CHAPTER I.
POV DE PAN.
—… De algún modo sabía que esto pasaría… me dice a medida que siento su respiración acompasarse. Sé con seguridad de que está muriendo. No resisto la presión de sostenerlo entre mis brazos y termino deslizándome con él sobre frío suelo. Zian. Vuelve a llamarme en una voz pausada, baja, agonizante. Esto es nuevo, nunca pensé que serías tú la que me diera el golpe de gracia. Ya no digas más. Imploro nuevamente al igual que una nueva ronda de lágrimas que vuelvo a derramar. No tienes la culpa de nada. No te culpes por esto. Yo soy un maldito mentiroso, nunca cumplí mis promesas. ¡No digas eso! Levanto la voz, en un intento de hacerme oír, es lo mínimo que este hombre merece. Siendo el guerrero que es, debe tener una muerte acorde a la de él. Zian lamento no haberte llevado a conocer… el bosque de bambú que querías, yo… por el resto, me alegra haberte conocido. Finalmente lo siento exhalar su último aliento y depositar pesadamente su cabeza en la curvatura de mi cuello. Lo agito con desesperación, en un intento de hacerlo reaccionar. Él no está muerto. Él no puede estar muerto ¡No lo acepto! ¡No puedes morir, Jun! Con la esperanza de que mi grito lastimero logre traerlo de vuelta empiezo a menearlo entre mis brazos. Mientras le ruego a Buda que sea misericordioso con nosotros, pero en especial con él. Fin del capítulo 5.
Apenas terminé de leer el párrafo final, cerré mi libro y levanté la vista hacia mi público espectador que ovacionados, me aplaudieron. Reverencié un par de veces detrás del estrado antes de pasar a la siguiente fase.
Después de la correspondiente firma de libros, con las consecuentes dedicatorias, y de alguna que otra contracción muscular a mi muñeca izquierda, había llegado la hora de marcharme de allí. Tomé mi bolsa del cubículo y prácticamente a zancadas, o tanto como me lo permitían el vestido y los tacones que había escogido mi estilista para este día, me encaminé a la salida del hotel en donde Matt de seguro ya esperaba por mí. Según sé, ya aguardaba desde hacía una hora.
De seguro debe estar fastidiado por el tiempo que le he hecho esperar. Aunque no es el único, también debo admitir que incluso yo soy la sorprendida. No esperaba tanto apogeo el día de hoy, aunque para nada me resulta desagradable. Se siente fenomenal saber que para estar personas el libro tiene un significado, al menos por unas cuantas semanas, y con aquello, me doy por bien servida.
Atravesé el Hall del Hotel, y no me tomó mucho tiempo localizar a Matt, y para cuando llegué, él efectivamente ya estaba al costado de la camioneta, pero no era el único presente.
"Tengo una junta a esas horas. Lo lamento, Pan. No creo llegar"
Briefs, con las manos en los bolsillos de su pantalón de ejecutivo y con una sonrisa socarrona en la cara, me saludó con el leve asentimiento de su cabeza. No me tomó más de cinco pasos largos para estar en frente de ellos. Después de un breve saludó, nos montamos en la camioneta negra. Nuevo juguete y orgullo de C.C, al menos para Briefs.
—¿A dónde, Sr. Briefs?—pregunta Matt desde el asiento del conductor, mirándonos por el espejo retrovisor brevemente mientras aguarda órdenes de Trunks, quien se acomoda sobre el sillón a medida que mira brevemente la pantalla de su celular.
—A casa—ordena éste sin pensárselo dos veces, logrando así sorprenderme. Debí haber sido muy obvia por la ceja enmarcada que me ha levantado. Sin embargo, decide ignorar mi pregunta nunca formulada y sonriéndome, empieza:
—Estuviste excelente, en especial en la última parte, como relataste esa escena fue muy conmovedora—dice mostrando su blanquecina sonrisa de revista odontológica—. ¿Te sorprendí?
—Por supuesto que sí—contesto—. No creí que vendrías. Si mal no recuerdo, dijiste que tenías una reunión.
—Sí. Pero nunca te dije que no intentaría venir. Y, casualmente no te dije que sería cerca de aquí, y si además de ello, le añado otra casualidad de que tampoco te dije de que haría todo lo posible porque fuera breve, aunque…. Bueno… siendo precisos, no he te fallado, Pan.
—¿Te escapaste de la junta?—inquiero con el cejo fruncido, pero completamente divertida por la situación, a la vez que no puedo dejar de rememorar la palabra: "casualidad" de las últimas dos frases de Trunks—. ¿En verdad lo hiciste?—enarco una ceja en su dirección.
—¿Importaría?
—Por supuesto que sí—Declaro de manera firme—. Es decir, eres Briefs… esto es una atentado a tu propia ética de trabajo profesional—ni bien terminaba de decirlo, él ya había puesto los ojos en blanco—. Esto pondrá una marca en tu engalanado currículum.
—No me escapé—dice con la mirada baja—. Solo fue una muy rápida junta, y aquí estoy.
—Entiendo—al final decido reírme porque sé que es mentira, siempre que miente, decide evadir la mirada, así sean segundos, lo cual hizo ahora, y sé, es una clara señal de que está mintiendo—, pero… al parecer llegaste al final.
—Sí—Dice encogiéndose de hombros—, pero el punto es… ¿Les encantó, no es así?—pregunta mirándome de soslayo, ansioso de mi respuesta, ante lo cual recibe un asentimiento enérgico de mi parte—. Lo sabía. Supongo que debo cobrarte algunos bonos ya que también estoy involucrado allí. Así que supongo que mi salario de este mes tendrá un bono, nada despreciable, muchas gracias por eso, Pan. Si supieras que tengo algunas deudas que pagar.
—No tan rápido—le digo—. No hay ningún documento que ampare tu argumento—contrarresto—. ¿Entiendes? Nada, por lo cual, técnicamente, en mi historia, no existes—Decido burlarme brevemente.
—Debería demandarte—replica—, perdí muchas noches allí.
—¿En verdad?—me burlo con sarcasmo, inclinando mi cabeza hacia él—. Diría que fue al revés.
—Sabes a lo que me refiero—dice mirándome de lado, con una pícara sonrisa en la cara, por supuesto que he captado aquella frase en doble sentido. Al momento en que lo dice, acerco discretamente mi mano hacia la suya para enroscar mis dedos con los suyos, y susurrar un: Lo sé.
Trunks aprieta nuestro enlace, claramente entendiendo mi punto anterior. Me acerco discretamente hacia su oído, y le digo las palabras que seguramente espera escuchar.
—Trunks. Te recompensaré por eso. Lo prometo.
Asiente silenciosamente, antes de darme una mirada lujuriosa y posar una de sus manos sobre mi muslo.
—Sr. Briefs.
—Dime—contesta Trunks, y así como ha empezado el cotilleo, asimismo ha terminado, porque ahora Trunks se ha soltado de mi agarre para contestar su celular y teclear desenfrenado por la pantalla, incluso sin ver realmente lo que está escribiendo.
Hm. Lo sabía. ¿Quería escapar de la oficina? Bien, ahora la oficina lo está acosando.
No me habría enfadado si no hubiese asistido el día de hoy, sin embargo, no puedo negar que me hace feliz el tenerlo aquí. Particularmente, porque este libro es especial. Y lo que lo define como tal es que lo hicimos juntos, por lo cual, ahora resulta que se siente con derecho a reclamar regalías por su valiosa contribución. Así hayan sido de un par de noches, aunque quizá en aquello tenga razón.
—La Sra. Son al parecer no se encontraba en casa—informa Matt—. No pude entregarle el sobre, Sr. Briefs.
—¿Sabes a dónde fue? ¿Qué dijo Clay?
—Dijo que no sabía, que el día de hoy muy temprano, el Sr. Son y la señora habían salido en la camioneta con su niño.
—Tendré que llamarle. Demonios, le dije que tenía que enviarle ese documento.
—¿Es demasiado importante?—inquiero, dándole a entender que puede requerirme para solucionarlo.
—Ah, no en verdad—dice—. Es algo que puede esperar unos dos días.
—Si tú lo dices—le digo cruzándome de brazos en mi lugar, apoyando la cabeza en el respaldo. Cierro mis ojos levemente, producto del aburrimiento que he empezado a sentir. Mismo que lo relaciono con el recorrido que durará aproximadamente dos horas. No me gusta la inactividad, tengo que estar constantemente haciendo algo, cualquier cosa, caso contrario, empiezo a bostezar en el mejor de los casos o en el otro polo, empiezo a cabecear producto de haberme quedado dormida.
Menos mal, Briefs parece darse cuenta, me ofrece una botella de agua helada, y me da su iPod conjuntamente con los audífonos, lo cual, si creía que era una buena idea al inicio, al final, terminé colocándome los audífonos en los oídos, sin escuchar música realmente. La culpa era de la galería de música que Trunks escuchaba, gran cantidad de música clásica, al menos en un 90%, me estaban empezando a inducir en un sueño profundo. Poco me faltó para alcanzar a Morfeo, así que decidí bajar la ventana y dejar que el aire de la carretera me diera en la cara, quizá así, enfocándome en el trayecto y en el frío que penetraba mi piel, podría mantenerme despierta, y así no quedarme dormida.
Sería vergonzoso. Un acto bochornoso de seguro e incluso gracioso, es decir, el apenas sentarme en algún sitio y caer en coma. En verdad que si sucede, Briefs me lo va a recordar el resto de lo que le quede de vida. La música de fondo del interior y la plática amena que estaban teniendo Matt y Trunks logró hacer que me interesase, de modo que burlé a Morfeo.
Escuché un par de anécdotas de lo que le había sucedido a Briefs ni bien apenas iniciaba el día, acompañadas de una ronda de algunas bromas que él habría escuchado y con las cuáles ahora precisamente se estaba luciendo como comediante. No pude evitar mirar a Trunks fijamente mientras hablaba entusiasmado de una de sus anécdotas. Cualquiera que me viera diría que traía la sábana arrastrada hasta el suelo por él.[1]
Ciertamente, me sorprende verlo así de relajado y jovial.
Mientras él seguía contándole un par de cosas a Matt, saqué mi celular de la bolsa e intenté llamar a mi hijo. Al cabo de tres intentos, supe que no contestaría. Intenté llamar a mi madre, y menos mal, no tardó nada en contestar.
—Hola, habla Son—contesta al otro lado de la línea mi madre, enseguida le pregunto por Aren, ante lo cual, ella no puede evitar contestar completamente divertida por el accionar de mi hijo.
—Aren dejó el celular aquí, ya ves cómo es de despistado—dice en tono divertido y yo no puedo hacer otra cosa que golpearme la frente con la palma antes de dirigir mi mirada hacia Trunks.
—No tengo la menor idea de a quién se parecerá ese niño, mamá.
Trunks retorna a verme, ajeno completamente a la situación y a mi comentario.
—De seguro a ti, hija—de pronto escucho decir a mi madre, y no puedo evitar abrir la boca sorprendida e indignada por semejante comentario.
—¡Mamá!
—Pan, sabes que es cierto.
Reprimo el impulso de poner los ojos en blanco, en especial porque soy consciente de que un par de ojos azules me está mirando fijamente para marcar el momento correcto cuando lo haga y cobrarse nuestra apuesta.
"No puedes pasar una semana sin fruncir el cejo cada cinco segundos, Trunks. Acéptalo, eso es tan propio de ti como lo son tus dos ojos"
"¿Ah, sí? Bueno, te apuesto a que tú no podrías terminar la semana sin poner los ojos en blanco, al menos una vez"
"Sch. ¿Apuesta, Trunks?"
"Es una apuesta, Pan"
—¿Pan, estás allí?—inquiere mi madre por el auricular.
—Ah, sí—contesto rápidamente—. Entonces ¿En dónde está Aren?
—Se fue con tu padre y con Goku a la montaña. Dijeron que había unos bebés dinosaurios o algo por el estilo. Yo estoy en casa con madre.
—De acuerdo, entonces, saluda a mi abuela de mi parte, y en cuanto llegue Aren, por favor dale el teléfono, dile que le llamaré en la tarde—después de obtener una afirmación, colgué la llamada y para entonces Briefs me miraba muy sonriente.
—¿Qué tienes?—inquiero mirándolo con desconfianza—. El sentido de la apuesta no significa que tengas que estar sonriendo todo el tiempo, Trunks.
—Por supuesto que lo sé. Sería agotador—dice—. ¿A quién no se le entumecerían las mejillas por ello?
—A todo el mundo—respondo—. Ahora, me dejaste dos mensajes de voz. Evítame la molestia ¿Para qué eran?
—Te lo diré al llegar a casa—Dice entrecerrando los ojos y realmente lo único que se me cruza por la cabeza sería que en un descuido de mi parte, quizá, puse mis ojos en blanco. Grave error sería de mi parte.
Habría perdido, en un descuido, aquella apuesta fastidiosa que nos hicimos. A perder no le tengo miedo, sin embargo, mejor no me quiero imaginar el tipo de penitencia que Trunks me impondrá. No quiso esclarecer el asunto, pero recuerdo haberle dejado muy en claro que no debería ser algo vergonzoso, pero vaya que conozco las bromas pesadas de Trunks, y cualquier cosa que esté pensando para mí en el caso de que pierda, aterra en verdad.
Por otra parte, aún no he pensado en la penitencia que obligaré a Trunks a cumplir, en el caso de que pierda. Espero que así sea, quiero que lo haga. Sé que debe ser difícil para él, es la única manía que parece haber nacido con él, y el hecho de que precisamente ahora esté así de relajado, me da la confianza y total seguridad de que solo es un camuflaje, realmente este hombre no puede estar un día sin sermonearle a alguien. Afortunadamente, para ambos, he de admitir, estamos libres de aquello mientras no nos veamos directamente. Así que supongo que para él es un alivio el ir a la oficina y mostrar su eterno cejo fruncido.
Dios. Deseo con toda franqueza que pierda catastróficamente, aunque ahora precisamente no tenga nada en mente para él, quiero que caiga en esta prueba. Es insano este sentimiento de supremacía, pero quiero verlo derrotado.
—¡Despierta, Briefs!—de pronto lo escucho gritarme. Giro hacia él completamente enfadada por su escándalo. Ante lo cual, sin inmutarse siquiera, él me sonríe con elegancia—. ¿Sucede algo, nena?—inquiere fingiendo inocencia—. Solo quería decirte que ya llegamos.
—¡Vaya forma tan amable de anunciarlo!—replico.
—No creí que tu mente estaría en las nebulosas, supuse que tendría que hacer un esfuerzo extra.
—Sch—no puedo evitar sisear para no faltar a mi apuesta, pero honestamente, todo esto se me está haciendo muy difícil. ¿Quién diría que extrañaría ese simple acto?
Trunks lo sabe, por ello es que está haciendo méritos para hacerme caer, sin embargo, ni piense que lo logrará.
—¿Estás enfadada?—inquiere con burla mientras acorta la distancia entre nosotros, y toma mi mentón entre sus dedos, moviendo mi cara de lado a lado. Fastidiándome en verdad—. ¿Pan? ¿Estás enfadada? No lo creo. Ah… ¿Pero qué pasa, Pan?
Resiste, Pan. No pongas los ojos en blanco.
Controla tus impulsos, Pan.
—¿No dirá algo sarcástico, Pan?—dice mirándome divertido mientras sus manos se divierten acunando mi rostro y presionando mis mejillas, las cuales por el poco tacto que él les está dando, me duelen justo ahora—. ¿Nada qué decir, eh?
Sé lo que estás haciendo, Briefs.
Desearía sinceramente decirle eso, pero estoy segura de que no podré sin fallar en el intento. Cierro mis párpados por minutos para calmarme.
—Pan no te enfades—dice meneando mi cabeza con mayor fuerza—. No es para tanto.
¿Sí claro, no bastaría con decir que esto es más irritante que el sonido de un celular anunciándote que trabajarás en un día festivo?
En verdad, no puedo creer que tenga que hacer esto, pero…
Rápidamente abro mis párpados para encontrarme con Briefs mirándome completamente divertido, espera que pierda, eso es seguro. Pero por nada del mundo le daré ese gusto.
—Amor—le digo sonriendo tanto como me permitan mis mejillas comprimidas por sus manos—. Por supuesto que no. Es decir, me sorprende este tipo de trato ¿Podrías hacerlo más seguido? Por favor.
—¿Amor?—lanza la pregunta, más para él mismo que para mí—. Sch. Pan… ¿Qué…?
Dios, no quería usar esto, pero tendré que actuar como lo que siempre detesté. Y aquello es…
—Bebé…—actuar como alguien demasiado dulce y cursi.
Te odiaré mañana por esto Briefs, porque sé que será un arma de doble filo para mí en el futuro, pero con tal de hacerte caer, empeñaré el alma si es necesario. Me las pagarás, ya verás.
—Por favor—vuelvo a comenzar enfocando mis ojos en los suyos seductoramente mientras me muerdo el labio inferior—. Nunca dejes de abrazarme. Siempre, siempre, siempre quédate conmigo.
Sus ojos me miran desconcertados por mi repentino cambio de actitud, falta poco para verlo fruncir el cejo y congratularme por ello. Sin embargo, él no lo hace. Al menos no por ahora, pero que ni crea que esto se ha terminado aquí. Bajo mí vista hacia sus labios, apenas sí cerrados, y continúo:
—Nunca te apartes de mí, porque… extraño tus labios, y la forma en la cual…—listo, solo falta el golpe de gracia, y estará perdido. Levanto mi vista de seguro enmarcada en pestañas oscuras y pronuncio lo último, con todo el tono de seducción proveniente de mi garganta—… sueles tomarme.
Juraría que casi lo escucho tragar grueso ante eso último. Él al igual que yo, sabe que el ambiente se ha cargado de una tensa atmósfera de sensualidad y emoción. Lo veo apartar la vista de la mía, observando a nuestro alrededor a por alguien que pudiese interrumpir el momento. Y, yo al fin caigo en cuenta de que no tengo la menor idea de hace cuanto Matt nos dejó.
Supongo que desde el inicio, caso contrario, Briefs no se habría comportado así.
De pronto me suelta. Lo cual agradezco, y mis mejillas doloridas aún más. Retorna a su asiento, acomodándose el traje, y dirigiendo su mirada hacia los vidrios polarizados de la ventana. Mientras yo insuflo mis mejillas para tratar de aliviar la constricción causada, de seguro deben estar rojas por la presión a la que fueron sometidas, sin ninguna inhibición, debo añadir.
—No quieres jugar con eso, Pan—Recomienda al retornar a mirarme de una manera... amenazadoramente excitante, o al menos eso me da a entender esa sonrisa de medio lado que curva sus labios. Sin embargo, mi vista no puede apartarse del punto medio en su frente. Solo un poco más, Briefs. Ya estás lo bastante cerca. Solo un poco más, y te habré ganado.
Casi puedo verme saboreando la deliciosa victoria, mi instinto de competencia ha saltado, añorándose la medalla de oro desde antes de la competencia. Oh, Briefs, también puedo ser un excelente contrincante.
—Oh, yo creo que sí—murmuro acercándome a él, a medida que recojo mis piernas sobre el sillón para estar a su lado y apoyar la cabeza en su hombro izquierdo. Rápidamente paso mi brazo por debajo del suyo y en un movimiento de ascenso y descenso, continúo con mi juego de seducción—. ¿Está dudando, Sr. Briefs? Eso es nuevo en usted—decido persuadirlo del único modo que sé, es bajo, pero en verdad no se me ocurre otra cosa para estar a su nivel.
Además, lo vale, sé que su cejo se fruncirá en menos que nada con esto. Lo sé, estoy segura. Ya falta poco, y podré obligarlo a hacer algo que sé, no le gustará, o quizá sí. Ya tendré tiempo para pensar, por ahora, solo quiero hacerlo caer. Restregarle mi triunfo. Pero de pronto algo inusual sucede, lo escucho reírse abiertamente, levanto la cabeza y lo veo pasándose la mano libre por el cabello. Al parecer algo le ha parecido muy divertido.
—¿Crees que no sé lo que estás haciendo?—pregunta mirándome con una sonrisa en la cara—. ¿No sabes con quién estás jugando, Pan? Mala idea usar eso conmigo.
—Por supuesto que lo sé—contesto con sinceridad—. Lo correcto sería preguntarte de si sabes que yo puedo hacer lo mismo que tú, porque te recuerdo el por qué iniciamos esta apuesta.
—Cómo olvidarlo—dice—. Así que desde ya te lo advierto, de ninguna manera olvidaré la apuesta. No después de haber pensado lo que te haré cuando gane. Nena, no me persuadirás. Por eso te digo, ya puedes parar esto, no funcionará conmigo.
¿Qué? ¿Acaso él creía que estoy haciendo esto para hacerle olvidar la apuesta?
Pero por supuesto que está lejos de mis verdaderas intenciones. Ahora mi espíritu de competencia ha saltado tal cual león a una cebra. Oh, Briefs. Tienes un punto ciego, y aquello es... que no me conoces lo suficiente.
—¿En verdad, Trunks?—insisto bajando la voz, casi susurrándole al oído. Suelto el agarre de mi mano para pasar a la corbata que enrolla su cuello, la tiro hacia delante, obligándolo con ese simple movimiento a bajar su cabeza y quedar a mi altura—. Veremos, Briefs. Veremos quién de nosotros ganará.
—No estoy negando que seas buena—dice—, pero conmigo…—no lo dejo terminar ya que me he lanzado a por sus labios en un movimiento al que ni siquiera el infranqueable Briefs podría resistirse.
Y tal cual lo planee, él reacciona, correspondiéndome. Paso mis manos por detrás de su cuello. Ascendiendo de él hacia la parte más prominente de su cabeza, presiono algunos de los mechones entre mis dedos, mientras doy leves tirones. Un gemido no tarda en ser emitido, así que abro mis ojos para ver su reacción. Los suyos cerrados me dan ventaja, pues me permito evaluar todas sus reacciones. No tarda mucho en pasar sus brazos por mi cintura. Haciendo más cercana nuestra conexión.
El beso se acrecienta y yo no puedo estar más que satisfecha, pues, pronto, al igual que siempre suele suceder, aquel cejo fruncido aparecerá en su frente.
—Vamos arriba—murmura en mis labios antes intentar descender a mi cuello, lo cual impido al instante. No hay manera de que pierda esta apuesta, no hace falta mucha motivación, solo un estímulo más y estará perdido. Por lo cual, bajo mi mano a lo largo de la línea de su espalda, ahora cubierta por el traje de ejecutivo azul que le he pasado del armario esta mañana, para detenerme justo en la correa que sujeta sus pantalones. Misma que tomo con fuerza entre mis manos en un intento de hacerle saber que estoy desesperada.
Por supuesto que lo estoy, pero claro, por ganar una tonta apuesta, por supuesto que lo es en el sentido estricto de la palabra, pero… ganarla.
—P-pan…
—B-Briefs…—seré el diablo por esto, pero no puedo resistirlo, y a horcajadas me trepo sobre Trunks. Evalúo su reacción y sus mejillas sonrojadas, con ojos cerrados y cejo empezando a fruncirse, y no puedo sentirme más que motivada por continuar besándolo, incluso cuando he sentido formarse el bulto en su pantalón. Mismo que justo ahora está rozando mi entrepierna de una manera tan deliciosa que me está enviando puntadas directas que están recorriendo mi vientre en una dirección única que conozco muy bien, y puedo jurarlos mí ya palpitante y deseosa...
—Oh, B-briefs—es lo último que se me escapa de entre los labios. Realmente sin pensarlo. Pero, con esto último, de seguro que él frunce el cejo. Aquello es una determinante, lo ha hecho en cada encuentro que hemos tenido, así que sé, esta no puede ser la excepción.
—Pan…
Aparto mis manos de su cuello para colocarlo en el nudo de su corbata e intentar desatarlo. Él gime en el acto, puesto que he tocado una parte muy sensible de su cuello, y he guiado, en un movimiento audaz, mi mano hacia su entrepierna, rozando sutilmente, quizá no tanto, su atormentada extremidad encarcelada en pantalones. Esperando a ser liberado.
—L-lo siento—gimo sinceramente, porque aquella constricción en los músculos del cuello de Briefs también me ha enviado señales que me han hecho temblar de emoción. Casi puedo lanzar por la borda mis planes iniciales de dejarlo varado a mitad de camino, para tan solo dejarlo hacer lo que quiera conmigo, y así alcanzar mi anhelada liberación. Las bragas que cubren mi ser más íntimo me lo están demostrando con una sensación de humedad y sobretodo, un palpitar que se está volviendo enloquecedor a cada momento, y, en especial, el efector determinante: una mano atrevida que Briefs ha colocado sobre mis glúteos, tratando de encontrar el volado del vestido y así poder ascender por la superficie interior. Hace que me sienta deseosa y completamente expectante. Sinceramente, es lo que quiero.
Casi con toda predisposición de enloquecernos, comienzo a moverme, en una fricción que resulta estremecedora. Cada fibra de mi cuerpo está gritando porque Briefs ya se deje de cohibición y me tome de una buena vez. Él no está en diferentes condiciones que yo, puesto que sus suspiros y algunos roncos gemidos que se escapan de sus labios me demuestran que no es indiferente, a nada de lo que está sucediendo. De pronto, como el karma, es un desgraciado de primera, me llega el turno de gemir y técnicamente temblar cual gelatina. En especial cuando Briefs ha colocado una de sus manos sobre mis senos, amasando uno, a la par que está dejando besos ardientes en mi cuello, muy cerca de la superficie de mi oreja, dejándome escuchar sus suspiros con total nitidez, lo cual es ya un gran incentivo para obligarme a apretar mis muslos, aún a horcajadas, para tratar de controlar las propias y poderosas descargas eléctricas que me están recorriendo por completo e inevitablemente, un fuerte gemido se me escapa, casi fue imposible detenerlo, ni siquiera lo he visto venir. Enseguida me disculpo porque para mi propio gusto, sonó exagerado.
—No… te disculpes—dice él en medio de emociones recargadas y de manos ambulantes que se pasean libremente por mi ser, al menos hasta que logró adentrarse en mi vestido y ahora un par de dedos, lentamente empiezan a acariciar mis muslos internos, desesperándome a cada minuto. Con infinita paciencia, una tortura para mí, al menos. Sus dedos comienzan a acariciarme por sobre la ropa interior, y por todos los sabios del mundo, casi me vine con aquello. Sé que él se deleitó con aquello, puesto que no he apartado la vista de su rostro en ningún momento. Esta debe ser la mirada perfecta de la perversión, labios entreabiertos, exhalando forzosamente, mejillas sonrojadas y un par de gotas de sudor empezando a recorrer la frente y los lados de ella de este hombre. Casi como si se tratara de una especie de venganza, decido colocar mi mano, intencionalmente, sobre su extremidad, notando así lo emocionado que está, la mano de Briefs no tarda en posarse sobre la mía, obligándome a ejercer un poco más de presión sobre aquella zona. Dolorida de seguro porque lo ha hecho soltar un gemido primitivo.
No esperaba menos de Trunks.
Pero si serás maldita. Dice de pronto mi subconsciente mirándome de una manera desaprobadora, sabe que es bajo usar el sexo para conseguir algo, pero para mí consciencia, lo vale, vale cada cosa que tenga que hacerle a este hombre. Lo cual se empieza a manifestar en que su cejo empieza a fruncirse, pero no en su totalidad.
Con maestría, su mano sobre la mía empieza a mostrarme una manera de acariciar la zona más sensible de su ser, ante lo cual, solo puedo ser honesta y decir:
—Trunks… ya no resisto—esto es todo—, p-por favor.
Al infierno mi alma porque con esto he logrado pervertir a un pobre hombre.
Después de un gemido, su cejo se frunce poco a poco, como en cámara lenta, ya me veo curvando los labios en una sonrisa desquiciada.
Trunks Briefs, yo, Son Pan, en este día, por fin te he venci…
—¡Papá!—de pronto escucho que golpean la puerta delantera— ¡Mamá!
Me quedo de piedra mientras los golpes y los intentos de abrir la misma, se escuchan.
—¡Demonios!—masculla Briefs debajo de mí.
En un veloz movimiento, me toma de la cintura y, técnicamente, me ha lanzado sobre el sillón, claro, no sin un buen golpe en la cabeza que me he llevado por parte del techo.
—¡Ouch! Mierda.
—Oh, lo siento, Pan—Se disculpa mirándome algo preocupado, mientras Aren no deja de golpear la puerta, evidentemente sabe que estamos aquí—. Pan…
—Estoy bien—le digo sobándome la cabeza—No te preocupes.
—De acuerdo. Saldré primero—me dice haciéndose la corbata con maestría—, me lo llevaré a la sala, mientras tanto, arréglate, y alcánzanos después.
Asiento con la cabeza gacha, mientras lo veo bajarse de la camioneta y poco después empezar a alejarse en compañía de mi niño.
Cuando los veo desaparecer de mi vista, solo puedo quedarme de rodillas sobre el sillón, y lentamente agacharme sobre él hasta pegar mí frente al recubrimiento.
—¡Agh!—estaba demasiado cerca de la gloria—. Todo por lo que luché. Solo…
Cierro los ojos y me muerdo los labios mientras no puedo dejar de darle de golpes con mis manos en puño al sillón. Completamente frustrada, es mi sentimiento descrito en dos palabras.
No sé ni cuánto tiempo estuve allí, derrotada. Creo que poco me faltó para llorar de la impotencia. Para cuando volví en mí, me arreglé lo mejor que pude con la ayuda del espejo retrovisor del auto, porque, en medio de mi acto, que, no sirvió al final, al parecer pise mi bolsa, y ahora los retazos del espejo estaban desperdigados en su interior.
Cuando me hube recuperado, contado hasta 10 e inhalando y exhalado innumerables veces para calmar mi ira. Me adentré en la casa.
En la sala, Trunks estaba cargando a Aren como si la escena de la camioneta no hubiera pasado, mientras yo estaba completamente desubicada, furiosa, decepcionada y frustrada.
—¡Mami!—Apenas mi niño me vio, se lanzó de las piernas de su padre hacia mí para abrazarme. Me coloqué a su altura y lo envolví en brazos para cargarlo y llevarlo conmigo hacia el sillón más cercano—. ¿Me extrañaste?
—Como no tienes idea—confieso con absoluta honestidad. Aunque, siendo honesta, solo un par de minutos más habría bastado—. ¿Te divertiste, hijo?
—Sí. Los abuelitos Gohan y Goku me trajeron—dice, y no puedo evitar refunfuñar en mi interior por el momento tan propicio en el que llegaron. Nadie puede culparme, apenas es martes, y la verdad, ni yo sé, ni tampoco estoy segura de que sobreviva hasta el domingo, sin hacerlo alguna vez.
Realmente no lo sé, por eso mi orgullo me grita que tengo que hacer lo que esté en mis manos, y estuve a punto, a punto, y todos mis esfuerzos fueron…
—¡Hola, Pan!—saluda mi abuelo contento viniendo hacia nosotros—. Creí que llegarías más tarde. Trunks nos dijo que estabas con Ann viendo lo del libro.
—Sí—digo con seguridad en mi voz.
Ya que Briefs ha colaborado a la causa ¿Por qué no usarla?
—¿No la invitarás a comer?—pregunta mi abuelo—. Ya casi sirven el almuerzo. Seguro tendrá hambre.
—¿Tía Ann está aquí?—de pronto se le suma Aren y creo que, mientras Briefs no me vea, hacer esto, una vez, en esta semana, me hará bien.
Ya no lo reprimo más y pongo los ojos en blanco.
—Ann tenía que hacer otras cosas—dice Trunks ya situado detrás de mí.
—¿Esa mujer es muy importante no es así, Trunks?—le inquiere mi abuelo, ante lo cual, él solo responde con un sonido de su garganta que no supe cómo interpretar, pero poco después fue aclarado.
—De seguro fue a joder a alguien.
—¡Trunks!—regaño retornando a verle. Para mi sorpresa, completamente relajado él se encoje de hombros e ignorándome, toma de la mano a Aren y en compañía de mi abuelo, se dirigen hacia la cocina.
—¡Esto es delicioso, gracias por la comida!—agradece mi abuelo como si de aquello dependiera su vida.
Completamente entusiasmado, toma los palillos mientras sus ojos divagan por el centro giratorio circular de la mesa.
—Por favor, Sr. Goku. Sírvase primero—oferta Trunks y no tuvo que repetirlo dos veces. Literalmente, mi abuelo acaba de darle inauguración a la faena.
No muy lejos de él, mi pequeño Aren, mira divertido la escena de ver comer a mi abuelo. Nunca me acostumbraré a aquello, no importa cuántas veces lo haya visto hacerlo. Su manera peculiar de comer siempre nos deja sin habla. Y mi pequeño no es ajeno, lo sé por la forma de asombro y diversión con la cual lo ve.
—Aren—le llamo—. Empieza a comer.
—¡Sí, mami!—con igual entusiasmo, al parecer quiere igualar a mi abuelo, Aren empieza a consumir sus alimentos, incluso las verduras a las cuales odia. Supongo que es para agradarle a Goku, ya que mi abuelo se comería cualquier cosa que sacié su alimento.
—Disculpen mi tardanza—dice mi padre entrando al comedor, y sentándose a mi lado, me permito saludarle, antes de que él continúe con sus disculpas. Mi padre, siempre tan formal.
—Kate no dejaba de atosigarme con unos papeles, y… lamento mucho llegar tarde.
—No se preocupe, padre. Apenas empezamos.
—Gracias, Trunks.
A mitad del almuerzo, a Trunks le surgió una llamada importante, por lo cual se excusó de la mesa, y tuvo que partir nuevamente a la oficina. Podía jurar que se estaba conteniendo el hecho de fruncir el cejo. Para nadie pasó desapercibido que luciera muy relajado cuando técnicamente tuvo que salir a zancadas de la casa.
—Pan. Dime.
—¿Qué sucede, papá?
—¿Algo le pasa a Trunks?—inquiere mi padre acomodándose los lentes sobre el puente de su nariz—. No lucía ni un poco enfadado. Si hasta sonrío.
"Por mi honor de saiyajin. Te juro que saldré invicto, Pan"
—No lo sé, papá—miento con elegancia—, supongo que será una nueva faceta que está probando.
—Te diré que para el resto de nosotros, esta es más aterradora—dice—. No me quiero imaginar qué pensarán sus empleados.
Asiento sonriendo levemente mientras bebo mi vaso con agua. Nadie de esta mesa sabe que estoy haciendo un gran esfuerzo por evitar reírme a todo pulmón.
—Ah, por cierto, Pan—empieza nuevamente mi padre mientras le da los últimos cortes al filete en su plato—. Felicidades. Supe que te fue muy bien en la firma de libros hoy.
—Sí—le digo—. El salón principal se llenó por completo, y también rebasó la capacidad, papá. Parece que en verdad soy famosa.
—Eso no lo dudes. Cuando digo mi apellido, me ven y después bajan la vista, supongo que se preguntan si tengo tú mismo apellido porque soy tu familia o si solo es casualidad.
—Papá no seas exagerado.
—Es la verdad. Por cierto, leí que usaste algunas de las batallas reales que papá tuvo.
—¡¿Qué yo qué?!—Pregunta mi abuelo con la boca aún con comida y la expresión de asombro en su cara—. ¿Pan?
—Bueno…—empiezo—… específicamente usé la batalla con Buu. Algunas escenas se acoplaban bastante bien, abuelo.
—¿En serio? Vaya, ahora también hay un libro de eso.
—Papá—interfiere mi padre—. Deberías leer el libro de Pan, narra muy bien la batalla contra Buu, aunque claro, ahí el villano se llama Gwan, es un hombre perverso que comercia con mujeres y en general, con todo aquello que se mueva, papá. Al retornar a casa pasaremos por una librería y te compraré uno.
—O mejor aún—interfiero—, les regalaré una primera edición.
—¿Pan?
—Espérenme un momento—les digo levantándome de la mesa y corriendo hacia el segundo piso. Apenas llegué me quité los incómodos tacones de los pies y descalza caminé por el piso de madera flotante hasta el estudio. En una de las cajas que aún faltaban por desempacar, encontré el libro y el manuscrito original. Con ellos en brazos, bajé al comedor y se los regalé.
—Pero…—empieza mi papá—. Pan…
—No aceptaré un no—sentencio—, además, ustedes son mi familia, sería ridículo que se fueran a comprar los libros siendo yo la escritora.
—De todas maneras, Pan…
—No—sentencio—. Te los regalo, papá. No aceptaré discusión. Además, sabes que tengo razón ¿No es así abuelo?—le pregunto al susodicho que ahora mismo se ha puesto a hojear las páginas del manuscrito, desesperado por buscar la escena de la cual mi papá le ha hablado. Lo cual es sorprendente, porque incluso ha dejado su comida intacta.
—¿En qué página es, Pan?—pregunta—. ¿En qué página habla sobre mí?
—Ah… abuelo…
—Es en la 234—contesta mi papá, salvándome de esa respuesta que no sabía con exactitud—. Debes saber papá que Pan lo detalla tal y como si hubiese estado allí. Sch, lo cual es imposible, para entonces, ninguno de nosotros siquiera habríamos pensando en que existirías, Pan—me dice sonriéndome con ternura—, pero en fin, papá. Es un capítulo completo, yo mismo me sorprendí cuando lo leí porque incluso hay algunas escenas que ni yo mismo sabía que pasaron pero que se acoplan tan bien—dice mi papá retornando a verme—. ¿Cómo fue que…? Es decir, nunca te conté a detalle la batalla, y dudo que mi papá lo haya hecho. ¿De dónde fue que lo sacaste?
—Bueno….
FLASHBACK.
—¿Acaso no vendrás a dormir?—inquiere Trunks arrimándose en el marco de la puerta del estudio mientras yo lo veo desde debajo de la maraña de cabello que ahora mismo me cubre el rostro apoyado de mejilla sobre el escritorio—. Pronto amanecerá.
—No—respondo perezosamente mientras giro mi cabeza para pegar mí frente al bloc de notas, completamente rayado con letra ilegible y dibujos mal trazados por la superficie de notas—. No puedo.
—Sí, sí puedes—lo escucho confrontar mientras siento que mi fuente de apoyo está siendo halada por él—. ¿Has hecho esto toda la noche?
—No te burles.
—No lo hago, solo que… no entiendo por qué dices que no puedes ir a dormir. La habitación está a pocos metros.
Me abstengo de contestar mientras no puedo dejar mi anterior posición de derrota total. He sido vencida por mí misma.
—Pan.
—No se me ocurre nada para este capítulo—me confieso—, sé a dónde quiero llegar, pero… tengo un bloqueo mental.
—¿De qué tipo?
—De aquel que ni siquiera sé por qué alguien habría de tomarme enserio como escritora.
—Solo estás cansada—dice colocando sus manos sobre mis hombros, ejerciendo presión sobre los músculos—, y tensa.
—Lo sé—casi me escucho gruñirme a mí misma mientras mis ojos no pueden ver otra cosa que no sea el borde del escritorio—. Soy un desastre.
—No, no lo eres. Solo estás cansada, hambrienta y tu síndrome premenstrual está a las puertas. Según sé, eso duele como una patada en las bolas. Y si a eso equivale, ustedes la pasan mal en verdad.
—Dos de tres cosas son ciertas—le digo levantando la mano hacia ningún sitio en particular, simplemente quería dar a entender mi punto.
—¿Entonces?
—Lo del cansancio, y síndrome—me confieso—. Hace media hora bajé a la cocina por un aperitivo.
—¿Ah, sí?
—Sí—respondo removiéndome fastidiada—. Ni se te ocurra pedir un sándwich de gouda mañana.
—De acuerdo, entiendo, no lo haré—lo escucho reírse divertido—. Ah, volviendo al asunto, Pan…—dice—, opino que ya te vayas a dormir. Será peor para ti si no descansas tu cerebro creativo por un par de minutos.
De pronto lo siento arrodillarse a mi lado, y tomarme del brazo, sacudiendo el mismo en un intento de levantarme el ánimo. Lo cual está funcionando, al menos un poco.
—Nena, necesitas dormir.
—No, necesito ir a una purga.
—¿¡Qué dices!?
Juro que si no estuviese somnolienta, aquello habría hecho saltar mis nervios y mi capacidad de respuesta hubiese sido apta, pero no es el momento.
—Es que en este capítulo…—decido levantarme por fin y enderezarme en el sillón para darle cara, de seguro debo ser un desastre porque él está conteniendo su risa detrás de esa sonrisa de labios apretados—… el General Soku por fin puede encontrar al hombre que vendió la sal de contrabando—me explico—, y necesita tener una pelea contra él, y no tengo la menor idea de cómo describirla.
—Incluye algunas de tus propias peleas—aconseja completamente comprensivo mientras su mano acaricia mi cabeza, tal cual lo haría con un cachorro.
—Tú no entiendes—le digo apartando su mano—, ya he hecho eso, en mis otros libros, y ahora, estoy completamente perdida, necesito un nuevo enfrentamiento.
—Y supongo que ir a un planeta en plena guerra civil ayudará ¿No es así?
—Sí—le digo con un mohín—, es terrible aprovechar así la oportunidad para narrarlo en un libro. Es asqueroso, lo sé. No sé qué hacer, te juro que he estado pensando y pensando, e incluso me puse a entrenar en mi mente para visualizar la pelea pero no, no doy con una que me complazca y que me deje satisfecha.
—Ya veo.
—Esta es mi gran encrucijada—digo de manera incluso dramática para mi propio gusto a medida que me cruzo de brazos—. Es tan irritante que…
—¿Y si yo…?—murmura con la mirada baja.
—¿Tú qué, Trunks?
—Bueno… —decide levantar la vista—, no es una pelea individual, es una en conjunto, como equipo—explica mirándome fijamente—. Escucha, no conozco todos los puntos, pero supongo que papá me lo contó siendo fiel a cada detalle.
—¿A qué te refieres?
—Pan—me dice —. ¿Recuerdas que hace mucho tiempo, mi padre y tu abuelo, pelearon contra Buu?
—No lo recuerdo con exactitud—le digo—, lo cierto es que con tantos enemigos que ha tenido mi abuelo, es difícil apuntar con el dedo y decir: él fue.
—Es verdad, tú conociste al Buu bueno—dice—. Ah, escucha—empieza apoyándose en el borde del escritorio—… no sé si esto ayude, pero te diré cómo se dieron las cosas en aquella batalla. Si te sirve para inspirarte, que bien, pero si por el contrario no…
—No te preocupes, en este momento no estoy siendo exigente.
—¿Tengo que sentirme ofendido por eso?—pregunta cerrando sus párpados, enseguida me disculpo, atribuyendo mi torpeza en contestar, a mi cansado cerebro, al cual no le he permitido descansar ya dos noches.
—Bueno, yo era muy niño cuando sucedió, creo que tendría 6 años o algo más—empieza—, era el torneo de artes marciales y recuerdo que tanto Goten como yo estábamos muy ansiosos por…
FIN DEL FLASHBACK.
—Así que fue Trunks.
—Sí, papá. Sin él, creo que no hubiese existido ese capítulo.
—Claramente no—dice—, pero… desconocía que Trunks recordara tan vívidamente ese episodio.
—Tienes razón, Gohan—de pronto dice mi abuelo con el cejo fruncido y la mirada determinada—. Cualquiera creería que ya lo habría olvidado, tanto Goten como él eran muy pequeños cuando sucedió. Creo que no podrán olvidarlo nunca.
—Así es, papá—Añade mi padre—. Pero de los dos, creo que el que mayoritariamente lo recuerda es Trunks. Y es que… le narró a Pan todo con tal detalle que… me parece estar recordando todo lo que pasó.
—Sí—asiente mi abuelo—. Pero… ¿Pan?
—Dime, abuelo.
—¿Trunks te relató cuando Vegeta…? —empieza mi papá sin poder completar su propia pregunta.
—Sí—Asiento con la cabeza recordando esa triste escena que, casi puedo ver a Trunks esa madrugada.
"… Lo trató como si fuera basura. Como si no valiera ni mierda. Entonces, me lancé hacia esa bola de grasa y logré golpearlo, lo envíe lejos de mi papá. Nunca olvidaré ese asqueroso montículo de chicle que lo envolvía como una anaconda. Estaba muy golpeado, casi no podía ni ver sus ojos por los moretones que tenía en la cara. Goten me ayudó aquella vez, recuerdo decirle que mi papá era un príncipe. El tonto no lo creyó sino hasta años después cuando tu abuelo y todos se lo confirmaron. Poco después él… me abrazó, fue… el primer abrazo que me dio… el primero que recuerdo"
Con toda la melancolía que puede cargar un hombre en la voz al recordar algo que marcó su vida, él me lo contó todo. Dijo que si quería podía incluirlo en mi relato. Sin embargo, al final no lo hice. Considero que ese momento no debe estar en la memoria de nadie más que ellos dos, que es algo íntimo, un recuerdo solo de Trunks que nadie más tiene lugar a tener, y que por supuesto, de ninguna manera, yo aprovecharía para mi libro. Fue una cuestión de respeto para los sentimientos de Trunks y por qué no, también para los de Vegeta. No creo, es más, apuesto mi vida a que no le haría nada de gracia saber que me aproveché de alguna faceta de su vida sin su permiso, y no solo eso, sino el hecho de dejarles saber al resto de guerreros que aún continúa con vida, lo que él hizo en aquella ocasión. No por el qué dirían, sino porque en aquella ocasión se permitió demostrarle a Trunks que lo amaba, que él era su hijo.
Considero que es por ello que Trunks se permite ser flexible en ciertas ocasiones con Aren, y mostrarle su afecto externamente de manera colosal. Aunque lo considero estricto, sé, ama mucho a Aren, y nuestro niño lo sabe, por eso el sentimiento es recíproco. No solo se trata de una línea de sangre, es más que aquello, no solamente comparten el sentimiento que se supone un hijo y su padre deban tener, sino que su complicidad va más allá, hasta pienso que podría sentirme un poco celosa de la conexión que ese par tiene. Por ello admiro a mi abuela y a mi madre, a pesar de ser humanas, han sabido convivir con saiyajins, y no es todo el asunto, sino el hecho de criar a unos semi saiyajins, ellas vaya que han tenido que lidiar con este mundo distinto que resultamos ser cada uno de nosotros. Incluso yo, siendo un cuarto de saiyajin, a veces siento que no comprendo a los hombres de mi raza. Por ello me parece increíble que ellas lo hayan logrado, aunque claro, ni mi abuela ni mi madre son personas comunes, de haberlo sido, ninguno de nosotros, empezando por mi padre estaríamos aquí.
—…Me confié en aquella ocasión—Dice mi papá sacándome de mis cavilaciones para darme cuenta que el dúo de hombres se han enmarcado en una amena conversación para ellos.
Mis ojos divagan por el lugar y me doy cuenta que Aren ya se ha ido. Sonrío al mirar su plato con verduras y comprobar que lo ha dejado limpio.
—Vegeta sacrificó su orgullo—dice mi abuelo—, pero no es la única vez que lo ha hecho.
—Sí, papá. Lo recuerdo—añade mi padre—, aunque no con claridad. Aquella vez, en el planeta Namek, él…
—Ya es suficiente—dice mi abuelo depositando la copa de agua sobre la mesa, de manera seria—. Debemos dejar de recordar el pasado. Ahora…—empieza aún con la mirada marcada en un cejo fruncido—. ¿No hay algo más para comer?
Juro que si no me he desplomado hacia atrás o sobre la mesa, como las caricaturas o personajes de cómics, es porque he tenido las palmas de las manos pegadas a la mesa en todo momento.
Como medio para aligerar el momento, mi padre se ríe abiertamente, lo cual decido seguir. No tardamos en conformar un coro, llenando el comedor con nuestras risas. Por su parte mi abuelo no hace otra cosa que no sea su acostumbrada pose de brazo doblado detrás de su cabeza, a manera de disculpa.
A veces me pregunto si lo hace apropósito o si en verdad es tan inocente que lo hace sin pensar realmente en las consecuencias.
Dejaré eso a consideración de cualquier interpretación, lo cual deduzco, ha hecho mi abuela a lo largo de todos estos años, o quizá, ella sí lo conozca lo suficientemente bien, de todas maneras, no pretendo indagar en eso. No es algo que me concierna verdaderamente.
Lo que sí es verdad es que, no importa el momento en el cual estemos, crítico, transitorio o de absoluta paz, si mi abuelo está con nosotros, podrá convertir ese momento en algo divertido cuando menos.
[1] Estar perdidamente enamorada de alguien.
