EL PRIMER CAPÍTULO DE ESTA HISTORIA LE PERTENECE A SNYAG. ELLA ME PERMITIÓ SUBIRLO Y CONTINUAR CON SU HISTORIA BAJO SU SUPERVISIÓN. ESPERO LES GUSTE Y NO SE ENOJEN POR QUE NO ESTOY TRABAJANDO EN MIL GIRASOLES, YA LA RETOMARE.
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Elsa y Anna son propiedad de Disney
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De noche en el país de los sueños.
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-¡No puedes irte, menos aún en tan poco tiempo!-
-No es mi culpa, ya te lo dije, a mi padre van a ascenderlo y debemos mudarnos.-
-Pero ¿Por qué tenían que mandarlo a otro país, no podía ser a otra ciudad?
-Yo también estoy enojada y triste. Saber que no podre verte.- Elsa miro a Anna; pero su amiga se había cruzado de brazos y se negaba a voltear.- Tengo que volver a casa ahora. Mi madre quiere que haga las maletas; pero podemos vernos mañana.-
-No sé si quiero verte.- respondió Anna, quien sentía que los ojos le picaban y que el fin del mundo podía estar a la vuelta de la esquina.
-De acuerdo…- Elsa guardó silencio, esperó unos minutos así sin decir nada, solo quedándose al lado de Anna. Ella sentía que su corazón podía romperse y también estaba al borde de las lágrimas. Se puso de pie.- Sabes… estaba pensando que podíamos ir mañana al parque de diversiones y subir de una vez por todas a la rueda de la fortuna; y no solo mirarla, como siempre hemos hecho…- esperó una respuesta, Anna no volteó a mirarla, no dijo nada. Algo dentro suyo se iba haciendo chiquito.- Estaré allí a las siete, frente a la torre… partimos a la mañana siguiente, a primera hora; pero estoy segura que mi madre me dejara ir…- se aproximó a la puerta del cuarto de su amiga, la abrió, se detuvo; un abismo parecía formarse.- Voy a esperarte.- susurró y se marchó.
Era finales de septiembre, el frio aún no había llegado del todo; pero tuvo que ponerse un sweater y una chamarra cuando salió corriendo de la casa. Indecisa entre si asistir o no al encuentro la hora había pasado y terminó saliendo tarde.
-Por favor que aun siga allí. Por favor.- suplicó cuando entró corriendo a la feria. El aire que salía de su boca, casi formaba un vaho. Se detuvo frente a la torre en forma de reloj, las luces de colores estaban prendidas y titilaban. Miró a su alrededor buscando a Elsa, su corazón agitado por la anterior carrera no podía calmarse, un par de personas pasaron a su lado riendo, caminó unos pasos y la vio. Elsa estaba parada allí con las manos en los bolsillos de su chamarra azul.
-Lamento llegar tan tarde.- dijo ella cuando se aproximó a su lado, pensó que Elsa la regañaría; pero su amiga solo sonrió de manera resplandeciente.
-La rueda de la fortuna tiene su primera vuelta a las ocho, así que estamos bien de tiempo.- le informó. Anna respondió a su sonrisa, Elsa elevó la mirada hacia la torre.- ¿No crees que es hermosa?- preguntó de pronto. Ella giró sobre sus talones. Las bombillas amarillas, verdes, rojas y azules aprendían y apagaban despacio, de manera sincronizada.
-Lo es… es como sueño.- el sonido de la gente a su alrededor lleno el espacio entre ellas hasta que Elsa habló.
-¿Quieres ir por un algodón de azúcar?, también podemos comprar unos chocolates, de esos que tanto te gustan.- Anna bajó la mirada, los ojos azules de Elsa, su sonrisa. Era una adolescente y sus hormonas comenzaron a danzar, las detuvo, no era el momento.
-Cuando se trata de chocolates es imposible resistirse.-
Comieron algodón de azúcar, chocolates, caminaron en silencio y hablaron de todo, incluso de la mudanza.
-Te escribiré mails todas las semanas, contándote sobre todo. Lo prometo.- dijo Elsa.
-Yo también te escribiré… pero no será lo mismo que tenerte a aquí. Eres mi...- ¿Qué era Elsa para ella? Borró la pregunta cuando ella sonrió y bajó la mirada un segundo.
-Aún estoy aquí.- respondió.
-Entonces vamos a la rueda de la fortuna de una vez por todas.- le dijo Anna, tomándola de la mano y llevándola con ella.
Anna siempre había tenido miedo de subir a la rueda de la fortuna, todo erradicaba en su miedo a las alturas, así que cuando estuvieron allí apunto de subir miró a Elsa y tomó su mano una vez más.
-No me sueltes.- le pidió.
-No lo hare. Tranquila.-
El vértigo de la rueda moviéndose se vio ligeramente apaciguado por la firmeza del agarre de Elsa. Anna tenía temor de mirar hacia abajo, así que decidió clavar su mirada en su compañera… el perfil de Elsa era tan perfecto, su cabello caía sobre su cara casi ocultando sus ojos, sus enormes ojos azules, sus pestañas se arqueaban como un abanico y sus labios sonreían delicadamente.
-Tu nariz esta roja.- comentó Anna, Elsa la miró.
-La tuya también y tiene chocolate en la mejilla.- le dijo antes de estirar su mano y limpiárselo.- Ya está, tan guapa como siempre.- la rueda siguió moviéndose, Anna bajó la mirada a sus manos unidas, algo levantó vuelo en su interior, y ahora, revoloteaba de aquí para allá. No eran nauseas, lo sabía, hacía tiempo que sentía lo mismo cuando Elsa estaba a su lado. La rueda de la fortuna se detuvo con ellas en la cima.
-¡Mira eso!- exclamó Elsa. La torre del parque se veía desde allí, como no podía verse desde ningún lugar del mundo.
-Estamos volando juntas.- dijo ella sin creer como no solo la torre se veía diferente, si no, el parque entero, las casas próximas… todo.
-Siempre que estoy a tu lado estoy volando.- comentó Elsa. Anna clavó sus ojos en los de la rubia, estaba casi temblando. Elsa, su Elsa… se había negado tanto a aceptar lo que sentía, sin embargo, en ese momento, en ese instante.
-Elsa.-
-Anna.-
-¿Vas a irte?-
-Si.-
-Pero… volverás. ¿Volverás por mí?-
-Claro que volveré, Anna. Volveré por ti.- la torre titiló, el aire frío les acarició el rostro y Anna al fin acorto la distancia que las separaba. Se besaron, y fue como siempre imaginaron en secreto, como una lluvia de brillantina y fuegos artificiales. Se separaron, la rueda volvió a girar.
-Te quiero, Anna.- ella se recostó contra el hombro de Elsa para mirarla una vez más, sonrió ante sus mejillas teñidas de carmesí.
-Te quiero, Elsa.- susurró aquella noche… en el país de los sueños.
