Viernes, 01 de enero de 1982. 03:30 am.

"Los muggles pueden ser tan ciegos. ¿No es cierto, Severus?"

"Si, maestro..."

"Dignos tan sólo de ser esclavos, como si ese fuese su único y particular propósito..."

En medio del jolgorio de la noche más festiva para todos aquellos que vivían inmersos en un mundo materialista, sujeto a las limitaciones de las leyes físicas y restringido a lo que podían percibir los limitados y carnales sentidos, ajenos al ilimitado mundo de la magia y de aquellos que se servían cada día de ella, caminaban enfundados en recias capas oscuras dos sospechosos individuos, amo y siervo, cuya presencia, aunque siniestra, no despertaba mayor curiosidad entre los pocos caminantes que aún transitaban por las ya oscuras calles de Saint Helens, en el condado de Merseyside.

El amo, un adulto de facciones gastadas, ojos rojisos y oscuros, casi alienados, respiración pesada y tes pálida, cabellera negra, escasa y mustia, alto y extremadamente delgado. Un mago que se había labrado una fama aterradora y sangrienta, dejando atrás su nombre de nacimiento para reemplazarlo por uno que inspiraba temor en todo aquel que conociese la magia y su secreto mundo. Antes un hombre, hoy tan sólo Lord Voldemort.

El siervo, algo más joven, de cabello abundante y desordenado y ojos oscuros, temerosos. De nombre Severus Snape, uno de sus más leales, que caminaba a la sombra de su maestro, dispuesto a servirle de comparsa en el sucio trabajo que ejecutarían esa noche… o al menos eso era lo que pensaba erradamente su pretendido líder…

Desde que tuvo el infortunio de oír esa maldita profecía y ver como aquella guiaba la mano del ser mas peligroso sobre la faz de la tierra contra la vida de lo único que había amado en su vida, el fiel sirviente se había convertido en traidor. Por amor, una amor egoísta y mezquino; un sentimiento que lo había llevado a revelarse secretamente contra aquel a quien había jurado servir para ver como guiaba a los todos los magos al predominio, al lugar que por derecho les correspondía.

Pero antes de la traición había venido la súplica, esperando que su maestro saciase su egoísmo concediéndole lo único que anhelaba más que el poder serle útil. Pero el Señor Oscuro, tan miserable como quienes le rendían pleitesía, no tuvo la menor consideración por tan insignificante pedido: Lily Potter había estorbado sus planes ya muchas veces, y no se privaría de la oportunidad de destruirla personalmente, junto con el retoño que amenazaba con erguirse en un futuro cercano como su rival.

Y su ceguera le condenaría, enviando a su más fiel asistente en brazos de su mayor enemigo, quien llevaría con él las armas para su derrota final.

Fue él, Snape, quien pudo descubrir la identidad del traidor Pettigrew y frustrar el ataque al hogar de los Potter, en Godric's Hollow, cuando el mismo Dumbledore se constituyó en su guardián secreto: una primera emboscada infructuosa contra el Señor Tenebroso, que significó su huida y la muerte de Colagusano, entre horribles tormentos, por el error que casi cuesta la vida de su Señor.

Fue él, Severus, quien se había logrado colocarse en ese último par de meses como el más cercano a su maestro, incluso sobre los Lestrange, sobre Malfoy y sobre todos. Y, como pago por su probada fidelidad, era el único que lo acompañaba en esta última tarea.

Había cumplido bien su papel como perro fiel y obediente (y aún mejor su papel de Judas), y hoy vería correr la sangre de aquél se alzaba como la única amenaza contra aquella que amó y aún seguía amando, a pesar de haber ella preferido a su enemigo por sobre él.

Un perro, que ladró al par de desconocidos y fue silenciado con un rápido movimiento de varita del sirviente, fue la única interrupción que los viajantes tuvieron antes de poder contemplar su destino, una pequeña casa solera con vista al puerto en donde, según la información obtenida por Snape para su amo, se ocultaban los Longbotton, Alice y Frank, junto a su pequeño retoño, esa insignificante amenaza que venía a exterminar de una vez por todas:

- Es una pena que la profecía no fuese más específica, ¿cierto Severus?

- Así es mi Señor, pero las profecías raramente lo son.

- Verdad, verdad… En fin, esta será una noche ocupada: dos casas, dos pequeños, dos muertes. Fuiste bastante listo en sugerir comenzar con el hijo de los aurores, ciertamente será una presa mucho más difícil que el mocoso Potter. Si alguien ha de convertirse en mi rival, sería probablemente este pequeño sangre pura y no ese bastardo niño mestizo, fruto de esa apestosa mujer sangre sucia.

Sin notar la rabia contenida en su acompañante, el Señor Oscuro levanta su varita y rodea la zona con una misteriosa niebla: un hechizo especial, que evitará que huyan recurriendo a algún traslador o por aparición. Prosigue su camino, hasta que algo lo detiene: una barrera, que por lo que puede ver sólo detiene a los seres mágicos. Voldemort sonríe: si se han tomado tantas molestias para impedirle el paso es porque algo hay allí que desean proteger.

Severus espera impaciente. Sabe que sus instrucciones son esperar a la llegada del grupo de captura, que supone encabezará Albus Dumbledore en persona. Y ellos sólo aparecerán en el momento en que esa barrera sea derribada con algún poderoso contra-hechizo, como el que sólo podría conjurar su Señor o el mismo Albus.

Pero no hay hechizo alguno. En vez de eso, el Lord saca de entre sus ropas un pequeño aditamento: una especie de prendedor de plata, bastante rústico, poco más grande que una almendra y que luce como únicos adornos una "S" en la parte trasera y una especie de ópalo transparente con detalles blancos en su interior, como si fuesen nubes contenidas dentro del cristal, que ocupa casi todo el frente de la joya…

Su pasada derrota en el ataque largamente planificado contra los Potter y su hijo le demostró al Señor Tenebroso que todavía se encontraba lejos de ser realmente invencible, por lo que dedicó las semanas siguientes a estudiar viejos pergaminos de la época de su antepasado y modelo, Salazar Slytherin. Pero no pudo hallar nada interesante por días, hasta que se topó con un gastado papel, redactado en parcel, escrito por alguien a quien, por no compartir la fama de su progenitor, nunca habría pensado siquiera considerar: Sebastian Slytherin, nieto de Salazar y último Slytherin por apellido.

Sebastian, a diferencia de sus padres, renegaba del pasado y la fama de su abuelo, además de su inclinación hacia las artes tenebrosas. A tanto llegó su rechazo a lo que su apellido representaba que llegó a matar a su hijo menor, el único varón, apenas notó en él tendencias hacia la tortura y el sadismo. No contento con eso, se propuso crear un amuleto que le permitiese anular la magia tenebrosa, absorbiéndola y destruyéndola. Pero el talento de su abuelo ciertamente corría en sus venas, y el legado de una serpiente no puede simplemente ser ignorado: su amuleto, una vez terminado, no sólo absorbía la magia oscura, si no cualquier tipo de magia, nulificándola, además de poder, si se deseaba, capturar las almas cargadas de poder mágico, donde se suponía serían torturadas en el mundo que él creía se ocultaba dentro del ópalo maldito, por toda la eternidad.

Cuando se percató de lo que había creado, Sebastian renegó de su creación, ocultándola dentro de su propio cuerpo, dejando el relato de su invención como advertencia para cualquiera que, intentando repetir su buen propósito, se viese tentado a recrear su obra: no se pude pretender detentar un poder para consumir la magia tenebrosa sin que afecte a cualquier magia, porque la magia es en realidad una sola...

Voldemort acarició con sumo cuidado el amuleto, colocándolo sobre su pulgar derecho, el dedo con el que sujetaba usualmente su varita. Cuando estuvo en posición, le dijo en lengua parcel: "sujeta", orden ante la cual la "S" que se encontraba tras ella se liberó como una pequeña cuerda metálica, para envolverse alrededor del dedo, como si fuese un anillo. Cuando eso se completó, el Señor Oscuro simplemente rasgó la invisible pared con su mano, dando lugar a una abertura en la barrera, que permaneció abierto, mientras el resto de la barrera no daba señas de haber sido afectada.

Terminada limpiamente la operación, Voldemor ordena a su sirviente que le siga, rumbo a su destino final. Dándose un momento para mirar su más reciente adquisición, ronríe, recordando el otro propósito que lo trae aquí:

El Diario, el Anillo, la Copa, el Guardapelo, la Diadema… cinco tesoros, los únicos dignos de llevar una parte de su alma, sus horrocruxes. Y ahora, finalmente, a conseguido un sexto tesoro, uno incluso más impresionante que los anteriores, con el cual podrá finalmente completar su propósito: siete contenedores, cada cual más valioso que el anterior, finalizando con la que conservará en su propio cuerpo, aquél perteneciente al más grandioso mago nunca antes existente, que contendrán las siete partes en que dividirá su propio ser, manteniéndolo por siempre vivo. Siete, el número mágico más poderoso, finalmente alcanzado en esta noche, gracias a la muerte de aquel que se presenta como la única amenaza para su vida. Después de lo que consiga en esa casa, el niño Potter sólo significará cerrar el círculo, porque no hay que dejar ningún cabo suelto, ninguno…

"Si, ninguno", se dice el Lord oscuro mientras observa a su fiel acompañante, quien compartirá con él su mas grande logro para luego abandonar este mundo por su mano.

Tan sólo porque no puede permitirse un riesgo como él, no cuando ya no tendrá utilidad alguna.

Mientras tanto, Snape comienza a impacientarse, imposibilitado de lanzar la mínima llamada de alerta, no cuando ha visto lo que el asesino lleva en su mano.

Ya sólo faltan metros para llegar a la puerta frontal. A esa corta distancia, se oyen las voces dentro…

(¿Porqué rayos siguen aquí? ¡Dumbledore debió habérselos llevado!)


Ante una cálida chimenea, en la amplia oficina del director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, se encuentran reunidos un equipo de talentosos y decididos magos, Se han reunido ante el llamado urgente del líder de la así llamada Órden del Fénix, dispuestos a sacrificar sus vidas en esta última misión, una oportunidad irrepetible dada por los esfuerzos de quien ahora todos saben es el espía de su líder en el circulo íntimo del enemigo, Severus Snape.

Esperando la orden de partir se encuentran allí: Alastor Moody, Elphias Doge, Hestia Jones, Minerva McGonagall y Sirius Black. Algo alejados de ellos, al calor del fuego, los esposos Potter, James y Lily, a cuyos pies su hijo, Harry, juega con el gato de su familia, incapaz de dormir luego de haber sido sacado de su cuna. Sirius se aproxima a la chimenea para conversar con James:

- Todavía no me explico el porqué Dumbledore los trajo para acá, cuando el encantamiento fidelio los mantiene a ustedes y su hogar fuera del alcance de Voldemort.

- Piensa que si pretende intentar nuevamente su ataque es porque debe contar con algo o alguien que le permita traspasar esa protección, por lo que no quiso arriesgarse dejándonos sin otra protección adicional. Además, con la premura de la información que recibió no pudo reunir a los demás miembros de la orden en número suficiente como para crear un segundo equipo de protección.

- Pero los Longbotton siguen en esa nueva casa…

- Fueron tan valientes como para ofrecerse de señuelos para asegurar la presencia del Lord oscuro y que caiga en la trampa. Además, apenas Dumbledore detecte que cayó la barrera que protege su hogar los traerá aquí de inmediato.

- Lo que no entiendo es como puede armar todo este plan confiado en la sola palabra de esa sucia rata de Snape. Puede que nos esté entregando en sus manos y en las de su amado jefecito.

- No nos lo ha explicado a ninguno de nosotros, pero parece ser que le dió motivos suficientes para confiar en él; se supone que ha estado haciendo contra-inteligencia durante meses. Incluso creo que fue él quien nos dio el dato sobre Colagusano.

- Lo sé, pero eso último podría haber sido sólo una coincidencia, su deseo de lo ayudáramos indirectamente a deshacerse de uno que le desagradaba, particularmente siendo antiguo amigo nuestro.

- Veo que aún lo aprecias, Canuto…

- Fueron demasiados años, y al final nunca sabremos si ese pobre tuvo algún motivo de peso para cambiarse de bando. Tal vez fue obligado a todo y nosotros sólo dejamos al descubierto, enviándolo a su muerte.

- También pienso que pudimos tratar de salvarlo. En todo caso, nadie había muerto todavía por su culpa.

- Si. Ahora tan sólo tengo que mantener el ojo sobre Snape, por si trata de jugarnos chueco.

- Veo que todavía no confías en él.

- Nunca confiaría en él... Rayos, como desearía que Lunático estuviese con nosotros…

En ese momento aparece Dumbledore en la habitación, acercándose rápidamente al lado de Moody. Le explica que Voldemort ha creado alguna especie de restricción mágica que le ha impedido aparecerse dentro del hogar de los Longbotton, además de que ha logrado traspasar la barrera creada sin ser percibido. Afortunadamente tenía a Fawkes, su fénix mascota, vigilando las cercanías, por lo que ha podido percatarse de su intrusión. Finalmente, le señala que irá personalmente a levantar esa restricción y apenas esté hecho, Fawkes los llevará con ellos en una aparición conjunta.

Mientras Dumbledore desaparece, Moody reúne al grupo alrededor del recién retornado fénix, a fin de que estén preparados cuando aquella se dirija a su destino.

Sirius ve como James se despide de su esposa e hijo, para luego allegarse al grupo de captura. Intrigado, le dice: "supongo que tú tampoco confías en Snape, Cornamenta". Su amigo y compadre, con rostro serio, le responde: "algo así".

Diez segundos después, todo el grupo desaparece.


Voldemort le indica a su sirviente que espere, mientras él ingresa a la casa a terminar su tarea.

Dumbledore llega corriendo cinco segundos después, y con un rápido pase mágico disipa la neblina. Al momento, el resto de la Orden del Fénix se aparece, con la mayoría viendo a Snape con desagrado.

Pero un ruido interrumpe la escena, ante el cual el líder del grupo desaparece para re-aparecer ya dentro de la casa. Cuando llega, puede ver el enfrentamiento entre Voldemort y los Longbotton.

La pareja, consumados aurores, esperaban a su atacante con las varitas en sus manos, por lo que evitan rápidamente el primer ataque. Pero el duelo de magia es corto, y la madre, Alice, cae desmayada ante un hechizo aturdidor, lanzado por el Señor Tenebroso en un intento de evitar que escape de allí con el bebé en sus brazos. Dumbledore llega al lado de la desmayada, mientras trata infructuosamente de sacarla de allí por medio de aparición conjunta. Preocupado, comprende que, de alguna manera que desconoce, el mago oscuro les impide huir de allí, por lo que decide llevar la lucha al exterior de la casa, invocando a su patronus, un plateado fénix, para que tome a su enemigo y lo arroje fuera rompiendo una de las paredes. Frank, el esposo, le pide a Dumbledore que permanezca allí, protegiendo a su familia, mientras el sale al exterior a tratar de reducir al enemigo.

Cuando se asoma fuera por el agujero dejado por la salida del patronus, Frank Longbotton observa como Voldemort resiste las envestidas de seis magos, esquivando algunos hechizos, conteniendo otros, mientras otros simplemente se esfumaban antes de hacer contacto con su blanco. Mientras, Severus Snape permanece en el suelo, derribado.

Imposibilitado de usar la maldición asesina, ya que no cuenta con el tiempo necesario para conjurarla sin ser atacado a su vez desde todas direcciones, el mago tenebroso hace surgir de los suelos, transportándolos de quién sabe donde, decenas de inferi, los que se avalanzan contra sus agresores, dándole el tiempo necesario para apuntar a su derribado sirviente y lanzar su hechizo: "rennervate". Cuando nota al pelinegro despertar, Voldemort le grita: "entra allí y termina el trabajo, luego iremos a por el otro". Longbotton ve como el sirviente entra a la casa, e ignorante de su calidad de doble agente trata de derribarlo con un hechizo, pero su intento es interrumpido, a su vez, por un hechizo aturdidor del mago oscuro, que lo lanza dentro de la casa, derribándolo.

Aprovechando que los inferi parecen controlar a sus otros agresores, Voldemort se mueve por el aire en una nube de humo, adelantándose rápidamente a los pasos de su sirviente. Cuando se materializa, se percata que la mujer y el bebe, así como Dumbledore, ya no están en la primera planta de la dañada casa. Suponiendo que han subido al piso superior, los sigue por las escaleras.

Arriba, descubre que el mago blanco le espera en el pasillo, pero el hechizo de fuego y agua que lanza el líder de la Orden del Fénix es desvanecido en pleno vuelo con un sólo gesto de su mano por parte de Losr Voldemort, quien a continuación lanza con un sólo ademán de su varita a su enemigo, azotándolo contra la pared. Pasa sobre el cuerpo de su derribado enemigo, ingresando a la habitación que aquél protegía; detrás nota llegar a su sirviente. Juntos entran en el dormitorio, pero no ven a nadie: solo una cuna vacía, dentro de la cual descansan unos pocos juguetes.

Mientras Snape busca en los armarios de la habitación, Lord Voldemort mira con cuidado la pared del ventanal que da hacia el patio de la casa. Luego, con un además de su amuleto, quita el poderoso hechizo desvanecedor aplicado por Dumbledore, viendo allí, en el suelo, junto a la pared, a la desmayada madre y, a su lado, el bebé despierto que le mira, asustado y a punto de estallar en llanto.

Snape no se ha percatado del descubrimiento de su Señor y se ha ido a revisar las otras habitaciones. El mago oscuro decide no llamarlo y disfrutar el momento de su triunfo en privado: apunta con lentitud al pequeño y pronucia la maldición asesina: "Avada Kedavra", pero su ejecución es interrumpida por un ataque desesperado de la madre, que lanza a su mano un hechizo de desarme, que no es suficiente para quitarle su varita pero si para desviar la ráfaga verde al techo de la habitación. Molesto, el mago tenebroso guarda su varita, mientras apunta con el amuleto a la mujer en el suelo; con un gesto de su dedo índice le quita su varita, mientras hace flotar su cuerpo con el poder de la joya, mientras se dice a sí mismo: "ahora veremos si eso de capturar las almas es verdad". Mientras Alice tan sólo mira temerosa a su hijo, quien sentado en el suelo la observa fijamente, Voldemort pronuncia la palabra: "desaparece". El cuerpo de la mujer se desintegra en miles de partes, como si fuese nada más que arena, mientras su esencia se esparce en la habitación, disgregándose hacia la nada. Luego, el vacío, sin restos, ni una sola gota de sangre o cosa alguna que permita saber que allí hubo antes un ser humano.

Su hijo, que ha visto toda la escena, no emite ruido alguno.

Voldemort está decepcionado: el amuleto, aunque poderoso, no ha hecho lo que prometía. Pero es una bonita muerte, mucho más limpia que la maldición asesina, por lo que decide apuntar también al pequeño en el suelo, mientras prepara en su mente el hechizo con que separará por sexta y última vez su alma, para guardar una parte en la plateada joya. Le grita a su sirviente (el que ahora se encuentra en la habitación más alejada, todavía buscando a sus víctimas) que vigile el pasillo, para luego enfocarse en todo lo que debe hacerse.

Pero el propósito del mago oscuro es interrumpido cuando llega de improviso el esposo de la asesinada, quien sin otro plan lanza un hechizo de desarme contra el invasor: con el poder del amuleto dirigido al bebe, su capacidad de absorber la magia se inutiliza, por lo que el hechizo golpea la mano del Señor Tenebroso, de la cual el amuleto cae, rodando hasta los pies del bebe.

Sin el amuleto y con su varita guardada, Voldemort es incapaz de contrarrestar los hechizos de su atacante, por lo que cae de rodillas al suelo, sin fuerzas para levantarse. En eso, llegan a la habitación Snape, seguido detrás por un cansado Dumbledore. Sin poder evitarlo, Albus ve como Severus Snape levanta su varita. Voldemort piensa por un momento que su fiel sirviente acabará con sus enemigos, permitiéndole completar su tarea, pero sus esperanzas se vuelven terror cuando ve como esa varita apunta hacia él, mientras es pronunciado un sólo hechizo: la maldición asesina.

El fuego verde golpea limpiamente al una vez hombre, quien cae limpiamente al suelo. Voldemort ha sido asesinado.

Mientras Frank Longbotton revisa el cadáver del mago tenebroso, Albus regaña a Snape por lo que ha hecho, tildandolo de innecesario, a lo que el aludido responde: "lo siento, Dumbledore, pero era demasiado peligroso para dejarlo vivir. Mientras él existiera, ella y su hijo seguirían en constante peligro".

Resignado, y sin saber lo que ha pasado con Alice, Dumbledore se acerca al bebe y escudriña su mente. Allí lo ve todo, y sabe que la madre está irremediablemente perdida. Trata de tomar el amuleto que ha hecho tal daño, a fin de destruirlo, pero le es imposible tomarlo. Prueba luego con su magia, pero cualquier hechizo lanzado hacia él se vuelve nada.

Preocupado, trata de que Snape lo tome, pero tampoco lo consigue. Viendo lo inútiles de sus esfuerzos, le pide al pelinegro que cuide al bebé, mientras él se lleva más lejos al padre para contarle la trágica noticia. En eso, llegan los demás del grupo de captura, quienes sólo contemplan el cuerpo de su enemigo allí, tirado en el suelo, así como el llanto del ahora desconsolado viudo.

Mientras dispone que el cuerpo de Lord Voldemort sea sacado de ese lugar, para ser entregado a las autoridades del Ministerio de Magia, Albus decide hablar con Severus a fin de ofrecerle refugio, sugiriéndole difundir la noticia de que ha sido él y no Snape quien ha dado muerte al líder de los Mortífagos, a fin de no atraer sobre aquél la venganza de éstos. Pero Severus se niega, señalando que prefiere que se diga la verdad, y que él simplemente desaparecera de la vista de todos.

Luego de estrechar sus manos ambos se separan, con Snape marchándose por medio de la aparición.

Cuando todo ha terminado, y viendo que Frank no se ha acercado a tomar a su hijo, Dumbledore se acerca al pequeño. Al tomarlo en brazos, nota como él ha tomado en sus manos el amuleto maligno; extrañado por dicho suceso, Dumbledore, con voz infantil, le pide al bebé que se lo preste, pero el pequeño Neville simplemente se niega.

Y no es sólo eso, si no que, de todos los presentes, incluido su padre, ninguno puede quitárselo o tocarlo. Al parecer, el amuleto ha elegido un nuevo portador.


En el salón de Misterios del Ministerio de Magia, en Londres, en los estantes donde se guardan las profecías, se ve una de las más recientes allí almacenadas, la que porta una inscripción hasta ese momento incompleta. Con los sucesos recientes, la inscripción finalmente es completada, de forma mágica, con lo que termina diciendo:

"Profecía de S.P.T. a A.P.W.B.D., referida al Señor Tenebroso y Neville Longbotton"


Notas del Autor:

Holas nuevamente, durante varios días he querido amenizar mi perfil con otra historia, ya que el que diga "autor de 1" es algo deprimente, por lo que aproveche un momento de inspiración y escribí lo que sería la introducción de este fanfic sobre Harry Potter.

Sin ser fanático de Harry Potter como fenómeno, tuve la oportunidad de leer sus libros luego de ver las películas y me encantaron, transformándose en una de mis lecturas recreativas habituales (de esos que te re-lees cuando estás aburrido). Y si algo me ha quedado siempre dando vueltas es ese comodín que puso la autora respecto de que Neville podría haber sido el elegido para vencer al Señor Tenebroso, y que si Harry lo fue se debió sólo a que el mismo Voldemort, con sus acciones, lo determinó así.

Esta es una historia secundaria, así que a mis dos o tres lectores asiduos les comento que no creo que actualice tan rápido como la de Naruto, mi opera prima. Estimo una proporción d (tres narutos por 1 potter). Además, está el detalle que, a diferencia de la otra, para esta historia tengo el pie y un par de escenas, pero en gran parte es material a completar.

Saludos y a quienes pasen por aquí, gracias por leer.

Como corresponde, señalamos que el mundo y los personajes del presente fanfic son de su autora J. K. Rowling, es hecho sin fines de lucro y para fines unicamente recreacionales.