Descargo de responsabilidad: Skip Beat no es mío, porque si lo fuera, bueno, ya sabemos lo que pasaría…
Gracias a a92. La idea para esta escena fue tuya. ¡Besotes!
LECTURAS
Un domingo cualquiera.
A pocas semanas del 18º cumpleaños de Kyoko.
Apartamento de Tsuruga Ren.
Kyoko en el suelo, con las piernas cruzadas, estudiando en la mesa baja del salón, en medio de un ordenado caos de apuntes, libros y guiones, adornado de lápices y rotuladores de colores.
Ren en el sofá, leyendo. A veces es un libro, pero casi siempre un guión. La encarnación misma de la calma y el reposo. La pura imagen del sosiego.
Oh, pero Ren casi nunca lee…
El protocolo siempre es el mismo. Se sienta, se pone cómodo. Se apoya en el reposabrazos, sube las piernas y luego las estira, cruzando los tobillos. Coloca el libro -o guión- en posición óptima de lectura, a la altura de sus ojos, y comienza a leer. A los cinco minutos, el libro -o guión- desciende dos centímetros.
Y es ahora cuando comienza su verdadera lectura.
Porque lo que hace Hizuri Kuon (porque ese ya no es Ren) es dedicarse a su pasatiempo favorito: leer a Kyoko.
Desde su atalaya, el perfil de Kyoko se revela en el ángulo idóneo para su observación. Cada detalle, cada gesto es minuciosamente registrado. La tensión de sus hombros, el rictus concentrado, el gesto desafiante ante un problema difícil, la pequeña sonrisa de triunfo que asoma en la esquina de sus labios al resolverlo, y especialmente, la tierna curva de su cuello. Níveo, esbelto, virgen, tentador… Luego se recrea en el leve movimiento de su pecho. Inspira, expira… Inspira, expira… Y el suave arco de su espalda tampoco escapa de su atención. Y mucho más abajo, dos curvas pequeñas, redondeadas, firmes, perfectas… Del tamaño ideal para ser cubiertas por sus manos…
Y llegados a este punto, es el momento en que Tsuruga Ren se levanta muy despacio del sofá, intentando no ser advertido y siempre dándole la espalda a Kyoko. Por si acaso…
Pero ella siempre lo advierte.
- ¿Tsuruga-san?
- ¿Un té?
Él, siempre de espaldas cuando huye del salón, gira solo un poco el torso para esperar su respuesta.
- Eso sería magnífico, Tsuruga-san. Muchas gracias.
- No hay de qué…
Esto no puede seguir así…, piensa él. Atrapado en un ciclo sin fin… En un ritual perpetuo…
Sí… Uno de estos días tendrá que sentarse y contarle toda la historia. Desde el principio. Y decírselo todo.
Todo.
Uno de estos días…
Y mientras prepara el té, Kuon se pierde la sonrisa de Kyoko.
Sí, uno de estos días ella le tendrá que decir que ya lo sabe.
Ella también ha aprendido a leer.
