Duelo Xiaolin y toda su trama no me pertenece, pero los personajes nuevos, escenas y ocurrencias expresadas aquí son idea mía.
Estoy segura que muchos se preguntaran ¿Qué está haciendo?. Pues bien, lo he estado pensado mucho y decidí reeditar las historias que tengo, con motivo que cuando las escribí tenía alrededor de doce años y apenas estaba incursionando en la literatura como tal; hoy, con casi veinte años y después de muchos altos y bajos, de escribir y dejarlo, he creado esto, buscando tener una historia más detallada y envolvente. Me dedicare a mejorarlas, y por supuesto que muchas cosas van a cambiar.
Sobre el nombre: me lo cambie, mil disculpas al que se confundió. Las actualizaciones estarían subiéndose cada semana. Ahora sí. Prometido.
Introducción
Reeditado
El astro rey estaba en todo lo alto, iluminando la tierra y proporcionando una ligera sensación de calor que apenas se percibía en el templo. La entrada del majestuoso lugar, cuyos imponentes pilares de concreto que adornaban la entrada, le daban la bienvenida a la pareja en un ambiente nostálgico y acogedor.
La mujer, cautivada por la emoción y los recuerdos, no dejaba de examinar el lugar con ternura; admirando su tradicional belleza. Y si el concreto hablara, seguramente diría que pese a los años que surcan su rostro en ligeras arrugas y adornan sus profundos ojos azules, sigue pareciendo la misma adolescente de estatura media, espesa y lacia cabellera negra, piel blanca y delicada y facciones de porcelana; que iba de un lado a otro dando volteretas y gritando a sus compañeros.
—A pesar de que cada año pasamos las vacaciones de verano aquí, no deja de sorprenderme lo intacto que se conserva el templo.
Su marido, el líder dragón mejor conocido como Raimundo Pedrosa, sonríe con su eterno gesto socarrón. La edad no parece haber hecho mucho en él, ya que sigue tan jovial como hace años: su pelo chocolate ligeramente rizado conserva cierta parte de su rebeldía para acomodarse, sus ojos verde jade se muestras en un deje de burla, la complexión alta y fuerte y su piel morena no puede ser más diferente y exótica a la de su esposa.
—Mientras que nosotros envejecemos como pasas secas.
Por acto reflejo, Kimiko Tohomiko le proporciona un codazo perfectamente centrado en la boca del estomago.
—Y a pesar de todo sigues teniendo el carácter de un niño —le reprocha con cierto tono de broma.
Raimundo eleva los hombros de manera despreocupada, y justo en ese momento el sonido de pasos acercándose les obliga a desviar la mirada hacia enfrente, donde una figura adolescente se presenta delante de ellos llamándoles de manera curiosa.
—¿Tío Rai, tía Kim…?
El físico y la voz es indiscutible: el nieto de su ex Sensei está frente a ellos. Llevada por la emoción del reencuentro, Kimiko reacciona rápido y se acerca a él con los brazos abiertos envolviéndolo en un enorme y efusivo abrazo maternal.
—¡Zack, qué alegría verte!, ¡cada día estas más guapo! ¡No dejo de convencerme que Cat debería intentar salir contigo! —no deja de hablar mientras se separaba un poco del muchacho y le aprieta las mejillas con sus dedos blancos y estilizados.
De haber sido otro joven, se hubiera alejado avergonzado de cualquier contacto que pueda catalogarse como vergonzoso, pero no él: Zack se ríe ante la ocurrencia de su tía —como le llama de cariño, pues no comparte algún lazo sanguíneo o político con la mujer— y la deja ser.
—No creo que eso sea una buena idea, no quiero morir joven —se defiende Zack del comentario.
—Muy inteligente, muchacho —dijo Raimundo con una sonrisa, sin molestarse en disimular sus celos paternos aunque sabe que el joven frente a él es ejemplar y de entera confianza. Gira entonces la cabeza para mirar a su esposa—. Tranquila mujer, que lo dejas sin aire.
Kimiko lo mira con mala cara pero deja de abrazar al joven, quien solo conserva su sonrisa como gesto. Entonces fue el turno de Raimundo de saludarlo, dándole unas palmadas en la espalda de forma amistosa seguido de un: "Tranquilo, algunos comprendemos tu vergüenza" y algunos segundos después un golpe en el brazo izquierdo del brasileño, cortesía de su esposa.
Todo parece volver a la normalidad, pero el grito exclamativo a sus espaldas les confirma la avalancha que se iba encima.
—¡Protéjanse!—dice Raimundo alejándose de Zack casi por acto reflejo, justo a tiempo para que una mujer de lacios cabellos llegue hacia ellos y se le lance encima al joven en un abrazo con bastante más fuerza para su género.
—¡Pero qué grande estas! ¡No sabes cuánto extrañe a ti y al abuelito en estos meses! —exclama la aludida con un tono chillante de alegría. Es pequeña y menuda incluso para una mujer de más de cuarenta años; de piel pálida y ligeramente rosada, ojos avellana que parecen cristales de emoción pura, y facciones redondas pero armónicas entre sí. Sus hebras apenas sobrepasan su barbilla y son de un suave tono grisáceo.
—Yo también la extrañé tía…
—Guarda algo para mi, Hana —menciona un hombre mientras iba hacia ellos tranquilamente, más aun así la expresión de sus rasgados ojos negros expresaba que se encontraba contento. Al igual que Hana, su complexión es más bien pequeña para su edad, aunque fuerte y marcada; su piel denota a todas luces que es de descendencia oriental. Aun posee la calvicie que antaño le otorgó apodos de parte de los enemigos con la diferencia que ahora se dejó crecer el pelo de la barbilla.
—Lo siento Quesito ¡pero no pude evitarlo! ¡Nunca más dejare que me convenzas de no visitar el templo tan seguido! ¡Es cuestión de ver a Zackary para saber que ni él ni el abuelo se han alimentado bien…!
Raimundo suelta una sonora carcajada y Kimiko se cubre la boca ahogando sus risas, Omi por su parte trata de calmar a su esposa argumentando que no debe sobreprotegerlos —y tenía razón: el joven estaba lejos de verse débil o mal alimentado—, y Zack solo evita no reírse muy fuerte y prefiere desviar la conversación hacia otro punto.
—Por cierto: aun no he visto a Cat y Jake, ¿dónde están?
—Jake fue a dar un paseo por los alrededores, justamente los estaba buscando —recuerda Omi.
—Y Cat está en el jardín que construyó Adi —dice Kimiko.
—Está bien, iré a buscarlos —Zack levanta su mano y realiza una seña de despedida que es correspondida por los adultos—. Hasta pronto —se despide con una expresión alegre mientras camina por el lado izquierdo del templo el cual llegaba directamente al jardín mencionado.
—Sólo falta Clay —dice Raimundo ganándose la atención de los presentes unos minutos después de estar conversando sobre trivialidades—. Me pregunto cuánto tiempo más tendremos que esperarlo…
La voz grave y de inconfundible acento interrumpe a sus espaldas y ellos voltean la cabeza casi por inercia.
—Eso ya no será necesario, compañero —saluda Bailey siendo inmediatamente correspondido. Trajo consigo el entrañable sombrero sobre su rubia cabeza y sigue teniendo la misma piel blanca y pecosa pese a muchas horas bajo el sol, los ojos pequeños con iris azul claro y su intimidante metro noventa y robusta complexión.
Todos lo sienten: el grupo está completo de nuevo para aquello que los unió en primer lugar. La familiaridad es evidente.
—Y dinos, Clay, ¿fue difícil dejar a tus tesoros en casa…? —pregunta Kimiko, apreciando la manera en la que los ojos del texano se iluminan apenas mencionan a su esposa e hijos.
—¡Por supuesto! Pero era lo mejor, aun son muy pequeños y el riesgo de lastimarse es muy levado.
Los adultos asienten en señal de comprensión. Aun no saben que nuevos peligros pueden acechar, y sumados a los viejos prefieren mantener a todas las personas posibles fuera del templo y a salvo.
—¿Pero no debería venir Adi contigo? Ella si es Aprendiz de Dragón —pregunta Hana recién notando la ausencia de la primogénita de Clay.
—Apenas llegamos salió corriendo en dirección contraria —contesta Clay—. Estoy seguro que dijo algo sobre "no quedarse con los viejos" pero estaba tan nerviosa y apresurada que no entendí bien.
El efecto es instantáneo: Hana y Kimiko sonríen de manera cómplice y se miran entre sí, y tan sólo después de mirarlas a ambas es que Raimundo comprende la situación y suelta un bufido en instinto de padre protector.
—Adolescentes y sus hormonas —masculla Raimundo por lo bajo.
—¿De qué hablan? —pregunta Omi con expresión confundida. Siempre ha conservado aquella nula capacidad para comprender las situaciones amorosas a su alrededor, pese a que el estado de la hija de su amigo es tan evidente que todos lo han notado.
Hana le guiña un ojo de manera coqueta.
—Son cosas de mujeres Quesito, no te preocupes.
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Apenas se recarga en el muro de piedra que está en la entrada del jardín, Adi suelta el enorme suspiro que estuvo conteniendo y cierra sus ojos. Su mano izquierda está en su pecho, comprobando que su corazón sigue latiendo de forma más acelerada de lo normal y no puede evitar reprocharse internamente porque siempre es débil y termina sucediéndole lo mismo: se convence firmemente que ya no se ruborizará cuando la idea de ver de nuevo a su mejor amigo este a minutos, ¡pero no podía evitarlo!, tres años de su vida enamorada de Zack no se olvidan fácilmente.
Sabía que tenía las armas para conquistarlo, pero simplemente no se atrevía a hacerlo. No por nada tiene una fila de pretendientes en Texas; de cabello castaño claro el cual prefiere usar en una media coleta y que suele ensortijarse en distintas direcciones rozando su cintura así como su flequillo a los largo de su frente, dándole un cierto toque exótico. Sus ojos son expresivos de un bonito color celeste y su cuerpo está muy bien cuidado a base de una estricta alimentación vegetariana y gimnasia. Además su estatura es excelente dándole un gran porte, y su piel es ligeramente dorada por el sol con rasgos delicados y estéticos.
—¿Soñando de nuevo con su príncipe eléctrico, señorita naturaleza?
Adi sabe que la única persona que utiliza esos motes y tiene esa voz cual rin tintín suave y armónico es Catherine Pedrosa, pero aun así abre los ojos y mira hacia delante comprobando lo que suponía: su mejor amiga está ahí, mirándole con un gesto divertido justo a unos pasos de ella.
Casi por acuerdo tácito, ambas gritan de alegría y se abraza eufóricamente.
—¡Al fin! ¡Tengo tantas cosas que contarte! —dijo Adi de manera emocionada unos tonos de voz más agudo de lo normal y con una enorme sonrisa de felicidad en sus delgados labios.
Y no es para menos: ambas chicas mantienen una amistad inquebrantable: saben todo tipo de secretos de la otra y se confían ciegamente. Ni las enormes distancias que las separan por vivir en diferentes países menguaron la amistad que mantenían desde que sus padres las presentaron cuando eran muy pequeñas.
—¡Espera que primero tienes que saludar a tu Romeo! —dice Cat con un deje de burla que incrementó al ver como Adi se sonrojaba notablemente.
—¿Dónde está?
Cat encoge sus hombros y hace una seña de negación con su cabeza.
—Supongo que ha de estar recibiendo al nuevo…
—¡Es cierto! Iré a buscarlo, ¿vienes?
Cat niega, con una sonrisa cómplice.
—No quiero hacer mal tercio, además: quisiera seguir en el jardín admirando tu creación.
—¡Esta bien! —contesta Adi despidiéndose de ella con un beso en la mejilla yéndose a grandes pasos en dirección contraria al jardín.
El jardín del lado izquierdo —que estaba en la parte trasera del templo— consistía en un extenso campo verde repleto de flores de distintos tipos y colores así como algunos árboles grandes y frondosos, incluso había algunos animales que vivían allí como aves, insectos, ardillas y conejos. Toda la vegetación fue el producto de duro trabajo y empeño de la chica Bailey quien año tras año se encargaba de renovarlo, agregándole otro tipo de plantas o tratando de extenderlo y también como método para mejorar sus habilidades Xiaolin las cuales a pesar de no haberlas controlado a la perfección tenía potencial en sí.
Cat camina distraídamente por el jardín aspirando fuerte el aire puro. Cuando se sienta de piernas dobladas acaricia el pasto debajo de ella y clava la vista hacia enfrente sin prestar demasiada atención a su alrededor, pues se mantiene ensimismada en sus pensamientos. De pronto y sin que lo pueda prever, siente unos brazos envolviéndola por la cintura y acto seguido su cuerpo es levantado del suelo con facilidad mientras la cara de su captor está en su hombro derecho hablándole en voz baja en el oído.
—Sorpresa.
Cat se voltea de inmediato y abraza con alegría al muchacho.
—¡Jake! ¡Ya se me hacia que me estabas evitando!
Su abrazo fue correspondido al instante, haciendo que la proximidad de sus cuerpos disminuyera.
—¡Claro que no! si lo que he estado haciendo desde que llegué es buscarlos, fue una suerte que Kitsune me dijera dónde estabas —él sonríe mientras deja a la joven de nuevo en el suelo, ya parada.
Cat se ríe al escuchar el apodo y Jake se pierde por unos momentos en su risa y su rostro, mirándolo con cierta fascinación. Nunca fue su intención sentirse atraído por ella pero pasó, desde la última vez que se vieron, todo por un pequeño accidente bajo un muerdago en la fiesta de navidad en Estados Unidos que celebró hacía menos de dos semanas.
Jake sabía de sobra que lo que sentía era solo atracción pero temía el comenzar a sentir algo más fuerte que eso. Y las cosas no eran simples pues la heredera de la enorme fortuna de los Pedrosa Tohomiko sacó lo mejor de ambos padres y eso le daba la apariencia de una muñeca de porcelana: delicada, hermosa y frágil; cuyos rasgos estéticos le daban un aire tan tierno que era imposible de ignorar: de ojos de un brillante Jade parecían dos preciosas y grandes gemas que resaltaban increíblemente por la marmolea piel blanca y el espeso y lacio cabello negro que siempre se dejaba suelto y parecía cascada a través de su espalda hasta la cadera, con mechones rebeldes que gustaban de adornar parte de su frente y mejillas. Su cuerpo es delgado y su estatura más bien podría considerarse como pequeña.
—¿A qué hora debemos reunirnos con nuestros padres? —pregunta Cat de repente mirándolo con duda.
—En unas horas —contesta Jake saliendo de sus cavilaciones—. Vamos a dar un paseo.
—Estoy muy emocionada por esto —menciona Cat con el brillo de la alegría en sus ojos—. Al fin dejaremos de entrenar a temporadas y tendremos misiones reales.
Y tras las palabras de la joven ambos comenzaron a caminar de forma lenta pero sin dirección a un lugar en específico.
—Yo también lo estaba, hasta que mi padre comenzó a dar su sermón sobre responsabilidades de Dragón Xiaolin… y por qué el agua es un elemento superior —Jake suelta un bufido de mala gana al recordar las horas muertas que tuvo que pasar en el avión que llevaba a él y a su familia al templo, tratando inútilmente de ignorar el discurso —que se sabía de memoria, para mala suerte— de su padre.
Cat se ríe y lo mira, preguntándose cómo es que el joven frente a él es hijo de su padrino Omi, puesto que Jake heredó casi todas las características de su familia materna: tiene el cabello lacio y grisáceo que a veces gustaba de acomodarse por sí solo pues siempre se le veía con algunos mechones rebeldes en su frente. Su piel es de un tono mate, sus ojos de un avasallante color negro y el cuerpo en excelente forma; su metro con setenta y cinco centímetros lo hace mucho más alto que sus padres y sus rasgos delineados lo hacen atractivo de un modo aristocrático.
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Los pies del Leroy Hadley suben lentamente a través de los escalones mientras él mira a su alrededor. Aprovechó el hecho de encontrarse solo desde hacía media hora, ya que lo dejaron a su suerte y sin idea de lo que sucedía realmente, para recorrer las afueras del templo sin alejarse demasiado y ahora pretendía recorrerlo en su interior. A pesar que el lugar es totalmente desconocido para él, lo embarga un aura de confianza y tranquilidad el solo hecho de estar allí.
Él fija su mirada al frente cuando escucha que alguien lo llama, y ve a Zack aproximándose con una sonrisa, ganándose de inmediato la suya que expresa cierta molestia.
—¿Terminaste de recorrer el templo?
—Sólo por fuera. Estuvo a un paso de perderme porque me dejaste recorriéndolo solo y sin ningún tipo de advertencia: muchas gracias —le contesta con sarcasmo. Incontables veces se había cuestionado si era correcto viajar hasta China a un lugar desconocido con gente que poseía ciertas "habilidades especiales" —si así podría llamársele a la situación.
—Lo siento Roy —Zack se ríe un poco apenado— Vamos a buscar a los-
—¡ZACK!
La conversación se ve abruptamente interrumpida con la presencia de una muchacha que se acerca hacia ellos radiante de felicidad. El aludido sonríe enormemente y extiende sus brazos hacia delante encerrándola entre ellos y aprovechando para dar vueltas en el mismo lugar.
—¡Te extrañe muchísimo! —exclama Adi emocionada, sin amago de disimular el rubor en sus mejillas.
—Yo también a ti, Kitsune. Me dejaste mucho tiempo solo —le contesta Zack sonriéndole a la joven de forma cariñosa. Sus brazos la sueltan pero sus dedos se entrelazan inmediatamente con los de ella como un gesto premeditado.
Cuando lo vio, Adi sintió su corazón acelerarse y su cara irradiando calor; gesto que se incrementó en el poco tiempo que sintió su cuerpo cerca. Y nadie la podía culpar, Zack tenía el cuerpo más perfecto que ella hubiera visto en su vida: todos los músculos en su debido lugar, firmes y muy bien desarrollados, los cuales siempre gustaban de resaltar atractivamente debajo de la ropa del templo. Pero eso no era lo único bueno que tenía: es alto como el metro ochenta y cinco de Raimundo y sus ojos de un cautivante color zafiro hacen contraste con su piel bronceada y ondulado cabello cobrizo el cual siempre se veía de manera despeinada y rebelde. Es el tipo de hombre cuyas facciones y rasgos gritan "varonil" e inspiran desear irte con él a un rincón apartado a cosas no muy puras.
—Mi padre no me dejaba venir y tú no me visitaste. ¡Malo! —le reclama haciendo un puchero y dándole un inocente golpe en el hombro que terminó por dolerle más a la joven que a él.
Totalmente excluido de la conversación y sin amago de interesarle mucho o sentirse incomodo, Roy guarda silencio y deja que la conversación de ellos fluya como si no hubiera un espectador; después de todo, a él no le agradaba meterse donde no lo llaman. Esto se debía principalmente a que siempre fue poco comunicativo, aunque más bien representa a la perfección las dos cara de la moneda: a simpe vista se aprecia como un joven que no se mete con las personas y no es de los que caen ante provocaciones, pero cuando lo logran posee un genio del mismo demonio, y el color de sus ojos no ayudan demasiado a cambiar esta aseveración ya que son de un fulgurante carmín. Su piel está apenas tostada por el sol, su pelo es negro y lacio con un muy ligero toque azulado y su metro ochenta así como su cuerpo bien ejercitado le dan un porte enigmático y serio que resulta atrayente; pero suele venirle importando poco la atención femenina porque le rehuirle con el primer defecto que encuentra.
—Casi lo olvido —dice Zack de repente ganándose la atención de ambos—. Kitsune: él es Leroy, aunque prefiero decirle Roy. Ella es Adi Bailey, de la que ya te había hablado.
Roy hace un gesto con la cabeza a modo de presentación, Adi por tanto le sonríe de forma amable e imitaba el gesto del joven de forma más pronunciada.
—Más vale que le hayas dicho algo bueno —se ríe, un poco sonrojada—. Un gusto Roy. Debes sentirte un poco fuera de lugar al estar aquí… —antes que él conteste, Adi se le adelanta, algo más emocionada de lo que puede considerarse como normal—. ¡Tranquilo! ¡Te llevaras muy bien con todos! —sin previo aviso le toma del brazo izquierdo con naturalidad—. ¡Vamos a buscar a los demás para que los conozcas! —dice de manera optimista tomando la mano de Zack con la que ella tenía libre y jalando a ambos jóvenes.
Zack se ríe, ya estaba acostumbrado a las acciones espontaneas y alegres de su mejor amiga, y Roy se siente extraño ante la repentina confianza de la chica más no dice palabra y también deja que lo guíen.
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—¡Eso fue un abuso, Jake!
—No, un abuso es que tu padre te obligue a ver videos que incluyan horas y horas de sus mejores luchas, pero usar tu elemento Xiaolin para hacerle una broma a tu odioso y ególatra director no lo es. Además: tú has hecho lo mismo.
—Bien, si… ¡pero fue una vez y en un campamento de verano! Además la tipa se pasaba tratando de robarle el novio a mi amiga y de paso humillarla a ella; se lo merecía.
Jake enarca su ceja izquierda de manera escéptica.
—Claro, y por eso lo mejor fue destrozarle la cabaña junto con lo que había dentro y además la expulsaran por que descubrieron misteriosamente que era culpable de haber impreso una foto alterada de los encargados de ahí, ¿cierto? —la contradice, usando un tono sarcástico.
Cat chasquea la lengua y rueda los ojos al saberse sin posibilidad de replicar. Ella y Jake se encuentran hablando de lo que habían echo desde que no se vieron y de un momento a otro hablaban de las ocasiones en las que usaron sus elementos fuera del templo Xiaolin. Ambos se encontraban bajo la sombra del frondoso árbol de Sakura que se permanecía plantado en el jardín derecho del templo, el más alejado.
Este consistía en una enorme fuente en el centro, con cuatro caminos de piedra que partían desde la fuente e iban a distintas partes tanto dentro como fuera del templo: Norte, sur, este y oeste, lo demás estaba tapizado de pasto. El camino más concurrido era el del sur, que daba directamente con un pequeño puente de madera el cual atravesaba un delgado canal que tenia el agua hasta la mitad y el final de dicho canal llegaba hasta las afueras del templo, en un sencillo pero hermoso lago estancado.
Cat estaba acostada boca abajo, moviendo las piernas de arriba abajo y usando ambos brazos para apoyar su mejilla izquierda, mirando hacia donde Jake se encontraba, boca arriba y con sus brazos detrás de su cabeza a modo de almohada, mirando hacia el cielo despejado.
—¡AHÍ ESTÁN! —grita Adi con su habitual timbre chillón y alegre. Estaba parada en el puente de madera y con su brazo izquierdo extendido hacia enfrente, señalando con el dedo índice a donde se encontraban.
Una vez que los recién llegados se acomodaran junto a ellos y se saludaron los que aun no se habían encontrado. Después Cat y Jake miraron a Roy con intriga.
—Eres el nuevo ¿cierto? —pregunta Jake a lo cual Roy simplemente asiente.
Adi se adelanta a hablar mirando a Roy con una sonrisa que no dejaba lugar a nada bueno.
—¡Muy bien! Entonces dinos: ¿cuántos años tienes?, ¿algún pasatiempo?, ¿algo que te disguste?, ¿color favorito?, ¿alguna novia?
Jake sonríe de manera burlona. Había llegado la hora de hacer lo que más le gustaba: molestar a Adi.
—No seas imprudente Kitsune, que sabemos perfectamente que solo tienes ojos para alguien —se burla él, resaltando la palabra "alguien", provocando que Adi se sonrojara considerablemente.
—¡Idiota! —grita Adi e instantáneamente una rama del árbol de Sakura golpea a Jake en el estomago lo que provoca la risa de los espectadores.
—No estamos hablando de la vida privada de Adi —defiende Cat, ayudando a su amiga a librarse de preguntas—. La reunión empezara pronto así que dejemos ese tema para después. Y aprovechando las preguntas que Adi había hecho, tú hablas primero Roy.
Roy asintió y el tema de Adi queda momentáneamente olvidado. Él está sentado, recargando la espalda en el árbol de Sakura con los brazos cruzados a la altura de su pecho.
–Mi nombre es Leroy Nian Hadley…
—¿Tienes descendencia china? —interrumpe Adi mirándole de manera escéptica. Los marcados rasgos del joven estaban lejos de parecerse a los de un asiático, pero el segundo nombre no cuadraba.
Roy niega con la cabeza.
—No, toda mi familia es francesa…
—¡Tienes que enseñarme a hablar francés! —interrumpe Cat con emoción. No fue hasta segundos después que se dio cuenta de su falta de respeto—. Oh, perdona —se ríe de manera apenada—. Prosigue.
Roy le sonríe de lado mientras continúa hablando.
—Tengo diecinueve años, me gusta leer, practicar múltiples deportes, los lugares tranquilos y prefiero el color negro. No soporto la hipocresía, política y la religión. Seguiré estudiando mecatrónica, aunque sea a distancia…
—¡No sabes cuánto te comprendo y me apiado! —interrumpe Adi una vez más, con expresión de sufrimiento—. Estaba feliz porque no iba a saber nada por el momento del último semestre de la preparatoria ¡hasta que a mi padre se le ocurrió mencionarme que iba a terminarla por Internet!
—No te creas tan especial, Kitsune… Cat y yo también estudiaremos así, y Zack lleva estudiando de ese modo desde siempre… ¡Y saca mejores calificaciones que tú!.
Adi le avienta con furia un puñado de pasto en la cara.
—¡A ti nadie te pregunto! ¡Metiche! —suelta un bufido y mira a Roy—. Disculpa a este animal por interrumpirte…
—Pero si la que interrumpió fuiste tú ¡sorda! —se defiende Jake, pero la chica lo ignora olímpicamente.
—Continúa —anima Adi con una sonrisa.
Roy la mira de manera confundida, no terminando de adaptarse a la extraña interacción de ambos y los constates cambios de humor de la joven; aunque debía admitir que le causaba gracia.
—Todo esto de los Dragones Xiaolin comenzó hace algunas semanas…
Roy cambió de hoja, concentrado en el libro que tenía en sus manos. Estaba semi acostado en un espacioso sillón reclinable con posadera para los pies y almohadón. Afuera llovía enormemente lo que ocasionaba mucho viento y el crujir de las ramas del árbol plantado en el patio detrás de su casa contra el enorme cristal de la ventana de la biblioteca. Un fuerte trueno se escuchó, y la luz relampagueante del rayo le hizo voltear a la ventana, segundos después las luces se fueron y él quedó totalmente a oscuras.
Soltó un enorme suspiro, resignándose a pararse e ir a la cocina que estaba en la planta baja por algún encendedor y velas. Caminó tranquilamente mientras abría la puerta de la biblioteca y el leve chillido de la puerta en movimiento le recordó a una casa que según los rumores estaba embrujada, la cual visitó con sus amigos algunos meses atrás.
Bajó las escaleras de mármol que tenían forma de media luna hasta llegar a la planta baja y seguir su recorrido hacia enfrente donde se topó con una puerta de vidrio que se habría hacia los lados. Entró a la cocina y fue hacia el desayunador que estaba a su derecha donde tomó la vela que sabía de memoria era de color blanco y estaba dentro de un vaso de cristal; después tanteó con su mano la caja de cerillos que solía estar por allí, luego la tomó y sacó un cerillo encendiendo la vela con rapidez.
Dejó la caja de cerillos sin mayores miramientos y se encaminó de nuevo a la biblioteca con la vela en su mano derecha. A pesar de haberse quedado sin luz y no poder continuar con su interesante lectura policiaca, no se arrepentía de no haber ido con sus padres a las reuniones que el club deportivo al que iban organizaba. Principalmente que por ser un club muy privado, ya que solo iban aquellas personas que tenia una vida muy cómoda y por tanto los hijos de los socios eran personas banales y aburridas que tenían todo con solo chasquear los dedos; al menos ese tipo de personas eran con las que se había topado siempre que él iba, especialmente las chicas que lo cazaban por ser —según ellas— "Un lindo y misterioso muchacho con dinero que le gustaba que le rogaran".
Entró a la biblioteca y se sentó en el sillón. Dejó la vela en la mesa de madera que se encontraba a lado del sillón junto al libro. Sin nada mejor que hacer, llevó su mirada hacia la vela, con aburrimiento.
Desde pequeño sintió gran curiosidad por aquel elemento, especialmente porque sus padres le habían prohibido —desde que recordaba— el acercarse siquiera al fuego. Comprendía su preocupación porque él se lastimara pero aquello era una protección enfermiza lo cual le causaba una profunda curiosidad y molestia del por qué lo hacían —aunque siempre había obedecido. Y para aumentar su curiosidad lo único que sus padres le prohibían de todos los peligros que existían en el mundo era tener algún tipo de contacto con el fuego a pesar de su edad, no importaba que tan mínimo fuera —incluso si fuera para prender una simple vela como en ese caso.
Pasó su mano por encima de la llama, sintiendo el calor que irradiaba. Su mente comenzó a divagar mientras movía sus dedos aun por encima. Se imaginó a la llama siguiendo la trayectoria de sus dedos, como un títere, luego que la misma llama seguía su recorrido por su mano. Siguió absorto en su extraño pensamiento mientras los dedos de su mano seguían moviéndose encima de la vela.
Entonces chasqueó la lengua y se levantó del sillón, sin embargo se percato de algo anormal en su mano.
—"¡Pero qué…!" —exclamó Roy de manera sorprendida mientras sacudía su mano tratando de alejar la llama que la rodeaba pero que sin embargo no le quemaba.
La llama se murió en un instante y examinó su mano con asombro: no tenia ningún rastro de quemadura, ¡ni siquiera le dolía!. Sacudió su cabeza y trató de pensar en alguna respuesta coherente a lo que había sucedido.
En un impulso que al principio consideró estúpido, se acercó hacia la vela y se concentró en controlar el ritmo de la llama como si fueran sus dedos los que se movieran. En cuestión de instantes el fuego seguía la misma trayectoria de sus dedos; entonces hizo puño su mano y después la abrió viendo como la llama permanecía en la palma, tranquila y sin quemarle.
—"Qué demonios está pasando…" —susurró con los ojos dilatados de la sorpresa. Recordó entonces que sus padres le habían dado a leer un libro que trataba sobre elementos y personas que poseían dones para controlarlos. Fue directamente hacia el estante donde recordaba haber dejado el libro y lo busco rápidamente, encontrándolo en cuestión de instantes.
En libro en sí era de tamaño mediano, con pasta roja y contenido en idioma chino —Roy agradeció el haber aprendido a hablar chino desde muy temprana edad por obligación de sus padres. Lo hojeo con rapidez buscando el capitulo donde se hablaba del fuego; después de haberlo encontrado y leído lo más rápido que podía se dispuso a seguir las instrucciones que indicaban.
Se dirigió hacia la mesa donde había dejado la vela. La luz había vuelto desde hace algunos minutos pero eso no era importante para él en esos momentos.
—"Wudai Marte… Fuego" —dijo, pasando su mano de nuevo por encima de la vela.
Sin embargo no consiguió nada ésta vez, lo cual le pareció extraño. Abrió el libro de nuevo y siguió cambiando de hoja en hoja para ver si encontraba algo más hasta llegar al final del libro el cual al final había un párrafo que le pareció muy interesante:
"Hay Guerreros Xiaolin que controlan un elemento proveniente de una combinación entre dos o más de los cuatro principales: Tierra, Agua, Viento y Fuego. Dependiendo el elemento que se controle será la manera en que se invocara la habilidad de Dragón."
Días después de ése Roy dedicó su tiempo libre a probar en secreto combinaciones con el fuego. Después de varios intentos fallidos y excusas a sus padres para que no descubrieran que estaba en contacto con el fuego, descubrió que su habilidad con el fuego se incrementaba considerablemente si estaba en contacto con la tierra, concluyendo cuál era el elemento que lo hacía un Guerrero Xiaolin.
—¿Y como es que llegaste hasta aquí? —pregunta Cat visiblemente interesada. Le miraba atentamente al igual que sus amigos.
—Algunos días después que descubrí la Lava hablé con mis padres, les explique lo que había sucedido desde el inicio. Días después fue cuando conocí a Zack y me explicó la situación…
Roy abrió la puerta de su casa, entrando tranquilamente en ella. Caminó mientras miraba a su alrededor, suponiendo que sus padres debían estar en el segundo piso. Fijó entonces su mirada de forma desconfiada en la presencia de un muchacho desconocido que estaba parado en la puerta que daba al patio, de espaldas a él.
—"¿Quién eres?" —preguntó de manera seria, haciendo que el joven se volteara a mirarlo y le sonriera con amabilidad.
Él joven hizo un gesto de saludo con la mano y le saludo en un perfecto inglés de acento británico.
—"Hola, mi nombre es Zackary Farrell… tú debes ser Leroy Hadley" —ante lo mencionado, Roy asintió, pero aun no comprendía que hacia el tal Zack allí—. "Tus padres contactaron al templo Xiaolin hace algunos días… vengo de allá…"
Roy asintió comenzando a comprender un poco mejor la situación, sin embargo aun tenía algunas sospechas.
—"¿No se supone que deberías hablar chino?… ahi está el templo ¿no?"
Zack se rió de manera divertida mientras asentía y comenzaba a hablar en el idioma dicho por Roy.
—"Bueno, no podía saber si serias capaz de entenderme" —se dio media vuelta y comenzó a andar hacia el patio—. "Sígueme, entonces…"
Roy le miró con desconfianza pero obedeció.
—"Supongo que tú también puedes controlar algún elemento si vienes desde allá, ¿o me equivoco?"
—"Soy el Guerrero Wudai del Rayo… por eso es que vivo allí."
Roy concluyó que había alguna razón más para eso pero decidió no preguntar. Una vez que ambos llegaron el patio cada uno se puso frente al otro guardando una considerable distancia.
—"Nos dijeron que habías descubierto tener la habilidad para controlar la Lava, estoy aquí para corroborar la situación" —dijo Zack de forma tranquila—. "Atácame."
Roy lo observó de manera desconfiada.
—"No tengo que demostrarte nada" —dijo mientras miraba hacia otro lado con los brazos cruzados sin importarle ser grosero.
Zack enarcó su ceja izquierda de manera incrédula.
—"Vaya carácter…" —Pensó, y fue entonces que le surgió una idea: no era muy común en él portarse así pero tenía una misión y debía completarla para antes que el día acabara— "No me digas que sólo eres un niño más del montón con dinero y que decidió fingir una condición muy especial sólo porque se había aburrido."
Roy apretó sus puños y observó al chico frente a él de manera molesta.—"Déjame en paz…"
Zack soltó una carcajada; realmente estaba divirtiéndose con la situación. Miró hacia el cielo comprobando lo que quería: el cielo estaba nublado y el viento comenzaba a soplar con furia, justo lo que le gustaba. Siguió con el teatro.
—"¿Entonces lo único que haces es evadir las cosas?" —comenzó a caminar en dirección hacia él, asechándolo— "Tanto viaje para nada, hiciste quedar a tus padres como unos mentirosos y eso está penado en China."
Roy soltó un bufido, fastidiado por la situación. Se arrodilló y con ambas manos tomó un puñado de tierra.
—"Lava…" —susurró mientras sus puños eran envueltos por piedra rojiza. Rápidamente se dirigió hacia el joven guerrero para intentar acertar un golpe en el estómago.
Zack sonrió de forma victoriosa mientras esperaba pacientemente el ataque de Roy, sin moverse. Recibió el golpe de lleno en el estomago junto con el calor irritante del elemento. Miró a Roy directamente con una enorme sonrisa y antes que pudiera hacer otro ataque Zack lo agarró con fuerza de la muñeca, pasándole un choque eléctrico a todo su cuerpo.
Roy se quejó e hizo una mueca de dolor, alejándose rápidamente. Tuvo que admitir que había subestimado la fuerza del guerrero pues con algo tan simple pudo sentir la fuerza del elemento a pesar que sabía Zack solo lo había hecho para alejarlo.
Zack por su parte examinó con tranquilidad donde había sido golpeado. Su ropa estaba chamuscada sin embargo su cuerpo permanecía intacto: si hubiera sido alguien normal aquel golpe por el simple hecho de estar envuelto en un material ardiente y duro le habría perforado el estomago como mínimo.
—"Ése fue un buen golpe, Roy" —le felicitó con una sonrisa.
—"¿Ahora vas a salir con que sólo estabas actuando…?" —contestó Roy con molestia. Suspiró entonces, tratando de no alterarse más—. "¿Iré al templo Xiaolin o algo así?"
—"Si, en realidad eres el único que falta" —guardó silencio unos instantes como si estuviera buscando las palabras adecuadas, y volvió a hablar—. "Lamento lo que dije de ti y tus padres" —se rascó la cabeza, haciendo una mueca de dolor— "Íbamos a durar parados todo el día y créeme que no me agrada en nada tener que entrenar más por no haber cumplido con lo que vine…"
—"Ya veo, entonces es cierto…" —suspiró, corroborando que el Templo Xiaolin no eran leyendas como había supuesto—. "¿Qué tengo que hacer?"
Zack miró la hora en su reloj de bolsillo.
—"Te explico en el camino, que aun debes decirle a tus padres lo que decidiste."
—Lo demás no tiene demasiada importancia —concluye Roy.
—¡Vaya! —exclama Adi con emoción; estaba sentada con las piernas extendidas y entrelazando sus tobillos, tenía ambos brazos extendidos detrás de ella como soporte—. ¡Sigo yo! —se aclara la garganta—. Como ya te había dicho la primera vez que nos vimos: me llamo Adi y…
—Corrección: Adi Giselle Bailey —corrige Jake con una mueca de burla. Sabía perfectamente que a su amiga no le gustaba su segundo nombre porque según ella le parecía muy de princesa delicada.
Adi lo mira con mala cara.
—Como sea… —rueda los ojos y suspira justo antes de continuar—. Me encantan los gatos y el chocolate, odio entrenar, el maltrato a los animales y levantarme temprano. Mi color favorito es el verde. Aunque me hubiera gustado mucho: mi madre no pudo venir por su trabajo y mis hermanos —Natalie, Elizabeth y Drew— porque aun son niños —catorce, diez y cinco, respectivamente— y pueden resultar heridos. Tengo diecisiete años y estudiare Periodismo —sus ojos adquirieron el brillo característico de la emoción—. Descubrí mis habilidades como Dragón del Bosque hace un año, consecuencia de un proyecto sobre ecología que nos dejaron en mi salón de clases, en mi natal Texas…
—"¡Explícame qué rayos está pasando aquí, Giselle!" —dijo una mujer de largo y rizado cabello castaño claro y piel trigueña. Estaba parada en medio de la sala de su casa con expresión de claro desconcierto reflejaba en sus ojos verde claro.
—"¡Y como se supone que voy a saberlo, mamá! …¡y deja de llamarme así! —se defendió la mencionada mirando la enorme rosa frente a ella, que para colmo de males movía el tallo de izquierda a derecha como si estuviera bailando.
Tan solo la noche anterior, la joven había plantado la semilla en un pequeño macetero lleno de tierra fértil y tras haberle echado un poco de agua y dejarla recargaba en la mesa que se encontraba a los pies de la ventana se había puesto a bromear con su madre —que estaba a su lado y le había conseguido el masetero.
—"Ya veras, má. Esta planta habrá crecido completamente para mañana" —palpó la tierra con sus dedos haciendo un pequeño circulo. Sabia de sobra que la planta se tardaría meses en crecer pero en realidad deseaba que sus palabras fueran ciertas.
—"Claro hija. Y no olvides desear que sus pétalos sean de un color extravagante…" —le contestó la mujer, riéndose. Su aspecto era el de una mujer joven y atractiva, incluso para tener una hija adolescente. Es alta como una modelo, delgada y de facciones alargadas y finas.
—"¡Seguro!" —dijo Adi siguiéndole el juego, colocando ambas manos en el masetero y cerrando los ojos, fingiendo concentrarse—. "Hmm… mañana serás una enorme planta de pétalos de diferentes colores y tendrás una medida ridícula, ¡Oh! Y para hacerlo mejor podrás moverte."
Samantha Mena soltó una carcajada mientras caminaba hacia el interruptor de la luz que se encontraba en la pared de su derecha.
—"En realidad me encantaría ver eso, lástima. Ve a descansar, hija."
Adi obedeció mientras se despedía de su madre con un beso en la mejilla, deseando en sus pensamientos que su broma fuera realidad.
Y la sorpresa no se hizo esperar al día siguiente, pues lo que el día anterior era un simple masetero con solo tierra, en esos momentos era el contenedor de una enorme rosa de pétalos con increíbles y vivos colores cual arcoíris, así como una altura que fácilmente podría pasar los sesenta centímetros.
—"¡Por la barbas de la tía Juana!, ¡¿qué está pasando aquí?!" —dijo Clay con un claro gesto de sorpresa. Acababa de llegar a su hogar y se encontraba parado en la entrada mirando la planta como si fuera una horrible cosa deforme.
—"¡Ayer la plante y desee en broma que la planta fuera así! ¡Y sucedió! Seguramente tomé una semilla mutante… o es solo casualidad… o el macetero es un Shen Gong Wu…" —dijo Adi mientras miraba la planta que aun se movía, analizándola con los ojos entrecerrados.
Clay miró la situación unos segundos con expresión pensativa.
—"O quizá sea otra cosa…" —susurró él mientras avanzaba a grandes zancadas hacia la mesita a lado del sillón de la sala; tomó el teléfono y marco unos dígitos con rapidez.
Diez minutos después en los que Adi se pasó el tiempo mirando a su padre con sospecha, ambos salieron al enorme patio trasero. Clay movió la tierra con facilidad haciendo un pequeño hueco, después arrojó una semilla y la regó rápidamente.
—"Haz que la semilla florezca."
—"¿¡Y como se supone que haré eso!?"
—"Concéntrate y visualiza una planta frente a ti. La que sea" —dijo Clay mientras miraba a su hija atentamente.
Adi bufó y cerró los ojos; segundos después de respiros, muecas y quejas sobre lo inútil que era hacer lo que fuera que estuviera haciendo, un enorme y frondoso árbol salió del suelo repentinamente, dándole sombra a la joven que miraba su obra completamente atónita.
—"Cómo es que…"
—"Eres una Guerrera Xiaolin, como yo" —le respondió Clay sonriendo con profundo orgullo.
Segundos después, el cuerpo desmayado de Adi dio contra el suelo mientras su padre se aproximaba hacia ella con susto.
Una carcajada por parte de Cat dio por finalizado el relato de la chica Bailey. Roy se rió entre dientes y Jake hizo un comentario burlesco hacia Adi lo cual terminó por un manotazo en la cabeza del joven, provocando una carcajada de Zack. Instantes después que las risas y comentarios burlescos cesaran fue el turno de Jake de relatar su historia.
—Mi nombre es Jake Fung —Roy hace un gesto dubitativo ante el apellido y Jake se apresura a aclarar—… si, el Maestro Fung del templo es mi abuelo —sin intención de dar mayores aclaraciones, continua hablando—. Tengo dieciocho años y me gusta tocar la guitarra eléctrica, también molestar al Kitsune —Adi lo mira feo y el sonríe—. No tengo paciencia. Odio las jeringas, los lugares con mucha gente y las nueces. Pese a que mi padre es oriental, vivimos en Venezuela y de ahí provengo. Seguiré estudiando Derecho…
—De la cual no eres muy bueno, por cierto —le interrumpe Adi con sorna.
Jake se ríe y le muestra la lengua, argumentando un "ya quisieras, tengo un promedio de 18.5 niña-que-saca-sólo-B-en-la-preparatoria" ganándose un golpe y más risas.
—Bueno —carraspea—. Descubrí que podía controlar la Lluvia mientras entrenaba, obligatoriamente , con mi padre hace cuatro años…
Omi mandó a Jake a estrellarse contra el suelo de golpe, resultado de un ataque de agua que había lanzado y que él no pudo detener.
—"Eres muy débil para ser mi hijo. Ya estas haciéndote viejo y empiezo a convencerme que no serás un Guerrero Xiaolin" —negó con la cabeza con claro pesar en su cara—. "Es una lastima, yo quería que fueras fuerte. Aunque es imposible que seas más fuerte que yo…"
Padre e hijo llevaban cerca de dos años entrenando. Omi utilizaba las artes marciales y Jake se defendía bien en ello; pero cuando comenzaban los ataques de agua hacia él, a pesar de hacer todo lo posible por defenderse, siempre resultaba lo mismo: no podía controlar el agua ni otro elemento. Por más que lo intentaba nunca daba resultado y ciertamente él ya se había resignado a que no podía; pero su padre, negándose a que su hijo no heredara un elemento tan superior, como él decía, lo seguía obligando a intentarlo.
Jake se levantó y miró a su padre de forma retadora.
—"Si tan solo pudiera controlar un elemento, el que fuera…" —pensó con impotencia. Si había algo que el joven odiaba era que lo consideraran débil, especialmente su padre.
Omi en cambio sonrió con orgullo al ver la determinación de su hijo. Ambos estaban demasiado concentrados en su oponente que no se detuvieron a mirar al cielo el cual comenzaba a oscurecerse y las nubes se acumulaban por encima de ellos. Las gruesas gotas de lluvia no se hicieron esperar y Omi dirigió su mirada hacia el cielo percatándose de la rapidez con que el agua del cielo comenzaba a caer.
Un golpe en el costado derecho de su tórax le hizo a Omi reaccionar, retrocediendo.
—"Soy tu padre ¡no me levantes la mano!" —le reprochó, herido en su enorme orgullo.
—"¡Debo pelear contra ti!" —se excusó Jake con molestia.
— "¡No me hables en ese tono! ¡Wudai Neptuno… Agua!" —exclamó Omi formando una corriente de agua que lanzó sin piedad hacia su hijo.
Jake recibió de lleno el golpe sin embargo, en un impulso, gritó el nombre del elemento e hizo un círculo en el aire con sus manos y las empujó hacia enfrente: una bola de agua se estrelló con rapidez en el cuerpo de Omi el cual terminó en el suelo. El ataque de su hijo le había asombrado tanto que ni siquiera se defendió. Jake por su parte se quedo estático, aun con las manos levantadas y la expresión de desconcierto.
Omi hizo una pirueta y se levantó con rapidez, yendo directo hacia su hijo a quien abrazó con euforia y comenzó a darle vueltas en el aire.
—"¡Lo hiciste! ¡Puedes dominar el agua!" —dijo entre victoriosas carcajadas.
Minutos después los cuatro Dragones Xiaolin y sus familias ya estaban enteradas, cortesía de Omi.
Y también ese mismo día, Jake comprendió el secreto para ser un dragón Xiaolin: no busques controlar un elemento… sino hacer de él una extensión más de tu cuerpo.
—Aun recuerdo la plática por teléfono del señor Omi… —dice Cat con una mueca de mientras Adi y Zack asentían, recordando el discurso que habían escuchado ese día.
—No se quejen, que yo vivo con él.
—¿Tan mala persona es? —pregunta Roy con la ceja izquierda arqueada en señal de duda.
—¡No! —le responde Cat apresurándose en quitar el mal concepto que puedan plantarle al pelinegro—. Tío Omi es una gran persona y estoy segura no soy la única que le tiene mucho cariño; lo malo es que le encanta hablar de él y nos aburrimos cuando hace eso —suspira—. No importa, ¡es mi turno! —con un solo y rápido movimiento se sienta, cruzando las piernas y recargando los antebrazos en los muslos—: Yo soy Catherine Akane Pedrosa; tengo diecisiete años y soy brasileña, me encanta el color morado, los deportes playeros y tocar el piano; pienso estudiar Literatura. Me desagradan las alturas y no tengo muchos recuerdos de cómo descubrí que podía controlar el Hielo. Según lo que me contaron mis padres lo fui descubriendo poco a poco. Primero fue a causa de una loca que incendió la habitación donde yo estaba durmiendo cuando era bebe: inconscientemente había creado una barrera que me protegió de daños. Después fui desarrollando ciertas habilidades Xiaolin pero no eran demasiadas hasta que tenía cuatro años, en las vacaciones de año nuevo en Japón…
—"¡No volveremos a verlos más!" —exclamó Cat con susto. Estaba sentada en el suelo llorando y con las manos arrugando su vestido rosa pálido.
—"¡No llores Cat! Ya veras que encontraremos a tía Kim…" —le consoló Zack inútilmente pues él mismo estaba muy asustado—. "Anda Cat, no llores. ¿Quieres un helado?" —la pequeña asintió mirándole con profunda tristeza, aun con algunas lágrimas recorriendo sus mejillas— "¡Te lo compro pero deja de llorar…!"
Ambos niños estaban en el centro comercial más grande de Tokio. Habían ido a comprar algunos regalos junto a Kimiko pues la de fiesta estaba cerca y los Dragones Xiaolin junto a sus familias no tardaban en llegar para celebrarla en la casa Pedrosa-Tohomiko. Sin embargo en una de las vueltas por las tiendas Zack y Cat se habían separado de Kim debido a que la niña se había quedado entretenida observando la tienda de animales, y Zack —al haberse autoproclamado guardaespaldas de su amiga— no podía dejarla sola.
El pequeño tomó de la mano a su amiga y la guió a través de la mancha de gente hasta la heladería, donde le pidió que no se alejara de él ni le soltara la mano.
Conforme la fila iba avanzando —demasiado lento para la impaciencia natural de los niños— una que otra persona que pasaba se detenía a mirarlo con ternura pues se veían tan adorables juntos, y también se les rompía el corazón ver a la pequeña pues tenía una expresión tan inocente de desamparo y tristeza, sumándosele que aun tenía rastros que había llorado.
Hasta que de pronto un hombre alto y de lentes oscuros se detuvo frente a ellos mientras se arrodillaba para quedar un poco más a la altura de ellos. Portaba un elegante traje oscuro pero ni aquello conseguía que se viera menos peligroso.
—"Pero que tenemos aquí… ¿porqué tan solitos, pequeños?"
Aquél hombre tenía una extraña sonrisa retorcida que a Zack no le agradó en nada por lo cual se puso a la defensiva mientras que Cat no captaba el posible peligro.
—"Mi mami estaba comprando algo y nos perdimos."
Zack se apresuró a cambiar los hechos.
—"No es cierto: ella está comprando tu regalo, por eso es que se fue a una tienda pero yo si se donde está y por eso no estamos perdidos." —le explicó Zack a Cat mientras la ponía detrás de él por mero reflejo; lo cierto era que no sabia dónde estaba Kimiko.
El hombre se rió.
—"Qué les parece si yo los acompaño a donde está su madre, no es bueno que anden solos por aquí."
Cat iba a responder pero su amigo se le adelanto.
—"No gracias. Estamos bien"
—"¿Enserio?" —él se giró para mirar a Cat— "…¿Qué opinas tú, pequeña?. Eres muy linda y estoy seguro muy inteligente… ¿porqué no les compro yo un helado?"
Zack entrecerró la mirada con desconfianza y se apresuró a negar la oferta pero Cat —ya un poco más animada— insistió en convencerlo que era una buena idea. De pronto el hombre se levantó.
—"Hay otra heladería afuera del centro comercial. Sería mejor que fuéramos allá, ésta fila no tiene para cuando acabar… vamos pequeños…"
El hombre comenzó a caminar mientras hacia una seña con la mano a que lo siguieran. Cat lo siguió con entusiasmo mientras que Zack tenía una expresión de desconfianza por lo tanto en ningún momento soltó de la mano a su amiga ni permitió que aquel hombre se pusiera a lado de ella.
Una vez afuera el hombre señaló hacia una heladería que estaba pasando el boulevard mientras miraba hacia los lados una y otra ves. No había nadie alrededor.
— "Está muy lejos" —dijo Zack mientras dirigía su mirada hacia Cat—. "Mejor regresemos…"
Antes que pudieran hacer algo dos hombres se bajaron del auto negro sin placas que estaba estacionado en la acera y se dirigieron hacia los niños con rapidez. El hombre que estaba a su lado tomó de improviso a Cat mientras le tapaba la boca para que sus gritos no se escucharan.
—"¡Oiga, déjela!" — exclamó Zack mirándole con furia.
Los dos hombres se dirigieron a Zack pero éste dio un salto hacia atrás y coloco su mano izquierda en el suelo. Varias descargas salieron disparadas debajo de hombres que planeaban atacarlo, dejándolos inconscientes. Cuando volteó a mirar al que tenía a Cat atrapada comprobó que éste ya se había subido al auto y arrancaba con rapidez.
Zack comenzó a caer en el pánico mientras traba de asimilar la situación. En un impulso comenzó a correr hacia el auto y justo cuando iba a poner las manos en el sueño para lanzar una descarga que arruinara las llantas del automóvil y poder salvar a la niña, un enorme pico de hielo salio disparado desde la tierra y el auto quedó encajado en él, a unos metros del suelo.
Miraba con asombro como había quedado el auto, cuando vio como Cat abría la puerta trasera y aparecía un tobogán de hielo que acababa justo a los pies de Zack. Se deslizó por ahí y apenas llego a donde estaba su amigo, él la recibió con un abrazo.
—"¡Que fue lo que pasó! ¿Tú hiciste eso? ¡Tenía miedo que algo te pasara!" —balbuceó con rapidez mientras sentía que lloraría muy pronto, y no sabia si por la felicidad porque ella estaba bien o el pánico por haber visto como intentaban secuestrarla.
— "Yo… yo hice eso pero no sé cómo… a menos que…" —tartamudeó Cat, siendo interrumpida por la euforia del pequeño y sus risas.
—"¡Puedes controlar el hielo, Cat! ¡Serás un monje Xiaolin como yo! ¡Ya no seré el único!"
Algunos minutos después pudieron encontrar a Kimiko quien estaba histérica por haber perdido de vista a los niños. Le explicaron la situación y por la emoción y el simple hecho de ser niños dijeron algunas cosas de más, lo que les daba a la historia un toque más dramático.
Esa misma noche, la hazaña fue la plática principal de la reunión.
—Aun lo recuerdo: "y después, llegó otro auto que intentó secuestrarnos, ¡pero Cat nos salvó con un mega Dragón de Hielo…!" —dice Jake imitando el tono de un niño entusiasta y poniendo una expresión ridícula provocando que el grupo se soltara a carcajadas que él secundó segundos después.
Cat entrecierra la mirada y desvía la cabeza para hablarle a Zack.
—Tú turno.
—No hay mucho que decir —dice Zack encogiéndose de hombros sin darle importancia al asunto. Estaba acostado en el pasto con la cabeza sobre los muslos de Adi y los antebrazos en el estomago—: ya me presente contigo, me gusta el pastel, los niños y acampar, suelo irme de vacaciones con las familias de éstos qué vez aquí. No me gusta la imperfección y tengo veintiún años, estudio Medicina… no recuerdo mucho de lo que sucedió el día en que descubrí que podía controlar el Rayo, pero fue cuando tenía cinco años en una tormenta de camino aquí…
—"¡Qué bien! ¡Ya casi llegamos!" —exclamó Zack con alegría, mirando atentamente por la ventana del auto donde las gotas de lluvia golpeaban el cristal por donde miraba y el cielo estaba oscuro debido a la tormenta en la que estaban, pero aun así eso no disminuía su emoción por llegar y ver a su abuelo. En esos momentos estaban pasando la carretera, donde alrededor solo había matorrales y enormes y gruesos árboles—. "¡Qué bueno que al fin pobre entrenar con el abuelito y podamos quedarnos mucho tiempo!"
La niña a su lado mueca de molestia mientras giraba sus ojos zafiro. Estaba haciéndose rol uno de sus largos y rubios mechones lacios por el aburrimiento e impaciencia por llegar.
—"Mamá: Zack está molestando otra vez" —dijo con voz tajante y con cierto tono presumido, recibiendo una mueca de Zack.
Masako Fung giró la cabeza hacia atrás para mirarles por encima del asiento del copiloto.
—"Por favor compórtense que despertaran a su hermano" —dijo la mujer de lacios cabellos color cobre y mirada zafiro. Era de piel blanca y estilizadas facciones.
En el asiento trasero, Zack ocupaba la parte de la ventanilla derecha, un porta bebé blanco en el medio donde yacía un bultito de cabellos rubios envuelto en sabanas azules y la pequeña Sarah del lado derecho.
—"No me agrada en nada que mi padre ilusione a Zack con que será un Guerrero Xiaolin. Sólo porque el niño fue el único que se vio así en los Anteojos de Cristal no quiere decir que sea seguro…" —dijo Masako con un suspiro de tristeza—. "Después de todo, yo nunca pude ser una…"
—"No perdamos las esperanzar o seria una lástima; de verdad se ve muy ilusionado con intentarlo…" —le contestó Richard Farrell con calma, manejando el auto. Era de ondulado cabello rubio, piel tostada, porte atractivo y elegante y ojos miel.
—"Claro y que luego termine con una horrible tristeza cuando no pueda hacerlo…" —dijo Masako mirándole con sarcasmo y recordando su propia historia.
Los niños escuchaban en silencio, fingiendo que no lo hacían; Sarah tenía los puños apretados y trataba de no llorar de la exasperación y los celos que sentía de que sus padres sólo hablaran de Zack y su futuro, y cuando no lo hacían estaban ocupados atendiendo a Dustin, su hermano de un año. Nunca tenían tiempo para ella.
Mientras, Zack no comprendía del todo la situación pero sabía que estaban hablando de él e interrumpió de pronto la conversación.
—"Yo de verdad quiero entrenar, les prometo que no me lastimare, ¡Luchare mucho para ser una gran Monje Xiaolin!" —agregó con determinación e inocencia característica de su edad, ganándose un bufido incrédulo de su hermana.
—"No lo dudaría hijo ¡pero me asusta el que termines lastimado!" —dijo Masako mientras tomaba varios respiros y trataba de calmarse—.
—"Pero…"
— "Tu madre tiene razón" —le interrumpió su padre—. "Es demasiado peligroso, al menos por el momento. No te dejaremos intentarlo hasta que seas mayor"
Antes que su hijo hablara de nuevo, Masako se le adelantó.
—"Es nuestra última palabra, Zackary. No insistas…"
Zack reprimió un berrinche y miró por la ventana, específicamente los rayos que comenzaban a azotar el cielo.
—"Ojala fuera tan fuerte como los rayos…" —pensó con profunda tristeza mientras miraba como los rayos iluminaban el cielo y el poderoso sonido del trueno le llegaba hasta sus oídos. Se arrinconó lo más que pudo a donde estaba la puerta del auto, cerrando sus ojos con frustración mientras abrazaba sus piernas con sus brazos y recargaba su cabeza ahí. Y mientras lloraba, se sentía furioso e impotente.
Sarah lo miró y sonrió con sorna.
—"Ay, el niñito ya va a ponerse a llorar…"
Zack la miró con odio y le gritó con furia, provocando en el proceso que el pequeño Dustin despertara.
—"¡Yo puedo hacerlo, yo sé que puedo!"
—"¡Zack guarda silencio y compórtate!" —le regaño Masako con enojo volteándose para encarar a los niños y tomar al bebe en sus brazos para arrullarlo.
Zack empuño las manos y volvió a rebelarse, con las lágrimas estancadas en sus ojos.
—"¡NO! ¡Yo puedo ser un Guerrero Xiaolin! —gritó, apuntándole a Sarah con el dedo—. ¡YO SERE UN DRAGON XIAOLIN Y TÚ NO!"
—"¡CALLATE!" —gritó Sarah con intención de pegarle mientras Masako trataba de calmarlos aun con el bebe llorando asustado y Richard se volteó tan sólo unos segundos para ordenándoles que se tranquilizaran.
Segundos después, Zack sólo pudo sentir una enorme energía a su alrededor… y todo se volvió negro después.
—Después de eso desperté en el templo Xiaolin sin recordar que más había pasado. Lo único que mi abuelo me dijo en esos momentos fue que mi familia se había regresado a Inglaterra y que me habían dejado a su cargo. Después me envió por varios meses con mis tíos, en Alemania. Un día llegó por mí para que me fuera a vivir temporalmente con él y fue por distintas cosas que me enteré de lo que había sucedido…
Zack termina de relatar y ninguno de sus compañeros se animó a decir algo por simple respeto, aunque la mayoría ya se sabía la trágica historia; él simplemente sonrió de lado.
—Bueno, es hora de irnos —dice mirando su reloj de bolsillo, segundos después se levanta de golpe con una pirueta y estira el cuerpo.
Los demás lo imitan mientras comienzan a caminar en dirección al salón principal del templo.
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Clay, Omi, Raimundo y Kimiko charlaban entre si, a lado de la pared derecha del salón. Hana se había ido previamente a ayudar al Maestro Fung por si necesitaba algo antes que la reunión empezara. Los cinco jóvenes por su parte estaban sentados a los pies de la enorme figura del Buda de jade que se encontraba en el centro de la enorme habitación y estaba rodeado de cuatro pilares de concreto así como una especie de jarrón grande y ovalado totalmente hueco y del cual salía una llamarada de fuego como si fuera un altar a la Deidad.
El Maestro Fung hizo su aparición de pronto, acompañado de Hana y Dojo. El silencio reinó la sala, esperando pacientemente por las palabras del maestro, que comenzó a hablar con voz pausada, pero que no por eso dejaba de imponer un profundo respeto entre el grupo.
—Bienvenidos sean. Estoy muy orgulloso de ver a mis antiguos aprendices más una cara nueva…
Roy sonríe con agradecimiento al ver la mirada azul del maestro en él y su cálida sonrisa; él prosigue con su discurso, tornándose serio entonces.
—Como lo explique cuando los llame para que vinieran: la maldad permaneció controlada por muchos años gracias a ustedes… Lamentablemente una ola reciente de energía negativa que aun no hemos podido identificar activó los Shen Gong Wu que aun están dispersos en el mundo.
—Dee acuerdoo —interrumpió Raimundo con un tono cantarín e incrédulo—. Comprendo eso Maestro, pero… ¿qué tienen que ver los mocosos —y no se ofendan chicos, que lo son— en esto?
—Aunque me cueste admitirlo: debido a mí edad ya no soy capaz de enseñar como antes, es por eso que espero que ustedes sean los encargados de enseñarles a ellos todo lo que saben.
—Pero Maestro Fung —ésta vez fue el turno de Kimiko de dar su opinión—: es muy peligroso incluirlos en esto… ¿no sería más fácil encontrar nosotros mismos los Shen Gong Wu que quedan y ya?
—En primera: Omi tenía catorce años, tú quince, Raimundo dieciséis y Clay diecisiete años, cuando llegaron aquí, así que no tienen por qué decir algo así… y en segunda: ustedes ya están oxidados y gordos, no podría llevarlos en mi lomo —defiende Dojo con una mueca aparentemente despectiva, ganándose el reproche de los adultos insultados—. Dejen que la nueva generación se encargue, al cabo que la mayoría —aunque en esporádicas situaciones— ya llevan años entrenando. Además no estarán solos… —sonrió con orgullo mientras apuntaba hacia si mismo con su garra izquierda.
—Ustedes estarán ahí para protegerlos, no veo inconveniente alguno —se adelanta el Maestro Fung, ignorando la mímica de Dojo y también la expresión desahuciada que tenía después.
Los cuatro Dragones Xiaolin asintieron un poco más convencidos, aunque aun tenían sus inconformidades.
—¿Cuándo comenzamos a entrenar? —pregunta Adi con una mueca de flojera.
—Mañana en cuanto salga el sol. Ustedes serán un equipo de ahora en adelante. Algunos días entrenaran por separado con diferente profesor, dependiendo su elemento, y otros serán dedicados a la lucha con Shen Gong Wu y entrenamientos en grupo que serán evaluados por sus nuevos maestros.
Las sonrisas orgullosas de los Dragones Xiaolin fue notable, especialmente por aquella seguridad y confianza que su maestro depositaban en ellos.
—La mayoría entrenara con dos profesores diferentes pues sus elementos son una mezcla de los cuatro dragones principales —finaliza por lo cual Dojo se apresura en hablar.
—Y eso es todo por ahora —dice con una sonrisa que dejaba ver algunos colmillos por fuera de su boca.
—Ahora que ya dieron las explicaciones seamos tan amables de presentarnos frente a nuestro nuevo pupilo —opina Omi mientras hacia una reverencia hacia Roy—. Mi nombre es Omi Fung y como soy el Dragón del Agua supondrás que soy el mejor —sonríe con superioridad mientras Hana niega con la cabeza y lo mira con cierto reproche aunque ya estaba acostumbrada a la actitud de su esposo—. Éste templo fue mi hogar muchos años y espero que te sientas acomodado aquí…
—Lo que el ya no tan enano amigo quiso decir es: cómodo —corrige Raimundo mientras mira al joven con un gesto amable—. Yo soy Raymundo Pedrosa, Dragón del Viento y líder Xiaolin hasta que alguno de ustedes me quite el puesto, que dudo mucho porque soy muy débiles —se ríe de manera ególatra—. Estoy casado con la mujer que ves aquí —termina de hablar mientras agarra con delicadeza a Kimiko de la cintura. De pronto se voltea hacia él y le mira de manera amenazante—. ¡Y te prohíbo que mires a mi hija!
—¡Papá! —se queja Cat con las mejillas sonrojadas en una mezcla entre vergüenza y molestia, ganándose las risas disimuladas de algunos de los presentes.
Kimiko le había sonreído con ternura hasta que Raimundo mencionó lo último, por lo que le dio un codazo para después rodar los ojos; nunca iba a terminar de acostumbrarse a los arranques inesperados de celos de su marido.
—No le hagas caso, por favor —dice la mujer con una mueca de reproche en sus labios—. Soy Kimiko Tohomiko: Dragón del Fuego y por lo que se, tu futura maestra. Soy originaria de Japón.
—Clay Bailey —el Texano levanta su sombrero en señal de saludo—. Dragón de la Tierra y vengo de Texas. También seré tu maestro.
—Un gusto es conocerlos a todos, soy Leroy Nian Hadley —hace una reverencia, mientras continuaba presentándose—. He viajado hasta aquí con el propósito de convertirme en Dragón de la Lava. Estoy consiente que no se mucho sobre este tipo de cosas, pero no por eso espero que sean blandos conmigo.
—No te preocupes Roy, que ya eres parte de la familia y por tanto se te exigirá igual —dice Hana ganándose la atención y una pequeña sonrisa de agradecimiento por parte del joven. Ella le devuelve la sonrisa, con cierta admiración hacia el muchacho por la tranquilidad que mostraba en una situación que ella suponía era desconocida para él—. Yo no soy una guerrera Xiaolin, pero me encargo de cuidarlos y alimentarlos a todos. Me llamo Hana Montreal, soy originaria de Venezuela y al hombre que le gusta decir que es el mejor, es mi esposo —inclina su cabeza, a modo de saludo—. Y ya que nosotros los viejos nos presentamos sería bueno terminar la reunión, estoy segura que los jóvenes ya se presentaron —ante esto los mencionados asintieron—. La cena estará pronto, los quiero a todos ahí antes de dormir. Necesitaran mucha energía porque desde mañana no podrán ni respirar…
El comentario de Hana fue muy acertado —para sufrimiento de la mayoría— por tanto decidieron poner fin a la reunión aclarando por último las habitaciones de los presentes y concluyendo que hablarían otro día para aclarar algunas dudas generales.
Al final las habitaciones quedaron en el mismo orden que en vacaciones pasadas, más el nuevo integrante: en el edificio izquierdo estaba Clay y Adi en una habitación, y Raimundo, Kimiko y Cat en otra. Por el lado derecho: Omi, Hana y Jake en un cuarto y Zack y Roy en el otro. Y en el edificio del centro, el Maestro Fung junto con Dojo.
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Fin de la Introducción.
Como ya se habrán dado cuenta son demasiadas explicaciones ya que quiero que conozcan a los personajes, por tanto trato de hacerlo algo largos. Esta fue la introducción, el siguiente capítulo será el primero.
Las palabras en cursiva son aquellas que están dichas en otro idioma: "Kitsune" está dicho en japonés y se entiende por "Zorro". Adi le preguntó a Roy de su nacionalidad porque el nombre "Nian" está en chino y significa: periodo de vida.
Todo tiene un porqué en esta historia.
La educación a distancia: investigue de todas las carreras escritas anteriormente y en los países natales de los personajes, por lo cual estoy cien por ciento segura que son posibles y bastante accesibles a pesar de que ellos residan en China… sé que es algo nuevo puesto ya que en la serie nunca se hablo de que los aprendices estudiaran o algo, pero me pareció lógico y además no le afecta en nada a la trama de la historia, al contrario.
Los textos en cursiva son recuerdos y estarán acompañados de comillas.
Cualquier duda que surja sientan la libertad de exteriorizarla, yo tratare de cubrir todos los espacios posibles.
¡Hasta el próximo capítulo!.
