1.- Eren.
Era el primer día de clase en aquella extraña academia. La Academia de la Esperanza, se llamaba. El moreno se acercó a la puerta con lentitud mientras que los primeros rayos de Sol de la mañana le permitían observar aquella Academia en toda su totalidad. Era grande, muy grande. Eren apagó el reproductor de música y lo guardó en el bolsillo de su camiseta. El primer día de curso empezaba y tenía que esforzarse para lograr su meta. Pero no se sobre preocupaba por ello, quizás sería el nombre de la Academia, quien sabe. El hecho era que ese día el chico de ojos verdes se sentía lleno de esperanza. Dio unos pasos hasta la puerta y la abrió ligeramente, esperando algún signo de vida. Eren bostezó con fuerza y casi se olvidó de taparse su boca. Casi pudo oír la voz de su madre riñéndole cariñosamente. Apretó los puños. Para eso había llegado allí. Para matarlos, para matarlos a todos. Alzó la mirada al frente con decisión y entró en aquella academia.
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Oscuridad. Eso era todo lo que había a su alrededor. Su respiración se agitó rápidamente a causa del miedo. ¿Dónde estaba? Le dolía la cabeza y tenía un presentimiento que no le gustaba nada. Eren permaneció quieto hasta que sus ojos se acostumbraron a la poca o nula iluminación de aquella habitación. Estaba en una clase, en un pupitre sentado. Se levantó suavemente y buscó a tientas el interruptor de la luz en la pared. Por fin, lo encontró y pudo observar con mayor precisión la habitación en la que se encontraba. Era una clase y había unos pocos pupitres. En la pared, había unas extrañas placas de metal. Eren se acercó y trató de moverlas pero no pudo. Se dio la vuelta, algo frustrado, y se fijó en algo que antes no estaba en su mesa: Un papel. Alcanzó el papel y lo leyó: "Felicidades por su ingreso. Ahora empieza una nueva ley. Esta escuela se convertirá en el lugar donde van a vivir."
Eren ladeó la cabeza. ¿Qué significaba aquello? ¿Lugar donde van a vivir? ¿A qué se refería? Las respuestas a aquellas preguntas estaban detrás de la puerta, estaba seguro. Eren salió de la habitación y comenzó a andar por el pasillo. Anduvo un tiempo perdido hasta que empezó a oír unas voces y empezó a correr en esa dirección. Al final del pasillo, se materializó la puerta del gimnasio y Eren decidió entrar allí.
Las conversaciones, que hasta entonces inundaban la sala, pararon repentinamente al entrar él. Eren miró hacia los lados, sobrecogido ante aquella visión. Tenía ante él a los mejores estudiantes de todo el mundo. De pronto, una voz femenina le llamó. El moreno giró la cabeza en dirección a aquella voz y su sorpresa fue máxima. Allí, delante de él, se encontraba una de las mejores entre los mejores pero, sobre todo, su mejor amiga de la infancia: Mikasa Ackerman. Él se quedó paralizado de la sorpresa y tragó saliva fuertemente. Ella se le acercó corriendo y le abrazó con fuerza.
-¡Eren! ¡Qué de tiempo!- Dijo ella mientras le tenía entre sus brazos. Eren, superando su estupor, le correspondió el abrazo pero en seguida se separó de ella, avergonzado. Ella no dijo nada, se limitó a sonreírle mientras enrrollaba su dedo en uno de los hilos de la bufanda. ¡Esa bufanda! Él le regaló aquella bufanda cuando la conoció. Tuvo que reprimir el impulso de sonreír. Ella le cogió de la mano, provocando que sus mejillas se tiñieran de rojo, y le arrastró al centro de la habitación. Eren, observó a los presentes.
-Hola soy Christa.- Dijo acercándosele una chica bajita y de largo pelo rubio. Ella le sonrió ampliamente. Así que esa era la super heredera de la secundaria. Él la miró, algo sorprendido, pues era la única que se le había acercado a presentarse. Christa le sonrió y Eren recayó en la morena que estaba detrás de ella, como protegiéndola. - Y esta es Ymir, mi mejor amiga.-
-Hola.- Saludó Ymir a regañadientes. Eren tragó saliva, ella era la famosa Super Pandillera. Parecía que no quería que nadie pusiera un ojo sobre Christa. Hacían una rara pareja esas dos. Christa le sonrió, agradecida de que se esforzara por ella.
-Yo soy Eren Jaeger.- Se presentó él. Miró al resto de los presentes.- ¿Qué está pasando aquí?
-Creo que estamos atrapados aquí dentro.- Dijo un pequeño chico de largo pelo rubio. Ese debía de ser Armin, el super detective.
-¿A-atrapados?- Dijo suavemente una pelirroja. El chico a su lado le pasó el brazo por encima, tratando de tranquilizarla.
-Tranquila Hannah, estamos juntos en esto.- Le sonrió él. Hannah y Franz, pareja, ella super enfermera y él super cocinero. Parecía que todos los presentes eran del mismo año y promoción: la clase 104. Eren tragó saliva, parecía que no tenían ni idea de lo que sucedía.
-¿Atrapados? ¿Cómo en un secuestro?- Preguntó preocupado un chaval de pelo rapado, Connie el super bateador de la secundaria.
-No, creo...¡Seguro que es la ceremonia de bienvenida! Al fin y al cabo, esto es una escuela especial ¿No?- Dijo optimista Sasha Braus, la super cazadora. Eren ladeó la cabeza, eso parecía una buena suposición. Pero...Todo eso era demasiado raro.
De pronto, cortando su conversación, sonó un estridente timbre. Todos se volvieron hacia la tarima y para su sopresa, allí había aparecido un curioso oso de felpa bicolor.
-¡Bienvenidos a la escuela de la esperanza!- Dijo aquel extraño muñeco.- Soy Kyojin Monokuma el director de esta academia. Un placer conocerles.-
El Super líder más bien conocido como Jean, profirió un grito y dió un par de pasos hacia atrás. No obstante, no fue el único sorprendido. El resto de los asistentes estaban patidifusos.
-Kukukuku~ No se sorprendan, no soy un simple muñeco de felpa.- Rió aquel muñeco.- Espero que estén listos para la desesperanza. ¡Qué de comienzo el espectáculo!-
