Drabble que participa en la actividad del grupo de 'Zona Hero'. Segundo día. Stalker.
Bakugo se ha sentido algo extraño últimamente, siente algo parecido a una estampida de elefantes cada vez que lo ve. Le irrita, le enfada y sabe a la perfección que su deseo de matarlo crece cada vez que lo ve… pero, por más estúpido que suene, termina buscándolo a cada lugar al que va. Empezó como un simple gustar, era alguien que vivía en la misma zona que él. Llamativo, sonriente y aparentemente muy dulce, Aoyama Yuuga había capado su atención. Quizás fueron sus largas sus pestañas, sus labios rosas o esos hermosos lunares que poseía debajo de los glúteos. Mientras más conoce, más quiere de él. Necesita de su voz, de sus lágrimas, tiene el impulso de someterlo y tenerlo a sus pies. Su diferencia de edad era mínima, quizás un par de años, lo mismo con la altura. Mientras observa el agua caer por su delicado cuerpo, más apetitoso le parece. ¿Cómo podría no ser así? El chico tenía lo suyo y lo reconoce, nunca había volteado a ver a otro hombre hasta que él apareció.
Como todos los martes, el chico bajaba a hacer sus compras de la semana y él como su fiel protector va detrás suyo. Como si fuera algo casual.
Pero la realidad es…
—Ah, disculpe. —Se lamenta al haberlo golpeado sin querer con el codo, Bakugo se ha acercado lo suficiente como para saber que su cabello huele a lavanda.
—No pasa nada.
que Yuuga ni siquiera sabía su nombre.
O al menos eso es lo que cree.
La estampida vuelve a aparecer cuando él le sonríe de esa manera tan jodidamente hermosa que tiene, hermosa y escalofriante, si fuera por él… mordería cada cicatriz de las navajas que tenía en su piel. Las besaría, arañaría. Le daría amor y dolor, porque así es la vida. Así era él. Sin embargo, siente… algo raro. El aura tranquila parece esconder a una bestia.
—¿Estás seguro? —Una voz con y rostro angelical.
—Seguro.
Eran el depredador y la presa, pero al observar fijamente esos ojos lilas… no sabe quién es quién. Él se retira, meneando un poco sus caderas, ese caminar coqueto es algo que lo vuelve loco. Aunque sea extraño, desde ese momento, mientras aprovecha la penumbra de la noche para mantenerse oculto, Yuuga mira en su dirección.
Esperando el momento para cazar a la presa.
