Regreso inesperado Por momentos andaba pensando en dejar pero recorde que aquí tengo mis seguidorillas 3 Asi que, luego de descomunal espera, aquí les traigo la secuela de una de mis obras favoritas: Manjar Prohibido.
Espero que les guste
Atte: Draconiger.
NOTA: Los títulos son dobles. Es decir, tienen el nombre de cómo llamaría Severus al capi y cómo lo haría Harry. Es una divertida forma de ver diferentes puntos de vista. Harry en negrita y Severus en cursiva. Que lo disfruten.
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Capítulo IOclumancia... y sexo.Una vez mas...
-¿Disculpe?- las voces salieron a coro desde dos gargantas diferentes. Severus Snape y Sirius Black se miraron con desagrado y volvieron una vez más a Dumbledore.
Harry estaba tan shockeado por la noticia que no pudo siquiera reparar en que no estaba respirando.
-Creo que fui lo suficientemente claro- sonrió Albus adelantándose en el medio de la sala del número 12 de Grimmauld Place.- Pienso que, debido al dominio de Severus en Oclumancia y Legeremancia y al hecho de que Harry debe seguir practicando la primera, lo mejor para el muchacho será que pase las vacaciones con él.
-Pe-Pero... yo soy su padrino... soy su tutor.- objetó Black pasando los desorbitados ojos desde el joven Potter al director.- Harry debería quedarse conmigo... es más, ya trajo aquí su baúl, y ha estado viviendo con las mejores de las comodidades.
-Por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con Black- gruñó Snape cruzándose de brazos.
-Severus...- pidió Dumbledore pacíficamente- Es solo un adolescente...
-El cual con solo mover el dedo meñique entra en peligro de muerte- terminó él secamente.
-¿Qué tal darle clases aquí, Albus?- opinó Sirius buscando posibilidades- Que la gárgola le venga a enseñar mientras el niño queda aquí.
Una varita apuntó fríamente a Padfoot.
-Vuelve a llamarme así, Black, y serás cenizas...
-Por favor, les pediré que conserven la calma.- los detuvo Dumbledore- Sirius, evita apodos. Severus, guarda la varita. Harry ¿quieres decir algo?- el muchacho salió de repente de su ensueño, que tenía algo que ver con Severus y vivir con él, y negó firmemente con la cabeza- Entonces...- continuó- Sirius, no se trata de tutores. Es la protección que Severus representa para Harry...
-Sí, claro... - bufó Black dando la espalda.
-Sirius, fue decisión mutua de los miembros de la Orden.- aclaró Dumbledore.
-Pues yo no voté.- objetó Padfoot volviéndose enervado.
-Esta claro, Albus- dijo Snape con su siseante voz- Black quiere quedarse con el muchacho y yo se lo dejo como un obsequio ¿Hay algo más que decir?
-Sí- afirmó Dumbledore- Que por aprobación de prácticamente la totalidad de los miembros de la Orden, Harry Potter queda bajo tu tutoría. Que tengan un buen día.- y sin más, tiró algo de polvos flu a la chimenea y desapareció entre una llamarada verde.
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Severus cerró la puerta a sus espaldas y caminó en pasos secos hasta el centro del hall de su casa. Realmente, pensaba, Dumbledore no había tenido una mejor idea para deshacerse del inconveniente andante que era Potter que tirándoselo a él, colocándolo como su protector bajo el nombre de la Orden...
Para que el niño mejorase en Oclumancia ¡Por favor! El muchacho ni siquiera había entendido lo que la palabra significaba. Habían pasado los dos últimos meses antes de terminar las clases desnudos en la cama cuando debieron estar teniendo las sesiones. ¿Mejorar...? ¡Ja! Él sabía personalmente que Harry se preocupaba febrilmente en mejorar en sus demostraciones sexuales, pero en nada más.
Detrás de él, el jovencito entró arrastrando su baúl, que hacía un extraño chirrido al frotar la madera contra el suelo de piedra. Lo dejó al borde de la alfombra al entrar a la habitación contigua, una sala con estanterías repletas de libros añejos y de cubiertas oscuras. Severus siguió caminado, sin volverse, y él le siguió los pasos. No sabía si debía hablar, pero le molestaba que su amante actuase de tal manera luego de todo lo que habían pasado.
Igualmente, pensó que no podía esperar mucho al principio... finalmente, estaba tratando con Severus Snape.
-Debería verle el lado positivo, señor.- susurró a sus espaldas, subiendo una escalera encerrada entre un apretado pasillo. Pero mantuvo el silencio luego, al ver que su profesor ni siquiera se volvía a él.
Llegaron a otro pasillo, son varias puertas a los lados, que se abría al final en otros dos, en forma de T. Severus dobló a la derecha, y Harry caminó prácticamente junto a él, pisándole los talones.
-Deja de seguirme.- gruñó Snape volviéndose secamente. El muchachito dio de lleno contra su cuerpo, y soltó una cómica risita.
-Lo siento... - balbuceó tratando de esconder sus mejillas rojas, no tanto por la vergüenza propia sino porque le parecía cómica la reacción de su amante al tenerlo a él como asidua compañía.
-Baja, corre, vuela, haz lo que quieras pero lejos de mí, mocoso- gruñó Snape, y agradeció a todos los magos de que Harry asintió obediente.
Volviendo a su recorrido, Severus trató de respirar normalmente, caminando con firmeza al final del pasillo, tranquilizado en parte por no haber oído los pasos de Potter a sus espaldas. Llegó hasta la enorme puerta de roble, cogió el picaporte y lo bajó. No reparó en el muchacho al tener que entrar en la habitación, y la cerró tras sus espaldas.
¡Hogar dulce hogar! Pasaba encerrado entre esas cuatro paredes casi en la totalidad de sus vacaciones. Las paredes de piedra negra. Los cortinados verde oscuro de su cama. Los muebles. La chimenea. El sillón de cuero frente a ella. Los libros. Y ni un maldito cuadro que lo espiase...
Respiró hondo, sintiendo el perfume fresco de la habitación. Caminó, corrió las mantas y se desplomó sobre el colchón. Por fin su cama, sus sábanas... todo aquello que las vacaciones reflejaban... Si por él fuera dormiría allí de por vida...
-¿Debería estar celoso de sus sábanas? Pues a mi no me huele con tanta devoción- sus sentidos se descolocaron y se irguió de repente, sentándose consternado en la cama. Harry Potter lo miraba desde los pies de la misma, apoyado en uno de los postes del dosel.
Se enderezó de un salto, y caminó como un lobo al ataque de su presa hasta enfrentarse al muchacho. La vena de la sien le latía fervorosa.
-Solo cuando mueras de hambre... y ni aun así... - siseó acercando su ganchuda nariz al joven-... entres a mi habitación sin golpear.
-Lo siento. Es que pensé que me estaba mostrando el camino... - sonrió el jovencito alzando las cejas inocentemente- Como lo voy a tener que hacer habitualmente...
-Tú no pasarás esa puerta ni aunque el Señor Oscuro esté a tu acecho.
-¿Para salir de aquí?- rió él mordiéndose el labio inferior.- No sabía que estaba tan ansioso de mí.
-Afuera, Potter. - gruñó Snape señalando la entrada.
-Pe... pero...
-¡Ahora!
-¡Solo fue una broma, Sev!
-No me gustan las bromas. ¡Y no me llames Sev! ¡Afuera!
-Voy a llamarte Sev porque creo que puedo hacerlo luego de hacer el amor durante dos meses en tu propia cama.
-Afuera, Potter.- repitió secamente.
-¿Cuántas veces de las que me ordenó salir le hice caso?
Snape sacó en una fracción de segundo la varita del bolsillo y la apuntó al rostro del muchacho.
-Mi casa. Mis reglas. Afuera.- jadeó mirándolo con odio. Harry aguantó la respiración por un segundo, pero inmediatamente su cerebro armó una táctica defensiva.
Severus sintió su cuerpo tensarse: la húmeda lengua el muchacho salió de entre los sonrosados labios y comenzó a enrollarse en la punta de la varita, lamiéndola lentamente, humedeciendo su extensión, amoldando los jugosos belfos a ella, succionándola.
-Aunque no estemos en Hogwarts, sigo siendo Harry... - susurró el joven acercándose a él, a una distancia significantemente alarmante. Sus dedos acariciaron el pecho del hombre y su mano izquierda se enredó a la derecha de él, haciéndole descender la varita.-... sigo siendo tuyo... Severus... - sus labios se pegaron a los de su amante, húmedos y tibios, y su lengua se inmiscuyó entre ellos, tocando la austera ajena, que titubeó primero, temblorosa, y finalmente se enredó a la suya, acariciándose una con otra.
-Potter, eres un…
-Lo sé…- sonrió lamiendo sus labios- Se que soy un pequeño gusano pervertido…- dijo dando un paso hacia atrás.- ...pero sé también cuanto te gusta que sea así, Severus...
-Esto es asquerosamente extraño…- jadeó el hombre sentándose en su cama. Sus dedos fueron hasta su negro cabello, mientras sus ojos, tan oscuros como petróleo, se fijaron en el suelo de piedra.- Tú... aquí... ¡en mis vacaciones!... Dime, Potter ¿no puedo estar en paz solamente acompañado de mi presencia por un segundo en éste año?
-Debería verle el lado positivo, señor…- repitió el muchacho apoyándose en el respaldo del sillón.
-¿Existe aunque sea uno, Potter?
-¡Oh, vamos!- rió asintiendo con la cabeza. Y caminando hasta el hombre, se detuvo frente e él- Estamos solos. Todo el día. Sin clases ni profesores ni directores que nos reprendan por ser tan... sexuales.- terminó acariciando la mejilla del hombre. Severus sintió una muy placentera sensación recorrer hacia abajo por su espalda, latiendo extrañamente en su pubis.
-¿Tu mente tiene capacidad para pensar en otra cosa que no sea sexo?
-No si estoy cerca de usted...- sonrió el muchacho ladeando su cabeza a un costado, alzándole las cejas para incentivarlo.
-Creo que no podemos…
-Claro que podemos…- la voz del joven hizo eco en sus oídos, mientras su delgado cuerpo se sentaba a horcajadas sobre sus muslos y su lengua, tan traviesa como siempre, iba hasta su cuello, lamiendo y besándolo suavemente.- ...podemos comenzar... ahora mismo si lo desea...- ofreció jugando con el lóbulo de la oreja del hombre- ¿Está cansado, señor? Fue un largo viaje ¿no es así?- y sus manos, imposibles de detener, desataron la negra túnica, quitándosela.
-No lo fue, Potter… lo hicimos con aparición. Y creo que la aparición no es lo suficientemente larga como tomarla como una excusa...
-Por favor, no mienta…- afirmó el muchacho desabotonando la blanca camisa de su profesor, desnudando el pálido pecho y contraído abdomen.- ... creo que es lo suficientemente larga para mi...- jugueteó en un susurro, presionando la punta de sus dedos contra la tensa erección que se formaba bajo los pantalones de Snape.-... sabe llegar muy profundo...- gimió estirando el lóbulo de la oreja del hombre entre sus dientes.
Severus dejó escapar un suave gemido. Realmente no había pensado que tendría éste tipo de encuentros en las primeras horas que estaban a solas en su propia casa. Pero sabía, luego de dos meses de encuentros sexuales, que le era imposible resistir la tentación Potter aunque trabaje muy duro en ello.
-Vamos… hagámoslo…- apenas escuchaba a Harry algo distante, porque las cuatro últimas semanas sin sexo, desde que habían terminado las clases y él tuvo que quedarse para reuniones de personal mientras el muchacho se acomodaba y vivía con el desgraciado de Black en Grimmauld Place, le hacían sentir varias veces multiplicadas las actuales caricias que el joven le estaba dando. Era, así mismo, muy consciente del tamaño de la dura erección del adolescente, porque estaba rozando con fuerza su ahora muy despierta polla, la cual, atrapada entre los negros pantalones, palpitó suplicante para que la dejasen salir.
Soportando incluso aquello, Severus optó, antes de demostrar su inminente rendición, en jugar aquel juego que era el favorito de ambos: el de la seducción.
Sosteniendo el mentón del muchacho, lo acercó hacia si, fundiéndose en aquella joven boca, cálida y húmeda, ágil, que lo recibió con ansias. Sus manos bajaron entonces al pecho, acariciando los pezones por sobre la camisa, haciendo que la leve pero sensible aspereza de la tela los rozasen una y otra vez, endureciéndolos, haciendo a su joven portador gemir moviendo sus caderas contra las suyas.
-¿Excitado?- preguntó estirando con los dientes hacia sí aquel labio inferior que había tenido la osadía de separarse de los suyos.
-Solo un poco...- jadeó Harry con una traviesa sonrisa- Estoy seguro de que puede hacerlo mejor, señor...- hizo una burda línea con la punta de la lengua sobre el labio superior antes de adentrarse entre ellos, desatándose él mismo la camisa cuando las manos de su profesor bajaron hasta su cintura, quitando la tela de dentro de los pantalones y deslizándose bajo ésta, acariciaron el tenso abdomen, metiendo los pulgares dentro del margen del pantalón, amenazando aquel exquisito punto.
-¿Mejor que tú? Siempre...- gruñó Severus atacando su cuello, ahora desnudo mientras el muchacho deslizaba la camisa de sus hombros y se la quitaba, dejando su torso a la disposición de su profesor.
-Hagamos cosas muy sucias hoy, Sev...- gimió el muchacho ladeando la cabeza para dejar libre acceso a los labios de Snape, -... aguantar un mes solo con masturbación ha sido tan difícil... que hoy se me endureció apenas te vi entrar en Grimmauld...- embistiendo con sus caderas contra la dureza en el pubis de éste-... que hubiese podido tirarme a cuatro a mamártela justo allí, delante de todos...
Severus gruñó de placer, atrapando a su muchacho por debajo de los brazos, alzándolo un poco para lamer y morder con lujuria sus erectos pezones, mordiscando y succionándolos, volviéndolos enrojecidos bajo su boca. Harry soltó una exquisita exhalación, arqueándose hacia atrás, abrazando la cabeza de su amante contra su pecho. Los dedos de Snape se deslizaron por las costillas y cintura del jovencito, bajando una vez más a la tela de sus pantalones, hasta marcar el contorno del erecto miembro del jovencito, mordiendo ansiosamente su cuello, notando la dura extensión del niño inclinarse levemente hacia la izquierda, tratando de caber en el mínimo espacio que le dejaban aquellos pantalones.
Presionó. En línea recta.
Harry gimió.
-¿Estoy mejorando mi labor, señor Potter?- índice y pulgar se amoldaron a los costados de aquel trozo de carne palpitante, y comenzaron a subir y bajar, apretando firmemente.
-Por favor, quítemelo…- susurró el muchacho en su oído, suaves gemidos golpeando contra sus tímpanos, desarmando su razón, haciéndolo jadear.
-No estoy seguro de que estés suficientemente caliente...- jugó Snape presionando con mayor firmeza, moviendo sus dedos hacia arriba y abajo.
-S-Sev... la tela está... lastimándome…- suplicó Harry apoyando su cabeza en el hombro de su amante, sus manos presionando con fuerza contra su desnuda espalda.
Severus sonrió.
Rodeó al jovencito de la cintura y se enderezó solo un poco, girándose para acostarlo en la cama. Se arrodilló a horcajadas a la altura de su pecho y apuntó con la varita a las zapatillas de Harry tiradas en el suelo. Los cordones se deslizaron en un segundo fuera de sus ojales y volaron a sus manos. Cogiendo entonces las de su muchacho, las alzó por sobre su cabeza para atarlo al respaldar de la cama, ambas muñecas unidas contra la negra madera. Desde abajo, Harry miraba con una libidinosa sonrisa en los labios, gozando cada muestra de dominio palpitar hinchando su miembro tanto como si la misma lengua de su amante se estuviese enredando en éste.
-¿Listo para algunos juegos, Potter?
-Muy... listo...- se relamió el muchachito lanzando una ojeada a su pubis, para volverse luego a su amante.
Snape se echó sobre él, besando ahora suavemente los duros pezones, en cuyo alrededor había una aureola rojiza por la exquisita tortura sufrida, borrando las molestias prácticamente inexistentes.
-Baja... baja, Sev...- jadeó Harry rozando su dura polla contra el abdomen de su amante.
Severus se deslizó en respuesta, ubicándose a su lado pero significativamente más abajo, dejando su rostro a la altura del abdomen del joven y lanzó sus labios a éste.
Sintió nuevamente, luego de tanto tiempo, la suavidad de aquella pálida piel debajo del pequeño ombligo. Rozó con los dientes a su alrededor, mientras la mano que no era aprisionada por su propio cuerpo atrapaba el borde de su pantalón y lo bajaba dificultosamente, tocándolo todo. Hundió la húmeda lengua dentro de aquel menudo orificio abdominal, firmemente, entrando y saliendo, imitando una exquisita penetración de éste músculo dentro del adolescente cuerpo.
El muchacho arqueó la espalda, adelgazando aun más su delicioso abdomen, e hizo un tentativo movimiento de caderas buscando contacto. Haciendo que sus labios desciendan por aquella piel, Severus degustó el fresco aroma a jabón que emanaba aquella zona púbica, alrededor de la línea de vellos negros. Bajó suavemente el elástico de los boxers, bajándolo hasta donde sus pantalones, liberando el húmedo e hinchado miembro de su niño, el cual aferró, pero sin atenderlo aun con sus labios, que permanecieron ocupados alrededor de la mata de vellos en su base, besando y lamiendo la ingle, bajando hasta sus testículos.
-Profesor...- gimió el muchacho, intentando separar las piernas que eran cruelmente mantenidas unidas mediante sus pantalones, los cuales su amante había llegado a bajar sólo hasta un poco más arriba de las rodillas.
-Nada mal ¿no?- susurró cruelmente Snape, sonriendo en superación, disfrutando de la dulce tortura, su palma apoyada contra la caliente polla de su alumno, manteniéndola presionada contra su abdomen, sin regalarle la presión necesaria pero atormentándolo a su vez porque la existente era dramáticamente escasa. Sus labios se amoldaron besando pausadamente sus testículos. Los alzó un poco con los dedos de la otra mano, para lamerlos desde la zona perineal hasta la base de la suplicante erección de Harry.
-¡Si no lo haces... vas a sufrir, Severus Snape!- exclamó el muchacho, socavado por la excitación, hundiendo la cabeza en las blancas almohadas.- Lo juro...
-¿Amenazando otra vez, Potter?- susurró el hombre truhanamente deteniendo todo movimiento o contacto.- ¿Quieres que te recuerde...- un suave lengüetazo recorriendo lentamente la enrojecida cabeza hizo sentir a Severus el exquisito sabor del presemen de su muchacho luego de tanto tiempo- ... quién está atado a la cama?
El muchachito bajó una desesperada mirada a él, que se tornó al instante suplicante.
-Por favor... no seas cruel...- pidió respirando dificultosamente. Su erección estaba tan hinchada y dura que dolía.
Severus creyó que aquel rostro era digno de compasión.
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-¡Suficiente...! Potter...- Severus jadeaba incontrolablemente, su rostro hundido en las sábanas, emanando el caliente aire de su garganta. Estaba realmente exhausto.
Harry alzó pesadamente la muñeca y miró su reloj.
-Llegamos... a las 7:45...- jadeó, secando la transpiración de su rostro- ...suponiendo que me llevó media hora convencerlo... comenzamos a las 8:15, y son... las 11 y veintidós...- quedó en silencio unos segundos y se volteó- ...significa que lo estamos haciendo hace tres horas... y cinco...- Severus bajó la vista a él, levantando una ceja.
-Nunca me percaté de sus dones para las matemáticas, Potter.- sonrió volteándose boca arriba, estirando una mano para desparramarle el cabello.
-Gracias.- sonrió el muchacho cerrando los ojos en una plácida sonrisa- ¡Wow!- exclamó entonces- Es bueno tener bastante tiempo de abstinencia... luego no se detiene por tres horas...- relamió sus labios, degustando el sabor del placer consumado. Snape bufó negando con la cabeza- Hagámoslo una vez más, Sev.- alentó el joven trepando a su pecho.
-¿Estás loco, artilugio sexual productor de semen?- bufó éste bajando la mirada a él- No tengo 15 años, Potter. Contrólate. Si los seres humanos tomasen semen en vez de leche ayudarías de sobremanera al hambre mundial.
-Hay algunos hombres que toman semen como si fuese leche...- susurró el juguetonamente acariciándole el labio inferior con la yema del índice. Severus sonrió, alzando las cejas, negando abatidamente con la cabeza.- ¿Una vez más... por favor?
-Que no, Potter.- objetó Snape volteándose, tirando al joven de encima suyo para volver a su posición original.
-¡Solo me vine cuatro veces!- bufó Harry sentándose como niño pequeño sin juguete en la cama.
-¿Qué no te parece suficiente? ¡Podrías llegar a venirte más veces que una mujer en una sesión sexual!
-Podría...- sonrió el muchacho estirando su labio inferior entre sus dientes.
-No fue una pregunta. Ni una idea. Contrólate. Cuatro veces es demasiado para un hombre.
-Pero una fue porque me masturbé frente a usted, esa no cuenta.
-Oh, por dios, Harry.- suspiró su profesor negando con la cabeza, mientras el muchachito se recostaba a su lado, con la cabeza sobre su hombro.- Vamos a dormir. Mañana tienes clases.
-Estamos en vacaciones.- ronroneó el jovencito cerrando los ojos.
-Pero debemos preocuparnos por la Oclumancia.- dijo Severus con voz calmada. Y volteándose sobre el muchacho, le dio un suave beso en los labios- Por más atractivo que parezca hacer el amor en su lugar, debemos tomar esto seriamente. El Lord no se detiene. Demasiado hicimos ojos ciegos a eso en Hogwarts, porque era el único momento que teníamos como excusa para estar en el mismo lugar al mismo tiempo. Pero en verdad me preocupa tu seguridad tanto como a Dumbledore. Aunque no te guste debemos practicar. Dos veces al día, dos horas cada turno, al menos. Uno a la mañana y uno a la tarde.- Harry asintió con la cabeza obedientemente.
-¿Y tendremos sexo luego de cada uno?- preguntó tocándole el mentón con el índice, logrando perfectamente una cara de niño bueno.
-No...- respondió el hombre, frunciendo el seño- Habrá sexo una vez al día y solo si lo haces bien.
-¿Al sexo?
-¡A la Oclumancia!- respondió Severus exasperado, y Harry ahogó una risita.- ¿Alguna vez pensaste en ser menos... sexual? Dos veces al día es demasiado.
-Oh, estoy seguro que lo haré ceder de todos modos.- sonrió Harry besándole el pecho.- Está bien, tendré compasión de ti, Sev... Se que estás viejito...
-No quiero compasión, es que... ¡Potter!- gruñó dándose cuenta tardíamente de la última frase.
Harry lanzó una carcajada.
-Bromeaba.- asintió trepando un poco más en la cama para apoyar su cabeza en la almohada, justo frente al rostro de Severus, que miraba hacia arriba, ofendido.- Estás realmente bueno para tener 36...- susurró dándole un beso en la mejilla.
-No me conquistarás con halagos. Estás en falta.- gruñó. Por dentro sonreía ante aquel estúpido juego de pareja.
Harry bajó algo la cabeza, haciendo su recorrido hasta la oreja del hombre, apretando entre sus dientes el lóbulo, estirándolo juguetonamente. Besando el blanco y aún algo húmedo cuello.
-¿Quizás si le doy una buena mamada antes de dormirnos...?- susurró seductoramente lamiendo la tersa superficie, su juguetona mano haciendo dibujos sobre su bajo vientre. Severus lo tomó de los hombros y empujó lejos, sin evitar soltar la risa que tenía acumulada dentro.
-Te perdono si juras no más sexo por hoy.- dijo recuperando la seriedad.
-Okay.- canturreó Harry acurrucándose nuevamente contra su pecho, una de sus piernas sobre las de Severus, arqueando el cuello para mirarlo a los ojos.- Le gané de nuevo.- sonrió sacándole luego la lengua. La cual el hombre atrapó rápidamente entre sus labios.
-No del todo...- susurró Severus antes de volver a besar pasionalmente a su amante. Volteándose para recostarse sobre él y tomar el control.
-¿Uhm, profesor?- Snape dejó de querer martirizar aquel exquisito labio inferior para mirarlo a los ojos- ¿Una vez más?
-¡Potter!
-Es que usted... su beso... ¡Oh, que diablos!- sonrió el uniéndose nuevamente a sus labios, rodeando su cuello con los brazos.
Severus Snape se permitió disfrutarlo una vez más antes de que terminase el día.
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Harry giró en la cama y hundió el rostro en las almohadas. Lo primero que le confundió fue la escasa luz que daba en sus párpados cerrados a pesar de sentir que había dormido muchísimo, y cuando abrió los ojos, solo un poco, recordó que estaba durmiendo en la casa de Snape. Profesor Severus Snape. En su cama.
Harry sonrió, acariciando las sábanas.
-Hm... ¿Sev...?- balbuceó, volviendo a girarse, deslizando su mano por la suave tela, tanteando con los ojos cerrados.- ¿Sev?- los abrió, enderezándose.- Oh, demonios, no cambias nunca...
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-Realmente un conmovedor despertar. Eres demasiado dulce para mi. Temo que me empalagues.- bufó el muchacho con sarcasmo bajando las escaleras. Severus, desde el sillón, levantó la vista de su libro por un segundo y volvió a bajarla.
-¿Qué querías, Potter? ¿Rosas?
-Bastardo.- gruñó el adolescente corriendo enfurruñado la silla frente a la mesa de ébano, desplomándose en ella. Snape cerró su libro y lo observó. Realmente extrañaba verlo enfadado y éste desplante había caído como regalo del cielo.
-¿Siempre te levantas con ese humor luego de una noche en la que haces el amor sin descanso?
El muchacho suspiró, con las esmeraldas clavadas en la mesa.
-Lo siento, es que...- hizo una pausa, cavilando, y aprisionó entre sus dientes su labio inferior, para finalmente alzar la vista a Severus- ... solo que a veces idealizo mucho las cosas ¿sabe?...- cuando vio que su profesor quiso hablar, lo interrumpió-... y pues anoche... cuando me dormí abrazado a usted, lo hice pensando que hoy me despertaría a su lado, y nos besaríamos y me diría que me ama y todas esas cosas sin sentido...- hizo un movimiento con la mano al final, restándole importancia a todo, poniéndose de pie para dirigirse a una de las puertas.
Severus lo observó mientras las palabras salían de su garganta. Sí, para querer a Potter en la forma en que lo quería no demostraba habilidades de buena pareja. Pero demonios, ¿qué ya habían formalizado? Él no tenía obligación alguna. Después de todo, Harry era un estudiante. Su alumno. El hecho de que además haya dormido en su cama no significaba precisamente que...
-No son cosas sin sentido.- lo corrigió, deteniendo los estúpidos pensamientos que volvían a llenar una vez más su cabeza, confundiéndolo. Harry se volvió- Creo que idealizar es normal, pensar esas cosas. Lo hice también cuando era joven, aunque no lo creas. Pero fui herido demasiado como para teñirte ahora todo color de rosas. Lamentablemente, la vida misma es un perfecto matiz de grises. Debes acostumbrarte a eso.
Harry suspiró. Y sonrió compasivamente.
-Deberías olvidar a papá, Sev- susurró caminando hacia él. Se encogió un poco, para atrapar una de las manos entre las suyas, plasmando un beso en ellas.
-Yo no mencioné en ningún momento al inepto gusano de...
-Él se ha ido.- interrumpió Harry alzando las cejas, obviando la ofensiva alusión.- Y ahora yo trato de ocupar su lugar.
-Potter, tú no ocupas…
-No me enoja eso, Severus.- lo calmó él, aferrando la mano con firmeza, acariciándola con los pulgares- No me enoja ser el clavo que saca al otro. Se que es difícil quitar las secuelas de ti. Se que me parezco demasiado a él como para que no te haga recordar, pero...- colocó el índice sobre los labios de su amante, silenciando su refutación- ... pero te amo y... y haré lo posible por que lo dejes atrás. No por mí, no le tengo envidia, más bien rechazo y rencor con lo poco que se de tu relación con él. Sino por ti. Quiero verte feliz ¿ok?- sonrió aferrando la mano entre las suyas, besándola de nuevo.
Severus quedó en silencio unos segundos. Todo lo que Harry había dicho y la forma en que lo había hecho, con tanta dulzura en cada una de sus palabras, le fue demasiada información para ser procesada por su aturdido cerebro.
-Una performance conmovedora, Potter.- susurró entonces- ¿Su nuevo propósito es hacerme llorar?
-Usted no llora.- asintió Harry, sonriendo ante la broma pesada de su profesor.
-¿Estás seguro de eso?- respondió Snape, dándole ahora él un beso en el dorso de la mano. Y una sonrisa de aceptación se dibujó en su rostro. Por dentro, el corazón le parecía demasiado grande como para caber entre sus costillas.
-Bastardo, lo odio...- ironizó el muchacho sentándose en sus piernas, cogiendo su rostro entre sus manos, hundiendo la lengua entre aquellos adictivos labios, besándolo con devoción.
-Sigo siendo tu profesor. Controla esa boca.- advirtió el hombre aprisionando aquellos labios con los suyos, acariciándolos, absorbiendo su néctar.
Al separarse, Severus le regaló una corta sonrisa y se volvió a un lado, tomando nuevamente su libro, pero aun así sin preocuparse por sacar al jovencito de sus piernas.
-Bien, voy... a la cocina...- asintió Harry poniéndose de pie. Por más divina que le parecía la imagen de estar sentado en el regazo de su amante, el estómago le estaba crujiendo terriblemente. Sonriéndole una vez más, caminó hacia la puerta a la que se había dirigido antes.
Severus vio como el muchacho marchaba en dirección a ésta, y aunque sabía del error que éste iba a cometer, prefirió mantenerse en silencio, observando su reacción.
Cuando Harry abrió la puerta, se vio enfrentado a un montón de frascos de todo tipo y tamaño que estuvo a punto de chocar.
-Oh, eh...- de repente sus mejillas ardieron, cerrando la puerta del armario. Entre tanta destilación de cariño había olvidado preguntarlo.- ... bien... ¿dónde está?
-No estuviste muy errado. Es la siguiente.- respondió Severus haciendo un gesto con la cabeza. Procurando de verdad que la risa no saliese de su garganta. El muchacho asintió y se encaminó a la otra puerta- Oh. Potter.- lo llamó entonces.
-¿Sí?- preguntó éste volviéndose.
-La casa es tuya, puedes usar lo que quieras.- apretó sus labios, como culpándose de lo que había dicho. Pero es que luego de las palabras que espontáneamente soltaba su muchacho, le era imposible negarse a nada.
-Gracias.- susurró Harry- ¿Quiere que le prepare algo, señor? ¿Quizás un café, té? Puedo hacer tostadas... o mejor pancakes... se cocinar bien...
-¿Ni en las vacaciones descansas de tu auto-idolatría?- preguntó agriamente el hombre mirándolo fríamente a los ojos, esperando ver su reacción. El muchachito frunció el ceño, bufando.- Solo un té, Harry. Gracias.- asintió entonces Severus, esbozando una sonrisa compensatoria en los labios.
-Bastardo.- rió Harry por lo bajo, negando con la cabeza, desapareciendo tras la puerta de la cocina.
-Potter.- advirtió Severus. Vio el rostro del muchachito emerger detrás del mural.
-Te amo...- susurró Harry tirándole un beso silencioso, antes de volver a desaparecer de su vista.
Snape negó con la cabeza, sonriendo.
Últimamente el jovencito le sacaba más sonrisas de lo que había esperado profesar en toda su vida.
Severus rió para si mismo al notar que estaba pensando en analizar la posibilidad de casarse con él.
Sí. Aún, a veces idealizaba también.
