Naruto es de Kishi...

Dulce


Sasuke vio con malos ojos el peligroso acercamiento de Hinata hacia Naruto. Caminaba lentamente acercándose hasta ellos, un saludo cordial hacia ambos y luego una sonrisa demasiado amistosa hacia su amigo.

Les lanzó a ambos una mirada helada, sin que ni el uno ni el otro diesen signos de notarlo (aunque el sabia perfectamente que eran conscientes de la cruenta mirada que les estaba lanzando en aquel momento).

Odiaba los dulces. No le gustaba ninguno. Ni el más mínimo y ligero sabor u olor que tuviese como significado la palabra dulce. Lo malo era que su novia (dícese de cierta Hyugga frente a él intercambiando miraditas y toqueteos con su 'mejor amigo') le encantaba cocinar, muy especialmente elaborar detalles como aquel chocolate sin ningún tipo de fecha especial y había ido a darle una bolsita cargada de estos pequeños e indeseables postres a Naruto, mientras ambos conversaban en Ichiraku Ramen.

Demonios. Odiaba el chocolate. Odiaba los dulces. Odiaba a Naruto porque le gustasen. Odiaba a Hinata por darle a su rubio amigo ese tipo de detalles que bien podría disfrutar él si aquello le gustase.

Joder. Le carcomían los celos. Celos injustificados pero, celos al fin.

Pero bueno. No todo en la vida podía ser perfecto. No todo podía caerle en la palma de la mano, por muy Uchiha que el fuese.

Se cruzo de brazos esperando que Naruto soltara la mano de Hianta lanzándole una mirada aun más fría, si eso fuese posible. El rubio solo le lanzo una miradita rápida cargada de malicia, indicándole que disfrutaba hacerle sufrir. Mierda y mil veces mierda. Naruto podía sacar de quicio a cualquiera en segundos cuando se lo proponía. Y cuando rodeó los hombros de su Hinata, tuvo que levantarse, tomar la mano de su novia y llevarla lo mas lejos posible de ese usuratonkashi.

Naruto rió por un rato, carcajadas que aun resonaban en la cabeza del celoso y molesto Uchiha a quien por cierto comenzaba a palpitarle una pequeña venita en la frente.

Pego a la Hyugga contra pared de un establecimiento cercano, en un callejón normalmente solitario y procedió a otorgarle un beso apasionado que dejo un clarísimo sonrojo en las mejillas de la chica.

Mierda. No le gustaba ningún dulce. Eso estaba claro.

Pero, ¿Qué mas dulce que Hinata?

Nunca había notado ese pequeño detalle. Hinata era la excepción a la regla. Y por demás, su único y preciado dulce favorito.


Fin

Gracias por leer!

Ja nee!