"Enamorándola."
Dulce Kagome Lady.–
Ella siempre estuvo enamorada de él. Él jamás reparo en ella. Cuando decide no amarlo más, él comienza a sentir cosas por la esquiva joven ¿podrá enamorarla cuando ya no siente nada por él?
Capitulo 1: "Enamorada".
– Bien… ahora toma el volante firmemente ¡no, no, no! Despaaaacio… – Explico. – ¡no así de fuerte…! Con ternura… (Hace poco me lo regalaron) sigamos… ahora pon tu mano derecha sobre la llave encendiéndolo y pon tu pie izquierdo sobre el embrague presionándolo, luego colocas el primer cambio, miras por el espejo retrovisor para cerciorarte de que nadie se acerca, para así luego colocar el otro pie en el acelerador, acelerando un poco el motor y sueltas lentamente en embrague y… ¡NO!
El auto se movió bruscamente hacia delante, casi meciéndose. Ambos jóvenes que se encontraban dentro de él fueron sacudidos con fuerza hacia el frente, pero por suerte se mantuvieron en sus respectivos lugares. Casi jadeando, Miroku le lanzo una mirada acecina a la joven que se encontraba a un lado de él, ella sonrió soltando una carcajada inocente diciendo en silencio "lo siento".
– ¡Dije lentamente! – le reprocho, remarcando la ultima palabra suspirando apesadumbrado.
– ¡De verdad lo lamento! No quise soltarlo tan rápido… ¡espera! No lo solté rápido ¡lo hice como tú me dijiste! no entiendo que fue lo que paso.
Lanzándole una mirada furibunda volvió a recostar su espalda contra el asiento del copiloto, suspirando por enésima vez. Sango le debía una muy buena explicación de porque él tenía que enseñarle a su amiga a conducir… ¡demonios, su auto era nuevo!
– Escúchame bien – le dijo alzando un dedo para que el chico de ojos azules la observara atentamente. – tienes que ayudar a Kagome a conducir, ella no sabe cómo y yo no tengo auto para enseñarle como tú.
– ¡Pero es nuevo! – replico el joven observándola como cachorro mojado. – pídeselo a otro… ¡por favor! Hay tantos que quisieran enseñarle ¿Por qué justamente tengo que ser yo?
Ella lo observo frunciendo el ceño para luego sonreír por ternura acercándose lentamente al hombre que de pronto pareció olvidarse de que estaban discutiendo. La joven de cabellos castaños poso un dedo sobre el pecho del chico que la observo atento, mientras ella hacia pequeños circulitos con su dedo índice, alzo su mirada y lo envolvió con esos ojos que lo volviendo desquiciadamenté loco.
– Si la ayudas… prometo… – se acerco a su oído y susurro unas cuantas palabras que a Miroku lo hicieron sonreír de oreja a oreja.
– ¿Me lo prometes? – le pregunto teniendo una mirada lujuriosa en sus ojos. La joven asintió y él se marcho casi corriendo atropelladamente en busca de una chica que aria que le diera un GRAN premio.
La chica de cabellos castaños lo vio alejarse con una sonrisa seductora, hasta que desapareció de su campo visual… borro su sonrisa y suspiro cansada. ¿Ahora como aria para decirle a Miroku que solo estaba bromeando? Ahhh… pobre, se desilusionaría demasiado… bueno, con unos cuantos besos se le pasara más que rápido. Volvió a sonreír y tarareando una canción desapareció de ese pacillo colegial.
Síii… Sango tendría que cumplir con lo que le había prometido ¡lo tenía que hacer! ¡Él estaba sacrificando su preciado auto! Para enseñarle a conducir a una buena, pero torpe, amiga.
– ¿Continuamos? – escucho la voz de la chica que se lo preguntaba casi con temor, de haber provocado el enfado de Miroku, el chico asintió y ella sonrió triunfal. – ¿desde el principio?
– Sí… desde el principio.
No comprendía aun porque demonios Kagome quería aprender a conducir, si ella no tenia automóvil, bien, se dijo, suspirando, no preguntaría, era mejor no insistir con eso ya que se lo había preguntado mas de mil veces ese día, pero ella siempre le esquivaba la pregunta con otra o simplemente lo ignoraba, luego le preguntaría mejor a Sango: ¿Por qué tantas ansias con conducir? Abrió sus ojos que se encontraban cerrados y se curso de brazos observando hacia el frente. Tal vez sería porque solo quería o para ser como las demás chicas de la escuela, todas ya sabían cómo conducir, todas, claaaaro excepto Kagome. Bueno ella no tenia automóvil y siempre se manejaba en bus no era necesaria tener auto, pero bien… ahí se encontraba él, de instructor de manejo, tendría que poner un sueldo, sonrió al pensarlo, naah ella era su amiga a ella no le cobraría nada, pero a otras sí… si es que había otras.
– Ay… – se escucho de la joven, Miroku la observo preguntándose qué significaba ese "ay". La vio abrir sus ojos desmesuradamente clavándose hacia el frente y él lentamente dirigió la mirada a lo que ella veía atentamente.
Era un cartel.
Un pequeño cartel, que se encontraba sobre la acera. ¡Se estaban dirigiendo hacia la acera! Su sangre se congelo y abrió los ojos igual que Kagome haciendo una mueca, no sería mucho, pero rayaría la pintura del auto NUEVO de Miroku. ¡Maldición eso le pasaba por obedecer a Sango!
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Suspiro apesadumbrada tomando las tiras de su mochila amarilla, mientras baja la mirada al suelo, observando sus zapatos marrones, caminando por los pasillos de su escuela dirigiéndose a su salón. No le había reprochado nada ni mucho menos gritado desesperado, lo único que le dijo, y casi en un estado de shock, fue: que saliera inmediatamente de su auto. Volvió a suspirar, dejando caer su cabeza a un lado y cerrando sus ojos. Ella no lo había hecho con mala intención ¡estaba aprendiendo a conducir! Además, él supuestamente la estaba supervisando ¿Cómo era posible que no halla notado el ENORME cartel de la acera? Suspiro por encima vez, dejando ver su mirada cansada. No quería que Miroku la odiara por rayar su preciado auto… debería disculparse o decirle algo para que él ya no estuviera enfadado con la joven… bien, ya se le ocurriría algo, pero hasta mientras se concentraría en la escuela.
O al menos lo intentaría.
Entro al salón de clases sonriendo apenas por sentirse culpable del pequeño incidente de esa mañana, vio a sus amigas platicando entretenidas sobre algo, ella se acerco para saludarlas y todas cuando la observaron bajaron sus miradas como si se sintieran culpables de algo, la joven frunció su ceño y hablo preguntando que sucedía:
– ¿Por qué tiene esas caras, chicas?
Ayumi suspiro invitándola para que tomara asiento en un pupitre libre que se encontraba junto a ellas. La muchacha asintió sentándose en el lugar, esperando expectante que era lo que sus amigas querrían decirle. Ninguna hablo. Cada minuto que pasaba el ambiente entre ellas tres comenzaba a sofocar y la chica quien se sentía nerviosa imaginándose lo peor ¿abría desaprobado algún examen? ¿Alguien de su familia habría tenido algún accidente en su ausencia? ¡No, eso no! tendrían que haber avisado a ella…
«¿Pero cómo? sino tienes celular»
Cierto. Bajo los hombros notando que todo el mundo tenía uno menos ella. no era porque no se lo pudieran comprar, pero es que la verdad nunca lo pidió y también nunca su madre le ofreció comprárselo, económicamente estaban bien, con el templo les alcanzaba para vivir y la verdad no quisiera tener más cuentas, suficientes tenían con las de su casa y demás cosas. Frunció su ceño, notando recién ahora que los hilos de sus pensamientos se habían desviado horrorosamente, metiendo la economía de su casa con algo que de seguro no tendría nada que ver. Las observo con resolución acercándose a ellas para que de una vez por todas le dijeran que demonios ocultaban tanto.
– ¿Me lo dirán? – les pregunto cansada de esperar. Las tres jóvenes dieron un respingo ante la fría mirada de la chica y parecieron ponerse más nerviosas de lo que ya estaban.
Ayumi titubeó balbuceando un par de palabras, pero como de costumbre y ya sabiendo la poca paciencia de Eri la interrumpió, posando una de sus manos en el hombro de la joven quien comenzaba a desesperarse de la intriga.
Eri, la observo atentamente a los ojos.
– Kagome… te tenemos… buenas y malas noticias. – sentencio al fin.
Los bellos se le erizaron al imaginar lo peor.
– ¿Qué? – musito para que la otra prosiguiera.
– Bueno… él… termino con su novia. – prosiguió Yuka.
Enmudeció al enterarse semejante noticia. ¡Ya no salían! ¡Ya no eran nada! ¡NADA! Sonrió lentamente imaginándoselo libre y sin ataduras de nadie ¡ahora tenía una oportunidad! Los ojos de Kagome destilaron un brillo de felicidad mientras los abría desmesuradamente al pensar en esa posibilidad. Después de tanto tiempo de estar esperando una posibilidad como esta ¡al fin tendría su oportunidad para estar con él! Lo único que faltaba era que él reparara en ella. Noto algo. Sus amigas se encontraban demasiado calladas observándola casi con compasión cosa que no le gusto nada. Y… si la miraban de esa manera… quería decir que…
«¡Maldición! Hay un pero.»
– Existe un pero… ¿no es así? – les pregunto encorvando un poco su espalda comenzando a sentir de ante mano la desilusión de no tener oportunidad. ¿Por qué tenía que soñar primero y luego ver la cruda y horrenda realidad despues?
– Sí… – asintió Ayumi.
Eri suspiro.
– Ya toda la escuela lo sabe – explico. – como es de costumbre y porque sabes que él es el chico más popular de toda la institución. Muchas chicas se ofrecieron a consolarlo, pero él se negó diciendo que no quería mas relaciones por un buen tiempo, lo único que aria seria tener aventuras, pero nada mas (obviamente no quiere compromisos.)
– Capaz que le lastimo mucho terminar con Kikyuo. – argumento Yuka.
– Sí, es lo más lógico – apoyo Ayumi colocando su dedo índice sobre su mentón en forma pensativa. – ya que ellos no terminaron porque quisieron sino porque, Kikyuo, se tenía que mudar a otra ciudad… pobre, él parecía muy enamorado de ella.
– ¡Sí! Se los veía tan enamorados, que hasta podría jurar él dejaría de ser tan mujeriego… – replico Yuka.
– Mmm… no se… no lo creo mucho. Es difícil que (y mas a un chico) se le quite esa "costumbre" por así decirlo ¿no? – exclamo Eri.
Cada vez las jóvenes hablaban más y más sobre ese tema y lo demacrado que de seguro se debería sentir el joven. Cosa que a Kagome la estaba haciendo sentir menos esperanzas de las que ya había perdido. Comenzó a sentirse incomoda escuchándolas hablar de esa manera de él y de la ex novia. Apretó los puños frustrada de siempre ilusionarse para después ver que no tenía ninguna posibilidad. El corazón le dio un vuelco. Era verdad por más que odiara admitirlo.
– ¿La abra amado? – pregunto Ayumi.
Fue la gota que derramo el vaso.
Se incorporo de súbito, corriendo estrepitosamente la silla en donde estaba, ocultando su semblante entre su flequillo azabache. ¡Fue el colmo! No soportaría mas esas estúpidas afirmaciones ¡estaba cansada! ¡Harta! Las observo con rencor. Todas ellas sabían sobre su amor por él ¿podrían llegar a ser tan distraídas de no notar que le lastimaba esa tonta conversación? Pues al parecer ni siquiera lo notaron. ¡Ellas eran sus amigas! ¿Cómo podrían ser tan malas con ella? podrían haberse callado. Las observo con los ojos brillosos y el ceño fruncido. ¡Maldición! Sabía que las lágrimas estaban próximas a sus ojos, lloraría, pero de la rabia que sentía.
Tomo aire para reclamarles su falta de consideración.
Las vio palidecer provocando que una sonrisa fría se formara en sus labios. ¡Bien! ahora sabrían que para la próxima vez tendría que callarse, en vez de hablar como viejas chismosas.
– Higurashi… a su asiento. – le espeto, una voz grave y penetrante que le hizo temblar las piernas. Sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras que sus venas se congelaban por sentir la glacial mirada del profesor. Volteo paulatinamente hasta encontrarse con los inexpresivos ojos dorados que la hacían estremecerse de puro miedo.
– Profesor… Taisho… – susurró al aire. ¡Asique por eso sus amigas habían palidecido! Porque el profesor se encontraba detrás de ella. No porque en realidad lograra intimidarlas…
– Ahora. – sentención de manera amenazante.
La joven asintió caminando apresuradamente hacia su pupitre. ¡Ni había sentido el timbre sonar! Estaba tan abstraída en sus pensamientos que no lo escucho. Cerro sus ojos recordando el porqué no había escuchado el timbre, al tiempo que ordenaba sus cosas y sacaba el dichoso libro de matemáticas del profesor Taisho.
Él, ya no tenía novia, o sea, que ella tenía más posibilidades para conseguir "algo" pero al saber que, su amor platónico, no tenía ni el menor interés de entablar una nueva relación le decía que de verdad había amado. De seguro aun podría sentir algo por su ex novia… pero ahora que estaba solo…
– Ya toda la escuela lo sabe – explico. – como es de costumbre y porque sabes que él es el chico más popular de toda la institución. Muchas chicas se ofrecieron a consolarlo, pero él se negó diciendo: que no quería mas relaciones por un buen tiempo, lo único que aria seria tener aventuras, pero nada mas (obviamente no quiere compromisos.)
– Obviamente no quiere compromisos… – repitió suspirando, afirmando sus brazos flexionados sobre el pupitre y su mentón posado en los antebrazos.
Entonces… ella no tenía posibilidad.
Ahhh… ¡qué mala suerte! Hace tanto tiempo que estaba esperando una posibilidad como está y una vez que la tenia… ¡él se enamoraba! ¡¿Por qué la vida era tan injusta?! Desde que había entrado a segundaria se había enamorado de él. Era tan perfecto… tan lindo… ¡tan hombre! Con su sonrisa que lograba quitarte el aliento, con esa mirada seria pero cálida. Lástima que era tan impulsivo y siempre estaba metido en problemas, porque si no, nadie lo juzgaría mal. Sonrió melancólicamente observando hacia la ventana. Ese día era soleado y hacia algo de calor, el salón estaba sofocante y la clase del señor iceberg no ayudaba en NADA. Rio por dentro al pensar en el apodo que toda la clase había inventado para el profesor, bien él selo gano al ser tan estricto y frio con ellos –se abanicó con su mano izquierda llevan su mirada hacia el frente– por más que fuera un cubo de hielo, el profesor iceberg no enfriaba el salón. Sonrió de lado ¿Cómo podría ser una persona tan fría y ser hermano de alguien como él? No lo sabía, pero si algo debía admitir… era que su parecido le sentaba tan bien.
Golpearon a la puerta y Sesshomaru permitió que pase.
Y cuando se abrió.
Era él…
– Hola, hermano. – saludo, sonriendo, provocando que Sesshomaru rompiera la tiza que tenía en su mano derecha. Obviamente no le gustaba que lo llamara de esa manera, si era verdad, tenían que mantener las apariencias, Sesshomaru era profesor y él era alumno, aunque ya se encontraba en último año. Este sería el último en el que lo podría ver.
– Taisho, no olvide que nos encontramos en la institución, aquí usted es el alumno y yo el profesor. – dijo con voz amenazante mientras fruncía el ceño, el joven sonrió abiertamente provocando el suspiro de muchas en el salón y sonrojo en Kagome quien lo observaba atenta escuchando como su corazón latía dentro de su pecho vertiginosamente.
– Seh… está bien, como digas ¡perdón! Quiero decir como diga profesor, Taisho. – sonrió burlón. Sesshomaru lo fulmino con la mirada. Como odiaba que ese chiquillo mal educado y caprichoso lo viniera a interrumpir en medio de una clase para quien sabe que.
– Por favor, deje de perder tiempo y diga para que ha venido. – le ordeno. – Sino mal recuerdo solo el encargado del curso puede salir del salón. Que yo sepa…
– Yo soy el encargado, asique no me des sermones. – lo interrumpió bruscamente, haciendo que el ambiente se tensara. – vengo porque el señor Nimichi dijo que tenía que entregarte esta nota. – extendió un papel arrugado observando a su hermano fijamente y molesto.
Sesshomaru comino hacia él recibiendo el papel, que obviamente no tenía que estar arrugado y lo escudriño leyendo su contenido.
Mientras su hermano estaba tan sumiso en ese estúpido papel el joven aprovecho a observar el salón, por no decir las chicas. Sonrío seductoramente a cada una logrando que ellas suspiraran y que uno que otro resoplido proveniente de los muchachos se escucharan.
Era tan arrogante… presumido… altanero… tonto… lindo… tan… movió sin notarlo su cabeza a un lado sintiéndose sofocada de tanto pasamiento. Sonrío embobada contemplándolo, tenía el cabello largo de color azabache, suelto, la chaqueta de la escuela desabrochada dejando ver su camiseta sin mangas: blanca. Las mangas de la chaqueta dobladas, hasta los brazos. Todo desordenado… ¡pero no importaba! Ese porte de salvaje le quedaba tan bien. Era rebelde lo cual siempre lo lleva a hablar con el director por las veces que había roto alguna regla del lugar, como por ejemplo llevar el cabello suelto. Sonrío de lado, tenía que admitir que le quedaba muy bien, ya que al ser alto le daba un toque único y esa mirada…
Que se poso en la suya…
Se quedo sin aliento sintiendo los latido se su agitado corazón en los tímpanos de sus oídos.
Él la estaba observando… y con una sonrisa.
Continuará…
N/A:¡Hola! Bien, e aquí, otra nueva historia de mi n,n este fic no va a tener magia jeje, síii… nada de magia ni monstruos, ni muchos menos la destrucción del mundo, naah, este va a ser "normal" las que me conocen saben que todo lo que escribo no es normal, así que es un decir "normal" ¿captan? Bueno, sino entienden, no importa u.ú.
Que mas… ¡ah! bien, en esta semana que ya paso, tuve unos cuantos inconvenientes con unas cuantas personas por mis fics y los errores que cometo al escribir. Quiero que sepan para las personas que NO les gusta mis fics, NO ES NECESARIO DECÍRMELO, sino les gusto esté pueden cerrar la ventana y buscar otra cosa para leer. Acepto las criticas que son educadas y dicen mis errores ortográficos, pero ya a que venga a criticar la trama y mi manera de escribir o como decir que "sufro problemas mentales" creo que eso ya esta de mas. En resumen, mientras que sea una critica sin insultar la acepto ¿si?
Bien, sin más que decir… nos leemos la próxima y espero sus ansiados reviews.
Dulce Kagome Lady.–
