¡Hola!
Bueno, otra cosa.
Esta también es un poco rara, lo advierto.
No sé si os gustará…
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¿Nos conocemos?
Cuando no ella no tiene ganas de nada, se viene aquí.
A este manzano.
Coge una manzana y empieza a comérsela.
No sabe qué decir ni qué hacer, solo sabe que lo tiene que esperar y que él va a llegar pronto.
Pero ella espera.
Y espera.
Y vuelve a esperar.
Él no llega.
(Está en Afganistán).
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Bubbles mira las noticias y se muerde el labio, nerviosa.
Suspira y se tira de su pelo rubio, intranquila.
No sabe nada de él.
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Boomer le regaló un anillo antes de irse.
(Hace dos años, cuatro meses, cinco días).
El anillo es de oro y tiene un zafiro.
Es del color de sus ojos. De los ojos de Boomer.
Le echa de menos.
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Ella espera todos los días enfrente de su casa.
Pero él no llega.
Nunca llega.
(No sabe si algún día llegará).
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Ella, a veces, llora.
Un poco.
Le viene bien.
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Boomer mira al cielo.
A las estrellas.
Desde hace tiempo, solo ha hablado con ellas.
Le pide muchas cosas.
Volar.
Vivir.
Irse de allí.
Pero nunca se cumple.
Y la echa de menos.
Echa de menos a Bubbles.
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Boomer ha visto la muerte abrazar a sus compañeros.
No tiene miedo por eso.
Él tiene miedo de no volver a verla.
Mirar a sus ojos.
Decirle…
Decirle te quiero.
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Bubbles tiene ya 32 años.
No es una muchachita adolescente.
Se debe casar.
No quiere.
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Boomer está tocado, dolido, asfixiado.
Le duele no tocarla.
Quiere tocarla.
Necesita tocarla.
Pero aprieta los dientes.
Y sujeta el fusil.
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Bubbles sigue yendo al manzano.
Sabe que no le hace bien, pero lo hace.
Todos los días.
Hoy también.
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- ¿Quieres una?
Una manzana está en la mano del extraño y Bubbles levanta la mirada.
Le suena ese hombre.
Él tiene el pelo rubio oscuro, los ojos como zafiros y la sonrisa de un niño travieso.
Ella ladea la cabeza.
-¿Nos conocemos?
Él sonríe. Un poco.
- Puede que sí.
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Bubbles se levanta y lo mira.
Tonto.
Boomer abre un ojo.
Sonríe
- Vamos, vuele a la cama.
Ella niega, divertida.
- Boomer, te odio.
Él ríe.
Complacido.
- Yo también, enana.
Bubbles se acurruca en él.
Él le da un beso en la frente.
Él ha vuelto.
Y ahora, para siempre.
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Lucero Gómez al teclado:
Es un poco loco.
Para quien no lo entienda, va de la guerra.
No sé.
Me vino la inspiración y ya.
Nos leemos:
Lucero Gómez.
