DISCLAIMER: Los personajes de "Buffy The vampire Slayer" no me pertenecen, son propiedad de Joss Whedon y Mutant Enemy Production, yo solo los tomo prestados en esencia de tanto en tanto, cuando se me ocurren historias (sin fines de lucro, aclaro) con ellos. En especial sobre Buffy y Spike, mi pareja favorita de todas las series =).
La siguiente historia dividida en dos partes está basada en los hechos del episodio 13 de la temporada 6, titulado "Dead Things" ("Cosas muertas") e inspirado en cómo me hubiese gustado que se suscitase la reconciliación entre Buffy y Spike, que no nos permitieron ver =(
Por cierto, antes de continuar quiero enviar un saludo especial y agradecimiento a todos quienes se toman un tiempito para leer estas ideas de su humilde servidora. En cualquier parte del mundo donde se encuentren, les envío un abrazo.
Belén (Moonlight86)
NOCTURNIDAD
"Si te muestro el cielo, ¿creerías en el infierno?...
Empecemos con un beso y sostente de mí en el descenso."
(Rourke Boada)
PARTE I
Había veces en las que Buffy se sentía perdida y depresiva, días que le resultaban grises y tempestuosos tal como aquel, en que el cielo de la tarde de Sunnydale parecía querer venirse abajo como por influencia de algún demonio del agua alborotando el clima. Eran ocasiones en las que meditaba con seriedad las palabras que Spike le lanzara a la cara sin piedad sobre su regreso a la vida:
"Regresaste mal"
Aunque no le agradaba pensar en ello, sabía que en parte tenía razón. Ya no era la misma y lo reconocía. Se había vuelto fría, apática, sombría e inclusive un tanto amargada, incapaz de sentir. Tal vez porque resucitar le había vuelto menos humana, menos aún de lo que era después de descubrir ser la "Cazadora", enterarse de que poseía la fuerza de diez hombres juntos y que llevaba encima además el peso del mundo sobre sus hombros al tener la misión defenderlo de los seres de la oscuridad… Ese sábado era uno de esos días tristes que le invitaban a reflexionar sobre su existencia.
No obstante, aun presa de ese cabizbajo y medio catatónico estado de ánimo, creyendo que ya estaba en condiciones para afrontar el quedarse a solas en la casa durante toda una noche, se las había ingeniado para convencer a Willow de permanecer tranquilamente en una reunión de compañeros de la universidad que tenía, sin deber estarse preocupando por su salud, ya que ésta exageraba sus cuidados sobre sus huesos desde que se enterara que con sus hechizos la había sacado a rastras del cielo.
-Estaré bien. Tan solo diviértete y saluda a Tara de mi parte- le había dicho minutos antes por teléfono, luego de que la pelirroja la llamara ni bien llegar a la facultad; con un guiño escondido sobre todo al final de la frase, consciente de que su amiga había estado soñando con dicha tertulia durante toda la semana, en especial porque sabía que allí iba a encontrarse a su ex novia y por ende también una oportunidad de reconciliarse con ella.
-De acuerdo, lo haré, pero eso sí, no te olvides de comer y ah… acuéstate temprano, recuerda que mañana tienes día de trabajo- se tomó el tiempo de recordarle la hechicera como siempre responsable y no le fue difícil a Buffy imaginarla sonriendo feliz junto al auricular, complacida en el fondo de no tener que regresar temprano.
Willow estaba pendiente de su bienestar y se lo agradecía, pero no quería depender de nadie. Tenía presente cuanto le había insistido para que la acompañara en esa ocasión pero la verdad era que no tenía las menores ganas de ver a sus ex compañeros de carrera, quienes de seguro querrían averiguar sobre su vida después de abandonar los estudios y a que se dedicaba, algo a lo que ella desde un principio no sabría siquiera que responder, aparte de no resultarle difícil imaginarse sus rostros de asombro y desdén de atreverse a contarles donde laboraba. No quería pasar por eso, así que se excusó.
-Oki, bye- se despidió entonces, pensando en tener en cuenta el consejo de su mejor amiga porque tal vez le ayudaría a lidiar con el abatimiento que amenazaba con vencerla de un momento a otro, puesto que en ratos de soledad como ese, podía darse el lujo de dejar de ser la "Elegida" y brindarse un tiempo para sí misma. Permitirse aunque fuera por unos cuantos instantes dejar caer sus defensas y ser débil, lo que procuraba por lo general no demostrarle a nadie.
Por otra parte Dawn que había pasado en compañía de su BFF Janice desde temprano, también llamó poco después para informarle que iba a quedarse en casa de ella a dormir, más al enterarse de que Willow no volvería esa noche mostró enseguida preocupación, ante lo que Buffy fue terminante, prohibiéndole que se atreviera a salir de allí con semejante temporal porque podía enfermarse… y aparte, en el fondo, porque no quería que arruinara sus planes adolescentes de fin de semana por tener que quedarse sirviéndole de niñera. Le resultaba en resumidas cuentas tan irónico pensar que en solo cuestión de meses los papeles se hubiesen invertido entre las dos y fuese ella misma ahora quien necesitase supervisión de vez en cuando.
-¿Estás segura Buffy de que estás bien?- la jovencita que "mágicamente" (a decir verdad) la conocía a la perfección, insistió en saber
-Que sí, no te preocupes. Diviértanse pero no se descontrolen demasiado, ¿de acuerdo?- no pudo dejar de proferir en su rol de hermana mayor.
-Está bien- contestó Dawn y Buffy la visualizó encogiéndose de hombros con su frescura juvenil, quedándose tranquila quizá al pensar que el trauma sobre la resurrección ya se le estaba pasando, tal como ella le hiciera creer en días anteriores, sin ser del todo cierto. La chica no objetó nada más, pero antes de despedirse le hizo prometer que llamaría a Xander y a Anya a la Caja Mágica, donde debían encontrarse a esas horas, en caso de necesitar cualquier cosa.
Buffy acordó hacerlo sabiendo que de verdad requerir ayuda, ellos no se negarían en acudir, sólo que no tenía la menor intención de molestar a la peculiar pareja, que de seguro esa noche tenía también "planes entretenidos" para pasarla juntos.
Una vez más sola con sus pensamientos, se puso a analizar que la situación que se le presentaba era ambigua. Por un lado le ofrecía de casualidad la oportunidad de tener un poco de tranquilidad al término de su día libre, una posibilidad de descanso real ante el estrés continuo que le dejaba su agotador empleo y su cargo de Cazavampiros, pues el mal clima afectaba hasta los monstruos en sus ganas de deambular y hacer diabluras; pero por otro la obligaba a enfrentarse a sí misma y a los sentimientos que llevaba guardados que sabía alguna vez tendría que dejar de esconder. Aquello la mortificaba.
Nunca le había agradado la soledad aunque sabía muy bien que su rol impuesto por los Poderes Superiores la confinaba a aquello al consagrarla a la lucha del bien y el mal, deparándole encima una existencia relativamente corta, en la que hasta entonces su mayor rebeldía era haberse refugiado en su familia y rodeado de amigos, formando lazos de apego al contrario que otras cazadoras… y quizá era en gran parte su desacuerdo con dicha ley sobrenatural, lo que en anocheceres como ese, le hacía sentirse tan pequeña, tan desesperada y triste.
Sentada al mesón de la cocina, sin siquiera preocuparse de encender la luz aunque la natural se hacía cada vez más escasa, intentaba en vano cenar unos macarrones con queso preparados al microondas que en nada se parecían a los que solía hacer su madre, percibiendo al tiempo sin poder remediarlo como los ojos se le llenaban de lágrimas al ser abordada por la nostalgia. La voz de Joyce retumbaba dentro de sus recuerdos y le parecía verla allí, como si nada hubiese pasado, como si nunca se hubiese enfermado, como si nunca se hubiese ido… Se preguntaba qué pensaría de ella entonces, que había cambiado tanto, que había conseguido regresar de la muerte dos veces y que en sus entrañas parecía habérsele instalado un invierno eterno que pugnaba por apropiarse también de su corazón así como de sus actos, el cual intentaba contrarrestar entregándose a los brazos de su antiguo enemigo… constituyendo esto último, su peor secreto y a la vez su mayor dilema.
Respecto a eso, ni ella misma comprendía como se había permitido caer tan bajo, sucumbiendo a sus deseos mundanos de sangre caliente sin medir antes las consecuencias, permitiéndose deslumbrar por el fuego cual insecto lucífugo y dejándose quemar. Lo peor de todo era que aparte de sentir que se había fallado a sí misma, sabía que se estaba comportando como una total perra al lastimarlo a él (su ahora "amante" - así le costara pensar en dicha palabra) tanto sentimental como físicamente, tal como la última vez que lo viera con exactitud hacía una semana.
Una parte de sí le decía que quizá podía sentirse mejor si lo confesaba todo, pero lastimosamente sabía que en su grupo, a excepción de su hermana quien sí sentía un cariño sincero hacia el revoltoso vampiro, no lo entenderían ni aceptarían puesto que al final de cuentas era algo que escapaba a todo sentido común. El involucrarse con quien un día tuviera por principal objetivo asesinarla, que después se le volviera un dolor de cabeza y al que además todos consideraban medio loco y degenerado, iba en contra de la lógica. Por ello lo único que le consolaba era creer que tal vez en el fondo su madre le habría entendido, ya que él nunca le había caído mal después de todo.
Joyce, su pilar, le hacía tanta falta, que era capaz de dar lo que fuera con tal de poder en sueños pasar tan sólo un escaso momento más a su lado. Volver a escuchar alguno de sus consejos, poder volver a abrazarla, contarle sobre sus problemas y oírle decir después que todo saldría bien… más esto no ocurría a menudo y las escasas veces que sucedía no era como antes cuando ella vivía, por lo que luchaba cada día llevando la pena en su interior, intentando concentrarse en sus obligaciones, maquillándola…y aquello sumado a las demás dificultades de su vida adulta, como el estar repleta de deudas o vinculada también a un trabajo explotador y mal remunerado para por lo pronto poder sustentarlas, en tanto que en su profesión secreta, como si ésta ya no fuese de lo más pesada de por sí, un trío de nerds desquiciados con complejo de superhéroes andaba sacándole canas verdes; constituía todo un aliciente para su creciente amargura, que temía a la larga pudiera terminar transformándosele en completa depresión al considerar que la suerte no era para nada justa con ella, que había perdido demasiadas cosas para ser tan joven, desde la tranquilidad de su juventud, su fe en el amor, sus estudios e inclusive hasta el mismo cielo… y Spike lo sabía todo porque podía leer con claridad a través de su persona como si fuese un libro abierto, al punto de parecer comprenderla y estar dispuesto a ayudarla cada que lo necesitara. Se decía que tal vez en eso radicaba su creciente adicción a él. Ese sentimiento extraño que a pesar de que su cabeza le gritaba que tuviera precaución y fuera ensombrecido a ratos por dudas, se empeñaba en fortalecerse.
Le resultaba fácil abrir la boca y decir que no lo quería, lanzárselo a la cara sin consideración y verlo quedarse quieto después, notando la decepción dentro de su mirada azul de mar embravecido, pero con ello no terminaba de convencerse en su interior de que en realidad así fuera, motivo por el que terminaba volviendo a su encuentro una y otra vez, reconociéndolo ya como un vicio, una debilidad. No podía tan sólo estacarlo y librarse de su presencia. No, cuando era el único que parecía escucharla a profundidad y no ocultarse bajo una máscara al darle una opinión. No, cuando ahora aparte de ser su confidente y su amante, luchaba junto a ella codo a codo como un poderoso aliado contra las fuerzas del mal, renegando sobre su naturaleza y su pasado oscuro, cuidándola y protegiéndola así como a Dawn y demostrándole hacer lo que fuese por ella... A su lado las cosas parecían más fáciles, él le hacía despreocuparse de todo con sus ocurrencias, y avivaba su fuerza interior con su propia fortaleza. Cerca suyo se sentía segura pero aún no estaba preparada para decírselo con palabras… no como su cuerpo que en contra de su voluntad se encargaba de demostrárselo al entregársele… y eso también él lo sabía.
Por todo ello esa noche como tantas otras, lo necesitó.
Su urgencia le llegó con la claridad de un relámpago haciéndole levantar la cabeza del mesón donde por varios minutos se había debruzado a llorar, dándose cuenta de que requería de él para poder calmarse como si se tratara de una dosis narcótica. Por lo que dejándose llevar por sus impulsos, sin detenerse a pensarlo dos veces se apresuró a tomar su abrigo y sus llaves, y sin importarle calarse hasta la médula y pescar ella misma una pulmonía por ende, abrió la puerta y salió corriendo a la tempestad en dirección al principal camposanto de la ciudad donde él vivía, porque lo único que le interesaba en esos momentos era estar de nuevo a su lado y excusarse por cómo se había comportado, por todo lo malo que le había dicho y hecho.
Le tomó unos diez minutos llegar desde Revello Drive hasta las vallas de ese cementerio y cinco más hasta su cripta. Un camino que conocía de memoria y que podía recorrer incluso con los ojos cerrados.
Al arribar se disponía a llamar a la puerta en esa ocasión como la gente civilizada y en caso de que no la oyera debido a los poderosos truenos, clamaría su nombre a través de la infernal lluvia, más sin que se lo esperara estando ya a pocos pasos, Spike abrió de golpe, sorprendiéndola y paralizándola en el lugar. Había olvidado que con sus sentidos vampíricos podía percibirla metros a la redonda, y era notorio por la seriedad de su rostro que exigía una explicación para su presencia allí cuando había parecido dejarle con anterioridad todo muy claro.
No supo que decirle enseguida, pero él sin esperar respuesta le haló del brazo haciéndola ingresar con rapidez en el mausoleo, rescatándola del aguacero.
Sólo una vez dentro mientras lo escuchaba cerrar con seguro la puerta, Buffy recapacitó por primera vez esa noche en que una guarida de vampiro al final nunca deja de ser peligrosa y además en que ni siquiera se había preocupado al salir de llevar una estaca o arma consigo. Lo bueno era que de alguna manera sabía, y lo comprobó además al cruzar una breve mirada con Spike (esquiva por parte de él para tratar de no demostrarle mucho los sentimientos, que se notaba le estaban torturando), que no iba a hacerle daño.
Su ánimo empezó a mejorar poco a poco, embargada de una sensación de alivio al encontrarse otra vez en su presencia, sin incomodarle siquiera que comenzara a rodearla sigilosamente, estudiándola, hasta posicionarse a corta distancia detrás suyo pero sin atreverse a tocarla, lo cual le llevó a cerrar los ojos durante unos instantes conteniendo la respiración para intentar mantener la calma y no sucumbir de inmediato a la tentación de seguir su impulsividad, girarse y lanzarle los brazos al cuello para saciar sus ansias de él. Spike para su tortura, como intuyéndolo, optó por aplazar su escrutinio en lugar de terminar de acercársele y se dirigió a la pared más cercana para encender una tenue luminaria que de algún modo increíble y con sus vastos múltiples conocimientos adquiridos a través de su siglo y un poco más de existencia, había conseguido instalar en la vieja cripta, con la intención de estudiarla mejor.
Buffy en ese punto abrazándose a sí misma para retener un poco de calor en su cuerpo y sintiéndose a la vez un tanto decepcionada por su frío accionar, se armó de valor para voltearse a encararlo.
Él previendo que lo haría, estaba ya mirándola cruzado de brazos. Imponente y hermoso como una divinidad griega cincelada por algún escultor a pesar de los moretones y magulladuras que sus golpes le dejaran sobre el bello rostro anguloso, y descubrió al punto en su semblante una mirada de niño triste y resentido que al final de cuentas le pareció adorable, haciéndole incluso olvidarse por unos instantes de su turbio pasado, de que era en realidad William, el Sangriento, el villano del que se contaban miles de leyendas y su antiguo acérrimo adversario… por lo que sólo pensó en abrazarlo, sintiéndose miserable de pagarle mal cuando ahora en lo que más se esmeraba él era en cuidarla.
Se permitió en ese momento reconocerse a sí misma cuanto lo había extrañado, cuanta falta le había hecho en esos días y noches de no verlo en los que ella misma interpusiera distancia, aunque verbalmente no se atreviera a confesarle que al estar sola buscaba enfrascarse de lleno en los quehaceres del hogar para tratar de no pensarlo demasiado o que llevaba madrugadas sin dormir bien (después de patrullar en otros camposantos para no topárselo), a causa de cuánto lo deseaba, de cuánto lo necesitaba, reprimiéndoselo… Tan sólo esperaba que él lo pudiera descubrir en su mirada.
Spike estaba descalzo, vistiendo un jean negro y su camisa favorita del mismo color desabotonada, la cual dejaba entrever sus recios pectorales que ella tanto ansiaba volver a tocar. También lucía un poco despeinado, lo que le dio una idea de que debía haber estado descansando en la parte inferior de la cripta antes de sentirla llegar e ir a abrirle dispuesto a atenderla. Incondicional con ella como siempre, aún en las más extrañas situaciones… El cargo de conciencia le invadió el alma por lo tanto con mayor fuerza, diciéndose a sí misma que debía dejar de engañarse, admitiendo una verdad a plenitud. Vivía sacándole en cara que era un monstruo cuando en realidad el indiscutible monstruo era ella y aquella noche hacía exactamente una semana, se había sobrepasado consiguiendo lastimarlo cuando él tan sólo intentaba auxiliarla.
Cuánto más simple le hubiera sido probar conversar con maneras de nuevo, de ser posible en esa ocasión a campo abierto para evitar caer en sus artimañas de seducción. Explicándole con sinceridad el por qué no podía permitirse derribar por completo todas sus defensas para empezar una relación formal cuando tantos malos recuerdos por su causa se le pasaban por la mente como flashbacks en los ratos en que se sentía en mayor peligro de enamorarse. Cuando temía que él una vez teniendo su corazón volviese a comportarse como antes. Razones válidas por las cuales consideraba aún que mantener la distancia sentimental entre ambos era lo más adecuado… lo que le impedía caer a totalidad en el abismo sin fondo con que en secreto lo comparaba.
La tormenta continuaba implacable con los relámpagos y truenos cayendo y resonando con intensidad pero a esas alturas Buffy no podía distinguir cual tempestad era más fuerte, si la que se daba afuera o la que se escocía en su interior… Así que al final, avanzando despacio hacia él, estiró con cuidado su mano hacia una pequeña costra que tenía en el borde izquierdo del labio inferior, pero Spike se apartó enseguida como si le escociera su toque, aun cuando ella sabía que a esas alturas no era posible.
-Lo siento… ¿me perdonas?- se animó entonces de corazón a proferir en voz baja, esbozando un intento embarazoso de sonrisa de disculpas, que sabía que en realidad resultaba patético y sumamente infantil en medio de la delicada situación, pero que igual se le escapó con naturalidad al no saber qué más hacer –…No estaba entre mis intenciones portarme así… en serio- intentó con pobreza explicar.
Él no respondió, solo se quedó observándola en silencio, visiblemente sorprendido y a la vez escrutándola, como si luchase por tratar de entenderla, lo cual la hizo sentir como un bicho raro incrementando el peso de su culpa y le ayudó a comprender de esa forma que no era bienvenida.
-Está bien, entiendo- Buffy musitó con resignación para enseguida sin poder seguir sosteniéndole la mirada, dirigirse hacia la puerta. Sólo que antes de alcanzar su objetivo, al pasar por su lado, le escuchó refunfuñar al vampiro entre susurros una de sus típicas majaderías.
-¡Por todos los demonios!-
Y de repente en medio de su asombro se vio detenida de forma sorpresiva por un abrazo que le dejó saber a la vez cuánto también la había extrañado.
-¡Bloody hell, no quiero que te vayas!- Spike soltó y ella percibió la desesperación matizando su voz.
No hubo necesidad de palabras adicionales, al sentirlo trémulo a sus espaldas, Buffy se dio la vuelta despacio para mirarlo con ternura, volviendo a intentar acariciarle el rostro y en esta ocasión él se lo permitió, por lo que atravesada por el arrepentimiento, sin pensarlo un segundo más se abrazó a su cuerpo mientras no podía evitar que las ganas de llorar la vencieran.
-Lo siento… de verdad, lo siento- repitió en voz queda escondiendo la cara en el pecho del rubio no-muerto, porque no hallaba el valor de volver decírselo a los ojos. Sin embargo, sabiendo que él podía escuchar sin problemas su corazón latiendo a mil por hora, esperaba que comprobara así la autenticidad de lo que profería –Yo… no sé qué me pasó...- empezó a explicar entre sollozos – todo fue culpa de esos condenados nerds que lograron hacerme sentir tan perdida y yo me desquité contigo cuando tú solo querías ayudarme… ¡Oh dios!- Se animó a confesarle, guardándose para sí el miedo que tenía de pertenecerle no solo en cuerpo sino también en alma, de que la encadenara de corazón. La verdadera razón que en dicha ocasión había incentivado su furioso modo de actuar. Intuyendo además que de algún modo él también ya lo sabía, puesto que la podía comprender como si fuese un Psicólogo y la conocía como si se tratase de una de sus historias favoritas, de esas contadas en los tantos libros que tenía amontonados en un rincón de sus dominios y que ella nunca se los mencionaba.
Sus lágrimas le mojaban el pecho y parte de la tela de la camisa pero no podía evitarlo, ella era una de esas personas fuertes que al quebrarse no se detenía hasta sacar fuera todo lo que le aquejaba, de esas que una vez empezaba a llorar le resultaba difícil al poco rato detenerse, empero su tensión disminuyó al sentir que él con delicadeza (de la manera en que ella casi nunca se lo permitía) la cobijaba entre sus brazos.
-Está bien Pet, ya has pedido muchas disculpas hoy. Ya pasó… Lo peor de todo esto fue extrañarte, no te imaginas cómo- le expresó al oído al tiempo que le acariciaba la espalda, buscando calmarla.
Aquellas palabras junto con su comportamiento dulce y condescendiente hicieron que dentro de Buffy se volviera a encender un fuego misterioso, reanimándola e incentivándole a levantar la cabeza. Él por todo, se mantuvo contemplándola expectante con un brillo de amor puro dentro de su mirada, mientras la sostenía junto a sí con las manos entrelazadas en su cintura… Ya estaba, había logrado disculparse y que él la perdonara sin que le resultase tan difícil al fin y al cabo, y ahora en su compañía se sentía completa. Tanto que tuvo que cerrar una vez más los ojos apretando los párpados para tratar de detener las lágrimas, esta vez de alivio y podía decirse también de una extraña felicidad… similar a la que sentía cuando lograba alcanzar el cielo en sus brazos.
-Buffy…- le escuchó susurrarle, más ella llevándole el índice a los labios le solicitó que guardara silencio en tanto fijaba la vista en su bonita boca para con delicadeza luego inclinarse de puntillas y proceder a cubrirla con la suya. El contacto en un principio muy sutil fue variando de intensidad con el transcurrir de los minutos y Spike lo correspondió a plenitud dejando a la par que ella se lo comiera a besos. Se confesaron así los dos inmersos en ese arrebato cuánto se habían echado en falta.
Buffy sentía un delirio por él que no había sentido por nadie y Spike estaba consciente de ello, por eso sonreía contra sus labios con esa media sonrisa traviesa que tanto la volvía loca. Sin embargo esa noche ella estaba en busca de algo diferente al placer volátil y fugaz que solían propinarse. Quería que le demostrara de verdad cuánto la quería, que la envolviera como nunca en su afecto y él al entenderlo se llenó de regocijo.
Con un gruñido de excitación e impaciencia, y con ligereza como si pesara lo mismo que una pluma, la levantó así en sus fornidos brazos como un marido a su mujer en la noche de bodas, para dirigirse con ella a la parte baja de la cripta. Buffy sin objetar entrelazó las manos en su cuello, apoyando luego la cabeza sobre su hombro, y con los ojos cerrados percibió como Spike poco después descendía de un ágil salto por el hoyo que conducía hacia la habitación inferior.
Una vez abajo mientras lograba que su vista se acostumbrase a las sombras apenas despejadas por la iluminación de unos pocos cirios, se dio un tiempo para admirar la piel de alabastro de su sexy vampiro que bañada en el reflejo de la luz de las velas adquiría una tonalidad dorada, proporcionándole un halo de ángel oscuro. Estaba tan sobrecogida en su embeleso que desestimó un estornudo que en algún momento se le escapara, pero no así Spike, quien teniéndolo en cuenta, con cuidado, como si se tratase de una muñeca de porcelana a la que temiera romper, la colocó de inmediato sobre la cama para empezar después en contraste a despojarla con premura de la ropa húmeda. Más cuando ella quiso encargarse de desvestirlo también, para su asombro no se lo permitió. Buffy lo miró preocupada sin comprender.
-Ahora no kitty, estás muy cansada. Debes relajarte y dormir un poco. Lo necesitas- élle recomendó terminante -No quiero que pesques un resfriado-
Ella en primera instancia quiso rebatirle pero era verdad. Su cuerpo apoyó la moción relajándose enseguida, una vez que solo en ropa interior él le hiciera recostarse apoyando la cabeza en las almohadas y procediera a arroparla como a una niña pequeña.
–Está bien amor, duerme tranquila, yo velaré tus sueños- le dijo por último acercándose a su rostro para darle un dulce beso en la frente y otro en la nariz, ante lo que ella se encogió en el edredón sintiéndose tímida de repente, aunque también a salvo y protegida como nunca. La actitud de Spike tan cuidadosa y preocupada, como solía ser únicamente con ella, tan contraria a su acostumbrada forma de actuar en el mundo, no dejaba de impresionarla… En especial porque era un ser sin alma.
En definitiva, no importaban todos los años que llevara conociéndolo o los meses que hubiesen pasado juntos, había cosas de él que todavía le resultaban un misterio por descubrir… tal como esa especie de hechizo que parecía ejercer sobre su menuda humanidad para que lo deseara con locura y correspondiera a sus peticiones. No obstante, por libre albedrío en esa ocasión, accedió a su sugerencia de descansar y ni bien se acomodó entre las cálidas sábanas que tenían impregnado su varonil aroma a colonia amaderada, tabaco y bosque, sintió que el sueño la reclamaba.
Continuará…
