-Neji-
En aquel momento lo decidí. Era el último día en la escuela, por esa misma razón no tuvimos ninguna clase, ahora solo faltaban unos minutos para terminar el día y la luz de la puesta del sol entraba por la ventana directo a mi rostro, y fue esa luz, tan fuerte, tan potente y tan cegadora, pero tan real a la vez, la que me hizo decidir. Ya no podía ocultar más lo que sentía, esto llevaba matándome un año, pues desde el primer día que la vi, un sentimiento que jamás había experimentado, creció en mí.
El tiempo siguió transcurriendo, y el timbre que indicaba el término del día sonó, inmediatamente todos salieron corriendo del salón, pues las vacaciones estaban comenzando. Pero ella no. Aún estaba recogiendo sus pertenencias que estaban regadas alrededor de su butaca. Y yo me quede observándola desde el escritorio en una esquina del salón. Ella era tan diferente al resto, tan tranquila, tan despreocupada, con sus graciosos chonguitos en la cabeza, un poco desaliñada, pero enormemente bella al mismo tiempo, y más aún en ese preciso instante, con la luz de los últimos rayos de sol iluminando su cara, afinando cada uno de sus rasgos. Me quede contemplándola todo el tiempo como me fue posible, tan distraídamente que me sobresaltó su voz cuando volteó y me dirigió la mirada.
-Eso podría considerarse acoso- me dijo, con el fantasma de una sonrisa apareciendo en su rostro.
-E-es solo que tengo algo importante que decirte.
-Bueno, entonces habla.
Ella se acercó a mí, poniendo cara de completa atención, tan cerca que comenzó a ponerme nervioso y retrocedí unos pocos centímetros.
- Eh... Bueno... Lo que quería decirt...- no pude terminar, pues repentinamente ella se abalanzó hacia mí y me besó, un beso un poco torpe al inicio, pero tornándose más ávido en segundos, ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, y yo la abracé por la cintura, terminando así, envueltos en un profundo momento de felicidad. Nos separamos entre jadeos, no tanto por la intensidad, sino más bien por la emoción. Ella me dirigió una sonrisa y una mirada tierna, aun con sus brazos alrededor de mi cuello.
-Yo también te quiero.
