La lluvia mecía sus cabellos que se pegaban más a su rostro por la presencia constante del viento quizá en un afán de ayudarle a ocultar la tempestad que se formaba en sus ojos, sus pálidos labios temblaban por el descenso de la temperatura que de golpe sintió, trato de decir algo como con el fin de externar todos los torbellinos que se arremolinaban en su interior, pero ningún sonido salió de su boca, podía ver a sus demonios acechando entre la oscuridad y eso le encogía el alma, cada uno con un par de brillantes ojos que a cada segundo se hacían más densos, los escalofríos le invadían entero y leves susurros apenas perceptibles le empezaron a escarchar los oídos, apretó su mano en sí mismo tratando de contralar el pesar, pero se sentía impotente, como el niño perdido que en verdad era, pero que tanto esmeró había puesto en ocultar. En ese instante la lluvia por alguna razón decidió intensificarse en él, su vista se nubló y se mordió el labio para controlar los gemidos que amenazaban con escaparse de sus labios. Pero a pesar de todo ese lastimoso estado levanto su rostro, que aunque demostraba lo averiado que en verdad estaba, no iba a ocultarlo, no más, sin importar el resultado de aquella situación iba a encararla, ya no quería desmembrarse a cada pensamiento.
Necesitaba ser más fuerte, eso es algo que él mismo había tenido presente el suficiente tiempo para que en un arrebato se obligara a decir con el suficiente ímpetu "voy a hacerlo". Su mano, que seguía aferrada a su pecho, se arrancó el corazón al tiempo de la contundente declaración; ya no había señales de lluvia en su mirada, esta misma se había detenido, y fue reemplazada con una penetrante determinación.
Su alma seguía cohibida por la declaración, el dolor le anestesiaba el sentir pero eso no disminuía el sangrado que le provocaba su propia decisión, sonrió diciéndose a sí mismo que todo sería mejor eventualmente; si el destino y la propia Xochiquétzal le bendecían quizá volvería a ver aquellas lagunas disparejas que tanto amaba, pero ese momento no era propicio para eso y quizá el instante adecuado llegaría al final de la canción.
Los ojos irritados por la lluvia voltearon a ver el cielo tapizado de algodón pensando que en donde sea que se encuentre seguramente el cielo este adornado con hermosas estrellas. Reunió todo el aire que pudo contener y sopló a la luna con toda la esperanza que su espíritu podía albergar, con toda la intención de que su soplido llegase hasta ella, aunque se encontrará a trescientos ochenta y cuatro mil cuatrocientos (384,400) kilómetros de distancia.
"Qué sea muy feliz y si en mi destino esta volver a verle, permítelo…por favor"
Lo último se escapó más como un suplició desesperado desencadenado de sus sentimientos aun insistentes, no podía negarlo, estos yacían escritos con tinta perenne en su sentir y quizá por eso lo mejor era guardar su corazón en una cajita de cristal, del mismo material con que estaba hecho; no sería para siempre eso lo tenía más que claro el propietario, pero si lo suficiente para poder aclarar su mente; no le importaba lo que le quisiera imponer el futuro lo aceptaría con la frente en alto y el corazón en el pecho, como siempre debe ser.
"Deseo verte una vez más"
