Los personajes de esta historia no me pertenecen.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y será slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas y punto, comprendo perfectamente esa postura. Es un Saga/Máscara de Muerte.

Nota: He decidido seguir principalmente la linea del Manga de Saint Seiya en vez de el Anime debido a las diferencias importantes entre ambos a la hora de narrar la traición del Santuario.

Capítulo 1. El Justo y el Traidor.

El Santuario estaba sumido en el caos y la confusión. Máscara de Muerte compartía ese estado con los demás caballeros de oro.

¿Aiolos de Sagitario, un traidor? Inconcebible. No obstante no había duda, el gran patriarca en persona le había sorprendido atentando contra la vida de la diosa Athena, reencarnada esta en un bebé humano. Había sido un caos, la alarma había cundido en todo el santuario perturbando la noche, y ahora, apenas rayaba el alba, se habían reunido los doce caballeros... o más bien los once.

Aiolos había pagado caro su intento, Shura de Capricornio le había cortado la fuga y le había ejecutado personalmente en su huida. Ahora el caballero de Sagitario yacía muerto en el fondo de un barranco, al cual había caido herido de muerte.

- Sorprendente.- Susurró Afrodita jugueteando los pétalos de una sus rosas.- Aiolos era el favorito del patriarca.

- Supongo que no le bastaba con su favor.- Afreció Miló con la voz cargada de veneno y repugnancia.

Tras el anunció de la traición de Aiolos y el intento de asesinato, todo el Santuario se había puesto en pie para dar caza al traidor. El fallido atentado contra el avatar de la diosa era lo más terrible que se podía imaginar. ¡Y por obra de un caballero de oro nada menos!. Shura había regresado con la noticia de la ejecución, Aiolos había sido herido por su mano y había caido por un precipicio. Por desgracia había caido junto con su armadura de oro y había sido posible recuperarla.

Reinaba la consternación.

Aiolos había sido un compañero, el caballero de oro de Sagitario había tenido muchos amifos en el Santurario, a ojos de todos había aparentado ser un caballero modélico.

Máscara de Muerte estaba realmente sorprendido. El santurrón de Aiolos... un traidor y un asesino.

Los caballeros miraban al patriarca en busca de guía¿como afrontar tal traición? El lider del Santuario mantuvo la calma pese a la gravedad de la situación.

- Lo importante es que la diosa está a salvo.- Anunció.- A partir de ahora la resguardaré en la cámara real del Santuario.

Todos coincidieron en la medida. Si un caballero de oro había atentado contra la diosa no había suficientes precauciones.

- Patriarca¿y la armadura de oro?.- Cuestionó Camus.

- Buscaremos la armadura, pero acabará manifestándose por sí misma. Enviaremos patrullas.

A continución el patriarca les despidió, después de semejante suceso todos debían hacer guardia en sus respectivos templos. Quizá Aiolos no había trabajado solo, y de todas formas no podían permitir que la seguridad del Santuario se viera aun más comprometida.

Máscara de Muerte no dejaba de darle vueltas a lo sucedido con el ceño fruncido con desconfianza y extrañeza. Si bién le encantaba la idea de un Aiolos traidor... no encajaba.

Todos sabían que no había habido afecto entre Aiolos y Máscara. Decir que se despreciaban era ser muy suave. El caballero de Sagitario y el de Cancer no podían estar bajo el mismo techo sin que Máscara intentase llegar a las manos. Sus discusiones eran siempre feroces.

¿Aiolos un traidor? Máscara había tenido suficientes discusiones con el dedicado caballero para saber que este era el hombre mas noble e idealista que hubiera en la tierra. Aiolos siempre había defendido una actitud comprensiva y pacífica, usando la fuerza como última opción. Siempre parloteando sobre la amistad y el amor...

Máscara de Muerte no podía imaginar a Aiolos deseando asesinar a un bebé por ambición, aquel hombre no hubiese tenido estómago para hacer eso. Incluso Máscara de Muerte tenía inhibiciones ante al idea de asesinar a un bebé a sangre fria. Demasiado facil e inutil.

Los caballeros de oro se retiraron del templo mayor. Máscara dió media vuelta y se encaminó al portón de salida con los demás. Súbitamente un escalofrio le recorrió, el vello de la nuca se le erizó. Miró por encima del hombro ante al sensación de ser observado, pero solo encontró la oscura máscara que cubría el rostro del gran patriarca. Impenetrable.

Había algo que iba realmente mal, pero no sabía como explicarlo. Máscara continuó su camino con la permanente sensación de que algo terrible había ocurrido... y no era lo que les habían contado.


Solo en el Santuario, el gran patriarca tomó asiento en el trono. Y rió a mandíbula batiente. Cuan facil le estaba resultando. ¡Necios¡Ingenuos!. Había temido por el éxito de su argucia, pero todo había ido bien pese a los contratiempos.

Aiolos, maldito entrometido... había evitado la muerte de Athena y encima se había llevado al bebe en su huida¡y lo había ocultado en su fuga e incluso en su muerte!. Ahora el patriarca tan solo podía esperar que la criatura hubiese muerto en la caida con Aiolos o allá donde este la hubiese ocultado. La desaparición de la armadura de oro también era un contratiempo, necesitaba las doce armaduras bajo su mando para poder gobernar el cosmos.

El patriarca golpeó con el puño el posabrazos del trono. Todo por culpa de Aiolos, ese maldito entrometido por muy poco no le había costado todo.

Pero no debía perder los nervios. Debía ser paciente. Athena estaba sola, perdida, y quizás muerta. Y la armadura de Sagitario acabaría haciéndose visible de nuevo cuando sintiera a un hombre digno de ella. Entonces se haría con ella. El gran patriarca se quitó el casco que señalaba su cargo y lo acarició, deteniéndose en la oportuna máscara oscura. Ahora él era el patriarca, dirigía a los caballeros de oro y gobernaba el Santuario.

Saga, caballero de Géminis, rió de buena gana.

Shión, el verdadero patriarca, había muerto a sus manos, y Aiolos, su rival, también estaba muerto, ejecutado bajo la acusación de traición. Que deliciosa burla. El único que había visto su traición moría acusado de eso mismo. Mágnífico. Su suplantación había sido perfecta.

Ahora afianciaria su poder fingiendo ser el patriarca Shion y prepararía el Santuario para enfrentar los retos de una nueva era. Todo cuanto había soñado y deseado sería suyo. Nada le retenía.

El Santuario, las armaduras, el poder absoluto, el mundo gobernado directamente por su mano... la mente oscura de Saga paladeó sus ambiciones.

En lo profundo de su alma, el Saga de la luz lloró.

Y el Saga de la oscuridad rió mas fuerte que antes.


Máscara de Muerte se lavó las manos. El agua caía rosada desde estas, llevandose la sangre con ella.

- No creas que el agua puede limpiar la sangre que cubre tus manos.

- Pues no parece ser el caso.- Replicó Máscara mostrando a Aldebarán de Tauro sus manos ya limpias.

El caballero de Tauro gruñó su disconformidad con la actitud burlona del caballero de Cancer. Máscara le ignoró, detestaba hacer misiones en compañía de otros caballeros. Por suerte en esta ocasión Aldebarán solo había ido para ser el protector de la población civil mientras Máscara se ocupaba del combate en sí mismo. Una misión rutinaria en verdad, siempre tenían trifulcas con los siervos de otras deidades.

Había acabado con una base de soldados al servicio de Poseidón, los necios decían que su amo iba a reencarnarse. Y habían pagado cara su rebelión y ataques en las comunidades costeras, donde habían avivado el mar hundiendo barcos y destruyendo los puertos.

- ¿Les ofreciste la opción de rendirse al menos?

Máscara dirigió una furiosa mirada a Aldebarán. Si algo detestaba de los demás caballeros de oro era aquella falsa piedad que mostraban por sus enemigos. ¿Ofrecerles rendirse? Era mas digno darles muerte que deshonrarles juzgando que se rendirían como cobardes. Les daba el olvido del abismo, era mucho mejor que vivir con una derrota.

- Creo que se me olvidó.- Replicó con una mueca de evidente falsedad. Disfrutaba irritando al otro caballero.

Resgresaron al Santuario en silencio. Máscara de Muerte no era una compañía agradable ni quería serlo.

Había pasado una semana desde la muerte de Aiolos, en el Santuario se notaba un aire tenso y desconfiado, espeso. Dohku, el anciano caballero de Libra, había desaparecido, abandonando su templo y llevándose con él su armadura. Se murmuraba que había estado aliado con Aiolos o que al menos había simpatizado con él.

Esto solo había aumentado la confusión en el Santuario. No era una situación agradable.

Máscara y Aldebarán subieron hasta el templo principal para informar del éxito de la misión al gran patriarca. Atravesaron el umbral y se arrodillaron respetuosamente ante el lider de los caballeros, quien les aguardaba en el trono.

- Informadme, caballeros de oro.

Máscara fue breve, un simple "los enemigos han sido eliminados". Pero Aldebarán no tardó en dar una versión más detallada de los hechos. Haciendo hincapié en los "innecesarios derramamientos de sangre".

- Buen trabajo, caballeros, eso es todo.

Aldebarán se retiró y Máscara se dispuso a seguirle cuando el patriarca le detuvo.

- Aguarda, Máscara de Muerte, deseo hablar contigo.

Máscara suspiró. Ya había tenido conversiones incómodas con el patriarca en muchas ocasiones desde su investidura como caballero de oro. Siempre criticando su "exceso de celo", como lo llamaba el patriarca tan diplomaticamente. A nadie le gustaba su forma de servir a Athena, a nadie. No les gustaba su caracter, no les gustaba su poder, no les gustaba su templo...

¿Qué esperaban de él? Era leal al Santuario, era el soldado de Athena, servía a la justicia con toda dedicación y hacía su trabajo.

- ¿Todos los enemigos fueron aniquilados?

- Así es, patriarca, sin supervivientes.- Bajó la vista al suelo aguardando la reprimenda, la crítica, el enfado de Shión, que sin duda dedicaría el resto de la mañana a adoctrinarle severamente. Estaba acostumbrado.

- Buen trabajo.

Máscara alzó la vista mirando al patriarca con evidente sorpresa, había esperado una amonestación, una crítica, no una felicitación.

- Tengo una misión para tí, Máscara de Muerte, una acorde a tus habilidades.

Máscara de Muerte asintió debilmente, no poco extrañado por la situación.

- Durante demasiados años las amazonas de Artemisa han sido una espina en nuestro costado. Quiero que vayas a su templo aquí en Grecia y elimines a su cúpula de matronas.

El caballero de Cancer se quedó desconcertado. Las amazonas de Artemisa eran una molestia constante, llevaban muchos años en una precaria tregua llena de trifulcas con las amazonas de Athena, a las cuales despreciaban. No obstante siempre se había preservado la tregua con excusas de futura reconciliación entre ambas deidades. Eliminarlas ahora sería un golpe inesperado, Máscara de Muerte podía razonar que era lo mejor, representaban un peligro y tarde o temprano estallaría un conflicto, era mejor atacar antes que ellas. Golpea primero y no lamentarás después.

Le extrañaba la súbita decisión del patriarca, la duda aumentó en su interior, pero no dejó esto se reflejara en su expresión.

- Partiré de inmediato, patriarca.

- Hazlo, e informame a tu regreso.

Máscara asintió, aquello era realmente perturbador. El patriarca nunca había tomado una decisión tan drástica, Máscara se incorporó con una reverencia para retirarse.

- Máscara de Muerte.

- ¿Si, patriarca?

- No quiero supervivientes... ni testigos.

Máscara no cabía en sí de asombro, esta vez no puedo disimular su perturbación por la extraña petición.

- ¿Te supone eso un problema?

El rostro enmascarado del patriarca no le dió mas explicaciones. Máscara no tenía ningún problema moral con la orden, era lógica, poco ética pero lógica.

- En absuto, patriarca, así se hará.

Volvió a inclinar la cabeza respetuosamente y salió del Santuario. La perturbación de su espíritu aumento, desde luego que no dudaba de la sabiduría de la decisión del patriarca Shión, elimirarían al enemigo antes de que este se alzase contra ellos pero... era tan inesperado. No necesitaba mas confirmación, algo iba mal.


Saga se volvió y entró en sus aposentos privados, donde se quitó el elaborado casco alado y la máscara oscura. Si bién eran necesarios para ocultar su identidad resultaban molestos si los llevaba puestos tanto tiempo. Ser el gran patriarca era máscara necesaria para aumentar su poder y autoridad. Ahora tenía el Santuario bajo su control.

Como el caballero de oro que acababa de abandonar el Santuario para cumplir sus órdenes.

Máscara de Muerte, caballero de oro de Cancer. Un hombre que siempre había sido considerado como el más cruel y despiadado, el carnicero del Santuario. Un guerrero sin compasión.

Y ahora era una herramienta a su servicio.

Sintió un estremecimiento de placer. Máscara de Muerte era perfecto para la nueva era. Su mismo sobrenombre, Máscara, era perfecto para la situación actual.

Ahora su labor como patriarca era simple, fortalecer el santuario, exterminar a todo el que amenazara la superioridad de los caballeros de oro y su legitimidad para dirigir el destino del mundo. Sus métodos serían los del caballero de Cancer, despiadados. Eran los únicos argumentos que los mortales entendían, el diálogo caía en saco roto, los pactos no se respetaban, los pueblos no se comprendían.

La fuerza de las armas impondría la paz, los gobiernos de la tierra respetarían las leyes por la mano de hierro del Santuario.

Pronto necesitaría aliados de confianza a su lado, para ejecutar aquellas acciones que pudiesen parecer "excesivas" para espíritus más débiles.

¿No tiene límites tu maldad¿No te conformas con empozoñarte tú mismo que lo extiendes a los demás?.

Saga frunció el ceño, su dualidad siempre resultaba molesta de sobrellevar, era dos mentes en una, dos lados de un solo pilar, la dualidad de Géminis, luz y oscuridad.

- Ellos me seguirán, no son débiles como tú.

La crueldad no es fuerza, ni la compasión debilidad¡detén esta locura!

- No puedes detenerme, eres debil, por eso ahora yo estoy al mando. Somos uno, soy tú mismo, soy Saga.

La voz interior se acalló y Saga se acostó en su lecho, satisfecho. Ahora buscaría a sus aliados, aquellos que pudiesen comprender su grandeza. Como el joven caballero de Cancer... un hombre prometedor, dedicado, decidido, con el temperamento adecuado para los duros tiempos que se avecinaban. Si, un caballero de oro, sin duda solo necesitaba un poco de preparación para unirse a su causa.

¡NO¡Déjale! Máscara de Muerte es un hombre de excesiva crudeza, quizá despiadado¡pero no dejaré que le conviertas en un traidor!

Saga se removió en la cama, incómodo, librando una batalla consigo mismo.

- Cállate, él elegirá su camino, y ambos sabemos lo que hará. Máscara de Muerte es como yo, lo leo en sus ojos, se nota en su cosmos.

Es un caballero de oro, es leal a Athena, no retuerzas su caracter convirtiéndolo en maldad.

Saga acalló el dialogo interno y se envolvió en las sábanas, aun tenia muchas cosas que hacer. Y un soldado que atraer a su causa.


Nota de la autora: Tras el silencio he vuelto con un fanfic de Saga y Máscara, como ya indiqué en mi blog (que por fín he actualizado por cierto). Como es costumbre, en el primer capítulo pongo en situación, el el segundo ya se irá notando más el yaoi.