Chapter 1: Chapter 1
Se tapó los ojos con su antebrazo, aun tumbado en la confortable cama de su habitación, donde parecía a salvo del mundo exterior. El sol era brillante y la luz se colaba a través de las persianas. Calculo mentalmente la hora. Sería como las 12 del mediodía. Estaba seguro por el ruido de los pidgey del jardín y el trasiego de gente por la calle. Se giró y observó el despertador. Durante unos segundos mantuvo la vista pegada, y vió cambiar el minutero. Aquello podría llegar a ser hipnotizante, sobretodo, cuando tu vida había dejado de tener sentido.
El timbre sonó y clavó la mirada en la puerta. Contuvo la respiración y se mantuvo en silencio. Lo que menos le apetecía era recibir a alguien y tener que escuchar un nuevo sermón sobre como había podido permitir que su vida terminase así.
- Ash, abre la maldita puerta. No trates de engañarme, se que estás en casa – gritó Brock desde el umbral.
Ash maldijo en su interior y soltó una blasfemia. ¿Por qué no le podían dejar tranquilo? Ya era mayorcito para tomar sus propias decisiones, por lo que no necesitaba que sus amigos estuviesen juzgando cada paso que daba.
- Está bien, si no abres, lo haré yo por la fuerza.
Brock era capaz. En los últimos años había desarrollado una fuerza bruta sin igual debido a su extremo entrenamiento en el gimnasio de Ciudad Plateada. Ash se levantó a regañadientes y buscó una camiseta que ponerse de camino a la puerta. Dio una última respiración profunda antes de abrir.
- Hasta que apareces – gruñó Brock, dando un manotazo a la puerta y entrando al interior del piso. ¿Tienes idea de que hora es?
- Hola Brock, yo también me alegro de verte – ironizó Ash cerrando la puerta indiferente.
- Vístete o llegaremos tarde – inquirió Brock deshaciéndose de la americana de su traje y colgándola en el perchero.
- Te dije que no iré – gruñó Ash dirigiéndose a la nevera en busca de algo que llevarse a la boca.
- ¿Vas a despreciar así a la Elite? – indagó Brock. Su amigo no era consciente de lo que aquella acción podía implicar.
- No les debo nada, y menos después de aquello.
Brock frunció el ceño. ¿Desde cuando Ash se había vuelto tan recoroso? Desde el incidente que Ash tuvo con un miembro de la Elite acerca de la gestión de los gimnasios de la región de Kanto, el moreno no había vuelto a poner un pie en la Meseta Añil. Antes la muerte, solía jurar.
- Ha pasado un año Ash, madura. Además, está claro que quieren redimirse de vuestro enfrentamiento. ¿Hace cuando que no se organiza algo como esto?
- No me importa – gruñó Ash mientras bebía una cerveza ante la atónita mirada de Brock.
- Joder Ash. Mira en donde has acabado. Estas podrido de dinero, sin embargo vives en este minúsculo piso en la ciudad más alejada de toda la región de Johto, y en medio de esta leonera.
- Me gusta – respondió seco.
- Está bien, Ash. Pongamos que te encanta esta vida. ¿Por qué no vienes entonces para darle en toda las narices a Deborah y el resto? Te creen desaparecido. Ya es hora que la persona que ostenta el título de Maestro Pokemon por sexto año consecutivo haga acto de presencia.
- Gracias Brock. Pero no estoy de humor.
Brock se contuvo. Si Ash no aparecía en la velada de esta noche y se comportaba como una persona normal ante el resto de personalidades, la Liga Pokemon revocaría su título de Maestro Pokemon. Esa información había llegado a su correo electrónico personal, a través de su buen amigo Lance, miembro de la Junta Directiva. Lance apreciaba a Ash y sabía que solo Brock podría hacerle cambiar de opinión en ese momento.
- Si no acudes, le vas a dar el disgusto del siglo a Delia. ¿Vas a hacerle eso a tu madre? – Brock percibió la tensión de Ash, al ver su mandíbula tensa.
- Eso es muy trapero – gruñó Ash resignado.
Brock había dado en su punto débil. No quería decepcionar a su madre. No más de lo que ya estaba. Iría a la recepción, recibiría ese estúpido título de campeón invicto, tomaría un par de copas y regresaría a casa. Además, es bastante probable que Deborah y su séquito no contase con su presencia, así que podría estar bastante bien aparecer de improviso.
Habían llegado veinte minutos tarde a la recepción, pero los asistentes todavía estaban tomando algo en el Hall del hotel. Sintió que las miradas comenzaban a recaer en él y comenzó a escuchar murmullos. Hasta podía adivinar lo que la gente estaba comentando.
- Mira, son Tracey y Richie – comentó Brock, haciendo un aspaviento para saludarles.
- ¡Ash! – gritó Richie con jubiló mientras le saludaba efusivamente con un apretón de manos. ¿Cómo le va a nuestro querido superior? – río abiertamente.
- Es cierto, Ash. No estaría de más que te pasases por el Observatorio a darnos unos consejos – bromeo Tracey dándole una palmada en la espalda
- Tracey, reza porque no aparezca en tu observatorio. Puede que ese día estuviese de mal humor y decidiese clausurarlo – ironizó Ash con una copa en la mano.
Estaban pasando un buen rato y todo se encontraba bastante animado, y el ambiente era menos tenso de lo que se imaginaba de camino a la recepción del hotel. Incluso cuando llegaron May, Dawn y Serena, todo se mantuvo en un estado de perfecta calma. Era bueno reencontrarse con amigos, sobretodo después del año que había pasado.
Serena parecía muy cercana a él esa noche, preocupándose por saber todo de su vida, e incluso haciéndole todo tipo de preguntas estúpidas con tal de captar su atención. Un par de veces, le sonrío seductor. Puede que esa noche necesitase algo de compañía, y quien mejor que ella para lamerle sus viejas heridas.
Estaba animado, hablando con Dawn y Tracey sobre la importancia de la coordinación entre los Centros Pokemon de Kanto. Casí se había olvidado de sus problemas. Y entonces sucedió. Escuchó algo que le puso los pelos de punta y logró que su joven corazón dejase de latir en ese mismo instante. No podía ser. No podía ser cierto.
- Ash, ¿te comió la lengua el gato? – bromeo Dawn mirándole extrañada, e intercambiando gestos con Tracey.
El se mantuvo en silencio. Completamente paralizado a la espera de que volviese a suceder. Su corazón retomó el pulso, y comenzó a palpitar rápidamente. Comenzó a notar como le sudaban las manos y el nerviosismo se apoderaba de él.
- Tío, estás palido. ¿Estás bien? – preguntó extrañado Tracey, tocando el hombro de su amigo para llamar su atención.
Ash miró a Tracey, y justo cuando iba a responder que no sucedía nada, que todo había sido producto de su imaginación, volvió a escucharlo. Aquel sonido. La comprobación veraz de que no se estaba volviendo loco. Esa risa. Esa voz.
Ash se dio la vuelta y buscó con la mirada. El peor de sus presagios se hizo realidad al verla con aquel precioso vestido turquesa y su melena pelirroja ondulada que caía con gracia por la espalda. Todavía no podía ver su rostro, pero estaba seguro de que era ella. No podía ser de otra manera.
- ¡Que tonto! – río ella a carcajada limpia mientras ladeaba ligeramente el rostro.
Ash clavó los ojos en ella. Allí estaba. Misty. Fabulosa y feliz, como si los años no hubiesen pasado por ella. Atónito primero al ver que su acompañante no era otro que Gary Oak, y después furioso con Brock porque le hubiese ocultado el pequeño detalle de que Misty también estaría allí.
- Ash…-susurró Dawn, al ver que el moreno se había percatado de la presencia de la pelirroja.
- Disculpen chicos. Vuelvo en un rato – sonrío levemente antes de darse la vuelta e irse.
Después de cinco minutos de búsqueda, encontró a Brock y Joy de ciudad verde charlando amigablemente en una de las terrazas del hotel.
- Por que no me lo dijiste – gritó furioso Ash hacia su amigo, agarrándole por las solapas. ¿Fue apropósito?
- ¡Cálmate, tio! – dijo Brock, soltándose de su agarre. ¿A que viene esto?
- Yo mejor les dejo, chicos – dijo Joy, volviendo al interior.
- A ella. Ella está aquí. Tu lo sabías, ¿no?
Brock le miró serenamente y asintió.
- Traicionado por mi mejor amigo. Increíble – gruñó Ash incrédulo.
- ¿Qué querías que hiciese, Ash? ¿Decirte que Misty estaría en la recepción? No quería empeorar las cosas – trató de explicarse, aun sabiendo que había tomado la mejor decisión al no decirle nada a su amigo.
- ¿Qué narices hace ella aquí? – interrogó. Yo no la invité.
- Es la líder del Gym de Celeste y por tanto representante de la ciudad. Lo sabrías si no te hubieses encerrado voluntariamente en tu zulo por un año.
- ¿Ella es líder de Celeste? – preguntó más bien para sus adentros. Si que había crecido rápido la niña. Eso acrecentó su furia interna.
- Y encima acompañada del estúpido de Oak. La cosa mejora – dijo Ash sacándo un cigarrillo.
- Gary y Misty están haciendo una investigación de campo sobre el origen del Gyarados Rojo. Quizás por eso les notases más cercanos.
- Puede que incluso no tenga que ver con la investigación, si no con asuntos de cama – dijo sin pensar.
- ¡Ash! – gruñó Brock. Ese comentario estaba totalmente fuera de lugar.
Ash dio una calada a su cigarro e inhaló el humo con intensidad. Comenzó a relajarse y a entender que con ese comentario, no había hecho más que tocar fondo. No debería importarle lo que Misty hiciera con su vida, ni con quien pasaba su tiempo. Ya no era asunto suyo desde hace bastante tiempo. Negó con la cabeza y se autoconvenció de que debía marcharse de allí cuanto antes. Por nada del mundo quería volverla a ver, mucho menos escuchar su risa, fruto de las estupideces de un ser como Gary Oak.
- Disculpate de mi parte con Lance y compañía. No me encuentro bien. Nos vemos – dijo sin esperar a que Brock replicase.
Avanzó rápidamente y esquivó a la muchedumbre que le aclamaba tan rápido como pudo. Lo que menos le apetecía en ese momento era soportar a su club de fans. Corrío, corrío y corrío sin parar, sin pensar, sin evitar recordar el sonido de la musical risa de Misty. Ahora, lo llevaba grabado a fuego en su memoria y eso le produjo rabia.
Mientras tanto en la recepción, Misty y Gary seguían contando sus anécdotas de investigación con el Gyarados rojo a otros compañeros de pesquisas, que sonreían complice al ver la gran conexión y química que mantenían investigador y líder.
- ¿Quién soy? – dijo una voz femenina tapando los ojos de la pelirroja, y logrando que soltase un pequeño gritito ante la impresión. No podía ser verdad. ¡Dawn!
- La morena más chismosa de la región – comentó Misty girándose para darle un gran abrazo a su amigo. ¿Es una broma? ¡Pensé que estabas en Hoen!
- Y lo estaría, si no fuera porque Tracey me arrastro a este acto tan aburrido. ¿Cómo te va todo, Mist? – sonrío apenada la morena. ¿Sabría ella que Ash había regresado a Kanto?
- ¡Genial! No podría irme mejor. Mis investigaciones con Gary por fin empiezan a mostrar resultados esperanzadores, por lo que conseguiremos rápidamente apoyo del Gabinete de Investigación de Kanto. Pero no quiero aburrirte con estos temas, ¿Quién mas ha venido?
Dawn tragó saliva e hizo una mueca. ¿Debía decirle a su amiga que su amor platónico había regresado tras un año desaparecido? Pensó rápidamente y decidió no comentar nada ya que lo más probable, es que Ash después de esa noche, se marchase para no volver. Eso le produciría mucho dolor a Misty, además de que la descentraría de sus deberes en la investigación y la asunción repentina de responsabilidades del gimnasio de Celeste.
- Por ahí están May, Tracey, Brock y Serena – hizo un aspavientos señalando a la parte trasera del Hall.
Por un momento Dawn creyó ver en el rostro de la pelirroja un atisbo de decepción. Podía ser que todavía lo tuviese presente. No, de ninguna manera. No debía después de lo que había sucedido entre ellos.
Ash llevaba tres horas en la cama de su hotel, y a penas podía conciliar el sueño. Toda la vorágine de acontecimientos del último año, había acabado por convertirle en un ser amargado y huraño. Tal era así, que incluso su mejor amigo, su compañero de batallas Pikachu, había decidido quedarse en Pueblo Paleta con Delia después de aquel enfrentamiento con La Elite.
- Parecía feliz, y debería alegrarme por ella…-susurró en la oscuridad de su cuarto. Pero, ¿Por qué soy incapaz de hacerlo?
Lo era. Dolía ver que ella seguía igual que siempre. Como si el paso de los últimos doce meses no le hubiera provocado más que alegrías y buenos momentos. Estaba en el momento más alto de su carrera profesional, y conociendo a Misty, dudaba que fuese a quedarse ahí. Le sorprendió que hubiese conseguido por fin el Liderazgo de Celeste.
Estaba claro que era la más eficaz de sus hermanas en cuanto a entrenamiento, no así en habilidades de comunicación con La Elite, que había denegado su candidatura tres veces. Eso había provocado grandes tiranteces entre Misty y Lance, y un profundo rencor por parte de la pelirroja.
Se giró sobre su costado y observó con desesperación que eran las 2:49 de la mañana. Suspiró profundamente y entonces su teléfono móvil se alumbro y vibró. Un mensaje. ¿Sería ella?, ¿Ya se habría enterado de que estaba de vuelta? ¿Querría verle?
Se estiró y con un brazo logo alcanzar el terminal, aunque para su gran sorpresa y decepción el mensaje recibido no era de la pelirroja, si no de Serena, su ultima compañera de viaje antes de proclamarse campeón de la Liga Pokemon.
"Te fuiste muy pronto. ¿Estás bien? Estoy preocupada. Contesta"
Ash se lo pensó un par de veces antes de contestar. Le apetecía pasar la noche acompañado, pero reconocía que era muy cruel y egoísta aprovecharse de alguien como Serena, sin importar las consecuencias que podrían derivar de una noche de sexo en su hotel.
"Todo bien. Estaba cansado del viaje. Hablamos mañana. Besos"
Misty regresó a casa con un increíble dolor de pies. Los tacones no estaban hechos para ella. Donde estuviesen unas buenas deportivas…Se los quitó dando una ligera patada y caminó hacia la nevera en busca de algo que llevarse a la boca. Durante la recepción, había mantenido la compostura para evitar habladurías, pues ahora que obstentaba el título de Lider debía cuidar más aun las apariencias. Abrió la nevera y comenzó a revolver entre las estanterías, cuando la voz de su hermana Daisy la sobresaltó tanto que logró golpearse con la nuca en una estantería del frigorífico.
- Auch – protestó la pelirroja frotándose la nuca que palpitaba tras el golpe.
- Tu siempre tan despistada. ¿Qué tal en la reunión esa? – preguntó Daisy poniéndose un vaso de leche.
- Bastante bien, la verdad. Lo he pasado en grande viendo a los chicos. Hacía ya tiempo que no sabía de ellos – sonrío la pelirroja.
- ¿Los…chicos? – preguntó su hermana extrañada. Esto le sorprendió mucho a Misty.
- Si, ya sabes. Tracey, Brock, Dawn, Serena…
- ¿Eso es todo? – volvió a preguntar. ¿Y con él?
- ¿Él? A que te refieres. Que más tendría que haber pasado – preguntó Misty curiosa mientras daba un bocado a un trozo de manzana.
- ¿No lo sabes? – río Daisy nerviosa, no podía creerlo que fuera ella quien le daría la primicia.
- ¿Saber que, Dai? Me estás comenzando a preocupar – frunció el ceño ante la mirada pícara de su hermana.
- Ha vuelto, Misty – dijo su hermana en un susurro.
- ¿Quién? – su corazón empezó a palpitar sin saber porque. Acaso…
- Ash, Misty. Ash ha vuelto a Kanto.
