ch.1 – La bienvenida.
16 de septiembre
1:00pm
Residencia de estudiantes Moragowi Hall, Campus de la Universidad de Tokio
Los pasillos eran un caos. Los chicos y las chicas iban de un lado para otro acarreando cajas y maletas gigantes. Hoy era el primer día que podían instalarse y nadie quería desperdiciar ni un segundo. El comienzo de las clases no sería hasta el 20 de septiembre, pero en un campus tan grande, cuatro días no eran suficientes para adaptarse. Ni para orientarse.
Sakura miraba las indicaciones del pasillo y el papel que llevaba en la mano, donde se le explicaba "sencillamente" dónde estaba su habitación y cómo llegar a ella. Llevaba más de 10 minutos parada en medio del caos, con su maleta en una mano y el papel en la otra, mirando una y otra vez a las señales de la pared. De pronto parecía que ya no sabía leer japonés, porque no entendía nada. Una chica más o menos de su edad se paró a su lado, y después de un rápido vistazo a las indicaciones, siguió con su camino.
- ¿Pero cómo lo ha hecho? - Pensó Sakura en voz alta.
De repente sintió un empujón por detrás y tuvo que hacer gala de todo su equilibrio para no caer de cara al suelo.
- ¡Lo siento mucho! No veía por donde iba, llevo tantas cosas encima..
Sakura levantó la vista y vio a un chico alto, de pelo castaño, ojos marrones y un millón de cajas entre sus brazos.
- No pasa nada – Dijo ella sonriendo, al menos el empujón le había servido para salir de su ensimismamiento
- ¿Seguro que estás bien? ¿No necesitas nada?
- Si, estoy bien. Pero ahora que lo dices, si que necesito un poco de ayuda. - Ella le enseñó el papel que había estado estudiando unos segundos atrás - ¿sabes cómo puedo llegar a mi habitación? Es que soy nueva y mi orientación apesta, la verdad.
El chico miró el papel un segundo y elevó las cejas en un gesto de sorpresa. Soltando una de las cajas que llevaba, metió la mano en su bolsillo trasero y sacó un papel igual que el de ella.
- Vaya casualidad – dijo él con una sonrisa – somos vecinos. Sígueme.
El chico volvió a recoger la caja que había dejado en el suelo y empezó a andar. De repente paró en seco y se volvió hacia ella.
- Perdona, soy un maleducado. Soy Li, empiezo este año la especialización en pediatría.
- Sakura Kinomoto, es mi primer año de medicina.
Siguieron su camino tras girar a la izquierda y encaminarse a través de un pasillo excesivamente largo.
- Genial, te va a encantar. Bueno, también es probable que mueras socialmente, que no vuelvas a ver a tus amigos y que tu piel se vuelva más blanca de lo que se considera saludable por no ver el sol. Pero por lo demás, creo que disfrutarás mucho, el primer año es muy.. especial, y si necesitas ayuda, no tienes más que llamar a esta puerta.
Diciendo eso soltó las cajas que llevaba encima y golpeó la puerta que acababa de señalar. Sakura miró el papel y confirmó que aquella era su habitación.
- Bueno, me has asustado un poco, pero gracias de todas formas Li. Supongo que ya nos veremos por aquí, vecino.
- Claro que si. - Abrió la puerta de su habitación y antes de encajarla tras de si, volvió a abrirla – por cierto, mis disculpas adelantadas por el ruido.
Y con una sonrisa cerró la puerta dejando a Sakura un poco confundida. ¿Qué había querido decir con eso?
16 de septiembre
1:30am
Habitación de Sakura Kinomoto, Moragowi Hall
- Dios, no me lo puedo creer.
Sakura estaba despierta en su cama, mirando al techo. A las diez de la noche había decidido ir a dormir después de toda la tarde acomodando las cosas que su hermano Touya y su novia le habían traído. Ahora, a la una de la madrugada, la comprensión total y excesivamente gráfica del porqué del "mis disculpas adelantadas por el ruido" la había despertado. Al parecer, su vecino y su novia se lo estaban pasando bien... al menos ella.
17 de septiembre
10:07am
Habitación de Syaoran Li, Moragowi Hall
El despertador estaba sonando y la almohada que se había puesto en la cabeza no evitaba que el horroroso timbre penetrara en sus oídos. Después de todo un verano sin hacer nada y durmiendo hasta el medio día, había decidido emplear el poco tiempo hasta el inicio de las clases en despertar un poco más temprano cada día, así no sería un shock tan grande cuando el lunes el despertador sonara a las 7.
Alguien apagó el reloj por él y recordó que no había dormido solo. Tras acomodar sus cosas en su nueva habitación, había ido a su antigua casa, Cotting House, donde había vivido con todos sus compañeros de hermandad, y donde el sábado tendría lugar una locura de fiesta de bienvenida para los nuevos estudiantes. Allí, en la "pre-fiesta" había conocido a una chica muy guapa e interesante. De una manera u otra habían acabado en su habitación y ahora llegaba ese incómodo momento en el que él, sin recordar aún su nombre, tendría que aclararle que había pasado una noche muy agradable pero que eso era todo, que no estaba interesado en ninguna relación y que ya se verían por ahí.
- Buenos días.. ¿Takeshi? - Escuchó su voz acolchada por la almohada que aún cubría su cabeza. Cuando la quitó, pudo ver a la chica ya vestida y atando los cordones de sus zapatillas. Tenía el pelo largo, oscuro, la piel muy blanca y unos ojos tan azules que parecían casi negros - Verás, anoche lo pasé bien, pero eso es todo lo que puedo ofrecerte. No estoy interesada en ninguna relación ahora mismo, es mi primer año aquí y pienso disfrutarlo al máximo.
Él la miró con una mezcla de sensaciones muy extrañas. En primer lugar, no recordaba que la chica fuera tan alta, y eso es un detalle que ahora mismo, y por algún motivo, le perturbaba mucho. En segundo lugar, todo lo que ella había dicho era exactamente lo que él iba a decir. Y por último, se sentía horrible escuchar eso.
- Bueno... ehh - ¿cómo se llamaba?
- Por favor, no tienes que fingir que no recuerdas mi nombre. Sé que esto puede herir un poco tu orgullo masculino, pero no te sientas mal, conozco a demasiados chicos como para recordar todos sus nombres, así que es una cuestión de cantidad, no de calidad. No sé si me entiendes. Quizás si te conociera vería que eres diferente, especial, blahblah, pero la cuestión es... que no quiero. - Hizo una mueca de resignación y continuó – No sé si estoy arreglando algo con esto, siempre me resulta muy incómodo este momento. En fin, que tengas un buen día.
Y con una sonrisa tan deslumbrante como el sol, desapareció cerrando la puerta tras de si.
- ¿Qué ha sido eso?
Era difícil describir cómo se sentía ahora mismo. Es decir ¿así se sentían todas las chicas a las que él les explicaba lo mismo? Quizás incluso peor. A ver, no es que esperara nada de ella, la cosa iba sobre él. ¿De verdad había sido tan "mediocre" como para no tener ni el más mínimo interés en repetir? ¿Quizás él se creía demasiado especial y resulta que no es tan así? Vaya forma de empezar el día...
Decidió no pensar más en lo sucedido y tras una ducha rápida, se dirigió otra vez a su antigua casa. Hoy era uno de los días más importantes del año. Cientos de nuevas chicas llegaban cada año a la universidad y era su deber y el de sus "hermanos" el darles la bienvenida a la vida en el campus. Para ello, nada mejor que bebida en exceso y música a niveles ensordecedores. En cada casa habría una fiesta de bienvenida, pero ninguna era tan salvaje como la que tenía lugar en esa casa. Y todo el mundo lo sabía.
Cuando llegó, su amigo de toda la vida, le abrió la puerta con una enorme sonrisa de anticipación.
- Tío estoy impaciente, ¡casi no he pegado ojo esta noche!
- ¿Por qué tan nervioso Eriol? Ya sé que es una gran fiesta pero... no es como si fuera tu primer año.
- Nah, no es por la fiesta. Verás ¿recuerdas esa chica de la que te he hablado un millón de veces?
- ¿La hija del socio de tu padre? ¿Esa que pasa de ti y hace como si no existieras cada vez que te ve? - Su amigo tenía un gusto muy peculiar.
- Bueno, olvidas decir que está buenísima y que tiene un grandísimo cerebro dentro de su preciosa cabeza.
- No lo sé porque no la he visto nunca.
- Como sea, ¡este año estudiará aquí! Me he enterado hace solo dos días, pero ya he conseguido averiguar que va a estudiar magisterio musical, que vivirá en tú residencia y que no le gusta el brócoli.
Su pecho se hinchó con orgullo como si no diera miedo el hecho de que hubiera conseguido averiguar todo eso, por no mencionar la poca utilidad del dato culinario.
- Entonces supongo que la conoceré esta noche, no creo que no vaya a pasar por aquí.
- Bueno, tengo mis dudas, ya sabes como son la gente de magisterio... Aún así tengo dos infiltradas que harán todo lo posible por conducirla hasta aquí.
- De verdad, no quiero saber cómo has conseguido nada de eso.
- Ni te lo contaría si quisieras, un mago nunca revela sus trucos. Y gracias a ellos, esta noche Tomoyo arrastrará sus preciosos pies hasta esta casa.
¿Tomoyo? ¿De qué le sonaba ese nombre?
17 de septiembre
01:20pm
Habitación de Sakura Kinomoto, Moragowi Hall
Abrió los ojos y la visión del techo se le hizo bastante familiar. Después de una noche entera admirándolo, y no precisamente por lo artístico de sus manchas, Sakura se planteaba seriamente pedir un cambio de habitación. Si todas las noches eran como esa, no podría rendir en ninguna de sus clases. Y no sólo eso, aunque le costara admitirlo, su vida sexual en el último año había sido más bien triste. Nula, mejor dicho. Su última y nada satisfactoria experiencia sexual se remontaba a principios de verano, cuando en una fiesta del hotel de playa donde había encontrado trabajo para las vacaciones, había conocido a un chico inglés que la invitó a su habitación y, después de media hora de preliminares, la cosa quedó ahí porque la otra cosa no funcionó. Lo único que se levantó en esa habitación fue ella para marcharse con el autoestima por los suelos. Después leyó en muchos foros de internet que un "gatillazo" se puede deber a muchas cosas, como el efecto del alcohol, el estrés o la falta de descanso. Aún así ella prefirió seguir pensando que el bronceado de la playa no le sentaba bien, que el peso que había ganado no se había ido a su pecho como ella pensaba y que aquel minivestido que conformaba el uniforme de camarera en el hotel, le hacía unas caderas enormes. Mentalidad de chicas. A partir de ahí la cosa no había mejorado mucho, incluso un par de veces había intentado ser ella la que entrara a los chicos, pero con los que lo había intentado habían resultado estar allí de vacaciones con sus novias. Bastante agresivas, por cierto.
- Me muero
Se levantó como un zombie y se dirigió a su armario para coger algo de ropa e ir a ducharse. El tema de las duchas compartidas no le había hecho ninguna ilusión desde el principio, pero cuando llegó al baño de las chicas, y vio a dos chicos con toallas a la cintura, sopesó la idea de ducharse solo cuando volviera a Tomoeda algún fin de semana. ¿Cómo se suponía que ella tenía que ducharse tranquila sabiendo que nadie respetaba los cartelitos de las puertas? Los chicos se marcharon y ella aprovechó para meterse a la ducha con toda su ropa. Fue un poco difícil hacerlo sin que todo acabara mojado, aunque el cubículo era espacioso, pero finalmente consiguió terminar de ducharse, en un tiempo record además. Al salir se encontró a una chica de pelo largo y negro.
- Es más fácil venir solo con la toalla y vestirte en tu habitación – Sonrió
- Supongo que si... pero no me resulta muy cómodo andar por ahí solo con una toalla
- Bueno, yo estoy acostumbrada, el año pasado estuve estudiando fuera y también vivía en una residencia como esta. Es cierto que al principio es raro, pero en unas semanas te reirás de lo que has hecho hoy. Por cierto, soy Tomoyo Daidouji, pero llamame Tomoyo.
La chica extendió la mano que no sujetaba la toalla y Sakura la estrechó suavemente.
- Sakura Kinomoto, es un placer. ¿Es tu primer año?
- Si, lo es. Empiezo magisterio musical, ¿y tú?
- Yo empiezo medicina
- Wow, es duro
¿Es que alguien pagaba a los alumnos para desanimar a otros alumnos o qué?
- Si, bueno, es lo que me dicen todos.
- Bah, no hagas caso, seguro que puedes con ello. ¿Tienes planes para esta noche?
- Todavía no he pensado nada, sé que hay varias fiestas, pero la verdad es que aún no he decidido. Tampoco conozco a nadie y esta noche no he dormido muy bien, así que a lo mejor me quedo a descansar...
- ¿Qué? De eso ni hablar. Y claro que conoces a alguien, me conoces a mi y eso es más que suficiente. Si te digo la verdad, eres la primera chica con la que hablo desde que llegué aquí, así que ahora mismo eres algo así como mi mejor amiga. Por lo tanto, tu y yo vamos a salir esta noche y vamos a ir a la fiesta más loca que haya. ¿Cuál es tu habitación? - Esta chica tenía las cosas bien claras.
- La 307, pero de verdad que no sé si...
- No hay peros que valgan – la interrumpió – a las siete estaré en tu puerta, iremos a cenar y después a buscar nuestra fiesta. Llevaré vestido y tacones, espero lo mismo de ti. No me defraudes Sakura.
Con eso último le guiñó un ojo y se metió a la ducha. Sakura se quedó ahí parada, con su ropa y su toalla mojada en una mano y su peine en la otra.
- Bueno, quizás me vendrá bien salir un poco. Igual hasta dejo de hablar sola.
Se encogió de hombros y salió camino a su habitación.
17 de septiembre
07:20pm
Cotting House
Todo en la casa estaba casi preparado: las luces, la música, las bebidas y, por supuesto, los brownies especiales de Yamazaki. Yamazaki era uno de los miembros más antiguos de la hermandad, estaba a punto de licenciarse y este año estaba descontrolado porque ya le daba todo igual. Así que en cada fiesta que se organizaba, usaba sus grandes dotes culinarias para preparar deliciosos pastelitos con un ingrediente especial que, por supuesto, no era el amor. Pero venía de Jamaica.
Con una bandeja de humeantes brownies en sus manos, entró en la habitación de Eriol como si el cartel de "No molestar" estuviera en ruso.
- Tienes que probar esto, no solo por el ingrediente especial, ¡me he vuelto loco y he puesto tres medidas de chocolate!
- Tio... no tienes que despertarme cada vez que no sigues una receta al pie de la letra, para la gente normal eso es el día a día.
- Ya sé que los simples mortales no apreciáis la importancia de las medidas en la cocina, pero ese no es el tema. Y por cierto, ¿qué haces durmiendo? Son casi las siete y media.
- ¿¡Las siete y media ya!?
Eriol se levantó como un rayo y se fue a la ducha sin recoger su ropa. Tenía tiempo para relajarse, la fiesta no empezaba hasta las nueve.
Yamazaki dejó la bandeja de brownies de chocolate en el pasillo mientras murmuraba para si mismo.
- Supongo que ya sabe que la fiesta empieza a las ocho...
Por suerte el baño estaba vacío. Necesitaba relajarse, los nervios siempre le hacían más pálido y ahora que por fin había conseguido broncearse después de todo el verano en la playa, no se podía permitir eso.
La playa.
Aún recuerda como aquello fue el principio de su carrera sexual cuesta abajo. ¿Cómo pudo pasarle aquello? Era una chica perfecta, guapísima, tanto como Tomoyo, pero diferente. Pasó días sin salir de su habitación por no encontrársela, ¡qué vergüenza! Cuando consiguió reunir el valor, hizo las maletas y pidió la cuenta por teléfono, bajó a recepción con una ridícula gorra y gafas de sol, pagó y se fue a buscar otro hotel, lo más lejos posible. Estaba tan paranoico que incluso fue al médico. Lo cual no sirvió de mucho, pues el doctor solo le dijo que se relajara, que era algo normal y que a todos los hombres le pasaba. ¡Pero él había visto suficiente porno como para saber que no a todos le pasaba! Ese médico no tenía ni idea. Y así fue que pasó todo el verano huyendo de las chicas, guapas, feas, altas, bajitas... daba igual, todas le daban miedo de repente. Pero hace dos días, cuando se enteró de que su obsesión Tomoyo Daidouji estaría aquí, decidió que había que poner fin a eso.
Perdió la cuenta del tiempo que llevaba en la ducha pensando, miró su reloj y se sorprendió al ver que sólo eran las 8:00pm. Cerró el grifo del agua y se sacudió el pelo cual perro. Ahora venía lo peor, llegar a su habitación tapándose como pudiera con sus boxers. Suerte que en aquella casa se veían cada día cosas mucho peores. Salió del baño y vio la bandeja de brownies encima de una mesa. Le extrañó que ya estuviera vacía, se suponía que eran para los invitados. También le sorprendió escuchar ya la música y tantas voces. Para cuando se quiso dar cuenta, estaba casi en medio del salón, desnudo, y frente a frente con alguien...
Syaoran llegó a la casa un poco más tarde de lo previsto. Le había costado ridículamente escoger qué ponerse. Saludó a todos sus amigos y salió al jardín a echar un vistazo a la barbacoa. Fue a por algo de beber y al entrar en el salón se encontró con una curiosa imagen...
Tomoyo fue puntual y recogió a Sakura tal y como le había dicho. Fueron a cenar a un italiano y cuando terminaron se encaminaron de nuevo al campus. Les habían dicho que la mejor fiesta sin duda sería en Cotting House, por lo que decidieron pasar por allí primero y después hacer un recorrido por las demás. Habían estado toda la cena hablando, tenían muchas cosas en común y sorprendentemente se habían reído bastante. Todo apuntaba a que serían buenas amigas durante el curso.
- Quizás seas mi experiencia lésbica universitaria – rió Tomoyo
- Uff... lo dudo, creo que el sexo y yo hemos escogido caminos diferentes para siempre.
- ¿Por qué dices eso? Bueno, solo si es algo no traumático que se pueda contar... ¿Has decidido... esperar? - Tomoyo la miró con sospecha, no sabía que pensar sobre ese tema.
- ¿Qué? No, no. No es nada de eso, no soy tan rara. Simplemente... bueno, llevo un tiempo en el que parece que ya no tengo ningún atractivo para los chicos, y no entiendo por qué, si yo me veo igual – se encogió de hombros y se quitó la chaqueta. Estaban ya en la puerta de Cotting House esperando a que alguien abriese.
- ¡Qué tontería Sakura! Eres guapísima y mírate, tienes un cuerpo que ya querrían muchas. La que creo que se tomará un descanso del sexo seré yo, ayer conocí a un chico y esta mañana ha sido horriblemente incómodo decirle que no buscaba nada serio. Y ahora la idea de encontrármelo otra vez por el campus me da ganas de que me trague la tierra. Creí que no sería tan difícil, pero al parecer no soy tan... fría, como pensaba.
De repente, la puerta se abrió dejando pasar a las dos chicas. Otra chica mayor que ellas, que se presentó como Rika Sasaki, las saludó y las invitó a pasar al salón, de dónde provenía la música. En el momento en que entraron se produjo algún tipo de descarga en el ambiente. Sakura dirigió su mirada al centro del salón, y para su sorpresa, se encontró con el origen de sus problemas sexuales. Y desnudo.
- Oh no... ¿Eriol? - murmuró Sakura
- ¡Sakura! - Gritó él
Syaoran se acercó corriendo a su amigo y quitándose la camisa se la dio para que pudiera taparse de una forma más digna. Al escuchar ese nombre, miró hacia donde Eriol lo hacía. Vio a su nueva vecina y a su lado...
- ¿Tú?
- ¡Takeshi! - exclamó Tomoyo
- ¡No me llamo así, loca!
Sakura se dio la vuelta intentando con eso que todos olvidaran su presencia y en cuanto recordara como había entrado allí, volver a salir.
- Syaoran, ¿de qué conoces a Tomoyo? - preguntó Eriol muy sorprendido
- ¡Te he dicho mil veces que para ti soy Daidouji! ¿Y de qué conoces tú a Sakura? ¿Y por qué estás desnudo? ¡Sakura! ¡Vuelve aquí!
Todo parecía una comedía antigua donde la gente gritaba confusa y se oían risas enlatadas de fondo. Esto no parecía el principio de una buena fiesta. Ni de un buen año.
Hola!
Este es el segundo Fic que publico y... bueno, no sé, es algo que tenía ganas de escribir porque... por motivos! En fin, déjenme saber su opinión, sé que ahora mismo es poca cosa, pero si les parece una idea interesante, let me know! :D
Besos a todos!
