1. Teddy.

Harry estaba sentado en el sofá del pequeño salón de la casa de los Tonks. Tenía los pies apoyados en una mesa baja, y pintaba estar algo cansado. Arriba, en el cuarto de Andromeda, dormía el pequeño Teddy. Tras el funeral de los caídos en la Batalla de Hogwarts, Andromeda había pedido a Harry que se hicera cargo del pequeño, porque ella tenía que encargarse de los cuerpos de su yerno y su hija. Habían pasado dos noches desde que acabara con Voldemort, y entre reparación del castillo, entrevistas con los altos cargos del ministerio y el funeral, Harry aún no había podido dormir en condiciones. Los ojos empezaron a cerrársele. "¡Despierta, Harry! ¡Qué tienes un bebé a tu cargo!¿Qué clase de padrino eres?" se dijo. Se levantó para evitar dormirse y fue a la cocina de los Tonks a prepararse algo de comer. Pero antes de que llegara, un estridente llanto de bebé se oyó en el piso superior. Harry subió rápido las escaleras.

-¡Hey! ¿Qué ocurre pequeño?

El joven cogió al bebé, pero no logró que cesara su llanto. Lo meció suavemente y Teddy lloró aún con más fuerza. Rogando que el bebé no se hubera hecho caca, se lo acercó a su nariz, pero el niño olía a colonia de bebé. Harry cogió el chupete del niño y se lo puso, pero Teddy lo escupió con fuerza y siguió llorando.

-¿Qué ocurre, Teddy?-le dijo al niño, comenzando a desesperarse. "Quizás tenga hambre".

Bajó a la cocina con el niño en brazos. "¿Qué come un bebé?". Rebuscó por los armarios de la cocina de los Tonks, pero no encontró nada apropiado.

-Acio comida Teddy.

Un bote de leche en polvo para bebés llegó volando a sus manos. "Bien, ¿y esto como se prepara?". Leyó las instrucciones, y con ayuda de su varita, preparó un pequeño biberón que Teddy devoró rápidamente. Ahora sí pudo ponerle el chupete. Lo cogió de nuevo en brazos y fue al salón.

-Bueno Teddy ¿qué te apetece hacer ahora?

Como respuesta obtuvo un gran eructo. Harry soltó una carcajada.

-Vaya Teddy, siendo tan pequeño tienes unos gases muy grandes.

El niño hizo un ruido parecido a una risa. Harry cogió el sonajero que había en la mesa donde antes tenía apoyados sus pies y empezó a moverlo para entretener al niño. Teddy miró fijamente el jueguete, y luego alargó la mano intentando atraparlo. Cuando se rindió fue a por las gafas de Harry, que las tenía mucho más cerca. La agarró por una patilla, cogiendo también varios pelos de Harry.

-¡Auch! Teddy, que te cargas a tu padrino.

Un desagradable olor envolvió el ambiente. Teddy rió ante la cara de asco de Harry. "Ahora sí" pensó Harry con tristeza. Subió al cuarto de los Tonks con el niño. Andromeda le había dejado preparado todo encima de su cama. Harry extenció sobre ella una gran toalla, y puso a Teddy en ella. Quitó la ropa al bebé y luego quitó el pañal sucio. "Joder Teddy, ¿todo esto ha expulsado tu cuerpo?". Ignorando el olor y las nauseas, Harry limpió el culito de bebé con las toallitas para bebés que Andromeda le había preparado. Luego echó polvos de talco y cogió un pañal limpio. "¿Cómo se pone esto?" Miró de nuevo el pañal sucio, que estaba en el suelo, e intentó adivinar como poner el nuevo. A tercer intento, Teddy quedó cubierto de nuevo. Vistió al niño de nuevo y bajó otra vez al salón. Allí estuvieron otro rato jugando con el sonajero de Teddy y con más juguetes del pequeño, hasta que se le empezaron a cerrar los ojos.
Lo dejó de nuevo en la cuna de la habitación de los Tonks y volvió al sofá del salón.

Pocos minutos después, Andromeda entró. Tenía los ojos hinchados.

-He decidido enterrar a Dora y a Remus aquí, en el jardín. Los tendremos así más cerca.

Harry asintió, sin saber muy bien que decir.

-¿Cómo se ha portado Teddy?

-Muy bien, ha cenado un biberón, y luego hemos estado jugando aquí en el salón hasta que se ha quedado dormido.

-Te agradezco mucho que te hayas quedado con él, Harry.

-No hace falta que me agradezca nada, señora Tonks, los padrinos estamos para esto-sonrió-si de nuevo necesita que me quede con él, solo tiene que mandarme una lechuza, además, si a usted no le importa, me gustaría venir a verle de vez en cuando.

-Claro Harry, cuando quieras.

Tras un silencio algo incómodo. Harry se despidió y salió por la puerta, sin saber muy bien donde dirigirse. No quería molestar a los Weasley en estos momentos tan difíciles, aunque se moría de ganas por abrazar a Ron y a Ginny. " Es algo tarde, iré mañana". Hermione estaba en el ministerio, recibiendo ayuda para localizar a sus padres, de modo que no quería molestarla, y definitivamente no iba a ir a casa de los Dursley. Se paró en medio de la calle, suspiró, y, sientiéndose un poco solo, se apareció en Grimmauld Place.