para que nos preste las linternas. También, el otro compañero era un chico, gran amigo mío desde que tengo memoria. Paula y Poo eran sus nombres. Hasta había un cuarto compañero, su nombre era Jeff, pero este, nadie sabe cómo, sin prestar atención, conseguía el primer lugar de todo el grado, sacando excelencia. Menuda suerte la ha tocado, mas nosotros estamos caminando sobre la cuerda floja, y si no aprobamos este semestre, en el siguiente deberíamos obtener un promedio perfecto, sino, todo lo que ganaríamos sería la repetición del año.
Llegamos a la puerta deseada. Paula quitó de sus rubios cabellos un pequeño adorno, y con él forzó la cerradura de la puerta, dejando entrar a los tres intrusos, los cuales éramos nosotros. Ingresó ella primero, encendiendo las luces, seguida de Poo y yo. Con la mirada buscábamos los archivos del segundo año de media. Fui yo quien los halló, y al tomarlos lo primero que hicimos fue buscar el registro de nuestra aula. Encontramos nuestros nombres, y casi me da un infarto al notar que yo estaba mucho peor que ellos. No tenía ni una sola nota aprobatoria. Gracias al cielo y estaban escritas con lápiz. Tomé un borrador, y disipé todos esos números pequeños, los cuales fueron reemplazados por números aprobatorios entre mediocres y buenos, pero ni rozando la perfección, sino, la obviedad del asunto nos metería en problemas. Asimismo, cambié las notas de mis dos compañeros, quienes vigilaban la puerta.
Al terminar, guardamos con satisfacción los archivos. Pero, por un descuido, se me cayeron absolutamente todos los papeles, generando un desastre total.
Mis dos compañeros acudieron en mi ayuda, recogiendo todo con rapidez. Llegó un momento en el que mis manos encontraron un sobre rotulado, el cual al parecer era bastante valioso. Lleno de curiosidad, abrí el sobre, tomando su contenido con ambas manos. Observé las hojas de papel con detenimiento, leyendo todos y cada uno de los títulos en ellas. Matemáticas, lenguaje, ciencias, historia, química, idiomas y demás, todos los exámenes de final del semestre estaban ahí. Casi instantáneamente, tomé mi celular del bolsillo, el cual recordaba haberlo dejado apagado y en modo silencio. Me extrañó un poco que estuviera encendido y con el volumen al máximo, pero eso no tenía mucha importancia, así que, empecé a sacarle fotos a todos y cada uno de los exámenes.
Paula y Poo se exasperaron levemente, en susurros me regañaron por tardarme tanto, y me obligaron a prometer que les enviaría las fotos, ya que si no lo hacía, me delatarían. Les mostré el dedo del medio, aceptando su más que forzada propuesta, después de todo, fui yo quien tuvo que hacer todo el trabajo sucio. Ya resignado, guardé absolutamente todo, tal y como lo había encontrado. Juntamos los archivos, dejándolos en su lugar. Estaba más que contento, es decir, no me esforcé ni un poco, no moví ni un solo dedo, y conseguiría notas que, en efecto, no merecía. En parte mi consciencia me haría añicos unas cuantas semanas, sin duda eso era mucho mejor que andar castigado de por vida. Apagamos las luces, encendiendo las linternas, decididos a volver a nuestras casas, para estar preparados y conseguir lo que tanto nos habría costado si lo que sucedió el día de hoy no hubiera llegado a ser más que una idea.
De repente, la puerta se cerró, no sé si por el viento, pero prefiero creer eso. Los tres nos quedamos paralizados, buscándonos entre nosotros con la luz de las linternas. Estaba con los nervios de punta, y al parecer, no solo yo, ya que Paula se desesperó y encendió las luces. Nos miramos entre nosotros, confundidos y sin saber muy bien qué hacer. Poo corrió hacia la puerta, abriéndola, y apenas puso un pie fuera, echó a correr. Paula lo siguió, y yo, hice lo mismo.
Pero, la suerte no estaba de mi lado.
Al bajar el único escalón entre la puerta y el exterior, tropecé con los cordones de mis zapatillas, cayéndome atropelladamente. Observé cómo Poo y Paula me abandonaban, y poco a poco los fui perdiendo de vista. Me puse en pie, algo adolorido. Iba a correr tras ellos, pero un raspón ardiente en mi rodilla derecha me obligó a descansar unos cuantos segundos. Fue cuando noté que las luces aún seguían encendidas. Rodé los ojos con algo de enfado por tremenda falta. Esa simple torpeza podría pasarnos factura, así que, inmediatamente avancé con rapidez hasta la sala de maestros. No sabía el por qué, pero un mal presentimiento en forma de opresión en el pecho me puso nervioso. Con cierta desesperación, ingresé, y con las manos sudorosas presioné el interruptor de la luz. Ya un poco más aliviado, me retiré, cerrando la puerta, sonriendo por haber logrado mi objetivo.
Cerré la puerta, y tuve que comprobar si esta conservaba el seguro, esto no podría estar saliendo mejor.
Pero, cuando me di la vuelta, unas luces me enceguecieron por completo. Intenté interponer mi mano entre la luz y mis ojos, entre-cerrándolos por la molesta y resplandeciente luz que me atacaba,
Escuché una voz conocida clamar mi nombre a modo de resondra, y al instante las luces se apagaron. Parpadeé acostumbrándome a la oscuridad nuevamente, seguido por mis manos, que frotaron mis ojos violetas.
Y cuando vi al frente, el corazón me latió con fuerza.
Era él, el director de mi escuela, quien me había tenido en su oficina incontables veces. Lucía sumamente enfadado, con el ceño fruncido y los puños apoyados en las caderas. Balbuceé palabras sin sentido, en el intento de demostrar mi falsa inocencia. Fue extraño, repentinamente no podía salirme con la mía, como solía suceder normalmente. Me habían descubierto, y no me venía ninguna idea a la cabeza de cómo salirme de esta. Desvié la mirada, con el pensamiento que sí, me había llevado una muy buena esta vez.
— Te has metido en graves problemas, jovencito
Y bien ¿Qué les pareció el prólogo?
Pronto subiré el primer capítulo, el cual, voy avisando, no estará en POV, sino en tercera persona.
En fin, ¡Nos leemos!
