Disclaimer: Hetalia y sus personajes no me pertenecen. El Fantasma de la Ópera y sus personajes no me pertenecen. Para desgracia mía, ni Érik ni Prusia me pertenecen. Pero este fic tan awesome como ellos si.
Dedicatoria: Dedicado especialmente para Eire-sensei (que podéis encontrar en FanFiction como IreneRodriguez), que me hizo ese trailer tan awesome de mi fic Caught in the Pirate Ship.
Prólogo
Elizabeta miró el cartel con atención mientras se mordía las uñas. Tal vez podría… Sólo tal vez…
Después de comprobar que no había nadie que pudiera verla, arrancó el cartel, lo enrolló cuidadosamente y lo metió en su bolso. Tras esto, comenzó a caminar rápidamente hacia su casa, dónde se encontró con sus compañeras de piso.
—Ya he llegado —anunció, dejando el bolso sobre la mesa.
—Has tardado más de lo normal —comentó Emma, saliendo de la cocina.
—Si. No sabes la cantidad de trabajo que tengo por delante aún. Por suerte, este es mi último año de universidad —suspiró.
—Bueno, estamos a punto de terminar la cena —intervino Lily, cantarinamente.
Las tres eran compañeras de un piso cerca de la Universidad en la que estudiaban, dónde vivían juntas.
Elizabeta era una joven de pelo castaño, ondulado y largo, con los ojos de color verde profundo, y era la mayor de las tres: ella estaba en su último año de Universidad. De origen húngaro, había viajado a Francia para cursar la Universidad gracias a una beca. Emma, también con los ojos verdes, siempre brillantes y vivos, era rubia con el pelo corto y medio ondulado, y una cinta en su cabeza lo adornaba. Emma estaba sólo un año por debajo de Elizabeta, y aunque era de origen belga, sus padres se habían mudado a Francia cuando apenas tenía tres años. La última, Lily, de ojos verde oscuro y con el pelo rubio apagado, liso y corto, adornado con un listón, era la menor, siendo ese su primer año universitario. Se había mudado a Francia con su hermano cuando cumplió los quince años, desde Suiza.
Las tres se repartían las tareas de la casa, al igual que el alquiler, y se habían convertido en buenas amigas. Emma conoció a Lily cuando ésta aún tenía dieciséis años, y a Elizabeta cuando empezó a buscar piso. Al final, se habían convertido en buenas amigas.
Una vez ya estaban cenando, Emma y Lily se dieron cuenta de que Elizabeta estaba más callada que de normal.
—¿Qué te pasa? —acabó preguntando Emma, tajante.
—Bueno… Sabéis que quedan sólo dos meses para terminar el curso, que en mi caso, es el último. Hoy estaba caminando hacia aquí, y me encontré esto. —Después de decirlo, se acercó a su bolso y sacó el cartel que había cogido anteriormente, enseñándoselo a sus amigas.
Lily sonrió y Emma suspiró. Ambas sabían el gusto de la castaña por el teatro. Elizabeta siempre había querido estudiar Artes Escénicas desde que era pequeña, pero sus padres se lo prohibieron, y se tuvo que decantar por otra carrera que también le gustara. Al final, había cogido Medicina, por la presión paterna. Pero harta de las presiones, y ante la posibilidad de una beca, no se lo había pensado y había ido a Francia a estudiar.
Pero el teatro siempre había sido su pasión. Y es que de eso se trataba el cartel: convocaban a gente para audicionar para los papeles de la obra que iba a ser interpretada, el Fantasma de la Ópera.
La información impresa en el cartel ya lo decía todo: ese fin de semana se celebrarían las audiciones. Estaba claro que Elizabeta se moría por intentarlo.
Emma sonrió y no pudo evitar reírse.
—Está bien, está bien. ¿Vas a hacerlo?
—Bueno, una vez asignados los papeles, los ensayos empezarían cuando yo ya hubiera terminado la Universidad —titubeó.
—Creo que deberías hacerlo —la animó LIly, sonriendo.
—¿De verdad? —preguntó Elizabeta, dudosa.
—¡Por supuesto que sí! Este fin de semana son las audiciones, ¿cierto? ¡Te acompañaremos!
—¿Haréis eso por mi?
—Sabes que sí.
Las dos amigas asintieron, cada vez más sonrientes. Elizabeta suspiró, y se dejó caer. Estaba contenta de que sus amigas la apoyaran.
Pasó esa misma semana, y el hermano de Lily, Vash, por petición de s hermana, las llevó al teatro, en un viaje que duró tres horas. Una vez allí, Vash se fue a una cafetería cercana, mientras Lily, Emma y Elizabeta entraban.
—Estoy nerviosa —murmuró Elizabeta, frotándose las manos.
—Te saldrá genial —la animó Emma, mientras ella y Lily se sentaban en unas butacas y Elizabeta acudía detrás del escenario. Su nombre ya estaba apuntado en la lista, y sólo debía esperar a que la llamaran.
El productor principal, un hombre serio, rubio, de ojos verdes y unas cejas bastante gruesas, estaba sentado con los brazos cruzados. Tenía a dos hombres a su lado, que al parecer eran el coproductor y el director. Ambos estaban discutiendo, hasta que el primer hombre les dio algo y se quedaron callados.
El director era alto, rubio, de ojos azules y con gafas y parecía que rebosaba hiperactividad, con un aire juvenil. El coproductor parecía su némesis. También alto, aunque era rubio, a diferencia del tono oscuro del otro, el suyo parecía casi blanco; tenía los ojos morados y una nariz grande. Aunque el primero tenía los hombros anchos, el otro era mucho más corpulento, aunque mostraba una expresión infantil en su cara que no parecía muy acorde a su enorme figura.
La gente seguía haciendo las audiciones, hasta que llegó el momento de Elizabeta. Intento recordar el monólogo que se había preparado, y por un momento se quedó en blanco, y empezó a sudar frío, intentando tranquilizarse. En las butacas, vislumbró a sus amigas, que la miraban, confiadas, y Elizabeta sonrió.
Acordándose de todo perfectamente, y después de respirar hondo, la húngara empezó con su monólogo, poniendo todo su empeño y esfuerzo. Por fin, terminó, y después de un aplauso por parte de sus amigas, se inclinó levemente y salió del escenario, haciendo un esfuerzo por no correr.
Esa noche, ya en su piso, todo eran nervios para Elizabeta.
—Que te ha salido de maravilla —repetía Emma sin cesar, mientras Lily sonreía.
—¿Creéis que me elegirán? ¡Qué con un papel pequeño yo me conformo!
Pasó una semana, y, estando todas en casa, el móvil de Elizabeta comenzó a sonar. La húngara lo cogió rápidamente y Lily y Emma vieron como se ponía pálida. Apenas respondía con monosílabos a lo que fuera que le estaban diciendo. Al final, colgó el móvil, y la belga le exigió que le contara quien era.
—Me han cogido… —murmuró Elizabeta —. Me han cogido… Me han cogido para el papel de Chistine.
—Espera… ¡Estás hablando del teatro? —preguntó Lily, con los ojos abiertos. Elizabeta asintió.
—¡Dios mío! —Emma se lanzó a abrazarla —. ¡Pero ella es la protagonista! ¿Ves cómo podrías conseguirlo?
Lily se unió al abrazo mientras Elizabeta no podía parar de reír de la alegría.
Las instrucciones que le habían dado por teléfono habían sido claras. El teatro se interpretaría en la Ópera Garnier, el lugar que había inspirado la historia del Fantasma de la Ópera, aún siendo este ahora una academia musical. Esto a Elizabeta le parecía excitante. Las reglas eran claras. Los participantes entrarían en la Ópera, y no saldrían de allí hasta haber interpretado la obra. Los productores querían mantener en secreto el desarrollo de los ensayos, y ni siquiera los participantes habían recibido el guión hasta dos semanas antes de que comenzara el primer ensayo.
Elizabeta se despidió de Lily y de Emma, e incluso le dio un abrazo a Vash, que estaba deseando volver de una vez.
—Gracias por el apoyo, chicas —murmuró.
—De nada —respondió Lily.
—Vendremos al estreno, por supuesto —agregó Emma, sonriendo.
Ambas la abrazaron por última antes de que Elizabeta entrara al edificio.
—Está bien —murmuró la húngara.
Avanzó hacia donde estaban los productores y el director, y el resto de actores, junto con todos los que iban a participar en la creación de la obra.
Una vez llegó allí, les recordaron las reglas y les dijeron que habían arreglado todo para que pudieran dormir, y vivir cómodamente allí dentro.
Ya era tarde, y todos fueron alejándose a los que serían sus habitajes por mucho tiempo. Antes de poder llegar a él, dos hombres se acercaron a ella.
Uno de ellos tenía un aire regio y aristócrata. Tenía el pelo castaño, bien peinado a excepción de un mechón rebelde. Llevaba gafas, y tenía un lunar en la cara. El otro, más alto, y más sonriente, con una incipiente barba, tenía la peculiaridad de que llevaba una máscara cubriéndole la parte superior de la cara.
—Usted es la señorita Hedervary, ¿cierto? —preguntó el primero, mientras Elizabeta asentía —. Yo soy Roderich. Roderich Edelstein. Representaré a Raoul de Chagny.
—Yo soy Sadiq. Mi papel es el de Érik. Ya sabes, el Fantasma.
—Encantada. Parece que ya lo sabéis, pero soy Elizabeta.
—Nos veremos mañana —se despidió Roderich, haciendo una leve inclinación teatral y alejándose.
—Ha sido un placer —agregó Sadiq, besando su mano y alejándose también.
Elizabeta continuó su camino, y de pronto, le pareció ver el ondeo de una capa al final del pasillo. Corriendo, fue a comprobar, pero allí no había nadie. Con la sensación de que alguien la observaba, se dirigió a su "habitación", pensando que habrían sido imaginaciones suyas.
Comentarios: Bueno, aquí viene Ann con otra loca historia suya X) Por si alguien aún no lo ha captado, la historia se centrará en el Fantasma de la Ópera... Pero creo que ha quedado muy claro xDD. Si alguien no conoce la historia del Fantasma de la Ópera, que se lea el libro, o vea alguna película ya! Es awesome! Pero creo que todos los que os hayáis molestado en llegar hasta aquí lo conoceréis. Espero que os haya gustado este pequeño prólogo, y daré mi mayor esfuerzo. No se cuanto durará, tanto como de la historia, y espero que sea del agrado de todos vosotros! PD: Como he puesto arriba, la historia va dedica ami sensei, IreneRodriguez, porque ella es awesome
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