Cry my little broken rainbow
Advertencias: Esto es un Au a la mitad dado que se mantiene en el mismo universo que todos conocemos con algunas alteraciones.
Menciones a relaciones abusivas, desconsideradas y poco productivas.
Se tocaran temas como las adicciones y menciones de intentos de suicido.
Mención sobre el síndrome Estocolmo (El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, violación o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha dañado física y/o psicológicamente.)
Entre otras cosas que quiero desarrollar como el suspenso.
Resumen: Y miró por la ventana justo cuando el arcoíris ha salido dejándolo confundido, extrañado puesto que desconoce todos esos colores, esa cosa que se presume en el cielo con tanta belleza y libertad. Es quizás por eso que no logra comprenderlo porque muestra tanta independencia que su naturaleza le es tan contraria a la suya, como fue educado desde que tiene memoria, porque los únicos matices que conoce son todos aquellos que te vuelven ciego, un asesino y manipulador; no le molesta porque según su "padre" el mundo se maneja de una forma tan sucia que solo puede creer en su persona.
Para cuando lo ha mirado curioso en el cielo le ha preguntado porque esos colores eran tan brillantes y vivos cosa que tan solo provoco que la ventana que le gritaba "vida" fuese cerrada para que no se tuviera que volver a preocupar de algo tan simple como eso.
Para que olvidara que era parte de un arcoíris roto.
Al final del arcoíris
Existe una creencia popular sobre aquel que yace en el cielo después de la tormenta cuando el sol sale a iluminar lo que fue cubierto por sombras y lluvia, es una idea, algo que ha dado esperanzas o ilusión a ese efecto visual que es capaz de ser detectado por todos aquellos que perciben los colores, quienes mantienen los ojos abiertos en el momento correcto y es el hecho de que al final de su existencia se encuentra un tesoro tan grande que es capaz de mantener la vida solucionada de una persona, una recompensa que parecería salir de un deseo lleno de fe como cuando alguien mira al cielo rogando de esa manera algo que desea. Porque resultaba ser como las estrellas fugaces aunque llegasen a ser más comunes que estos no cambia el hecho de que es especial, algo que deleita la vista cuando se ven las esperanzas que refleja tan solo algo tan sencillo como unos cuantos colores en el cielo; no importa mucho si al final solo son cuentos que pasan de boca a boca dado el caso que siempre iban a mantener una luz que soñaba con poder encontrarlo a pesar de que esa flama se fuera a extinguir con los años.
Porque es muy fácil asegurar que algo es bueno o malo cuando no se está seguro de lo que se habla.
Y Osomatsu creyó en cada una de esas historias no porque de verdad estuviera totalmente seguro de encontrar el fin de ese viaje para verse triunfante ante los demás sino que eran más las aventuras que planeaba con sus hermanos, sus compañeros de travesuras quienes lo conformaban en parte de lo que era, quien sería y la fuerza que poseyera. Ellos al igual que sus padres creaban el mundo que conoce, sus sueños, las decisiones que vaya a tomar hasta los problemas en los que se involucrara si alguien trata de dañarlos porque es el líder, es su deber tomar las riendas. Su papel es ser el mayor, el guía, quien de todos por salvarlos. Por asegurar su felicidad antes de la suya.
Tal vez es por eso que lo último que tomó de ellos eran fotos mentales de sus sonrisas, esos ojos que lo miraban con extrañeza pero que lo dejaban pasar por alto porque confiaban en su persona, quizás es lo que mejor recuerda porque todos fueron felices en esos instantes en que los juegos brillosos y llamativos los consumían, cuando esos globos de colores se movían de un lado al otro al ser paseados por niños quienes no perdían la oportunidad de probar todo lo que pudieran. Posiblemente esa fue su razón para detenerse en medio de las risas, de su nombre dulcemente dicho con ese toque de hermandad que en un futuro ha de olvidar cuando menos lo vaya a esperar porque a pesar de que típicamente se dice que al final del arcoíris hay algo bueno en el suyo solo se encuentran los colores dañados que comienzan a caer para llegar al frío suelo donde nadie más lo recordaría.
Ya nadie iba a saber quién era, el ya no iba a ser quienes eran.
―Vamos Osomatsu, no quieres perderte de esto ¿No?
Pero era un niño en esos tiempos, un niño que daría lo que sea para salvar a todos los que alguna vez considero su todo pues los años solo hacen que su cabeza comience a deteriorar cada uno de los años hasta convertir a esas personas que tenían su misma cara en sombras sin cuerpo ni voz que invadían siempre en su inconsciencia, en todos sus sueños. Nunca los entendió. Jamás.
―No ―dándole la razón ha corrido para alcanzar a sus hermanos mientras pide que lo esperen para marcharse con ellos y subirse todos juntos.
Las luces brillantes se convirtieron en tonos grises que cada vez se oscurecían hasta no dejarle ver nada más que aquel hombre que ofrecía su mano con una promesa en sus labios de nunca hacerles daño si escapaba con él, el camino de vuelta a casa dejaba de deslumbrar brillo mientras arrastraba sus decisiones con la petición de volver alguna vez con ellos sin temer a que los asesinaran, que nunca se le ocurriera hacerles daño. Aceptaron mutuamente las pocas condiciones que hay, Osomatsu ya no encontró otra solución que arrastrar la única maleta en la que ha colocado todas las pertenencias que cree importante; sabe que no volverá pronto y desearía equivocarse al respeto pero conoce todas las consecuencias que hay en huir con alguien quien desde un inicio parece haberte escogido para el matadero.
Tan solo quiere ser la única víctima para evitarse daños que nunca podrá reparar.
Cinco corazones rotos por su culpa es más que suficiente. No quiere ser el malo de la historia o el típico patán solo quiere ser recordado como un héroe. Héroe que lo pierde todo por salvarlos.
Quiere ser el fuerte de la historia pero no puede evitar sentir como las lágrimas comienzan a escapar en silencio con cada metro que marca la distancia que debe recorrer para olvidarlos, para quedarse sordo ante los gritos que lo exigían de vuelta al no soportar su partida; desearía tanto hasta quedarse sin voz que eso no ocurriera pero no todas las historias son felices, no todas las elecciones que haría se convertirían en las correctas dado que debe fracasar para entender, fallar para triunfar y destruirse para dejar que los demás puedan tener una vida normal sin miedo, sin que nadie los acechara en las sombras. ¿Qué tan sabia era la decisión? ¿Hubiera existido otro camino? Sí, no, nunca más lo iba a saber ya que se ha puesto las cadenas que arrastrará ante la condena que lleva con aquel que ahora es su única familia.
Sí es que se le puede decir familia a quien bruscamente a cortado los lazos de los que alguna vez fueron el tesoro que solucionaba cada uno de los problemas.
De la identidad que ahora se extraviaba cuando comenzaba a perder los colores que alguna vez acobijaron a su pobre alma que ahora se coloreaba de un tono grisáceo cuando el propio rojo dejo de tener el significado fuerte que alguna vez le quiso brindar, porque ahora ese tono pertenecía a la sangre de inocentes que nunca tuvieron la opción de elegir si vivir o desaparecer por querer advertir a otros de la verdad.
Por querer cubrir a los suyos.
Hubiera querido tanto en ese punto entenderlo aunque sea un poco, estaría encantado de seguir comprendiendo lo que era amor, pero cuando se tiene que cerrar varios capítulos de la vida de una manera inesperada se pierden los valores que alguna vez lo acompañaron, y es ya demasiado tarde para volver, lo sabe o al menos en parte.
Ya no comprende el mundo.
Lo único que se conserva en su cabeza son las risas altas que terminaban siendo cada vez más bajas hasta el segundo en que miraba tranquilamente a la persona que rogaba por no ser dañada ya sea porque era muy joven o tenía una familia a la cual alimentar, le hace gracia siempre que dicen eso porque sabe que al final hará lo que quiera, lo que es "justo" y "necesario".
¿Por qué tener lástima del concepto de familia cuando ni siquiera reconoce lo que es una?
Tantas cosas que comienzan a ser borrosas, miles de personas comienzan a ser rostros sin ninguna diferencia, sus manos son armas, su cabeza solo sirve para poner las dos máscaras que tiene ante la sociedad, una con la inscripción "buena" y la otra "mala", las heridas se vuelven cuadros que cuentan historias que a pesar de ser consideradas tristes nunca los iba a ver de esa manera porque la temática de la vida se convirtió en sobrevivir o morir, en servirle a Tougou quien se convirtió en la única persona que debe defender con su vida. Poco recuerda del pasado pero sabe que el mayor ha estado desde que tiene memoria ayudándolo. De ahí en más tampoco es como si sintiera necesario hacerlo.
Por lo que los sueños hablan ha sido alguien abandonado por la misma fortuna considerándolo débil, algo que merecía ser exterminado en el momento exacto que recobrara la voluntad con la que todos nacen; poco interés conserva sobre descubrir si eso es cierto o una falsedad que se trastorno hasta convertirse en una realidad cruda a la cual se debe aferrar para no tener que pasar por más entrenamientos que solo han lavado su cerebro, marcado su cuerpo y, como un premio mayor, convertirse en un fiel sirviente que era igualmente utilizado como mascota de compañía cuando daba algo de compasión combinada con lástima a todos esos seres que lograban hacerle recordar que era un humano.
Que aún existe algo bueno dentro de su alma ya quebrantada.
No lo quiere, detesta a veces temblar cuando el cuchillo está entre sus manos sirviendo como advertencia de que si da un paso más con el dinero alguien saldría herido pero sabe que si muestra esa debilidad por cortos segundos la persona que saldría herida no era la víctima sino su pobre intento de tomar las riendas, no otros, jamás había culpables que no llevaran su nombre y esencia, Osomatsu por cada fallo era una tortura. Las torturas cesaban hasta ser casi inexistentes en su ahora memoria dado que al más mínimo movimiento que lo alertara clavaba la hoja con tal eficacia que si no conservara un arma blanca bastaría con la mirada de muerte que cargaba más la capacidad de poder combatir cuerpo a cuerpo hasta que alguien de ahí salga con una costilla o brazo roto.
Fue el sujeto de pruebas de alguien quien se ha enamorado del resultado a tal punto que las recompensas comenzaban a ser mayores intentando cautivar todo lo que le quedaba para ofrecérselo sin restricciones, a su propia voluntad; Osomatsu aprendió que solo a él se le deba amar, querer y respetar, que no existe otra persona que lo pueda proteger y que si algún día llegara a desaparecer era el encargado de continuar con el terror inundado en los rincones que han marcado como suyos.
Aunque al final solo le pertenecían a su raptor.
Resultaba que no podía ni tenía voz para eso pero estaba bien, nunca le molesto o eso quiere creer porque le da miedo cometer los mismos errores que ha hecho en el tiempo en el que apenas lograba sujetar un cuchillo sin sentir la necesidad de aventarlo para pedir ayuda a gritos. Veía solo cortos lapsos de memoria antes de volver a la realidad negando que alguna vez resultara ser patético cuando de herir a otros se trataba, de que tuviera corazón.
No lo tiene, jamás debe mostrar que goza uno porque eso significa brindarles la ventaja a los enemigos quienes solo le han dado la espalda. Tougou siempre tiene razón. Si alguien lo hubiera querido por ningún motivo lo hubieran abandonado a su suerte por lo cual le queda pagarle el hecho de ser cuidado por esas manos que a pesar de ser asesinas eran su consuelo, lo que le queda de convicción sobre que los más fuertes gobernaban cuando los frágiles seres se ocultaban en riquezas y libertad, lo que se les ha sido negado injustamente a ellos.
Incluso los sueños dejaron de ser territorio a salvo, ya no hay a donde ir, solo queda seguir la sombra con la cual ha crecido, con la que forjo su personalidad, su apariencia, tan solo el mundo observaba a dos adultos quienes parecían ser inocentes, caritativos, con sonrisas tan amplias que pareciera no contenían alguna necesidad, incertidumbre cuando en el fondo de esos fríos pensamientos se encuentras más de un culpable de varios llantos desgarradores.
¿Pero quién puede culpar a un niño que tuvo que madurar para proteger a los que ahora puede dañar sin resentimiento alguno? Ya no puede decir quiénes eran sus hermanos o si alguna vez tuvo alguno porque lo mejor que conoce es que estaba solo.
Un objeto que ha sido pulido por alguien quien ha buscado su "salvación".
