Villancicos
21/12/11
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Stille Nacht.
Heilige Nacht.
Roderich golpeteó suavemente la cabeza de Gilbert con la varita. Tenía el ceño levemente fruncido en un gesto de desapruebo y lo miraba fijamente como si esperara a que el prusiano reconociese por sí sólo la razón del disgusto austriaco.
Por su parte el peliblanco también le frunció el ceño en gesto retador. Recargó su mejilla sobre su palma abierta. Austria carraspeó al ver que no había respuesta o signo de arrepentimiento alguno.
— Nein, señorito. No es mi culpa no tener la voz de señorita que tienes tú — refunfuñó chasqueando la lengua — ¡Es muy difícil! —
— Gilbert Weillschmidt — llamó regañón Roderich — Lo prometiste — Le recordó cruzándose de brazos, frunciendo más el entrecejo. Tenía la esperanza de que aquello hiciera reaccionar al prusiano y se esforzara un poco más en llegar al tono que deseaba sin desafinar en el proceso.
Gilbert suspiró. Maldita virtud de hierro, era su debilidad. Cuando un prusiano promete lo cumple. Y Prusia en un momento de distracción entre sus videojuegos había prometido a Roderich formar parte en el coro de Mariazell para las fechas decembrinas. Algo que significaba bastante para el austriaco.
— De acuerdo. Otra vez — se rindió.
Roderich sonrió. Volvió a colocarse detrás del piano e inició nuevamente la dulce melodía.
Stille Nacht, heilige Nacht,
Alles schläft, einsam wacht
— Gilbert — volvió a remarcar Roderich frustrado.
— ¡Argh! ¡No es mi culpa! — refunfuñó nuevamente.
El austriaco suspiró.
— Escucha Gilbert. Voy a repetírtelo una vez más. Pon atención Obaka y esfuérzate — advirtió — Tienes que poner cuidado a los tiempos que te marco con el piano, sigue la melodía. Inhala fuerte, llena tu pecho y no sueltes todo de golpe en la primera nota. Distribuye el aire. Observa — Roderich inhaló profundamente y su pecho se infló.
Haciendo uso de apenas una fracción de segundos el prusiano sonrió furtivo y se abalanzó sobre el piano, cruzando rápidamente sobre él y estampó sus labios con los del aristócrata, que había sido pillado desprevenido con aire en sus pulmones.
A pesar de los consejos de no soltar el oxigeno de golpe, no pudo evitar que este se le escapase de la boca y terminara llenando los de Prusia, siguiendo sin titubear el beso que el peliplata le había plantado repentinamente. Movieron sus labios por unos segundos más antes de que el austriaco pudiera poner las manos sobre el pecho de Prusia y lo empujase lo suficiente para separarle de él.
Se acomodó las gafas que habían sido removidas con levedad por la nariz del albino y trató de verse enfadad con aquel gesto. Pero ¿Cómo podría negar lo deseable que esos labios eran? Sus mejillas se habían teñido levemente de rojo y sus labios también habían reaccionado coloreándose suavemente ante la presión.
— Creo que ya he entendido el punto — rio el prusiano sintiéndose victorioso y nuevamente motivado a continuar.
— Espero que sea así. O puedes olvidarte de hacer eso hasta año nuevo — ladeó el rostro para no titubear ante sus palabras ¿Quién podría vivir sin los besos de Prusia?
— No falta mucho — se encogió de hombros — Pero ciertamente sería una tortura — coincidió.
— Aprovecha el aire que has hurtado para practicar — regañó nuevamente. Gilbert rio ante el comentario.
— Bien. Una vez más —
Stille Nacht, heilige Nacht,
Gottes Sohn, o wie lacht
Lieb' aus deinem göttlichen Mund,
Da uns schlägt die rettende Stund'.
Christ, in deiner Geburt!
Christ, in deiner Geburt!
El público que presenciaba aquel dueto de villancicos en el majestuoso templo de Mariazell estalló en aplausos ante la amena presentación del que era la canción navideña más famosa de Austria. Tanto Roderich como Gilbert habían agradecido la presencia y reverenciado en agradecimiento ante la algarabía con la que la presentación había sido recibida.
Se retiraron del escenario para dejar que se presentase la tradicional pastorela.
— Danke, Gilbert. Lo has hecho bien como lo has prometido — admitió Roderich. Al final todo había salido perfectamente.
— Propio de Ore-sama. No puedo creer que hayas dudado — rio animadamente.
— Kono Obaka. Es porque se trataba de ti por lo que realmente dudaba — suspiró.
El prusiano se acercó a él y le pasó un brazo por los hombros acercándose a la oreja del aristócrata.
— Ahora te toca gemirle villancicos a Ore-sama en el oído — murmuró mordiéndole el lóbulo de esta.
Austria lo empujó de golpe y se sonrojó fervientemente.
— ¡Indecente, respeta a Mariazell! — exclamó alejándose furioso de allí.
Gilbert se paró de golpe y fue rápidamente detrás del aristócrata.
— ¡Hey! ¡Roderich, dijiste que podíamos hacer eso si lo cumplía! —
— ¡Yo no me refería a eso! —
— Tú sabes que quieres, regresa —
— Aléjate. No quiero verte hasta año nuevo —
— ¡Roderich! — gimió Gilbert sintiéndose morir ante la última frase.
Aunque, ciertamente Gilbert no tuvo que esperar hasta año nuevo para hacer eso o lo otro con Roderich.
N/A's: -Les da una rosa- (?) Francis, aquí. A mí me ha tocado el enorme placer de inaugurar esta primera tabla de drabbles navideños. Nosotros somos el Awesome Fanficter Trio. Y nos dedicaremos a enriquecer este bello fandom Prustriano de amor ~ Porque Onii-san los ama. Esperamos que disfruten este y nuestros muchos otros proyectos en mente.
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Sí, Onii-san sabe hacer galletas navideñas.
