—Cierra las persianas.
—No.
—¿Por qué?
—Porque te falta algo.
—Por favor.
—Así, sí.
Francia tapó las dos ventanas que había en la habitación de España y lo contempló, pensativo. ¿Cómo era posible que, a pesar de las dificultades, se encontraran allí? ¿Cómo era posible que los criados hubieran ignorado sus leyes? Quizás, ya que se suponía que estaban por encima del dolor y del placer humano, debían estar más allá de la jurisdicción...
Qué gran mentira.
Esa habitación estaba horriblemente decorada, reflexionó Francia, pero su amado se escondía entre el decorado como si de un camaleón se tratase. Mientras recogía la pajarita, los pantalones, las calzas, se dedicaba a verlo de reojo. Los bucles castaños caían desordenados, sus ojos verdes todavía soñolientos entre las sábanas albinas.
—No quiero despertarme.
—Pues no lo hagas.
—Bien —susurró, dándole la espalda.
Los suspiros llegaron a los pocos minutos. Mientras recogía el reloj de mano y contaba cuántos segundos tardaba en quedar adormecido, pensaba en su extraño poder de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Negaría ante cualquier juez que lo había emborrachado de un par de copas de absenta, ya que siempre acababa resistiéndose al vino y al champagne y que dentro de su mente desordenada le había ordenado que lo besara ahí, en el cuello. No lo dejó ir en lo que quedaba de noche, era demasiado enloquecedor el calor de aquel verano que anunciaba el fin de una etapa.
Ninguno de los dos había comprendido todavía qué significaría esa noche para ambos en el futuro, cuando se sucedieran más de aquellas noches, en la clandestinidad, cuando en un rincón de un salón de Berlín solo fueran Antonio y Francis.
Porque aquella noche los dos se habían sentido humanos, vivos. La sangre que les recorría las venas fue sólo suya en aquellos breves instantes de unión.
He aquí probablemente uno de los últimos fics de Axis Powers Hetalia que haga, para felicitar a la excelsa Miruru ^^
