Confesión.

Era una tarde normal. La joven Daria, se iba a meter a la ducha y sólo llevaba una toalla cubriendo su cuerpo. Justo cuando abrió la puerta del baño, llamaron al timbre. Sin saber quién podría ser, fue a abrir, olvidando que solo llevaba la toalla encima. Abrió la puerta y se encontró con Jane, con la cara brillante y sonrojada.

-¿Qué pasa?-

-Es que… solo llevas la toalla.-

-¡Ah, eso! sí, es que me iba a ir a duchar ahora… Pero pasa, ¿qué querías?-

-Bf… ¿te duchas primero y te lo digo luego?

-Bien-

Así que Daria se metió en la ducha y se estaba enjabonando cuando la puerta se abrió, dejando paso a Jane. Ante la mirada entre inquisidora y curiosa de Daria, la castaña dijo:

-Es que me aburría de esperarte, y se me ocurrió venir aquí… Pero si te molesto me voy-

-No, no te vayas… te puedes quedar.-

A Daria no le importó el que Jane estuviera a apenas a un metro de ella, separadas solo por la cortina de la ducha). Ella no lo sabía, pero para Jane era una pequeña tortura ver ese cuerpo delante su yo. Así que se lanzó, decidió tirarse a la tina de baño. Se quitó la ropa lentamente (Daria estaba ajena al mundo, de espaldas a la cortina, así que no la veía), y abrió la cortina para entrar.

-¿Qué…?-

La pregunta era "¿Qué haces aquí dentro?", pero antes de que Daria terminara de hablar, Jane la había besado. Fue un beso dulce, suave, tierno… Antes de que Daria pudiera reaccionar, la otra se apartó, ruborizada.

-Lo siento… lo siento mucho…-

Por respuesta, Daria la besó.

-Contéstame una cosa…-

-Si…-

-¿Qué sientes por mí, Jane? Vienes a mi casa, te metes en mi ducha, me besas… ¿Por qué?-

-Bueno… verás yo… eso era lo que quería decirte. Yo te amo, Daria…Y tú, ¿Qué sientes por mí? Para mí esto ya no es un juego, pero ¿para ti?-

-Para mí tampoco lo es, yo también te amo y si no te lo dije fue porque no sabía si tú sentías lo mismo…-

Se quedaron mirando, hechizadas en la visión de la otra. Daria acarició el pelo de Jane, y le dijo:

-¿Te acuerdas? La primera vez que nos vimos…-

-Sí… y me encantó…-

Se volvieron a besar, y Jane empezó a acariciar el hueso de la cadera y la línea de vello que iba desde el ombligo de Daria hasta la zona púbica, mientras la morena empezaba a ronronear como un gatito.

Jane empezó a sembrar el cuerpo de Daria de pequeños besos, sabía de sobra las zonas favoritas de ella, como el cuello. Empezó a dar mordisquitos en el cuello de Daria, mientras las manos de esta recorrían el cuerpo de Jane y exploraban cada rincón.

Lentamente, Jane empezó a masturbar a Daria, mientras esta le besaba el pelo y se apoyaba en la pared de la ducha. Mientras Daria gemía, Jane acercó su boca al clítoris de la morena, e introdujo su hábil lengua poco a poco. Daria llegó al éxtasis gracias a la lengua de Jane, para luego cambiar posiciones…

Acabaron cansadas y sudorosas, se ducharon y, aún con las piernas temblando, salieron. Se vistieron y fueron a dar un paseo. Ambas estaban felices, pues por fin después de mucho tiempo de dudas e indirectas estaban juntas y habían confesado todo lo que sentían por la otra.