Ezio miraba por la ventana del taller mientras se sumergía en sus pensamientos. Florencia seguía con la misma actividad se siempre, con los mercaderes vendiendo en sus puestos de trabajo, algunos amantes y numerosos grupos de gente paseando por las calles, los guardias vigilando por toda la ciudad… Todo seguía igual excepto para Ezio. Todavía seguía conmocionado por la traición que había sufrido su familia por parte de algunas familias nobles y algunos amigos a los que consideraba de gran confianza. Ahora se sentía avergonzado y traicionado por ellos y no les dejaría que se salieran suya. Les iba a hacer pagar todos sus males y estaba dispuesto a cumplir su venganza hasta el final.
- Siento el retraso. - dijo Leonardo entrando por la puerta – Uno de los mensajeros de la Hermandad perdió el mensaje por el camino y tuvo que ir a buscarlo. Media hora que habría aprovechado y no se le ocurre otra cosa que...
- Vamos, Leonardo. Tampoco es para tanto.
- ¡¿Qué no es para tanto? ¡Ya sabes que no tolero que me hagan perder el tiempo!
- Bueno, dejémoslo ya. ¿Qué decía el mensaje?
Leonardo se acercó a una mesa llena de artefactos y cogió un brazal. Empezó a montar y desmontar cosas mientras explicaba el contenido de la carta.
- Te han asignado una nueva misión: tienes que ir a Venecia y asesinar a Carlo Grimaldi. Dicen que ha hecho algunas maniobras poco legales para ser el nuevo Dogo de Venecia. Incluso dicen que tiene planes para asesinar al actual Dogo. Para esta misión me han pedido que te preste uno de mis inventos como ayuda extra.
- Perfecto, ¿y de que invento se trata?
- La máquina voladora. Confío en que tengas cuidado al utilizarla.
- Lo intentaré, aunque no prometo nada.
- Les diré a mis ayudantes que empiecen los preparativos para trasladar la maquina hacia allí. Mientras aquí tienes las cuchillas. Utilízalas bien.
- Gracias Leonardo. Volveré lo antes posible.
Ezio se puso los brazales y se acercó a la puerta. Leonardo lo siguió y lo miró pensativo.
- Por cierto, si te encuentras a alguien o sientes que estas siendo observado, es normal.
- ¿A qué te refieres?
- Eh… Nada. Ezio, ten cuidado.
- Lo tendré. Volveré enseguida amigo.
Salió del taller y suspiró. No sabía a que se refería Leonardo con lo de antes, pero solo pensaba en ir a Venecia y cumplir su misión.
