BLACK SUIT
"Venías de tan lejos como de algún recuerdo. Nada dijiste. Nada. Me miraste los ojos. Y algo en mí, sin olvido, te fue reconociendo.
Mi corazón, temblando, te llamó por tu nombre. Tú dijiste mi nombre... Y se detuvo el tiempo.
Una vez, antes, antes, yo te había perdido. En la noche de estrellas, o en el alba de un verso. Una vez. No sé dónde... Y el amor fue, tan sólo, encontrarte de nuevo."
Nueva presencia, Meira Delmar
Capítulo 1. Eros
El guion de mi vida era perfecto, demasiado perfecto como para que pudiera durar para siempre.
Fui el primero de la clase a terminar la preparatoria. Conseguí una beca académica de excelencia para la universidad y realicé una especialidad en leyes y criminalística. Fui el rey del baile porque también era el chico más guapo de la escuela y fui el primer estudiante recién graduado en recibir una oferta de trabajo en una agencia federal. Me convertí en detective sin darme cuenta, resolví caso tras caso sin vivir más que para eso y de repente, el guion de mi vida transmutó en una mala broma, en la broma patética de un humorista que carece de todo humor en realidad.
El aire escapa de mis labios sin que pueda evitarlo al recordar mi lista de viejas glorias que no volverán jamás. El aroma a maquillaje y perfume caro me rodea en un segundo me recuerda en un solo golpe que no estoy más en la tranquila soledad y el rutinario caos de mi cubículo en la central de detectives. Respiro una vez más llenando mis pulmones de una fragancia masculina y a la vez delicada que me hace pensar en que este debe ser el aroma de éxito para los chicos que caminan por la pasarela, para esos seres etéreos y casi inexistentes que deambulan de un lado a otro en medio del caos que reina en el evento de esta noche, este evento que marcará también el inicio de mi nueva vida.
Y es que esta noche el afamado diseñador suizo Christophe Giacometti presentará su más reciente colección de trajes de bodas que se esperan con ansiedad año con año, pero alrededor de este lanzamiento hay más expectativa de la que ha existido en años anteriores y eso se debe a una sola cosa: que Giacometti ha creado una pieza excepcional para esta pasarela, una pieza de exquisita composición diseñada exclusivamente para el que es sin duda el mejor modelo masculino de la historia, el dueño de las fantasías de todos los diseñadores del medio y esa persona no puede ser nadie más que el afamado y hermoso hombre que se hace llamar Eros.
Eros es el rey de las pasarelas, nadie que se jacte de ser un adicto a la moda podría dejar de lado su nombre o ignorarlo. Todo el mundo parece conocerlo, en los veinte minutos que he estado aquí, cerca de los vestidores esperando a la persona que me conducirá a él después del desfile, he escuchado su nombre al menos diez mil veces. Cosas negativas en su mayoría, pero todos están de acuerdo en una sola cosa: él es perfecto, él es bello. Eros es la belleza encarnada en el rostro de una persona.
Pero a pesar de eso, las chicas que trabajan en la producción del show, las maquillistas, las encargadas del vestuario y todos los demás no se cansan de decir que el rey de la pasarela es una maldita perra desgraciada pero todas se cuidan de decirlo en voz alta. Perra o no, ellas saben que el éxito de sus propias carreras depende de ese chico al que no he visto, el chico del que a partir de hoy seré guardaespaldas personal.
Vuelvo a suspirar de forma dramática, no puedo evitarlo. Yo, un hombre que se encuentra en la antesala de la treintena de su vida, me siento un poco nervioso ante la idea de ser la niñera de un niño malcriado. Porque eso es lo que seré, seré la niñera de Eros y de no ser porque Yakov, mi ex jefe en el FBI movió a todos sus contactos para conseguirme este empleo después de que me echaran de la agencia sin que les importara un carajo que mi historial de casos resueltos fuera el de mejor productividad, no dejo de sentirme incómodo con la idea de verme condenado a no ser más que una niñera.
-Todo el mundo es reemplazable, Vitya- el recuerdo de Yakov al decirme esas palabras llega a mi mente con total claridad que incluso soy capaz de escuchar la voz de mi ex jefe que habla con ese inglés matizado aun por el acento de San Petersburgo que a pesar de los años de vivir en Estados Unidos no se había borrado de su voz-. Empiezas a ser un problema para los peces gordos y no puedo seguir trabajando contigo. Te dije que debías dejar de meter las narices en ese asunto del tráfico de narcóticos, tú eres un detective de homicidios y eso seguirías siendo si no hubieras empezado a rascar información de donde no debías…
-¿Me estás diciendo que tu sentido de la justicia también ha sido corrompido y comprado?- le respondí yo tratando de no perder la calma pero era difícil porque el hombre que yo había tomado como mi modelo a seguir me estaba diciendo simple y llanamente que mi investigación era un problema para quienes manejaban las leyes de este país que aunque no es el mío, he defendido como si lo fuera.
-Tú no eres tan ingenuo como para no saber que en este mundo existen dos tipos de ley- dijo Yakov haciendo que le dedicara una mirada de incredulidad pura-. Están las leyes que creemos defender y esas otras que se crean y se aplican solamente para aquellos que pueden pagarlas aunque es más que dinero de lo que estamos hablando. Hablamos de poder, de poder crudo y descarnado y para ese poder tú eres una molestia, sabes demasiado…
-Yakov…- había dicho yo tratando de entender qué demonios estaba pasando ahí.
-Devuélveme tu placa y tu arma, a partir de hoy quedas despedido de cualquier agencia gubernamental, la orden para no darte acceso a ningún sistema de inteligencia ha sido ya dada. Te han marcado como indeseable y sabes bien que yo no puedo hacer nada al respecto…- me había dicho Yakov y aunque estaba muriéndome de rabia, al menos le agradecí a mi superior que hubiera tenido la decencia de decirme todas esas cosas con la mirada llena de vergüenza.
En silencio, hice lo que Yakov me pidió y él suspiró como si se sintiera feliz de que yo lo hubiera obedecido en el acto pero sé que él sabía que ante una orden de ese tipo yo no podría hacer nada, ni siquiera una rabieta infantil. El poder había expresado ya su voluntad, Yakov y yo solo éramos súbditos de su mandato.
-Esto es un error y lo sabes…- le dije a Yakov mirándolo fijamente con mis ojos azules despidiendo frío como el hielo.
-Sí, lo sé…- dijo Yakov con la firme resignación de un hombre que estaba demasiado acostumbrado a obedecer, un hombre que una vez había sido un revolucionario pero que como todos los revolucionarios antes de él simplemente se había dejado moldear por los deseos del poder-. Escucha, tengo una oferta para ti, no es el tipo de trabajo al que estás acostumbrado pero puede funcionar…
-No quieras darme caridad, no la necesito…- dije yo porque soy un orgulloso de mierda y porque después de lo que había hecho no quería nada más que viniera de las manos de Yakov Feltsman.
-Déjame hablar primero ¿Quieres?- me dijo él con calma- Tú sabes que Lilia y yo adoptamos a un chico hace años ¿Recuerdas a Yurio? él es modelo, uno de los mejores. La agencia donde trabaja está buscando un guardaespaldas personal para uno de sus amigos que resulta ser el top model de la agencia. Quizá lo conozcas, todo el mundo habla de él ¿No has escuchado hablar del Eros de las pasarelas?
-¿Es en serio, Yakov?- dije yo riéndome de verdad- ¿Guardaespaldas de un modelo? Me estás tomando el pelo, gracias, pero debo declinar la oferta…
-La agencia quiere que protejas a su mejor elemento porque ha estado recibiendo amenazas de un acosador, no es un acosador cualquiera. Al parecer he llegado lejos con sus avances, están preocupados por el chico. Phichit Chulanont es el manager del chico en cuestión, esta es su tarjeta, contáctalo y estoy seguro que te dará el puesto sin dudarlo. Necesitan a alguien profesional y les dije que les enviaría al mejor…
-Yakov, no puedo hacer un trabajo tan ridículo como ese…- dije yo con burla-. No quiero…
-¿Tan importante te crees?- dijo Yakov riendo sinceramente por primera vez en lo que iba de la tarde-. Después de ti vendrán mil chicos más que estarán encantados de compartir sus ideales de justicia con los demás, algunos de ellos fracasarán como tú cuando se metan donde no deben y otros tantos alcanzarán el éxito si saben dónde pisar. Te repito Victor que todos somos reemplazables y si quieres seguir en contacto con la justicia que tanto clamas, protege a ese chico. Eso es lo que querías hacer desde que empezaste la escuela de leyes ¿no es así? Tú querías proteger a todo aquel que lo necesitara y te pregunto entonces ¿Cuál es la diferencia? Criticas mi sentido corrompido de la justicia pero ¿y el tuyo? ¿Era justicia o recompensa a tu vanidad lo que estabas buscando al hacerte el héroe metiendo las narices donde nadie te llamó, Vitya?
Me quedé callado ante esos juicios demoledores y Yakov me miró con tristeza y algo de vergüenza, incluso él sabía que se había pasado del límite con su comentario.
-Ve a ver a Chulanont y fin del tema- agregó Yakov poniendo la tarjeta del hombre aquel en mis manos-. Y ahora vete ¿quieres? Fue un placer trabajar contigo, Victor, pero cometiste errores que en esta profesión son imperdonables…
Aquella sentencia cruel se repite en mi mente con música trágica de fondo cada vez que vuelvo a recordarlo. El quinto suspiro dramático de la tarde vuelve a hacer que mis pulmones se llenen del perfume que me trae de vuelta a mi trabajo actual y es que a pesar del orgullo, de pronto me di cuenta de que las cuentas no se pagarían solas y a pesar de mí mismo, llamé a la agencia de modelaje de su hijo adoptivo preguntando por la vacante. Yakov tenía razón, el señor Chulanont me contrató sin hacer demasiadas preguntas, le bastó mirarme de arriba abajo y decir: "Lucirá bien al lado de Eros".
Sonrío con un poco de burla. Supongo que en este mundo eso es todo lo que importa, no mi inmaculado expediente o mi preparación sino que sea lo suficientemente guapo para estar al lado de una deidad de las pasarelas como Eros, un hombre que seguramente será terriblemente hermoso y sin embargo vacío como un muñeco de porcelana que ha sido creado para exhibirse solamente en un aparador.
-El señor Chulanont quiere que usted se siente en la primera fila de la pasarela- dice una chica al lado mío que me provoca un susto de muerte-. Dice que no cree posible que algo le pase al señor Katsuki, pero que de todos modos es mejor prevenirlo. Hoy es su gran noche ¿sabe? El traje que Christophe Giacometti ha creado es digno de un rey, está decorado con diamantes oscuros, luce perfecto sobre el cuerpo de Yuri pero no me sorprende para nada ¿qué cosa no luciría bien en el cuerpo de un súper modelo?
-¿De quién estamos hablando, perdone?- digo yo un tanto confundido por las palabras de la chica que tiene todo el aspecto de ser una becaria en busca de su gran oportunidad en la industria de la moda.
-Yuri Katsuki… espere un segundo ¿No es usted Victor Nikiforov, el hombre que ha sido contratado como su guardaespaldas?- dice la chica quien se ha puesto pálida de repente- ¡Oh señor! ¡Soy tan estúpida!
-Sí soy Victor Nikiforov pero fui contratado para estar al servicio del señor Eros- digo yo sintiendo que mi corazón late al recordar el nombre que la chica ha mencionado.
-¡Oh! Supongo que no le dieron el nombre real de Eros aun- dice la chica con alivio-. Yuri es Eros y Eros es Yuri, así que no debe preocuparse, solo acompáñeme ¿quiere? El evento está a punto de continuar y no quiere perdérselo ¿o sí?
La verdad es que no tengo una respuesta sincera a esa pregunta así que simplemente asiento y dejo que la chica me guie a la primera fila frente a la pasarela por donde Eros caminará en unos minutos más.
Y mientras la sigo y ante mis ojos se despliega el magno escenario de aquella presentación así como la algarabía de los fans de Eros, me sigo preguntando porqué mi corazón late con fuerza al pensar en el hecho de que el súper modelo se llama Yuri Katsuki y me pregunto por qué mi alma completa de pronto está preguntándome si ese Yuri es el Yuri que yo conocí hace años cuando yo no era más que un estudiante en la escuela preparatoria de Detroit en la que me encontré con un par de ojos marrones que me hicieron preguntarme por qué el mundo tenía que estar tan lleno de injusticia y de dolor.
Pero no, claro que no, eso no puede ser posible. El Yuri aquel que aun después de tantos años sigue siendo el tema principal de algunos de mis sueños no puede ser el mismo que aquel modelo. Sí, el nombre sin duda no es común pero no puede ser. El chico que conocí hace años, el chico del que estuve cobardemente enamorado y al cual no defendí porque nadie hubiera defendido a Yuri Katsuki en su sano juicio, no puede ser mi futuro jefe, claro que no.
Pero cuando mis labios forman otra vez ese nombre a mi mente acuden imágenes que creí olvidadas, imágenes que un solo nombre ha traído a la superficie de mi mente. Imágenes de un chico que a mí me parecía completamente adorable pero que a los demás parecía provocarles unas inmensas ganas de destrozarlo.
El Yuri que yo conocí era el perdedor de la escuela, el muchacho asiático que usaba lentes y era odiosamente inteligente. El Yuri que yo conocí solía sonreír mientras tomaba fotografías con una desgastada cámara que parecía ser el único tesoro que poseía de verdad. Aquel Yuri era un poco gordo pero cada vez que lo miraba con su pequeña cámara capturando imágenes que después eran expuestas en el mural del taller de fotografía sentía algo palpitando en mi corazón, algo cálido y perfecto que me hacía sonreír la tarde entera sin que Yuri supiera que él era la única persona que me hacía sonreír con auténtica alegría. Y la imagen de ese chico, el chico al que yo conocí dista tanto de la un supermodelo que por eso mismo decido que él y Eros no pueden ser el mismo, sencillamente no.
Además, si fuera así tendría que morirme de vergüenza por aquella vez, la última vez que lo vi, la única ocasión en la que me acerqué a él simplemente para terminar de enamorarme de su sonrisa y de sus mejillas sonrojadas y después, abandonarlo a su suerte cuando mis agallas se fueron al carajo y hui de lo que sucedió sin que nadie pudiera preverlo o evitarlo. Hui y lo abandoné a su suerte y aun no me he perdonado aquella huida. Supongo que es por eso que no he podido olvidarlo, la mente tiene una cualidad especial para hacernos recordar aquello que nos hace sentir profundamente avergonzados.
Perdido en mis pensamientos, minutos después me descubro sentado ya en mi lugar frente a la pasarela y las luces del salón bajan y una canción se deja escuchar con los primeros acordes de un piano que después transmutan en la melodía sencilla y pegadiza de un sintetizador. A la música la acompaña después un espectáculo de luces multicolor que crea un arcoíris que después confluye en el centro del escenario por el que, minutos después aparece la estilizada figura de un hombre que podría robarle la razón a cualquiera: su cuerpo es alto y esbelto, su cabello negro está arreglado hacia atrás dándole el aire sofisticado de un príncipe que camina hacia el altar sin que le importe que sobre su piel haya un millón de miradas.
Su traje negro es una obra de arte en sí misma pero es lo que hay en el modelo lo que hace especial al traje y no al revés y me digo que sin duda alguna ese Christophe Giacometti es un verdadero genio. Porque la tela oscura del traje se pega a las curvas bien delineadas del cuerpo de quien sin duda es Eros en persona. El traje destella en medio de la pasarela y la gente silba avivando el caminar sensual y estudiado del modelo quien no se digna a mirar a nadie. Él sabe que es el hombre más hermoso en la sala, quizá sea el hombre más hermoso del mundo y yo no me atrevería a ponerlo en duda. Los pequeños diamantes negros destellan cuando la luz se refleja en ellos, el cuerpo del modelo parece flotar, parece que los pies de Eros no tocan el suelo porque él es un dios y puede flotar en el aire si le da la gana hacerlo. Él es un dios y nos tiene atrapados en su hechizo, mis ojos azules lo siguen y toco mi cabello plateado como hago cada vez que estoy nervioso pero es que es hasta este momento en el que me pregunto cómo será trabajar con alguien así, con alguien que es hermoso más allá de las palabras y que está consciente de esa belleza. Porque si alguien como él quiere ser un malcriado, si alguien como él es una perra como todos dicen por la sola fuerza de su encanto el mundo le permitirá serlo ¿quién podría negarle algo?
Nadie puede escapar de la fluidez de su paso, del contoneo sensual de su cintura o del brillo de esos ojos color marrón que brillan con más fuerza que los diamantes de su traje oscuro.
Esos ojos color marrón…
Mi corazón parece alzarse en un grito con cada uno de sus latidos cuando caigo en la cuenta de lo que he pensado y entonces su mirada se clava en mí y Eros sonríe con la fría calma de un ser de otro universo. Él me sonríe a mí o se burla de mí porque sabe que aunque lo deseo jamás estaré a su altura, jamás podré alcanzarlo y ese pensamiento duele dentro de mí sin tener clara una razón. Pero sus ojos, sus ojos me están contando ahora miles de recuerdos, sus ojos me dicen que quizá el mundo es muy pequeño y que yo estoy otra vez delante de aquella mirada de la que jamás debí haber huido, la mirada a la que debí proteger sin importarme nada.
Siento que mis piernas quieren levantarse pero contengo el impulso a tiempo. No, no puedo seguirlo. Él terminará su espectáculo y después estaré cerca de él y de sus ojos marrones que parecen venir desde lejos, desde el recuerdo de días de sol y fotografías robadas a al atardecer. Él es como un suspiro del pasado al cual quiero asirme pero no lo haré, no aun. Porque sus ojos pueden ser los mimos de los que me enamoré, pero él ya no mira igual que antes y yo no soy nadie para reprocharle.
Eros termina su danza hipnótica con una pose final que deja a disposición de todos los demás una hermosa vista de su cuerpo oculto bajo la elástica tela de su traje negro. Y entonces la estrofa final de la canción se repite una vez más y yo me pierdo en aquellas palabras que dicen:
Este traje negro te robará el corazón, tus ojos brillan en mi dirección. Me haces caer con un solo gesto, mi corazón está a punto de estallar.
Este traje negro se robará la noche…
La noche, el día, el sol o el cielo con todas sus estrellas… él podría robarse al universo entero con la sonrisa que le dedica a su público, una sonrisa desdeñosa porque él sabe que seguirá siendo quien es aun si todas esas personas se olvidan de su nombre pero ¿quién podría olvidarlo? El alma humana tiende a desear poseer una belleza como la suya, la belleza fría, quieta y lejana de la luz de las estrellas.
Sí, él nos ha robado a todos aunque dentro de mí estoy seguro de que sin que él lo pidiera, todos le hemos rendido el alma entera con la sola condición de que vuelva a aparecer delante de nosotros y de pronto me siento estúpidamente afortunado y egoísta porque solamente yo podré verlo después, solamente yo estaré al lao suyo día y noche y de pronto el trabajo que Yakov me consiguió no parece tan detestable.
Y como si alguien hubiera leído mi mente, la misma chica que me llevó a mi silla frente a la pasarela me lanza una significativa mirada y me pide que la siga de nuevo a los vestidores del recinto donde sin duda alguna seré presentado de una vez a mi nuevo protegido y mi corazón se emociona al pensar en la posibilidad de estar cerca de Eros una vez más.
-¡Señor Nikiforov, hizo usted un trabajo excelente!- dice un alegre hombre de piel color canela y ojos oscuros y vivaces-. Temíamos por la seguridad de Eros esta noche ¿sabe? Nos habían amenazado con boicotear el evento, es una suerte contar con usted ahora…
-Pero yo no hice nad…- digo yo antes de que el señor Chulanont me tome de la mano interrumpiendo mi torpe discurso.
-Venga, venga, lo presentaré de una vez con Eros, él muere de ganas por conocerlo- dice Phichit con emoción y me pregunto si este hombre deja de estar emocionado alguna vez.
-¿En serio?- me permito dudar yo.
-Sí, sí…- dice él abriéndose paso hacia la puerta de un camerino y mi corazón parece detenerse cuando me doy cuenta de que ese debe ser el sitio donde me espera Eros- ¿Quién trajo tantas flores, Marcia?- pregunta el señor Chulanont dirigiéndose a la chica.
-Regalos del señor Kenjirou Minami- dice la chica con una sonrisa divertida-. Mil rosas rojas y mil lirios blancos para el hombre más bello de Nueva York…
-Kenjirou no se cansará jamás ¿verdad?- dice Phichit y yo me pregunto seriamente quién demonios es ese señor Minami y si me permitirá dispararle para mantenerlo alejado del súper modelo que parece ser el objeto de su adoración.
Sin agregar más a lo ya dicho, Phichit Chulanont abre la puerta del camerino de Eros quien nos recibe a los dos con una sonrisa un tanto burlona y cansada, completamente cansada pero que no deja de ser hechizante como todo en el hombre quien, con la camisa del traje abierta hasta el inicio de su vientre, me invita a perderme en él de una vez y para siempre.
-Yuri- dice Phichit con voz cantarina-. Te presento a Victor Nikiforov, tu nuevo guardaespaldas…
-Bueno, al menos el niñero es guapo esta vez- dice él evaluándome con sus hermosos ojos de arriba abajo y me pregunto si eso hacen todos en el mundo de la moda para decidir si vales o no la pena. Yuri ignora olímpicamente la mano que acabo de extender hacia él y de pronto me pregunto si quizá una reverencia o arrodillarme a sus pies hubiera sido más adecuado-. Voy a causarle muchos problemas, señor Nikiforov, espero que lo hayan dejado en claro en su contrato…
No digo nada y él me da la espalda como si fuera insignificante y me digo que lo soy, claro que lo soy y mientras las manos de Eros siguen desnudándose delante de mí sin pudor y sin que le importe que mis ojos azules se pierdan en su piel blanca, me digo que es verdad, que él me causará muchos problemas pero que en realidad- y no me importa sonar como un reverendo estúpido al decir esto- estoy dispuesto a enfrentarlos todos si él me deja quedarme a su lado porque debajo de aquella fachada de dios inalcanzable está también oculta la mirada dolida aquella a la que abandoné hace años porque la becaria tenía razón:
Yuri es Eros, Eros es mi Yuri…
NDA: La canción "Black suit" de Super Junior tuvo la culpa de todo esto. Historia dedicada a Noe de mi corazón¡ Espero que este loco relato te de fuerzas ahora que lo necesitas :D
