La niña de mis ojos
Por TokioCristal
Disclaimer
Sailor Moon, y todos sus personajes son propiedad de Naoko Takeuchi, yo sólo los tomo prestados para la creación de este fic.
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Género:Romance/Humor/Drama/Fantasía (?)
Pareja: Darien y Serena.
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SUMARIO
En un universo alterno, Darien se convierte en el profesor de la indisciplinada Serena.
La edad de Darien es de 27 años, y la edad de Serena al principio 15 años, más adelante 16 años.
Espero que lo disfruten ^^
El guion corto (-) son notas, el guion largo (—), como saben, son los diálogos.
ADVERTENCIA:
Este fanfic lo he escrito en un periodo de cuatro años (que comencé con 14 años), por lo que verán (o leerán, en este caso) que mi forma de escribir va desarrollándose a medida que pasa la historia. Durante ese periodo ha sido "CORREGIDO" varias veces.
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PRINCIPIO
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Torrenciales de gotas de agua caían sin cesar desde el cielo impactando raudamente sobre la tierra mojada. ¡Vaya temporal se avecinaba!, hasta los rayos de sol se veían tímidamente escondidos detrás de grandes nubes pasajeras. Sólo una endeble figura luchaba entre aquellas ráfagas de viento y lluvia, corriendo como en un Campeonato Mundial de Atletismo, anhelando llegar en tiempo y forma a su destino.
Por primera vez en su corta vida se había despegado temprano de los brazos de Morfeo y, justo cuando había logrado salir de su casa, el día se hizo noche y gotas comenzaron a bajar ferozmente desde el cielo. ¡Así había sido su suerte!
Aminoró la marcha en la parada, suspirando llena de alivio y creyendo –muy ingenuamente- que no se mojaría más. Buscó en el bolsillo de la falda un pañuelo para secarse las gotas de agua que caían por su rostro, pero sus dedos rozaron una textura lisa y para nada de algodón. Grande fue su sorpresa al encontrar solamente un papel. Un papel que significaba mucho para ella; papel que definiría su próximo promedio en matemáticas.
Dubitativa lo sostuvo entre sus dedos de cangrejo y, como quién no quiere la cosa, lo llevó hasta la altura de sus ojos.
—¡Ay! —una lágrima pasajera bajó por su mejilla—. Me olvidé de mostrarle el resultado de mi examen a mi mamá —susurró aterrada—. Si solamente pudiera deshacerme de él... —articuló pensativa dejando que el papel tomara rumbo incierto por el impacto del viento, dando por solucionado su problema.
Serena sonrió astutamente rozando las palmas de sus manos como si se estuviera quitándose polvo, hasta que la imagen de su madre atendiendo el teléfono la desanimó.
¿Y si era la directora del colegio para informarle de las nefastas calificaciones de la jovencita?, ó, ¿si a Kelvin le daba por llamar para comentarle a Ikuko de sus tan buenas notas? Su cuerpo comenzó a reaccionar ante esta idea y salió corriendo detrás del papel. Justo en ese momento un auto a toda velocidad pasó arrastrando el agua de un enorme charco, el cual empapó en el acto a la rubia.
—¡Idiota!— gruñó agarrando una piedra del suelo y lanzándola hacia el prófugo.
¡Craf! Fue el sonido que retumbó en los avergonzados oídos de Serena al ver como la piedra impactaba en un farol trasero. El auto frenó de golpe ante ese atrevimiento de ella y, ¡oh, ella!, tan sólo deseaba correr y correr con los pies danzantes sin rozar el suelo, como un ñandú huyendo cobarde de su depredador, ¡sin que el mismísimo Dios supiera hacia dónde se había escapado!
—¡Diablos! —exclamó furioso el conductor del vehículo mientras bajaba, sacándose ferozmente sus lentes de sol. Corrió hacia la parte trasera observando como su farolito favorito estaba destrozado—. ¡Tú, —arrastró con receló la "u" — cabeza de chorlito! —gruñó señalando a la chica rubia—. ¡Tú, eres la culpable de esto!
Como si nada, un papel danzante por los vientos impactó sobre su cara, ofreciéndole la alegría de las malas notas de Serena.
—¡Oye, devuélvemelo! —gritó la rubia acercándose a él.
—Veinte sobre cien… —miró impactado la nota—. Deberías estudiar más cabeza de chorlito. Aunque no creo que logres mucho con eso. Este examen era un papilla echa, no puedo creer que hayas sacado tan baja nota —opinó mientras Serena le arrebataba el papel de sus manos.
—No es de tu incumbencia — pausó frunciendo el ceño y haciendo una bola con el papel—. Maldito engreído —lo insultó tirándole el papel sobre la cabeza—, te crees mejor sólo porque… porque… —su voz se fue apagando sin saber que decir mientras sus ojos se movían como en un juego de ping pong entre el burlón rostro de él y el ómnibus que se acercaba entre las distancias—. ¡Eres un tonto! —finalmente vociferó echándole la lengua y dándose la vuelta para volver a la parada.
Darien parpadeó con desconcierto y ladeó su cabeza hacia un costado sonriendo levemente. Serena alzó su quijada con altanería, descansó su mano contra su cadera y levantó su brazo en señal de pare. El ómnibus no frenó, levantando una gran oleada de agua que terminó mojando nuevamente a la rubia y logrando también salpicar un poco el abrigo de su " acompañante."
—¡Ash, mi abrigo! —masculló Darien enojado, observando esas insignificantes gotitas de agua.
Ella se tomó un par de segundos para asimilar lo que había sucedido. Hoy no era su día. Viró como la niña del exorcista su cabeza hacía la posición de Darien. El morocho se asustó, no comprendiendo porqué cada vez la rubia -que con su lento andar y su figura desaliñada en semejanza a un zombie- estaba más cerca de él…
¡No!, que no lo abrazara por Dios, ¡lo iba a mojar más! No, que no hiciera eso, la chaqueta –carísima, por cierto- la había comprado el día anterior.
Serena lo miró a medias por última vez y luego se atrincheró al cuerpo de Darien. Sin decir palabra alguna largó un sonoro llanto.
—¡Tonto, tonto, tonto! —exclamó —¡Esto no me puede estar pasando a mí!, ¡todo es culpa tuya! Si no me hubieras distraído ya estaría adentro de ese ómnibus y hoy, por lo menos por hoy, ¡llegaría temprano al colegio!
Darien arqueó las cejas sintiendo algo de lastima por la rubia. Compasivo, decidió ofrecerle:
—Bueno, veo que no estás en condiciones para ir así caminando hasta tu colegio — sonrió al ver la reacción en el rostro de la chica—. ¿Qué te parece si para olvidar lo sucedido te alcanzo hasta tu escuela? —preguntó con seriedad apoyándose sobre la puerta del chofer.
Serena se mantuvo estática por unos segundos. Su madre siempre le había advertido que nunca, pero nunca en su vida, debía subirse en autos de desconocidos, ya que podrían ser delincuentes con malas intenciones. ¿Pero qué le iba a hacer? Estaba empapada, hacia demasiado frío y para el colmo de los colmos, llegaba nuevamente tarde al colegio. No podía hacer otra cosa que resignarse y aceptar, aunque muy en el fondo no lo quisiera.
Con un leve asentimiento de su cabeza, respondió:
—Está bien. ¡Pero qué no se te ocurra hacerme nada malo! —advirtió al final acercándose a él.
Darien rió suavemente.
—Tranquila cabeza de chorlito.
Serena se tragó las palabras ante ese "insulto" y decidió hacer oídos sordos.
Él se subió al auto mientras Serena abría la puerta del acompañante. Rápidamente la detuvo al ver que se iba a sentar.
—¡Oye!, ¿qué te pasa? —exclamó la jovencita—. ¿Es qué ya te arrepentiste de llevarme?
—No es eso —negó observando con cariño su recién tapizado asiento—. Primero voy a poner algo para que no me mojes la funda y se me termine estropeando —la chica asintió apenada al no darse cuenta de su error.
Pasado unos segundos, cuando por fin todo ya estaba arreglado, se subió.
La mayoría del trayecto estuvo inundado por un molesto silencio. Parecía ser que ninguno se animaba a dar el primer paso para una "modesta" conversación. El ambiente se volvía cada vez más frío, no sabían si era por la falta de calefacción o por lo incomodo de la situación, pero tenían que romper la "pared de hielo" que se estaba transformando entre los dos.
El chico sencillamente interrogó:
—¿Tú eres…?
—Serena Tsukino —respondió mirándole.
—Mucho gusto Serena... —manifestó sonriendo burlonamente—. El nombre no te sienta muy bien, no aparentas ser muy tranquila… — opinó.
—No te pedí ninguna opinión —replicó enojada.
—Yo soy Darien Chiba —respondió volviendo su rostro para verla—. No sé si me queda bien pero al menos a mí me gusta… —declaró observando como Serena apartaba rápidamente su mirada de la suya.
Pronto una imagen paso por su mente al ver el perfil de costado de la chica. Se parecía a la mujer que cuantiosas veces se le había presentado en sus sueños por la noche. Sentía que la conocía de otra vida, de otra época bastante alejada a esta.
Rápidamente su pensamiento fue interrumpido por el gritó desgarrador de la rubia, la cual había agarrado el volante y forcejeaba con él para no salirse de la carretera. Gritaron al unísono al ver como un gato negro se les cruzaba en medio del camino.
—¡Esquívalo, esquívalo, esquívalo! —exclamó ella horrorizada mientras una lluvia de lágrimas bajaban por su rostro. Al final pudieron esquivarlo con una técnica que sólo en películas de acción se veían y logrando con eso salir estrellados contra un poste de luz que, a pesar del golpe, logró mantenerse en pie.
Serena permanecía temblando abrazada al cuello de Darien, mientras el otro observaba impactado las afueras, recordando levemente su infancia, el accidente que cambió su vida y quitó a sus padres de su lado.
Pronto con un hilito de voz preguntó:
—¿Estás bien?
Serena mantenía sus ojos apretados, algo trastornada por el accidente.
—Vi mi vida pasar frente a mis ojitos —musitó despacio como una niña pequeña, mientras su aliento gélido ocasionaba cosquillas en la mejilla ruborizada de Darien.
—Bueno, cálmate… —avergonzado trato de consolarla—, por favor suéltame, ¿si? —replicó incomodado de que la chica estuviera encima de él de esa forma.
Trató de empujarla levemente pero ella se enganchó más a su cuerpo cuando oyó un ruidito extraño.
—¡No!, ¡por favor, no quiero morir!— exclamó apretándose más al cuello masculino.
—Por favor … —resopló sintiendo como el aire le comenzaba a faltar—. ¡Quiero bajar! —ese comentario fue el comienzo de unos constantes forcejeos de Darien contra Serena para que le soltara, ocasionando que el auto se moviera estrepitosamente y que la rubia se asustara mucho más.
—Vamos a ver … —dijo tratando de mantener la calma— si no bajamos ahora mismo el auto puede llegar a explotar con nosotros adentro y, por lo mismo, podemos llegar a morir calcinados, así que … —sin lograr terminar la frase sintió como una suave brisa lo inundaba, mientras el peso de la chica hacía falta a su lado.
Parecía ser que al escuchar la palabra "calcinado", ella había salido "volada" del auto.
—¿Y qué esperas?, ¿no vas a salir? —preguntó la rubia desde las afueras, observando como Darien la miraba con extrema seriedad.
Pronto, su atención se vio colmada por el gato negro que, hacía unos instantes, se les había cruzado por la carretera. Este caminaba rengo y mostraba muchas heridas en su cuerpo.
—Pobre animalito … —susurró acercándose al gato—. ¿Quiénes habrán sido los brutos que te hicieron esto? —preguntó agarrándolo entre sus manos. El animal pareció reaccionar a la defensiva mientras luchaba para que ella lo soltara—. ¡AUCH! —manifestó la rubia con dolor al sentir que le mordía la mano—, ¡eso me dolió! —refunfuñó soltándolo y acariciándose la extremidad lastimada—. ¡Nunca más vuelvo a agarrar animales callejeros! —gritó observando como la gatita salía corriendo como podía de la vista de ella.
Inmediatamente comenzó a sentirse culpable del dolor que sentía ese animalito…
Mientras tanto Darien se agarraba la cabeza con sus manos, observando lo destrozado que había quedado su auto.
—¡Todo por culpa de esa niña tonta! —gruñó sin medir palabras apretando sus puños ferozmente.
—¡Oye, mi nombre es Serena, engreído! — exclamó al escucharlo referirse a ella de esa forma.
—¡No me importa! —gritó enojado sin contener la furia que sentía en su interior crecer—. Más te vale pagarme la reparación de mi auto —pausó—. ¡Rubia hueca, tonta y estúpida!
—Omg —el pecho de Serena se infló mientras quedaba helada, ya que no se le ocurría ningún insulto que superara el anterior—. Pues… entonces tú eres …¡Un egocéntrico con cabeza de globo!
—¿Cabeza de globo ? —Darien interrogó confundido. Pestañeó. Luego de reflexionarlo varios segundos finalmente se echó a reír. ¿Cabeza de globo? Repitió interiormente. ¡Qué imaginación tenía esa jovencita!
—¿De qué te ríes, tonto?
Darien intentó aparentar seriedad, poco a poco su enojo –que anteriormente lo habían cegado hasta el punto de insultarla- se fue aminorando. Es que aquella niña se tomaba todo tan a pecho, inclusive con sus "insultos" tan "imaginativos" y "tontos."
—Vale, vale, niña... Sigue siendo así que con tu carácter tan feo ningún chico se atreverá acercarte a ti — le advirtió señalándole con su dedo índice.
La chica inhaló apenada y enojada a la vez mientras decía:
—Tú vas a seguir solterón hasta... hasta... vale, eres un imbécil —terminó dándose la vuelta y comenzó a caminar.
—¿A dónde vas? —preguntó viendo como ella se iba.
—Al colegio porque llego tarde —contestó cortante.
Él entonces entró de nuevo a su destrozado auto para sacar su maletín y su descartada chaqueta, dispuesto a seguirla.
—¡Deja de seguirme! —gruñó ella viendo cómo se ponía a lado de su persona—, ¡quédate con tu estúpido auto! Por tu culpa casi muero y, por cierto, no pienso disculparme contigo. ¡Al menos discúlpate tú conmigo! Ni siquiera me conoces... ¡y casi me matas!
Darien no dijo nada y siguió caminando.
—Esto ya se llama acoso. Voy a empezar a gritar.
—Hazlo. En la calle no hay nadie porque está lloviznando y además son las nueve de la mañana. Y por tu uniforme y el rumbo que estas tomando sé que tu destino es el mismo que el mío…
—Con razón te ofreciste a llevarme... —musitó—. ¿Vas a estudiar en mi colegio? —puso cara de burla—, ¿no crees que estas un poco grandecito para aquello?, ¿cuántos años tienes?
—Veintisiete, y no es problema tuyo si voy o no voy, o haga lo que haga con mi vida —respondió ofendido.
—¡Pero tampoco es problema tuyo lo de mis notas! —gritó a la defensiva, recordando lo que le había dicho sobre su examen de matemáticas.
—Ash, eres un dolor de muelas mi querida chorlito… —dijo mientras avanzaba más adelante que la chica.
Serena también comenzó a incrementar sus pasos para pasarlo y él siguió haciendo lo mismo que ella, sólo para molestarla. A la distancia ya se divisaba las formas del impotente instituto.
—Deja de hacerlo… —gruñó ella furiosa.
—No, deja de hacerlo tú…
Ambos pararon la caminata para llegar a un acuerdo sin tener que pelearse.
—Bien, no voy a pasarme todo el día viendo quien va delante, quien va detrás, así que… vayamos al mismo ritmo —propuso Darien astutamente.
—Mmm, está bien —aceptó Serena—. A la cuenta de tres, salimos, ¿de acuerdo?
—Bien, uno, dos… —pausó— ¡Tres!
Antes de salir caminando los dos terminaron corriendo para ver quién era el primero en llegar al colegio. Estaban furiosos y no iban a dejar que el infeliz de a lado llegara más temprano que el otro, luego de lo que le hicieron pasar hoy. Entre empujones, zancadillas, insultos, corrieron esas pocas cuadras que les faltaban llegar. Era la primera vez que la perezosa de Serena se disponía a hacer tanto ejercicio, todo por culpa de Darien: él la había sacado de sus casillas. El frío que minutos antes había experimentado desapareció milagrosamente.
A tan sólo unos metros de la puerta del instituto, parecían dos enormes fieras intentando ser las mejores. ¿Quién iba a llegar primero?, ¿quién iba ganar esa competencia? Subieron de dos en dos los escalones y Serena se tiró contra la puerta resbalando en el suelo. Darien simplemente se mantuvo estático en la entrada intentando normalizar su respiración.
—Te gané —dijo simplemente él, aunque Serena había llegado primero.
Justo cuando la rubia iba a intentar reclamar su lugar, la directora apareció, interrumpiendo la batalla que muy pronto se aproximaría entre estos dos.
—¿Pero qué significa esto? —preguntó impactada, creyendo lo peor mientras observaba a una roñosa Serena tirada en el suelo.
Darien se arregló su camisa y el cabello, intentando aparentar calma.
—Buenos días señora Rin, yo soy Darien Chiba, no sé si me recuerda pero... —saludó amablemente—, disculpe pero mi automóvil tuvo un altercado y yo...—luego con actuada preocupación miró hacia Serena—. Pobre muchacha, ¿te caíste?, ¿estás bien? —susurró agachándose para ayudar a Serena levantarse—. Permíteme ayudarte.
Serena lo observó de reojo con las mejillas achicharradas.
—¡Oh, claro que sí señor Chiba! —reconoció Rin—. Usted siempre tan educado y atento —luego dirigió su mirada hacía Serena—, ¿te encuentras bien?, ¿qué te sucedió?
—Es culpa de él —dijo la muchacha señalando a Darien.
El hombre parpadeó con rapidez.
—¿Yo? —dijo señalándose a si mismo aparentando inocencia—. Pues es la primera vez que te veo en mi vida.
Serena apretó los dientes.
—Tsukino vaya a enfermería, por favor —ordenó la directora Rin.
Serena no dijo nada, viró su rostro hacia Darien y le echó la lengua para luego echarse a correr…
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CORREGIDO: 01/06/2016
