¡Hola, amigos! ¿Cómo están? Desesperados, supongo, si están leyendo esto... ) No, no es verdad. Francamente, la historia me parece bastante buena, sino es que la mejor que he escrito para este sitio. Como de costumbre, los aburriré con mi introducción / comentario inicial / explicación / como quieran llamarle...

Esta historia está inconclusa y, originalmente, la estoy escribiendo en inglés, pero decidí traducirla para ver que piensan aquellos que les gusta más el castellano que el idioma anglosajón. ) Bueno, esta historia está basada en la original de Kingdom Hearts. Sin embargo, habrá muchas cosas diferentes. Para empezar, esta historia es un 'MEGA crossover' entre KH, Ranma ½, Final Fantasy VII, La Leyenda de Zelda, Darkstalkers, Street Fighter y Los Caballeros del Zodiaco (Saint Seyia) (entre otros). Les explicaré un poco cómo está escrita la historia para que no se me hagan bolas (mis lectores de "The Quest: In the Name of Frienship", la historia en inglés, para no hacerle al cuento, han tenido unas cuantas quejas, aún cuando casi todos me comentan que la historia es excelente (modesto, ¿eh?)). Los personajes que más sobresalen en la trama son Ukyo y Wilheim (un personaje propio: si quieren saber quién es, lean mi biografía, "The Wish of an Immortal" o mejor aún, "Lament of a Somber Adolescent" en Todos los capítulos, salvo este, están narrados en primera persona, pero los narradores no siempre son los mismos. La mayoría de las veces, serán los personajes citados. Sin embargo, al principio de cada capítulo, escribiré el nombre del narrador para que no se me pierdan... La historia es MUY larga (en inglés llevo 400,000 palabras y contando): considérense advertidos.

Así que, si hay alguien allá afuera que le guste cualquiera de estos juegos (o anime, en el caso de Ranma y Saint Seyia) y tiene ganas de decir 'yo leí esta cosa tan rara', puede comenzar a leer mi historia. ) ¡Ah! También me gustaría sugerirle a cualquier fanático de la pareja Ranma y Ukyo o Ryoga y Ukyo o Ukyo y cualquier otro personaje, que no continúe... Me odiará si lo hace.

Y, por último, la mayoría de los personajes en la historia (con excepción de Wilheim, Damián, Tish y otros... los mantendré informados) no me pertenecen. Son propiedad de: Nintendo, Capcom, Rumiko Takahshi, Squaresoft, Masami Kurumada, Tim Burton y Disney. Ahora sí (finalmente), vayamos a la historia. ¡¡Disfrútenla!

LA BÚSQUEDA: EN NOMBRE DE LA AMISTAD

El cielo nocturno extendía su brillo hacia cada rincón en el pequeño pueblo de Nerima. Aun cuando no había ni una nube en el cielo y aunque la luna y las estrellas tintineaban con fiereza, las sombras se arrastraban por el pavimento y escalaban las paredes de las casas. Por unos segundos, parecía que se estaban moviendo, como tigres hambrientos que acechan a su presa conforme ésta se mueve, sin ser vistos y siendo encubiertos por el pasto alto. Entonces, se congela y se convierte en uno con la luz y las sombras y con el viento...

Las estrellas en el cielo lentamente apagaban su brillo, como luciérnagas que son devoradas por un depredador invisible. Las sombras que adornaban la luna comenzaron a observar el pueblo con malicia y, súbitamente, pareció que descendieron de la perla blanca y se dirigieron al poblado... Lentamente, toda luz fue envuelta por la oscuridad: toda vela que tintineaba fue extinguida y toda lámpara que brillaba fue rota por una fuerza desconocida...

- ¿Cuánto tiempo le das, Ucchan? ¿Una semana? ¿Dos? – preguntó Ranma Saotome a su buena amiga, Ukyo Kuonji, quien se sentaba detrás de su parrilla y la observaba sin decir palabra. Ella, Ranma y otra chica llamada Akane, estaban en su restaurante, un pequeño pero gran local... Ukyo estaba completamente perdida en sus propios pensamientos y toda palabra que Ranma o Akane le dirigían, parecía hacer eco en su mente como si fuera uno de los suspiros de su amado, Wilheim...

Ranma, Akane y Ukyo tenían diecisiete años. El muchacho era uno alto y de cuerpo atlético, con una mirada gris y profunda y cabello corto y oscuro. Akane era una hermosa chica con una hipnotizante mirada café; una mirada que parecía estar hecha del tronco del árbol más hermoso... Tenía cabello negro, un bello cuerpo y un rostro inocente...

Ukyo era una muchacha alta y preciosa y poseía el cuerpo de una diosa. Sus curvas y líneas esculturales eran simplemente perfectas: ni siquiera el mejor de los artistas jamás hubiera podido capturar tal magnificencia en uno de sus trabajos. Su cabello largo caía por su espalda como una cascada café y su piel blanca era aún más suave que la seda. Sus ojos eran tan azules como el más profundo de los océanos: sus aguas eran tranquilas y amistosas cuando era feliz, pero cuando se molestaba, una terrible tormenta estallaba y rodeaba sus pupilas con furia... En verdad era un espectáculo viviente.

Wilheim, el ser que Ukyo amaba, era un vampiro de sesenta y ocho años, quien tenía el cuerpo, corazón y espíritu de un muchacho de diecisiete. El tiempo había pasado a través de él sin piedad, mas siempre fue un adolescente, pues se había prometido a sí mismo que no crecería sino hasta que recuperara su humanidad... Y ese momento había llegado, ya que Wilheim había sido liberado de su destructor: un malvado vampiro llamado Magnus. Con ayuda de Ukyo y sus amigos, el chico había librado una batalla mortal en la cual él y sus compañeros habían emergido victoriosos... Y ahora, el joven muchacho de cuerpo alto y musculoso, de cabello largo de color castaño claro y de una misteriosa pero cautivante mirada violeta, estaba por convertirse en un humano otra vez... Había partido del lado de Ukyo y le había prometido volver a ella tan pronto como viera la luz del día una vez más. Y ella no podía hacer mas que pensar en aquel feliz momento...

Sin embargo, aquella noche, tenía algo más en mente... La última carta que Wilheim le había enviado la había confundido y preocupado mucho... Al ver que Ukyo no respondía en lo absoluto, Ranma golpeó la parrilla con su puño. La chica tembló como sí hubiera despertado de un largo letargo y dijo:

- ¿Qué sucede, Ran – Chan? Deja de golpear mi parrilla, ¿quieres?

- Ukyo, esta es la tercera vez que he tenido que golpear tu estúpida parrilla para obtener tu atención. – se quejó Ranma. – Mis manos no están hechas de asbesto, ¿sabes? Eventualmente, terminaré quemándome.

- Pues no golpees mi parrilla. – replicó Ukyo. – Es así de simple.

- Pues es lo único que puedo hacer para que me hagas caso...

- Trata de dejar de pensar en lo que sea que estés pensando, al menos por un par de segundos, Ukyo. – intervino Akane. – Anda, dinos. ¿Cuándo crees que Wilheim volverá?

- No lo sé. – dijo Ukyo y, por un instante, sus pensamientos sombríos desaparecieron de su mente. – Pero no creo que le tome más de tres semanas. En sus cartas, él dice que siente que se está acercando...

- ¿Siente? – preguntó el muchacho.

- Sí... Ya sabes, un presentimiento. – pausó por un momento y después añadió, con un suspiro y una alegre sonrisa en su rostro: - Yo confío en mi Wilheim. Regresará pronto. No puedo esperar a ver sus nuevos ojos...

- Ya entiendo. Por cierto, ¿qué hay de la carta que recibiste de él esta mañana? ¿Qué dice? – preguntó Akane y luego agregó, con una risilla: - ¿Puedes leérnoslas? ¿O es algo muy personal?

- Es clasificación A, así que creo que puedo leerla. – rió Ukyo, pero entonces, su rostro se llenó de seriedad, al recordar las últimas palabras de su amado...

A la chica le gustaba mucho leerles las cartas de Wilheim a sus compañeros y a ellos les gustaba escucharla, pues las palabras de Wilheim eran poderosas y mágicas, y siempre los sumergía en tierras vastas, misteriosas y bellas. Antes de que él conociera a Ukyo, había sido un vagabundo que había visto muchas de las maravillas y los secretos que el mundo ofrece. Su forma de hablar era muy poco común, mas era cautivante y nunca dejaba de fascinar a todos los que se encontraban cerca de él...

Sin embargo, Ukyo no les leía a sus amigos toda carta que Wilheim le enviaba. De vez en cuando, su envidia la impulsaba a quedarse con las palabras de su amado para ella sola. Y a veces, las palabras de Wilheim eran tan poderosas y tan llenas de amor y erotismo que Ukyo no podía hacer mas que pensar en su fuerte cuerpo y sus suaves labios...

La muchacha introdujo su mano en su bolsillo y sacó la carta. Akane miró el rostro de su amiga y se percató de que la alegría lo había abandonado y esto la preocupó.

- ¿Qué sucede, Ukyo? – preguntó.

- Ya verás... – replicó Ukyo.

- ¿Es Wilheim? ¿Se encuentra bien?

- Sí, él está bien. Les acabo de decir que volverá uno de estos días, ¿no es así? – dijo la chica, con una risilla. – Solamente escuchen lo que escribió... Probablemente no es nada, pero admito que me sentí un poco confundida cuando lo leí...

Ranma se inclinó hacia delante y soltó un suspiro.

- Entonces, se encuentra bien. – dijo.

- Sí, no te preocupes por ello. – dijo Ukyo. – Está bien, aquí va... – y así, comenzó a leer la carta en voz alta. Decía:

"Querida Ukyo:

"Conforme escribo esto, volteo hacia el cielo y espero que nuestro feliz reencuentro llegue pronto. Miro las estrellas y siento que su tintineo, el cual una vez fue bello e hipnotizante, lentamente se está apagando. He visto el cielo nocturno demasiadas veces: ahora, lo único que satisface mis ojos hambrientos es el recuerdo de tu rostro angelical. Ni siquiera el sabor de la sangre puede apagar mi sed ahora... Necesito probar tus labios una vez más, amada mía.

"Siento que mi búsqueda está por llegar a su fin. Ahora me encuentro en medio de un campo vacío escocés, sin más compañía que la del suave soplo del viento y el dulce aroma del pasto. Me he enterado que la oráculo Gabrielle yace en estos campos... Aún cuando ya los había cruzado antes, no los recuerdo. Pareciera que jamás hubiera estado aquí... Y creo que sé la razón. Pues la noche que corrí a través de ellos, mis ojos estaban llenos de lágrimas sangrientas y lo único que podía ver frente a mi era un negro y profundo abismo y todo lo que anhelaba era la muerte. Pero tu rostro se convirtió en mi luna y tus ojos son las luces que iluminan mi camino..."

- ¿A qué se refiere con eso? – interrumpió Ranma.

- Ah, yo... te lo diré luego. – murmuró Ukyo. Observó la carta una vez más y dijo: - Esta es la parte que me preocupa... – y así, continuó leyendo.

"Hay algo que deseo compartir contigo, Ukyo... Mencioné que he visto que las luces de las estrellas se están desvaneciendo, como la flama agonizante de una vela. Esto no se debe al hecho de que nada de lo que ofrece el mundo me cautiva o me hipnotiza tanto como tu aliento. A lo que me refiero es a que las estrellas en verdad están desapareciendo del cielo. He visto la misma sábana negra por más de sesenta años y ahora me percato que algunas de sus decoraciones se han esfumado. Es como si un demonio travieso estuviera robando los diamantes de la capa oscura... ¿A dónde se habrán ido?

"Me pregunto a mi mismo si no estaré alucinando todo esto. ¿Quién lo sabe? Quizás se deba a ti, Ukyo. Cuando no estoy a tu lado, no puedo dormir y soñar con los hermosos lugares a los que he ido. Por ello es que necesito apresurarme y encontrar a Gabrielle, para que así pueda volver a tu lado y dormir una vez más... Sólo que, cuando estemos juntos de nuevo, descansaré mientras la oscuridad se apodera del cielo. Pronto volveré a ser humano otra vez. Y cuando eso suceda, no volveré a entristecerme, pues tú estarás sosteniendo mi mano de nuevo...

"Te deseo, Ukyo. Anhelo tocar tu dulce piel más que nunca... Pero debemos de ser pacientes. Todo ocurrirá en menos tiempo del que te imaginas, mi amada... Espérame, mi amor, pues ya iré a tu lado.

"Por siempre tu humilde esclavo... Wilheim."

Ukyo guardó silencio y suspiró. Guardó la carta en su bolsillo derecho y de su izquierdo, sacó la cinta de Wilheim. La mantuvo cerca de su rostro y la acarició con sus manos, así como si fuera la cara de su amado. Sin embargo, su trance fue roto por Ranma, quién dijo:

- No sé lo que signifique... Pero creo que Wilheim tiene razón.

- ¿A qué te refieres? – preguntó Akane.

- No hay muchas estrellas en el cielo estos días... – explicó Ranma. – No alucinaba. Varias estrellas han desaparecido.

- ¿Lo ves? – intervino Ukyo. - ¡Lo sabia! ¡Yo también lo he visto! No fue solamente mi Wilheim quien se dio cuenta de esto. ¿Qué es lo que ocurre? – hizo una pequeña pausa y luego añadió, con un suspiro de preocupación: - Por ello estoy consternada. Al principio, creí que se debía a las horas de tortura que he pasado esperándolo. Pero ahora sé que realmente está pasando.

- Yo también lo he notado... – dijo Akane y su rostro se llenó de miedo. – Ahora sí estoy muy asustada. Esto no es bueno...

- Ah, vamos, chicas. ¡Tranquilícense! – exclamó Ranma y saltó de su asiento. – Probablemente las estrellas estén desapareciendo naturalmente... Es decir, ¿jamás han oído hablar de las súper novas? – dijo, con una sonrisa triunfante y tranquila en su cara. Sin embargo, se encontraba muy asustado y únicamente trataba de convencerse a sí mismo con su propia explicación, de que todo marchaba bien.

- Claro que he oído de ellas. – replicó Ukyo. – Pero, ¿no te parece que es un poco extraño que tantas estrellas estén muriendo?

- Tiene razón, Ranma. – añadió Akane.

Pero Ranma meneó su cabeza e intentó hallar una explicación razonable y científica para explicar el fenómeno. Sin embargo, todo lo que decía era cuestionado por Ukyo y Akane. Continuaron discutiendo por largo rato, sin llegar a ninguna conclusión.

De repente, la puerta principal fue abierta por una fuerte ráfaga de aire. Los muchachos dejaron de discutir y se voltearon hacia la noche... Nadie habló o se movió por unos instantes. La súbita ventisca los había congelado a todos, como un hechizo proveniente de las manos del más terrible y poderoso conjurador. Fue Ranma quién finalmente rompió la maldición y, lentamente, caminó hacia la puerta y la cerró.

- ¿Qué demonios está sucediendo? – murmuró, para sus adentros.

Fue interrumpido por un grito que emergió de la garganta de Akane. Cuando volteó para ver qué era lo que ocurría, se topó con una sombra... la suya. La figura oscura se erguía orgullosamente y con una sonrisa diabólica dibujada en su rostro negro. Aún cuando Ranma no podía ver su boca, podía sentir su sonrisa malévola, la cuál se burlaba de él y lo intimidaba... La sombra había dejado de ser una imagen que se arrastra por el suelo y se mantiene cerca de su amo. Ahora era un cuerpo negro con dos ojos rojos; una mirada roja que petrificó a Ranma y lo heló hasta los huesos.

Lentamente, la sombra levantó su brazo. El muchacho no podía creerlo. ¡La sombra se movía por su cuenta! Ya no estaba condenada a imitar sus movimientos. Podía atacar. Estaba lista para masacrarlo. La criatura oscura no perdió más tiempo e intentó golpear el cuello de Ranma. Sin embargo, dejó que un grito horrible y repentino saliera de su boca y sus ojos se hicieron negros, como el resto de su cuerpo... Un momento transcurrió en el cual el tiempo lo congeló todo y la sombra se partió en dos. Ranma y Akane la observaron con horror, mientras su cuerpo deshecho golpeó el suelo y luego se desvaneció como humo en el aire. Una vez que todo volvió a esclarecerse, vieron a Ukyo, quien respiraba agitadamente y dejaba que su espátula gigante descansara sobre el piso. Mientras la criatura había impuesto su maldición sobre sus amigos, ella había tomado ventaja de su distracción y la había matado.

Ranma dejó que un suspiro de alivio escapara de sus labios y cayó de rodillas.

- Gracias, Ucchan... – musitó.

- No me agradezcas todavía. – replicó Ukyo, en un susurro aterrado. Sus ojos se llenaron de miedo y sus manos empezaron a temblar a la vez que veía la noche... – Definitivamente esto no es bueno...

Cuando terminó de decir estas palabras, Akane y Ranma voltearon sus cabezas hacia el cielo y sus caras se convirtieron en expresiones de terror. Un círculo oscuro giraba bajo la luz sombría de las estrellas y, cual agujero negro diabólico, estaba absorbiendo a toda Nerima... Los tejados de las casas repentinamente comenzaron a volar por el aire y desaparecieron en la negrura del círculo oscuro. El viento estaba lleno de gritos agudos y llamados de auxilio. Ni un alarido jamás fue contestado; todos se desvanecieron en el agujero de sombras. El aire dejó de ser un mero viajero inofensivo y se convirtió en un fiero enemigo, el cual solamente deseaba llevar a todas sus indefensas víctimas a su malévolo maestro.

Pronto, el restaurante de Ukyo desapareció por completo. Los tres muchachos comenzaron a gritar y a pedir socorro, pero ni una alma caritativa acudió a ellos. La ráfaga diabólica los capturó con sus brazos hambrientos y los llevó al agujero maldito. Trataron de aferrarse de algo, pero todo fue llevado a la boca oscura de la bestia invisible. A medida que se aproximaban al agujero, escucharon un bajo gruñido, el cual creció y creció, como el ronroneo de una pantera que se convierte en un terrible rugido... Ukyo cerró sus ojos y tomó las manos de Ranma y Akane a la vez que soltó un grito lleno de miedo y desesperación.

- ¡¡WILHEIM! – gritó y luego, todo se oscureció. Toda Nerima fue consumida por el feroz agujero negro.