¡Hola a todos!
He aquí una nueva historia.
¡Espero no decepcionarlos! Y gracias a todos los que me han dejado reviews.
¡LOS REVIEWS SON GRATIS, ASÍ QUE PUEDEN DEJARME UNO!
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Mi Amante Griego
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Capítulo 1: ¡Por Los Dioses!
Miró a los lados con el corazón latiéndole al máximo.
- He dicho que te calles -
Estaban a mitad de una de las avenidas más transitadas de Chicago, la gente pasaba murmurando y mirándola fijamente. Frunció el ceño molesta mientras trataba de acoplar su respiración.
- Mi vida sexual es privada, nadie tiene por qué enterarse - posó la mirada grisásea sobre su amiga, se encontraba sumamente furiosa.
- ¡Pero Hinata! No puedo creer que lleves 3 años sin tener sexo -
- ¿Y qué? No soy cómo tú "señorita sexo seguro" - dio media vuelta empezando a caminar mientras que su amiga la seguía alardeando sobre su vagina - ¡No me importa, Sakura! No tendré relaciones con el primero que se cruce en mi camino, ya déjame en paz -
- No sabes lo que te pierdes cariño. Mira cuántos hombres estarían dispuestos a ceder a tus encantos, date la oportunidad de sentir y conocer -
- ¿Te pagan por seguirme? Porque ya me tienes cansada con tu clase de sexología barata -
- ¡Eres mi amiga, tienes 28 años y aún no has superado lo de ése degenerado! -
Algunos hombres voltearon sorprendidos y en pasos disimulados trataron de acercarse a la conversación.
- ¡Dios mío! ¿Qué he echo para merecer esto? - miró al cielo con las manos alzadas.
- Ese es el problema, que has sido demasiado buena y es por eso mismo que se han aprovechado de ti - cogió con más fuerza su bolso prada de imitación - Mírate, eres hermosa, inteligente, tierna, algo torpe pero encantadora. ¡No cierres tus piernas por haber pasado una mala noche! -
- ¡Ya basta! - se paró a mitad de la acera - Hablamos a la noche, tengo mucho trabajo y lástima que no tengo un marido millonario - suspiró cansada entrando a su consultorio.
- ¡Te llamaré! -
Hinata entró un poco alterada a su consultorio, no era la primera vez que Sakura ponía su vagina como el centro de atención público.
- Doctora buenos días - su asistente se paró brindándole una agradable sonrisa - Su cita de las 9am canceló -
- Muchas gracias, estaré revisando algunos expedientes. Lo que necesites avísame. -
Abrió la puerta más calmada, se puso su larga bata blanca para luego sentarse en el gran sillón frente su escritorio.
3 años, tanto había pasado desde su ruptura amorosa con el que había pensado casarse algún día, quería borrar esa horrible imagen que tanto le daba náuseas y la llenaba de pesadillas; Kiba Inuzuka era el hombre que había escogido su corazón, lo amó más que a sí misma hasta que una noche entre copas, él la violó. Una lágrima le recorrió la mejilla, aún le dolía tan adentro de su alma que era incapaz de volver a creer en el amor.
El teléfono sonó varias veces, no quería atender pero seguro se trataba de algo importante. Lo cogió cansada pero antes de llegar a su oreja el fuerte grito le hizo fruncir el ceño.
- ¡Hinata! - otra vez no - ¿Cuándo piensas venir a casa? ¡Te hemos esperado desde hace 8 años, y ahora que es mi boda no puedes negarte! -
- Lo siento Hanabi, pero tengo mucho trabajo -
- ¡Vendrás te guste o no! - quiso colgar pero las manos le temblaban - Si quieres pueder traer a alguien, solo será un mes. ¡Vamos hermana! -
Hinata respiró pesadamente, ver a su familia despues de tanto tiempo la desarmaba por completo. Su padre la había corrido al enterarse de lo que Kiba le hizo, en vez de ayudarla y apoyarla solo la abofeteó, ignorándola; nunca escuchó un te amo de él ni un gesto de cariño. No lo odiaba, pero tampoco quería verlo.
- Lo pensaré, adiós Hanabi - antes de que su hermana siguiera reprochándole, colgó.
Apoyó los codos en su escritorio mientras se masajeaba la cien, últimamente se sentía desorientada y con insomnio. ¡Odiaba sentirse de esa manera! En su adolescencia había sido insegura, llena de miedos y nerviosismos pero ahora, era una mujer distinta. No tartamudeaba y le gustaba llevar el mando de la situación.
El teléfono volvió a sonar, lo miró de reojo cuestionándose mentalmente. ¿Debía contestar? La negatividad sin duda que no era parte de su trabajo, ser psicóloga la atareaba más de la cuenta. ¿Cómo era capaz de llevar los problemas de los demás, si ni siquiera entendía los suyos?
- ¿Diga? - contestó de mala gana.
- Ni creas que me olvidé de tu cumpleaños - una pequeña risa se escuchó al otro lado.
- Claro, estabas más pendiente de mis 3 años sin servicio vaginal -
- ¡De eso tampoco me he olvidado! Es que aún no me lo creo Hinata -
- Sasuke tiene razón. Te has convertido en una sexóloga muy habladora. -
- No metas a mi marido en este asunto. Mira que ya tengo la solución a tu problema -
Hinata dudó un momento en hablar, ya iban muchas veces en las que Sakura trataba de encontrarle un hombre que satisfaciera su deseo. ¿Pero qué deseo? Si ella era tan dura como el hielo, ningún hombre había logrado derretirle las piernas ni mucho menos abrirlas. Ninguno excepto Kiba.
- Si te digo que sí, ¿me dejarás tranquila? -
- ¡No puedo creerlo! - gritó con sorpresa - ¡Hinata Hyuga ha aceptado una de mis sugerencias! -
- ¿Me dirás o no? Porque solo me haces perder el tiempo. -
- Deja de ser tan gruñona. ¡Lo que necesitas es un amante! Y yo tengo justo lo necesario para ti -
- Bien, dile que lo veré hoy en el Ralph Lauren - miró su reloj - A las 8pm -
- ¡Ahí estará! Feliz cumpleaños Hinatita, y espero que te guste mi regalo -
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¿Acaso se había vuelto loca? Parecía una tonta. ¡Una vez más caía en el juego estúpido de Sakura! Solo a ella se le ocurría ir a la cita que ella misma concretó con un hombre, que ni en sus sueños, ha visto. Miró su reloj de nuevo, era media hora más tarde de la prevista, suspiró tratando de aplacar sus nervios.
¡No esperaría más! Tampoco pasaría su cumpleaños en un lujoso restaurante, sola y sin licor. Se paró cogiendo su bolso y con la otra mano el gran abrigo de piel, se dio la media vuelta cuando de pronto la puerta de la entrada se abrió.
¡Por los dioses!
Ese hombre era magnífico, traía el cabello alborotado mientras algunas hebras doradas rozaban sus mejillas, sus ojos eran de un azul que podían confundirse con el mismísimo cielo, los musculosos brazos se pegaban atrevidamente a su camisa blanca, parte de su pecho quedaba al descubierto y su piel era una exquisitez, tostada como el sol. Ni siquiera, Adonis, se le asemejaba.
La miró fijamente mientras caminaba, sintió las piernas flaquear y el latido del corazón acelerarse. Se sentía desnuda frente a él, ¡y cómo quería estarlo en esos momentos!
Llegó donde ella, pasó una mano delicademente por detrás de su cuello causándole severos espasmos a su cuerpo, cerró los azules ojos y en décimas de segundos la había capturado en un apasionado beso. Hinata se sorprendió notablemente mientras trataba de corresponderle, de pronto él se separó dejando un camino de besos hasta su oído.
- Mejor es que te sientes, si no quieres desmayarte. Te aseguro que esto no es nada comparado a lo que te haré desnuda en la cama -
- ¿De qué hablas? - la voz le tembló.
- Soy Naruto Namikaze - volvió a besarla - Y seré tu amante por un mes -
