Disclaimer: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto.

Prompt: Primera Cita.

Advertencias: AU, BL, humor, y fluff en general.


La cita que se negaban a llamar cita

La invitación había sido casual… aunque, a decir verdad, ni siquiera fue de manera consciente, o una invitación como tal.

—¡¿Qué?! ¡¿Nunca has estado en un parque de atracciones-ttebayo?! —exclamó el rubio con clara incredulidad en su tono de voz, su cuerpo arqueandose hacia adelante en aquel frío y poco cómodo asiento tan común de los restaurantes de comida rápida, mientras su mano apretaba un poco más de lo necesario su vaso de soda, el cual y por poco había dejado caer al suelo. Para Naruto Uzumaki, nunca haber pisado un parque de diversiones era lo equivalente a no tener infancia.

El pelinegro rodó sus ojos ante la reacción tan exagerada de su acosador/compañero de piso/"conocido" de la infancia/archienemigo/rival (lo que sea que fuera la relación que comparten) ante su pequeño comentario. Tan solo habían comenzado a platicar —en el caso de Naruto, hablar, y en el de Sasuke, escuchar— sus planes para aquel fin de semana, viendo que ambos habían terminado de dar sus exámenes finales y la próxima semana se verían bajo las órdenes de regresar a las casas de sus respectivos padres. En algún punto salió a flote el hecho de que un nuevo parque de atracciones había abierto al público en la ciudad. Naruto se moría de ganas de ir, a Sasuke le traía sin cuidado algo que ni siquiera había experimentado, y el resto es historia.

—No. —fue su corta respuesta. No estaba obligado a dar explicaciones y desgraciadamente, después de tantos años de conocerse, Naruto entendía qué no podía hacerlo hablar más. Sin embargo, se negaba en aceptar esta verdad.

Esta vez el rubio frunció el entrecejo, manteniendo su posición arqueada y depositando su vaso en la mesa. Para luego hablar bajo, en son de complicidad, pero con escepticismo aún presente.

—Sabes qué es un parque de atracciones ¿verdad?

De tener menos control sobre sí mismo, Sasuke habría soltado un suspiro de exasperación. Así que, acostumbrado a la estupidez del rubio, contó hasta diez.

—Claro que sí, Usuratonkachi. Sé lo que son, pero no he entrado a uno.

—¡Teme! —el insulto/apodo fue pronunciado de manera automática—. ¡Me estas mintiendo! ¡No hay manera de que tu mamá no te haya llevado a uno-ttebayo!

Debido a la gran cercanía entre sus madres es que su relación va de mucho tiempo atrás. La mitad del tiempo a Naruto le gustaba pensar que llevaban una agradable amistad, mientras que la otra mitad desearía ser capaz de lanzar a Sasuke de un puente. En fin, el punto era que conocía a Mikoto y se le hacía difícil imaginar qué esta no hubiera llevado a sus hijos a un parque de atracciones.

Sasuke no quería explicar que de niño se había obligado a no ir, a intentar salir de la sombra de Itachi y madurar más rápido para complacer a su padre.

—Cree lo que quieras, usuratonkachi. Eso no quita el hecho de que sean juegos para niños.

—¡No son juegos para niños, teme! ¡Puede que haya una sección infantil pero te apuesto que la sección para adultos está en otro nivel, dattebayo!

—¿Apuestas? —inquirió Sasuke con una ceja alzada y una pequeña sonrisa divertida en sus labios. Si había algo de bueno que sacara de su continua interacción con el rubio eran aquellas apuestas, retos, o como quiera que quisiera nombrarlas. Al final el perdedor siempre hacía lo que quisiera el ganador. Por el momento el marcador se encontraba en 57 para Sasuke y 49 para Naruto. Le molestaba que el rubio hubiera llegado tan lejos, pero se encontraba confiado en su inminente victoria.

Naruto, por su parte, sonrió de forma zorruna. Con una chispa difícil de explicar en sus ojos azules.

—¡Apuesto que te tragarás esas palabras y admitirás que fue el día más divertido de toda tu aburrida vida, teme!

—¿Qué día? —preguntó para luego terminar lo que quedaba de su hamburguesa y limpiarse con una servilleta.

—Este sábado.

—¿Hora?

—Pasaré por tí a las diez. —anunció el rubio con una sonrisa, levantándose de su asiento y recogiendo la bandeja con sus desperdicios para vaciarla en un basurero en su camino a la salida.

—Compartimos piso, dobe. —respondió el pelinegro, rodando de nuevo sus ojos y copiando las acciones del rubio. Había notado un par de miradas curiosas por parte de los demás comensales pero las cosas que dijeran a sus espaldas le traían sin cuidado, y Naruto, por otro lado, era muy despistado como para darse cuenta.

—Lo sé, solo quería hacerte sentir incómodo, pero eres peor que una roca, teme.

La típica discusión con nombres insultantes no se hizo esperar de regreso a casa.

…:::...:::...:::...

Dos montañas rusas y unos cuantos juegos de disparo después, Sasuke podía admitir para sí mismo qué se estaba divirtiendo. No lo diría nunca en voz alta pero la amplia sonrisa en el rostro de Naruto decía qué de todas maneras el rubio ya se había dado cuenta.

El Uchiha maldecía la hora en que aquel idiota aprendió a leerlo como si de un libre se tratase.

Al menos consiguió vengarse al obligarlo a entrar a la casa embrujada y hacer que pagara por los dos a la hora del almuerzo porque "esta fue tu idea, no gastaré mi dinero en comida de feria". Así fue como Sasuke tuvo que soportar los gritos de cierta persona colgada en su brazo (como si los disfraces de aquellos "fantasmas" fueran buenos) y probar algodón de azúcar a pesar de su claro disgusto por las cosas demasiado dulces. Por lo menos encontraron un puesto de perros calientes y no tuvo que morirse del hambre.

Había comenzado a anochecer cuando a Naruto se le ocurrió la fantástica idea de subirse a la rueda de la fortuna, Sasuke no le veía lo fantástico a subirse en una cabina que los alzaría a varios metros del suelo mientras llevaban un cono de helado en las manos.

—Vamos teme, ¡será divertido! —dijo luego de entregarle sus boletos al encargado de la atracción, sonriendo su sonrisa alegre de siempre.

—No le veo lo divertido a la posibilidad de que me vomites encima. —aclaró el pelinegro mientras mirada a la siguiente cabina vacía parar y abrir sus puertas frente a ellos, como si de una invitación de muerte se tratase.

Naruto no pudo evitar soltar una risa corta ante los temores de su acompañante.

—¡Esto no es nada comparado con las montañas rusas, no exageres teme! —no dijo nada más antes de subir, sentarse y mirar con expectación al pelinegro.

Sasuke suspiro.

Ya estando los dos dentro, la puerta cerrada y el suelo moviéndose bajo sus pies, Sasuke comparó la experiencia a estar dentro de un elevador, tan solo que con vistas panorámicas hacia todo el parque bañado por la luz del atardecer.

Sintiendo un mirada fija sobre él giró su cabeza hacia el interior de la cabina, para encontrarse con una sonrisa extraña por parte del rubio. Sus ojos azules cálidos, libres de burla y con un sentimiento difícil de describir. Aquella era del tipo de sonrisas que hacían recorrer un plácido escalofrío por todo su cuerpo. Era como si Naruto mirará a través de él, y aquella sensación de vulnerabilidad lo ponía nervioso.

—¿Qué tanto miras, dobe?

Un pestañeo y Naruto volvia a ser el mismo de siempre. Su sonrisa se ensanchó y su mirada giró hacia la vista que tenían a su alrededor.

—Hermoso ¿verdad?

Guardando esos sentimientos extraños en un baúl olvidado de su mente, los ojos onix volvieron a admirar las luces y las personas. Era como un festival, pero sin kimonos y con juegos mucho más diversos. La montaña rusa no se veía tan alta desde aquí.

Se sobresaltó cuando de repente Naruto agarró su brazo.

—¿Qué crees qué haces, Usuratonkachi?

—Se esta derritiendo.

—¿Qué?

—Tu helado, se derrite.

Bajo la mirada para encontrarse que, efectivamente, su helado se estaba derritiendo, y parte de este había llegado a ensuciar su mano sin que se diera cuenta. Sabía que subir con helados no era buena idea. Al menos las gotas cayeron al piso y no en su pantalón gracias a que Naruto movió su brazo, cosa que no agradecería porque en primer lugar esto pasó por su culpa.

Tragándose un suspiro paso a su mano izquierda, lamiendo el exceso y asegurándose que no gotearía pronto, para luego hacer lo mismo con su mano derecha, a falta de servilletas o algo más que fuera de utilidad. Esto era una molestia ¿por qué estaba comiendo helado a todo esto?

Ah sí, porque el idiota se ofreció a pagarlo.

—Uh, sigue derritiendose. Espera…

Sasuke arqueó una ceja, pensando en que si Naruto le decía ahora qué todo este tiempo tenía un pañuelo guardado en el bolsillo acabaría destrozandole el cono en la cabeza. Pero en vez de eso el rubio se arqueó hacia adelante, tomó su muñeca izquierda y jaló hacia sí la mano del pelinegro para luego comenzar a ayudar lamiendo lo que se estaba regando del cono.

El Uchiha no sabía cómo reaccionar en esos momentos, así qué tan solo se dedicó a quedarse quieto y en silencio, mirando en una especie de trance como prácticamente el rubio se robaba su helado —aunque no era como si al pelinegro le doliera la pérdida, en realidad. Como un pensamiento pasajero pensó en el helado qué el contrario llevaba consigo, pero recordó que de todas maneras ese estaba ya a medio terminar mientras hacían cola para subir a la atracción. Conociendo a Naruto, probablemente ya se lo había terminado y Sasuke tan solo no se había dado cuenta de ello.

El extraño momento terminó y Naruto levanto el rostro para mirarlo a los ojos con una sonrisa.

—Perdona, creo que me deje llevar y me comí todo tu helado, dattebayo

Aún sintiéndose extraño, posó sus ojos oscuros en el cono para comprobar que, efectivamente, el rubio se había acabado su helado. Cosa que realmente no le sorprendía ni molestaba, así que tan solo extendió el cono en dirección hacia el rubio en una acción qué sabía el otro reconocería sin que tuviera qué decir palabra alguna.

—¿Qué? ¿Ya no lo quieres?

—Lo baboseaste así qué ahora es tuyo.

—¡No lo baboseé, tan solo succioné!

Sasuke enarcó de nuevo una ceja mientras Naruto frunció el entrecejo. Fue luego de un par de segundos qué el rubio cedió, arrebatando el cono para sí pensando en cosas como "tan solo fue una lamida" y "Sasuke es una princesa".

Pero bueno, más helado para él.

Lamentablemente el recorrido llegó a su fin y se encontraron de nuevo en tierra firme. Naruto no se encontraba conforme porque a su parecer estuvieron muy poco tiempo arriba, gran parte del cual se la pasaron solucionando el problema del helado. Además, el día prácticamente había llegado a su fin. No tendría problema en quedarse un par de horas más pero Sasuke había sido claro esa mañana en que quería cenar comida decente en casa.

—¡Naruto! ¡Sasuke!

El repentino llamado hizo que se detuvieran de repente —bueno, Naruto se detuvo y Sasuke rodó los ojos antes de decidir detenerse también, después de todo habían venido en el auto del rubio. Caminando hacia ellos a un paso alegre estaban Sai e Ino, siendo la voz de la rubia la que habían escuchado. Ambos conocidos(para Sasuke)/amigos(de Naruto) llevaban sonrisas en sus rostros, como si hubieran visto algo divertido y sorprendente al mismo tiempo. Aunque en general esa era la expresión que llevaba siempre Sai en el rostro, era Ino la que delataba en parte sus intenciones y tanto Sasuke como Naruto se sintieron escudriñados bajo una lupa.

Esto no pintaba nada bueno.

—¡Hey Ino, Sai! —saludo de vuelta el rubio con una sonrisa un tanto forzada. Por alguna razón sentía que debería dar media vuelta e irse lo más rápido posible de ahí.

—Que sorpresa verlos por aquí. —comenzó Ino, con un tono demasiado dulce que hizo que Naruto entornara sus ojos y perdiera su sonrisa. Aquí claramente había gato encerrado.

—¿Qué quieren? —se digno finalmente en decir Sasuke con clara molestia en su tono de voz.

Ino hizo un puchero mientras Sai…

Sai solo seguía sonriendo.

—¿Qué? ¿Es que no podemos saludar a nuestros amigos a pesar de estar en una cita? Por cierto, ¿quienes son las afortunadas?

Ah, así que era eso.

Naruto se rasco la nuca de forma inconsciente en un acto de nerviosismo.

—Uhm nadie, en realidad solo estamos los dos, dattebayo.

Sai los ignoró a ambos esta vez, girándose para mirar a Ino y decir…

—¿Ves? Te dije que eran homosexuales.

Tres doritos y varias costillas rotas de Sai después, Naruto y Sasuke regresaban a su departamento, con la silenciosa promesa de no mencionar aquel día en un futuro cercano. Porque no, claramente aquella no había sido una cita.

¿O sí?