Luciérnaga
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Sabo no está seguro de que Luffy pueda tener un reacción química interna que produzca luz, como las luciérnagas, pero sí sabe que, de alguna forma, logra lo mismo. Ilumina todo cuanto exista por su paso, deja un tenue color luminoso en el aire que, aunque se extingue pronto, sigue fresco en la mente del que le haya visto.
Una luciérnaga, así es. Como ese pequeño insecto que todo niño está destinado a seguir durante su dulce infancia, para entender cómo hace su magia y por qué es tan bella. Luffy es eso, convirtiendo a todo su entorno en niños que buscan la luz más hermosa que nunca antes han visto.
Él todavía es parte de esos pequeños que buscan desesperadamente esa luz, que tienen cómo propósito apreciarla entre sus manos. Pero, como era de esperarse, él huye, emprendiendo un vuelo tan grácil que deja inquieto. Acaso su belleza no radica solo en el brillo que desprenden, sino también en sus formas, en su vuelo, en su pequeño baile que deja fascinado al que lo vea.
Porque siempre ha sido así, tan inquieto que ni Ace y él juntos han podido detenerle. Pero ellos tampoco se oponían a seguirle el ritmo, detrás de él, siempre su vista fija en Luffy. A una distancia prudente, como niños siguiendo a los curiosos insectos de luz, pero sin esperar atraparlo entre sus manos.
En la tripulación del chico puede hallar personas en las mismas condiciones que él, quienes persiguen una luz, y puede ver que no tiene mucho de qué preocuparse, pues parecen bien dispuestos a protegerlo. Quizás eso es todo, Luffy tiene magia, casi como las luciérnagas. Aunque no está seguro de que puede generar luz solo mezclando químicos orgánicos, si es que tiene lo necesario para hacerlo, o solo él está exagerando demasiado.
Se ríe, pensando en si acaso Luffy muestra su luz para cautivar, como los insectos que están ocupando mucho lugar en su cabeza, y puede que deba dejar de leer tanto sobre ellos. Pero, quién sabe, ¿no podría alguien caer presa de esa bella luz? Él cree que sí, que el pequeño chico de goma hace el mismo ritual que las luciérnagas, mostrando su brillo más hermoso, incluso sin saberlo. Puede que ya le haya atrapado a él y a todo el que lo conoce, aunque suene preocupante; quizás deba darle más cuidado al entorno del chico.
A veces también piensa en cómo es capaz de transmutar su alrededor, porque Luffy puede darle luz propia al mundo. No le extraña, que para él sea posible asignarle una luz a las personas no le sorprende para nada, pues ya lo ha hecho con Ace y con él mismo. Como si le diese el sentido a la vida de la gente, que es lo que puede ver, en los ojos del cocinero o en la sonrisa de la navegante, también en Robin, y así con los demás.
Y la capacidad que tiene para mezclarse entre tanta gente y hacerlas emitir su propio brillo, justo como los diminutos insectos que se juntan iluminando todo, como si estuviesen dando un baile bajo la luna y las estrellas, tampoco le llega a sorprender. Por el contrario, es un espectáculo de luciérnagas que está gustoso de ver, aunque él ha terminado formando parte también.
|NOTA|
Hola, de nuevo.
Aquí estoy con una bobería propia de mi persona, pero que no me desagrada por completo.
