Hola a todos.

Quiero informarles antes que todo, que ésta historia estaba antes en Paraíso Fanfiction, pero cómo la página cayó, he decidido subirla aquí.

One Piece no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, que son propiedad de Eiichiro Oda.

Que la disfruten, chicos.


Era ya de noche, y una chica pelirroja no lograba conciliar el sueño. Por más que lo intentaba, no daba más que vueltas en la cama, sin poder pegar ojo.

Acababan de dar las dos de la madrugada cuando el timbre de su casa la sobresaltó. Ahogó un bostezo, se levantó de la cama y a duras penas pudo calzarse, colocarse la bata y salir de la habitación todavía a oscuras.

Maldiciendo en voz baja y pensando en quien podría ser el idiota que llamaba a su casa en la madrugada, se acercó a la puerta y nada más abrirla sintió que la empujaban y cayó al suelo sin darle tiempo a saber que ocurría.

Cuando abrió los ojos, lo único que vio fue una mata de cabello azulado. Parpadeó, aturdida.

-¿Vi…vi? –titubeó ella, confundida. Se levantó y ayudó a hacer lo mismo a su amiga, que cómo pudo percatarse, se deshacía en lágrimas.

-Nami-chan...p-perdona p-por venir a estas horas –consiguió decir entre sollozos, abrazando fuertemente Nami-. P-pero no t-tenía otro sitio donde ir…

-Tranquila –dijo Nami, después de recobrarse de la sorpresa-. Vamos, pasa y siéntate. Prepararé café –añadió, cerrando la puerta y conduciendo a Vivi hasta el salón.

Vivi se sentó el sofá, un poco más calmada y Nami se dirigió a la cocina para preparar el café. Cuando regresó a la sala, se sentó al lado de Vivi y le ofreció una de las humeantes tazas de café que traía.

-Gracias…-susurró, tomando un sorbo de café y desviando la mirada.

-Cuéntame que es lo que te ocurre y por que vienes así –dijo Nami, acariciándole el cabello de forma amistosa y retirando las lágrimas de sus ojos.

Vivi suspiró.

-En realidad…no es nada importante –respondió ella, suspirando-. Gracias por preocuparte por mí, pero en serio, no pasa nada.

Nami la miró con escepticismo.

-A otra con ese cuento –replicó y luego añadió-: ¿Has vuelto a pelear con tus padres? Sabes que puedes contármelo, somos amigas –sonrió Nami-. O acaso ¿es algo relacionado con Kozha? ¿Os ha pasado algo?

Vivi apretó los puños, hasta que los nudillos de le tornaron blancos. Nami se percató de ello.

-Vivi… ¿Qué está pasando exactamente? –preguntó Nami con preocupación.

La peliazul se restregó los ojos, evitando derramar más lágrimas.

-Te aseguro que no es nada importante, Nami-chan. Créeme, no es nada…-insistió.

-Vivi –murmuró, abrazándola-. Te conozco muy bien, no puedes engañarme… Además -añadió-, ¿Qué quieres que piense? Vienes llorando en plena madrugada con los nervios de punta y totalmente desconsolada. Y encima de todo me dices que no tienes nada importante. ¡Por favor! ¿Qué es lo te pasa?

-No quiero preocuparte con mis problemas, ya lo sabes –confesó Vivi, apenada-. Además, mañana tienes que madrugar para ir a trabajar y yo estoy siendo una molestia.

Nami soltó un bufido exasperado.

-Ya es demasiado tarde para decir eso –rodó los ojos-. Suelta la lengua y cuéntamelo. Somos amigas y mi deber es ayudarte en lo que pueda. Y por el trabajo ni te preocupes, no tenía sueño y dudo mucho que pueda pegar ojo en toda la noche. Así que trasnochar lo haré igualmente, no te quepa la menor duda.

Vivi sonrió. Nami tenía 20 años, al igual que ella; y tenía un buen trabajo dónde le pagaban bastante bien, un trabajo que le gustaba y que por suerte estaba muy cerca de su apartamento: Era enfermera en el hospital más reconocido de la ciudad, y desempeñaba su trabajo bastante bien.

-¿Vas a contármelo o no?- preguntó Nami suavemente interrumpiendo sus pensamientos.

-Bueno... la verdad es que… -se llevo las manos a la cara y se mordió el labio inferior, dubitativa - ¡Sí, se trata de se trata de Kozha, Nami-chan!

- ¿Kozha? –repitió Nami, desconcertada-. ¿Ha pasado algo con él?

Vivi frunció el ceño y se mordió los labios, dejando que más lágrimas resbalasen por sus mejillas.

-Soy una idiota, Nami-chan. Nunca debería haber confiado en ese…en ese tipo –confesó, tragando saliva.

Nami entornó los ojos.

-Amiga… ¿Te hizo algo malo? -inquirió abrazando más fuerte a Vivi.

-Me engañó, Nami-chan... ¡Ese desgraciado me engañó! -sollozó Vivi, sin poder contener el llanto por más tiempo.

-Vivi...-Nami suspiró-. No te preocupes, sabes que aquí me tienes para lo que sea...

-Lo sé y… por eso vine a tu casa. Me preguntaba… me preguntaba sí podría quedarme un tiempo contigo. No tengo ganas de ir a mi casa, y aguantar a… la desgraciada de Califa y sus comentarios venenosos –murmuró Vivi.

-Claro que puedes quedarte, todo el tiempo que quieras. Pero, amiga, ¿qué fue exactamente lo que pasó? No te guardes ningún detalle, Vivi, quiero saberlo todo, absolutamente todo.

Vivi cerró los ojos e inspiró hondo.

-Es una larga historia –le avisó.

- Tenemos tiempo...-miró el reloj colgado en la pared del salón y después a su amiga-. Tenemos toda la noche si hace falta.

Vivi asintió.

-Bien, no se por dónde empezar... a contarte todo esto…

…….

Una chica de cabellos azulados esperaba sentada en una de las mesas de la terraza de una cafetería a una de sus amigas. Miraba al reloj de vez en cuando para comprobar que se estaba retrasando.

Sin embargo, una sonrisa apareció en el rostro de Vivi cuando vio aparecer por la esquina de la calle a un chico no mayor que ella, con el cabello castaño alborotado y portando unas gafas de sol. Alzó la mano y la agitó fuertemente para señalarle su posición a su novio.

-¡Kozha! ¿Qué haces aquí? -exclamó alegre y sorprendida cuando él la vio y se dirigió hacia ella, para después fundirse en un cálido abrazo.

-Bueno, tenía un momento libre y decidí venir a verte –respondió Kozha-. Fui a tu casa pero tu padre me dijo que habías salido, así que pensé que estarías aquí. Siempre sueles venir a tu cafetería favorita sobre ésta hora ¿Te molesta que haya venido? –inquirió él.

-Claro que no, mi amor. Me da mucho gusto verte –sonrió y volvieron a besarse de nuevo-. Pero ya que estás aquí, ¿Por qué no me acompañas un rato?

Kozha tomó asiento junto a Vivi y le sonrió cariñosamente.

-Me encantaría, lo sabes. Pero tengo compromisos muy importantes que atender y no puedo quedarme mucho tiempo. Vine tal sólo a saludarte y saber cómo estabas –declaró el chico volviéndola a besar.

-¡Wow! Y yo que creía que tenías que estar desesperada por tenerte esperando tanto tiempo… Y mira con lo que me encuentro –comentó una voz detrás del chico, y ambos se levantaron de sus asientos y se giraron con una sonrisa en los labios.

Una chica joven, de cabellos cortos y negros, caminaba hacia ellos con los brazos en jarras y una pizca de diversión en sus ojos azules.

-Hasta que decidiste dejarte caer, Tashigi-san. Ya creía que me dejarías plantada –dijo Vivi, esbozando una sonrisa.

Tashigi enarcó una ceja.

-Claro que no ¿Por qué pensaste eso? Sí, es cierto que me retrasé un poco, pero bueno, es que tuve algunos problemas con mi madre -reconoció ella-. Pero no es nada importante.

-¿Volvisteis a discutir? –preguntó Vivi, preocupada.

Tashigi asintió.

-Sí, de nuevo discutimos. Ya sabes cómo es mi madre, se preocupa demasiado y todo eso –se encogió de hombros y añadió-: Pero bueno, no nos preocupemos por eso. Si ya habéis terminado ¿Nos vamos ya, Vivi? –preguntó guiñándole un ojo a Vivi de forma confidencial.

-Sí, claro –sonrió Vivi comprendiendo.

Kozha desvió la mirada de la una a la otra, confundido.

-¿Me he perdido algo? –preguntó.

Vivi lo besó de nuevo y negó con la cabeza.

-Tashigi-san y yo tenemos unas diligencias que hacer, eso es todo. No te preocupes, mi amor.

-Bueno, si es así, entonces regreso a mi trabajo. Hoy me espera un día bastante duro, me pasaré todo el día encerrado en mi despacho muy aburrido –dijo Kozha-. Bueno, no quiero estorbaros, chicas. Que os divirtáis.

-Eso haremos –respondió Tashigi.

-¿Tienes que irte tan pronto? –Inquirió Vivi con semblante alicaído-. ¿Por qué no te quedas un poco más?

-Me encantaría hacerlo, pero sabes que me es imposible…lo siento –se disculpó él.

-El trabajo es el trabajo –susurró Vivi poniendo los ojos en blanco.

-Exacto –asintió Kozha-. Además, creí que teníais prisa. Así que no os molesto más. Nos vemos, cariño.

Se despidió de ellas y se alejó de allí dejándolas solas. Vivi suspiró y se sentó de nuevo. Tashigi hizo lo mismo.

Un camarero se acercó a ellas y preguntó si querían pedir algo, pero Tashigi negó con la cabeza y respondió que no. Cuando el camarero se retiró, Tashigi observó a Vivi, cabizbaja y ensimismada en sus pensamientos, y suspiró.

-Bueno, cuando quieras podemos irnos, Vivi.

Vivi cerró los ojos y asintió.

-Sí, claro. Vamos.

Ambas se levantaron mientras Vivi dejaba encima de la mesa de la cafetería el dinero por el café.

Avanzaron caminando una al lado de la otra, comentando cosas sin importancia, hasta que llegaron a una calle muy transitada, atestada de gente. Se encontraban en Shibuya, uno de los barrios comerciales más importantes de Tokio.

-Tashigi-san… ¿Tú crees que le gustará la sorpresa? -preguntó Vivi con una expresión preocupada en el rostro.

-Por supuesto que sí –asintió ella, sonriendo-. A cualquier chico le gusta que su novia lo acompañe el día de su cumpleaños y mucho más recibir un regalo de su parte ¿no? Te aseguro que estará encantado.

-Tal vez tengas razón pero… no dejo de tener un mal presentimiento, y no se por qué –suspiró- Y eso me desconcierta realmente.

-Oh, por favor, Vivi. Deja las idioteces a un lado, y vamos. No tenemos todo el día - la cogió de la mano y se perdieron entre la multitud.

Empezaron a mirar escaparates. Vivi se detuvo varias veces en frente de algunas tiendas de juguetes, mirando los peluches embelesada. Siempre había sentido debilidad por ellos. Mientras tanto, Tashigi había entrado en una tienda especializada en artes marciales. Había katanas colgadas en las paredes y en el escaparate, y Tashigi se veía muy interesadas en ellas.

Su madre –a pesar de ser mujer- dirigía una escuela de Kendo, y ella había sido entrenado desde muy pequeña, y le fascinaban las espadas, sobre todo las de verdad, nada que ver con las inofensivas espadas de bambú que utilizaba en sus entrenamientos.

Apartando esas ideas de su cabeza, Tashigi salió de la tienda y divisó a Vivi parada delante de uno de los escaparates de una juguetería, con las manos apoyadas en el cristal y con la mirada fija en los peluches expuestos.

Tashigi suspiró y rodó los ojos.

-Vivi, hemos venido a por un regalo para Kozha, no para mirar peluches y muñecos –murmuró ella.

Vivi se sonrojó y se disculpó.

Durante el resto de la tarde estuvieron visitando tiendas y más tiendas, sin encontrar nada que regalarle al novio de Vivi.

-¿Por qué no te decides ya? Se nos hará de noche si seguimos en este plan –gruñó Tashigi.

-¿Crees que no lo se? –replicó Vivi, recostándose contra el escaparate de una de las tiendas, cansada-. Me duelen los pies de tanto caminar de arriba abajo. Me siento realmente agotada ¿sabes?

Suspiró y se llevó la mano a la cara para secarse las gotas de sudor que resbalaban por su frente.

-¿De verdad no tienes ni idea de que regalarle a tu novio? –Inquirió Tashigi-. A estar alturas deberías conocer sus gustos mejor que nadie.

-Claro que sí. Pero el problema no es eso. Es que hay tantas cosas entre las que elegir…

-¿Tiendes miedo de elegir mal? –preguntó Tashigi, cruzándose de brazos y mirándola significativamente.

Vivi se encogió de hombros.

-Tal vez –asintió- Ay, amiga, no se que hacer… ¿Qué puedo regalarle…?

-¿Bombones? –propuso Tashigi, sonriendo.

Vivi parpadeó, desorientada.

-¿…Bombones? –repitió.

-Date la vuelta, mira dónde estás apoyada.

Vivi obedeció y se giró. Su cara se ilumino al instante y sonrió de oreja a oreja.

-¿Bombones, eh? –Sonrió Vivi-. Quizá sea una buena idea.

……..

-¡Hasta que por fin te decidiste! Ya era hora –rezongaba Tashigi mientras salían de la tienda con unas bolsas en la mano.

Vivi, sonriendo todavía felizmente, dijo:

-¿Sabes? Me gustaría llevárselo personalmente. Pero… -Suspiró y cerró los ojos, abatida-. No creo que sea posible…

-¿Y por que no? –inquirió Tashigi.

-No se dónde queda el edificio dónde trabaja. Kozha nunca me ha llevado allí. Supongo que no quiere que me inmiscuya en su trabajo –respondió Vivi.

Tashigi frunció el ceño.

-¿Él te dijo eso?

-No, claro que no –negó Vivi con un movimiento de cabeza-. Pero ¿Qué otra cosa puedo pensar?

-Deja de desgastarte la cabeza pensando en tonterías. ¿Cómo se llama la empresa de Kozha?

Vivi entornó los ojos, pensativa.

-Era algo así cómo… Iwasaki…no, Iwakura… ¡Ah, no se, no lo recuerdo!

-Mmm… -Tashigi se mordió el labio inferior y entonces se le luminaron los ojos y exclamó-: ¡Ya sé! ¿Iwahara?

-Si, ésa es –asintió Vivi, sonriendo-. ¿La conoces?

-Sí, claro. Es una de las empresas más importantes, y se encuentra en el centro de Shinjuku. Podemos ir si quieres, seguro que le gustará que lo visites.

-¿Tú crees?

-Síp. Vamos.

.

Ya oscurecía cuando llegaron al distrito de Shinjuku, un barrio lleno de rascacielos, y era en uno de ellos dónde trabajaba Kozha.

No tardaron mucho en encontrarlo. Se detuvieron delante de él y Vivi lo observó, nerviosa.

-¿Entramos o no? –preguntó Tashigi.

-Claro.

Cuando estuvieron dentro del edificio, vieron a una señorita hablando por teléfono detrás de un escritorio lleno de papeles. Se acercaron a ella y Tashigi preguntó al ver el silencio nervioso de vivi:

-Hola, ¿podría informarnos en que piso se encuentra el despacho de Kozha?

La mujer colgó el teléfono y les hecho una ojeada por encima para después mirarlas desdeñosamente. A Tashigi le pareció demasiado descarada.

-¿Se refieren al señor Fujimoto? ¿Y quién lo busca? -preguntó.

-Somos… amigas suyas, y necesitamos hablar con él. ¿Puede decirnos dónde se encuentra o no? –replicó Tashigi fríamente al ver el tono con que les hablaba la mujer.

La mujer alzó la barbilla, con actitud soberbia, y contestó de mala gana:

-El despacho del señor Fujimoto se encuentra en el séptimo piso.

-Gracias –gruñó Tashigi a regañadientes.

Subieron por el ascensor, y Vivi cada vez estaba más nerviosa a medida que se acercaban al piso dónde se encontraba la oficina de Kozha.

-Vivi, estás temblando, ¿puedo saber por que? –preguntó Tashigi.

Vivi tragó saliva y negó con un movimiento de cabeza.

-No te preocupes. Estoy bien. Ah, ya llegamos –avisó Vivi cuando las puertas del ascensor se abrieron.

Aquel piso estaba repleto de oficinas y pese a las altas horas que eran, todavía había personas trabajando allí, la mayoría hombres y algunos de ellos se acercaron a ellas.

-¡Vaya, vaya! Mira lo que tenemos aquí… ¿En que os podemos servir, bellezas? -pregunto uno de ellos, un hombre de unos veinticinco años, alto y moreno, mientras las miraba sugerentemente.

-Estamos buscando al no... -Vivi le tapó la boca a Tashigi mientras reía nerviosamente.

-Venimos buscando al señor Kozha ¿Podéis decirnos dónde está? Necesitamos verlo –anunció, avergonzada.

Los hombres cruzaron una mirada que a Tashigi no le gustó ni lo más mínimo. El que les había hablado se rascó la barbilla y desvió la mirada.

-¿Kozha? Pues… lo siento, pero en este momento no se encuentra…-les informó. Vivi entornó los ojos, pensativa.

-¿Así que no está, eh? –Preguntó ella, alzando una ceja-. Aquí hay gato encerrado. Según tengo entendido, Kozha no sale de trabajar tan temprano.

Los hombres se pusieron más nerviosos y tragaron saliva.

-Es que… tuvo que salir, tenía unos compromisos que atender.

-¿De verdad? A mí me confesó que se pasaría todo el día en la empresa…

-Lo que pasó es que…le salió una reunión a última hora, sí, eso es. Y tuvo que irse de inmediato.

-¿Ah, sí? ¿Una reunión a estas horas? Me parece bastante…inusual –murmuró Vivi con desconfianza.

Tashigi frunció el ceño y dijo con una sonrisa irónica:

-Entonces no os importará que lo busquemos ¿no? Para asegurarnos, digo.

Los hombres se interpusieron en su camino, impidiéndoles el paso.

-Lo siento, pero no tienen derecho a entrar aquí de esa manera y menos a revolverlo todo. Cómo pueden ver, aquí hay personas que trabajan y necesitamos tranquilidad. Mejor ¿Por qué no se van y vuelven otro día? Cuando el jefe esté, por ejemplo.

-Apártense de nuestro camino –siseó Tashigi amenazante.

-Las que deberían apartarse son ustedes, señoritas. Será mejor que se marchen o llamaremos a seguridad para que las saquen a la fuerza si es necesario… -Añadió otro de ellos.

Pero Tashigi los hizo a un lado de un empujón y ambas empezaron a abrir las puertas de las oficinas buscando algún rastro de Kozha. Cuando llegaron a la última puerta del final del pasillo, uno de los hombres se colocó en la entrada impidiéndoles abrir la puerta.

Se le veía pálido y sudoroso, y por alguna razón que Vivi desconocía, no quería que ellas abriesen esa puerta por nada del mundo.

-Por última vez. Váyanse, señoritas, no se busquen problemas…

Pero Tashigi no hizo caso a sus advertencias y con una patada en la entrepierna lo quitó el medio. Vivi se apresuró y abrió la puerta.

Sin embargo, lo que vio la dejó paralizada en el sitio, y las bolsas se le resbalaron de las manos al instante.

-¿Kozha…? –susurró Vivi y se llevó las manos a la cara mientras unas lágrimas empezaban a formarse en sus ojos azules.

Tashigi se acercó a ella para ver que estaba pasando y cuando lo vio, ahogó una exclamación de sorpresa.

Kozha se encontraba en una posición bastante…indecorosa, medio desnudo y encima de su secretaria. La cual tenía la camisa desabrochada, la falda subida, y los labios hinchados y enrojecidos, seguramente el labial debía habérsele corrido.

-¡Vivi! –exclamó Kozha, y se irguió rápidamente abrochándose los pantalones y buscando su camisa. La secretaria se incorporó sobre el escritorio y se limpió los labios con el dorso de su camisa.

Kozha intentó acercarse a Vivi, pero Tashigi se puso en medio, observándolo con desprecio.

-Como has… cómo pudiste. ¡Cómo puedes ser tan cerdo…! –le atizó un puñetazo en toda la cara tumbándolo y mandándolo al piso.

La secretaria gritó mientras algunos empleados entraban en la oficina.

-¡Jefe!

-¡Señor Fujimoto! ¿Se encuentra bien?

Kozha se levantó ayudado por sus compañeros y le dirigió una mirada a Vivi, que tenía la mirada perdida en algún punto del suelo.

-Vivi… deja que te explique…

La peliazul levantó la mirada y Kozha observó que sus ojos estaban inundados de lágrimas, y lo único que pudo ver en ellos fue una profunda decepción.

-Vivi…

Pero ella se había dado la vuelta y había salido corriendo sin darle tiempo a reaccionar. Oyó cómo Tashigi la llamaba, pero ella no podía escuchar nada. Le dio todo lo rápido que pudo a los botones del ascensor y en cuanto se abrieron las puertas, se apresuró a entrar.

Lo último que vio antes de que las puertas se cerraran, fue a Kozha que corría hacia ella y la llamaba desesperadamente.

…….

Cuando Vivi terminó de contar su relato, se quedó callada y con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Nami tragó saliva, y aún paralizada por lo que acababa de escuchar, abrazó con más fuerza a su amiga y apretó los dientes conteniendo su furia.

-Me quedé dando vueltas por los alrededores, desolada, y cuando quise darme cuenta, ya era muy tarde y la verdad, no quería regresar a casa en este estado…Por eso vine aquí.

Nami inspiró hondo.

-Ese maldito sinvergüenza… ¡Cómo se atreve a hacerte esto! ¡Juro que lo mataré! –explotó de repente Nami poniéndose de pie de un salto, sobresaltando a Vivi y haciendo que ésta pegara un respingo.

-No te sulfures, Nami-chan –intentó tranquilizarla Vivi-. No hace falta que te pongas así…Además, Tashigi-san ya lo habrá hecho trocitos en tu lugar -comentó irónicamente.

-Pues ojala –gruñó Nami, soltando un bufido-. Pero no dejo de sentirme con ganas de retorcerle el cuello. Espero que Tashigi no lo haya descuartizado, y que me haya dejado un poco a mí.

Vivi sonrió.

-Gracias por tu preocupación. Pero te aseguro que no es necesario. Conozco a Tashigi-san lo suficiente para saber que ya le habrá dado su merecido.

-Uh, sí. Está bien, está bien -contestó Nami frunciendo el ceño.

Volvió a sentarse de nuevo y escondió el rostro entre las manos.

-De todas formas, no creo que podamos hacer nada ahora mismo. Será mejor que nos vayamos a dormir y mañana ya pensaremos en algo –dijo Nami.

Vivi asintió.

--

Nami se despertó a la mañana siguiente con la espalda dolorida y unas profundas ojeras bajo sus ojos. Puesto que había dejado a Vivi dormir en su cama –pese a las continuas quejas de la peliazul-, y ella había dormido en el sofá, no había podido descansar en toda la noche y no había hecho más que dar vueltas y vueltas, y darse con las narices contra el suelo un par de veces.

Se incorporó sobre el sofá, se frotó los ojos cómo si fuera un pequeño gatito y se desperezó mientras bostezaba. Miró a su alrededor y su vista se clavó en el despertador digital que descansaba encima de la mesa del salón y que había sido el encargado de despertarla. Se fijó en la hora: las siete y media de la mañana.

Se levantó conteniendo un gruñido y se dirigió al baño. Tras darse una ducha rápida salió con una toalla cubriendo su cuerpo y entró en su habitación, teniendo cuidado de no despertar a su amiga, que cómo pudo observar, dormía cómo un tronco. Así que abrió la puerta de su armario y sigilosamente, cogió la ropa –unos jeans vaqueros y una camiseta blanca acompañada de una corbata negra- y salió de la habitación en silencio.

Cuando terminó de vestirse, empezó a preparar el desayuno para ella y para Vivi mientras tarareaba en voz alta. No pasó mucho tiempo hasta que Vivi apareció en la cocina bostezando y con aspecto soñoliento.

-Buenos días, Nami-chan –saludó con una sonrisa.

-Bueno días a ti también, Vivi –contestó la pelirroja.

-¿Dormiste bien? –Inquirió Vivi apenada.

-Sí, claro. ¿Por qué no iba a dormir bien? –mintió Nami, intentando esbozar una sonrisa para tranquilizarla.

Vivi no pareció muy convencida, pero no añadió nada más.

-¿Qué has preparado? –preguntó, cambiando de tema y observando los platos que estaban colocados encima de la mesa de la cocina.

Nami sonrió.

-Huevos con bacon, tostadas con mantequilla, galletas, leche, tortitas –enumeró-. Y un poco de jugo. Puedes comer lo que quieras.

-Gracias. Pero no era necesario que te molestases, de verdad.

-Oh, vamos. No me toma ninguna molestia hacer el desayuno, es más, me encanta cocinar –aseguró Nami, sentándose a la mesa.

Les tomó unos minutos desayunar y cuando terminaron, Nami se levantó y colocó los platos vacíos en el fregadero. Vivi se sentó en uno de los sillones del salón y puso un rato la televisión para entretenerse.

-¿Ya te vas a trabajar, Nami-chan? –preguntó Vivi cuando vio a Nami salir de la cocina y entrar en el salón con un bolso en la mano.

-Sí. Debo apurarme para no llegar tarde. Ya estoy oyendo los gritos y reclamos de mi jefe desde aquí –ironizó poniendo los ojos en blanco.

-Que te vaya bien en tu trabajo.

-Gracias –dijo Nami-. Ya sabes que puedes quedarte cuanto tiempo quieras. Llegaré más o menos sobre las siete de la tarde…

Sin embargo, cuando estaba a punto de salir, el sonido de un móvil la detuvo.

Vivi encontró el teléfono en uno de los bolsillos de su chaqueta, que estaba tirada de cualquier manera sobre la mesa del salón, dónde la noche anterior la había dejado.

Observó la pantalla del aparato y su cara se tornó blanca. Nami entornó los ojos.

-¿Ocurre algo, Vivi? –preguntó acercándose a ella.

Vivi pareció reaccionar y escondió el teléfono detrás de ella.

-No, no es nada. Puedes irte tranquila… -murmuró Vivi desviando la mirada.

Nami la miró suspicazmente.

-Dame ese teléfono, ahora mismo –le ordenó.

Vivi vaciló un momento, pero finalmente le entregó el teléfono. Nami observó el móvil y se mordió el labio inferior al ver el nombre que parpadeaba en la pantalla.

Conteniendo su furia, aceptó la llamada y acercó el teléfono a su oído.

- ¿Vivi? –oyó preguntar a alguien al otro lado de la línea. Nami reconoció la voz al instante-. ¿Eres tú, Vivi? Necesito explicarte lo que pasó ayer, por favor, no me cuelgues… –rogó Kozha, y Nami apretó involuntariamente los puños de la rabia contenida.

-Lo siento mucho. Pero yo no soy Vivi –replicó Nami desdeñosamente.

Sobrevino un silencio al otro lado del teléfono, y Nami creyó que Kozha había colgado, pero enseguida volvió a oír su voz.

-¿Puedo hablar con Vivi, por favor? Necesito conversar con ella sobre un asunto muy importante. ¿Puede ponerse al teléfono? –rezongó Kozha.

-Puedo adivinar que asunto es ése…-masculló entre dientes con tono irónico-. Pero siento decepcionarte, cariño, Vivi no quiere ni va a hablar contigo –dijo tajante la pelirroja.

-¿Eres Nami-chan, no? –Inquirió el ex novio de Vivi.

-Has dado en el clavo.

-Quiero hablar con Vivi, por favor Nami-chan… Necesito aclararle que lo que vio ayer no es lo que parece…

-¿No es lo que parece? ¿El qué? ¿Qué la engañaste vilmente? ¿Qué te estabas acostando con tu secretaria? ¿O qué nunca has querido a mi amiga?

-No creo que eso sea asunto tuyo, Nami-chan. Déjame hablar con Vivi…

-A ver, cómo te lo explico, Kozha… En primer lugar: Vivi no va a hablar contigo. ¿Y sabes por qué? Por que en éste momento lo último que necesita es que tú le vengas con absurdas excusas y más mentiras. En segundo lugar: es asunto mío. Por que Vivi es mi mejor amiga y no quiero que te vuelvas a acercar a ella nunca más, y menos con todo el daño que le has causado. Y en tercer y último lugar: No me vuelvas a llamar Nami-chan. Ya no tienes ese derecho. Así que, querido imbécil, adiós. Y te agradecería que no volvieses a llamar a Vivi –respondió Nami, y colgó rápidamente sin darle tiempo a Kozha a abrir la boca para responderle.

Le devolvió el teléfono a una silenciosa y pensativa Vivi, que tenía la vista clavada en el suelo y sus cabellos azulados le tapaban el rostro.

-Nami-chan... –murmuró Vivi en un hilo de voz.

Nami inspiró hondo y observó a Vivi inquisidoramente.

-Gracias…-musitó la peliazul y Nami vio que algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas-. Muchas gracias, yo no habría sido capaz de decirle todo eso... de verdad, te lo agradezco tanto…

-Vivi...-sonrió olvidando por completo el enfado que le había provocado la conversación con Kozha-. No me lo agradezcas, no ha sido nada. Somos amigas ¿no?

Vivi se secó las lágrimas y se abalanzó sobre Nami para abrazarla. Estuvieron abrazadas un buen rato hasta que Vivi murmuró:

-Nami-chan.

-¿Qué?

-¿No te ibas a trabajar? –preguntó sonriendo.

Nami ahogó un grito y se separó de Vivi para mirar el reloj que había en su muñeca.

-¡No, No, No! Voy a llegar tarde otra vez –Cogió el bolso que había depositado antes en el suelo y salió corriendo de su apartamento.

La pelirroja bajó las escaleras del edificio a toda prisa, –corriendo el riesgo de bajar rodando, ya que su apartamento se encontraba en el tercer piso y no tenía tiempo ni de coger el ascensor- y nada más salir a la calle, tomó aire y volvió a emprender la carrera.

No había hecho más que cruzar la esquina de la calle cuando chocó con alguien y ambos cayeron al suelo estrepitosamente. Nami soltó un quejido y oyó que alguien murmuraba algo en voz baja, pero no alcanzó a oírlo, sin embargo, reconoció la voz de un hombre.

-Lo siento mucho, de verdad. Ha sido culpa mía, no miraba por dónde iba, de verdad, perdóneme… -se disculpó atropelladamente Nami. Tragó saliva y observó de soslayo a la persona con la que había chocado: Era un hombre alto y debía rondar sobre los veinticinco, sus cabellos rubios le caían a ambos lados del rostro y sus ojos estaban ocultos bajo unas gafas de sol que a Nami le recordaron –por desgracia- a otra persona.

Cuando el desconocido terminó de sacudirse el polvo de la ropa y colocarse mejor las gafas, le dedicó una sonrisa a Nami.

-Perdóname a mí, yo he sido el absoluto culpable. Aunque he de confesar que el cielo debe tenerme en alta estima si ha cruzado en mi camino ha una muchacha tan linda cómo usted, señorita –replicó con amabilidad, y Nami sintió que las mejillas le ardían a causa del inesperado halago. El chico le tendió la mano para ayudarla a levantarse y Nami la aceptó encantada.

-¡Maldita sea! Llego tarde, Llego tarde ¡Llego tarde! –Gritó Nami mirando el reloj escandalizada y sorprendiendo a chico-. ¡Adiós, y de verdad, lo siento de nuevo! -se despidió de él con un gesto de la mano y salió corriendo de allí con un sólo pensamiento en mente:

"Mi jefe me matará"


He remodelado la historia, por que, sinceramente, la version anterior daba... pena y ganas de llorar. Los que la leyeron en Paraíso lo sabrán. La verdad es que no comprendo cómo pude escribir eso... Pero bueno, ahora en mi opinión, está mucho mejor :)

Espero sus comentarios.