Chapter 1: Akimura Totosai.
Disclaimer: El Anime/Manga de InuYasha y sus personajes son obra de Rumiko Takahashi, por lo tanto, solo los usaré en esta historia con el fin de entretener y no de lucrar con ellos.
Bien, antes de comenzar a leer, espero que esta historia sea de su agrado aunque desde ahora les advierto que si buscan un final feliz, aquí no lo van a encontrar xd, talvez y hasta arruine la historia con esto pero de una vez lo hago de su conocimiento para que al final de este fic no me juzguen ni me odien por el final, bueno, por toda la historia en sí que he formado en mi demente cabeza sobre este escrito y pues, más que nada espero apoyo y comprensión de su parte. Sin más que decir, espero y la lectura les atrape como a mi me atrapo, y cualquier error ortográfico o narrativo, espero que me lo hagan ver -de forma positiva :,v - para mejorar en cada cap y fic que escriba de hoy en adelante.
Vengeance.
Escrito por: Ishinomori Kuroo
Capítulo 1:
Akimura Totosai
Es la víspera de Navidad, con -7° grados afuera y una sutil pero constante nevada azotando las calles, la mayoría de los locales del centro de Kioto estaban cerrados. Algunos con los últimos clientes y otros solo con los empleados que realizaban la limpieza antes de cerrar.
Eran casi la diez de la noche y en uno de los locales, una cafetería para ser específicos, 4 jóvenes estaban algo presurosos por terminar su noche de trabajo, no solo por la fecha, sino también porque hace un par de noches atrás, unos delincuentes, probablemente Yakuzas, intentaron robar una joyería a solo seis locales de distancia ya bien entrada la madrugada al pensar que nadie se daría cuenta, sin embargo, el sistema de seguridad detonó alarmas sumamente ruidosas y en cuestión de un par de minutos, una horda de policías llegaron al lugar.
Aunque no lograron atrapar a nadie, la vigilancia en el lugar y sus alrededores había aumentado, sin mencionar que la policía hacia rondines nocturnos con uniformados y unos que otros sin uniforme mezclados entre los civiles.
Aunque eso no aseguraba que no ocurriera otro intento de robo, sin mencionar que, a la falta de actividad criminal, los rondines serían dejados de lado en un par de días más, talvez pasando año nuevo, solo para guardar apariencias y hacer creer a la gente que la policía hacia su 'trabajo' como la mayoría de las veces.
- El viejo deberías pagarnos más por mantenernos aquí como negros. [1]
Se quejó un joven de cabellera negra atada en una coleta a la altura de la nuca mientras limpiaba el escaso sudor de su frente tras haber subido la última silla en una de las mesas cerca de la barra.
- Relájate, Miroku. Apenas trabajas un día y ya quieres que te paguen más cuando ya te pagan por no hacer nada.
- Yo no tengo la culpa de que te guste ser negreado por tan poca paga, Koga.
El pelinegro se encogió de hombros con una sonrisa socarrona en su boca, que fue borrada tras sentir el trapo, con el que Koga estaba limpiando las mesas, estrellarse contra su cara.
- Tranquilas nenas, o van a romperse las medias otra vez.
Se burló una pelirroja de ojos verdes desde atrás de la barra, mirando divertida la escena.
-Estúpido, Koga. Deja de hacerme quedar mal frente a las chicas.
Le arrojó el trapo de vuelta pero Koga lo atrapó ágilmente con su mano izquierda.
- ¡Oh no, Miroku!, tú quedas mal con las chicas por ti mismo, no necesitas ayuda para eso.
Se burló de nuevo la chica y Miroku enrojeció.
- ¡Ayame!
-En lugar de estar jugando, deberían de darse prisa para poder terminar aquí y poder irnos a casa.
Una segunda chica, pelinegra y de ojos marrones con el ceño fuertemente fruncido y una sartén en las manos cuyo mango apretaba con más fuerza de la necesaria, les dijo desde la cocina, mientras le dedicaba una mirada llena de odio a Miroku, obligándolo a sentir un escalofrío recorrer su espalda y un sudor frío aparecer en su frente, provocando que como acto reflejo, cubriera su rostro con sus manos cruzadas y levantará una pierna para cubrir su parte noble con la rodilla bien en alto, algo así como para dar la patada de la grulla[2] en caso de que le arrojase la sartén de nuevo como hizo ese mismo día, casi comenzando el turno.
-El miedo no anda en burro[3], solo en Miroku. -Se burló Koga haciendo reír a Ayame.
-Y lo pervertido también.
Completo Sango antes de darse media vuelta y regresar al fondo de la cocina.
-Eres un idiota, Miroku.
-Solo fue una broma, Ayame, lo sabes.
-Decirle que tuviera un hijo contigo no es una broma en absoluto. -Atino Koga.
-Es verdad, además si Sango en verdad te gusta no deberías decirle ese tipo de cosas.
- ¡Ella no me gusta!
Miroku se sonrojo a más no poder y dentro de la cocina se escuchó el ruido de algunos platos y sartenes estrellarse contra el piso de manera estridente a lo que Ayame decidió ir a ver.
-Enserio si eres un idiota. -Escupió Koga.
-Déjame en paz.
La pequeña campanita de la puerta se hizo sonar al ser abierta de forma repentina, llamando la atención de ambos jóvenes, quiénes miraron con un poco de extrañeza a la figura de un joven, vestido de suéter y vaqueros negros con un gorro gris que cubría su cabeza, de aspecto sumamente pálido y cansino que llevaba algo envuelto con un abrigo en sus brazos.
Eran las once menos quince minutos. Ya no era hora como para que llegase algún cliente, pensó Koga. Menos con el letrero de cerrado que yacía colgado en la puerta.
Ambos lo miraron dubitativos, hasta que la mirada del extraño chocó primero con la azulina de Koga y después con la marrón de Miroku, a quienes desconcertó el extraño color ambarino que hacia lucir sus ojos de cierta forma, intimidantes. Al menos para Miroku.
-Ya no tenemos servicio, señor.
La voz de Koga llamo su atención.
'Talvez podría tratarse de un ladrón', pensó Miroku quien tenso los músculos de su mandíbula al instante, haciéndolo buscar instintivamente el bate de béisbol que dejaban a un lado de la puerta principal, justo detrás de una maceta con una planta frondosa para hacerlo pasar desapercibido.
-Estoy buscando a Akimura Totosai.
Soltó el extraño con voz grave mientras acomodaba el bulto que llevaba entre sus brazos en un mejor agarre, dejando salir un pequeño quejido que apenas y él mismo percibió al rozar con el mismo su costado izquierdo.
- ¿Quién eres tú y por qué lo buscas?
Koga sonó más a la defensiva obligando al extraño a chasquear la lengua con algo de irritación, pero el ojiazul lo ignoro al mantener una expresión firme en su rostro con sed de respuestas. ¿Por qué esta persona estaba buscando a su jefe?
-Tengo asuntos que tratar directamente con él.
Recalcó, dándole a entender a Koga que no tenía por qué darle más detalles. Lo cuál hizo que el ojiazul se tensará.
-Lo siento, pero no podemos dar información de otros a desconocidos.
Bramó. Y al igual que Miroku, busco el bate con la mirada.
-Al decir desconocidos, ¿Te refieres en ser desconocido para ti o para él?
Cuestionó el extraño con cierto toque altivo, Koga arrugó el entrecejo sin saber exactamente como responder a eso, después de todo, no sabía si de verdad era algún conocido de su jefe o simplemente era un truco para engañarlos y hacerlos bajar la guardia.
-Solo díganle que estoy aquí. Él sabrá quien soy.
- ¿Y si nos rehusamos?
El extraño entrecerró los ojos amenazadoramente. 'No tengo tiempo para esto.' Pensó mientras se acercaba a una de las mesas y tiraba las sillas de la misma con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostenía el bulto de forma torpe y algo débil, dejando ver qué en ese brazo no poseía tanta fuerza, o al menos nisquiera la fuerza promedio de una persona, ya que el bulto comenzó a deslizarse de forma lenta por su torso.
Koga y Miroku lo observaban expectantes, atentos a cualquier movimiento que indicase un peligro, no solo para ellos, sino también para Sango y Ayame, quiénes estaban en el fondo de la cocina atentas a la conversación desde que escucharon la campanita de la puerta, aunque sin hacer acto de presencia para no entorpecer a los chicos por si la situación se tornaba peligrosa.
Tras limpiar la mesa depósito el bulto sobre la mesa, causando que ambos chicos soltaran un respingo al ver que no era algo lo que sostenía, sino alguien.
Un niño, de entre seis y ocho años de edad, cabellera negra y al parecer profundamente dormido por su acompasada respiración yacía sobre la mesa. Ambos cuestionaron con la mirada al extraño pero este los ignoro olímpicamente mientras se sentaba de forma lenta en una de las sillas, tratando de disimular una pequeña punzada de dolor que sus facciones, esta vez, no pudieron disimular, lo cual no pasó por alto para los chicos.
- ¿Quién eres y por qué traes a un niño contigo? ¿Eres un secuestrador?
Inquirió Koga con dureza. Tanto misterio lo estaba cabreando, más al ver que había un niño de por medio. ¿Acaso sería un Yakuza? Pero si ese fuese el caso, ¿Qué relación había con su jefe? ¿Acaso también estaba involucrado en la mafia?
-Debes estar de broma, ¿No?
Koga se desconcertó al ver que el extraño sonreía con ironía después de decir esas palabras.
-Por última vez, estoy buscando a Akimura Totosai.
La sonrisa irónica se borró de su rostro para tomar una seriedad que podía llegar a intimidar un poco.
-Y por última vez, ¿Quién eres tú y porque traes a un niño contigo?
Insistió Koga. Ninguno de los dos cedería. El de ojos ámbar rolo los ojos y soltó un resoplido.
-Mi nombre es Sesshomaru, él es mi hermano. ¿Satisfecho?
Explicó parcamente, por su parte Koga no destenso los músculos ni bajo la guardia al escuchar aquello. Podría estar mintiendo.
- ¿Tienes alguna ID?
- ¿También quieres mi registro de nacimiento y mi árbol genealógico?
Ambas miradas se endurecieron, molestas y con cierto toque de hastío por la manera de hablar del otro.
- ¿Para qué quieres ver al viejo?
El desconocido lo miro duramente algunos segundos, antes de que una nueva punzada se clavara en su costado izquierdo nuevamente, haciéndole llevar instintivamente su mano derecha al área afectada, dejándolo sentir una humedad intensificada en sus ropas.
-Se suponía que nos reuniríamos en Corea por órdenes de mi padre, pero la reunión se adelantó.
Explicó parcamente, recriminándose dos segundos después por hacer aquello. No tenía por qué darle explicaciones, pero al parecer su interlocutor no era tan confiado como mucha gente lo sería en situaciones similares. Aunque tenía que ser cuidadoso con lo que decía también, porque al igual que él, no tenía motivos para confiar y soltar de más la lengua con un desconocido.
-Se supone que él viajaría esta noche a Corea.
Recordó Koga en voz alta. Hace no más de dos horas, el viejo le había enviado un mensaje, informándole que su viaje había sido cancelado por cuestiones de seguridad, ya que se tenía previsto que la nevada se intensificaría cerca de la media noche.
-Estúpido viejo.
Siseo Sesshomaru por lo bajo, chasqueando la lengua. 'Myoga no le entrego el mensaje de mi llegada, entonces tampoco debe saber lo que sucedió con mi padre.'
El silencio reino en el lugar por algunos minutos, ciertamente era una situación extraña y confusa, no solo para Koga y Miroku que no entendían, o más bien no creían el por qué de la llegada de Sesshomaru, si es que ese era su verdadero nombre, pues seguían sin mostrar un ápice de confianza en él y en lo que decía, sino también para Sesshomaru que, si entonces Myoga no había entregado el mensaje de su llegada, Totosai estaría camino a una masacre entre miembros de la mafia coreana[4] y miembros de los Yakuza.
-Necesito un teléfono.
Pidió, pero antes de que alguien siquiera dijese o hiciese algo, la campanita de la puerta principal se hizo sonar de nuevo, dejando ver a un agitado Totosai quien por poco y caía de bruces en la entrada al llegar de forma brusca, buscando con la mirada, casi con desesperación a alguien en específico, hasta que su mirada se detuvo en Sesshomaru y el pequeño niño tendido sobre la mesa.
Koga y Miroku se acercaron rápidamente a él, para ayudarlo a entrar al local y sentarlo en una de las sillas, Sango y Ayame por su parte, finalmente salieron de su escondite para llevarle algo de agua al anciano que comenzó a toser por la resequedad en su garganta, llamando por un segundo la atención de Sesshomaru. No se había dado cuenta de que ellas estaban dentro del lugar también. 'Fui un poco descuidado' pensó, si hubiese sido en otra situación y con otras personas, talvez ya estaría muerto en este momento. 'Aunque ya casi lo estoy' sonrió con ironía para sus adentros al sentir como sus ropas seguían humedeciéndose por el líquido vital que salía de su costado izquierdo.
- ¿Tú eres el chico que envió Myoga?
Preguntó Totosai a Sesshomaru una vez regulada su respiración, pero este no recibió respuesta alguna.
Koga se acercó a él, notando que sus ojos estaban cerrados y su cuerpo se deslizaba débilmente por la silla, mientras un líquido rojo, algo espeso, comenzó a gotear desde la silla hasta el piso. Todos palidecieron al ver la sangre en el suelo.
-Koga, Miroku, llévenlo a la zona de descanso, Sango, cierra el local y baja las cortinas, Ayame, busca el botiquín de primeros auxilios.
Koga y Miroku levantaron a Sesshomaru, pero antes de seguir su camino, interrogaron con la mirada al anciano sobre qué hacer con el niño tendido en la mesa, a lo que él respondió con un simple 'Yo me haré cargo' mientras le dedicaba una última mirada al chico, notando en él ciertos rasgos físicos que le eran sumamente familiares, solo para después sacar su móvil, teclear un número y pegarlo a su oído, alejándose de ellos.
«El número que está intentando contactar, fue desactivado. «
- ¿Dónde demonios te has metido, Ishinomori?
Aclaraciones: Khangpae es el nombre que se le da de forma literal a la mafia o pandillas callejeras en Corea, según San Google xd, iba a usarlo en la historia desde este capitulo pero no estoy muy segura sobre eso aún uwu
Hola, chicos. Espero que el primer capítulo de este singular Fanfic sea de su agrado y espero leer sus opiniones y/o criticas constructivas en la caja de comentarios :D
Les mando un abrazo y pues, nos leemos pronto ^^/
