¡Hola a todos!

Trabajando en mi fic "Después del sótano" (basado también en un episodio de la serie "Masters of Horror", de Mick Garris), me quedé con ganas de hacer algo sobre los demás episodios. Pero hasta ahora no llego a hacer historias largas como "Después del sótano", por lo que me lancé a hacer historias cortas, una por cada episodio (no siguen el orden de los episodios porque los escribo según me va llegando la inspiración).

No es necesario haber visto los episodios para comprender las historias, se pueden leer de forma independiente. Aunque como están basadas en los episodios, posiblemente revelarán spoilers de éstos.

Estas viñetas o pequeñas historias son radicalmente diferentes de mis otros fics, los cuales, algunos más y otros menos (incluso "Después del sótano"), pero todos tienen romance y drama. Estas historias son sobre todo de terror. O al menos eso pretendo, ya que es mi primer intento de hacer terror, a ver cómo me sale. Mis influencias para hacer estas historias, aparte de la serie, han sido Stephen King y Clive Barker y vuelvo a hacer la advertencia que puse en el resumen: algunas historias rozan el gore y no son aptas para gente impresionable. Si podéis resistirlo, espero que os gusten.

Disclaimer: Masters of Horror, sus historias, personajes y todo lo relativo a cada uno de los episodios, pertenecen a sus respectivos creadores: su director Mick Garris y los productores Lisa Richardson y Tom Rowe, y los respectivos guionistas y directores de cada episodio. Este fic está escrito con propósitos no lucrativos sino de entretenimiento y no pretende violar el copyright ni ningún otro derecho legal de los creadores y propietarios de la serie.

Este disclaimer vale para todos los capítulos.

Dedicado a todos los amantes del terror como yo.


Pequeños horrores maestros

Episodio 1: Esculturas humanas

I: Cara de luna

En realidad, Moonface sólo quería tener compañía.

Nadie sabía cómo un ser humano (si realmente lo era) podía nacer con tales malformaciones; y si lo hacía, cómo podía sobrevivir después. Pero él pudo. Desgraciada o afortunadamente para él, que eso tampoco se sabía.

Fue el típico síndrome de Frankenstein. Es decir, que el rechazo de los demás ante su aspecto de monstruo fue lo que al final le convirtió en uno, pese a que al principio no quisiera dañar a nadie. Al principio se sentía mal al matar, pero después simplemente no le importó. No eran como él, así que no tenía por qué sentirse culpable.

No recuerda quién empezó a llamarle Moonface ni por qué. Tal vez de niño, por lo blanco, grisáceo y redondo de su cara; o de adolescencia, cuando el acné juvenil dejó en su rostro señales que recordaban a cráteres, como le gritaban riendo sus compañeros del hospicio. O puede que más tarde. Tal vez fuera por todo lo anterior, o quizá también porque algo en el aspecto de su cara decía que no era de este mundo.

A pesar de todo, no soportaba la soledad. No recordaba bien cómo llegó a juntarse con aquel viejo chiflado escapado de alguna residencia, todo lo que sabía era que pasado un tiempo hasta él estaba harto de sus parloteos. Así que lo encerró en el sótano, donde haría compañía a sus chicas, mientras estuvieran vivas, claro.

Al principio, sólo las secuestraba. Quería compañía, preferiblemente la de alguien que no estuviera loco. El problema era que nadie que no estuviera loco podía soportar la cercanía, o aun la mera presencia de Moonface. Aun así, algunas de las chicas llegaron ofrecerle sexo a cambio de que las dejara marchar, pero a la vez le miraban con horror y odio. Era asqueroso. No era sexo lo que él quería.

Sus ojos… en los ojos de ellas se reflejaba todo el mal del mundo. Hipocresía, lujuria, engaño, codicia. Odiaba todo lo que veía en aquellos ojos, así que empezó a perforárselos con una taladradora. Le parecía que así sus rostros recuperaban la inocencia de la infancia. Lo malo eran sus alaridos mientras llevaba a cabo la operación, porque Moonface tenía la costumbre de hacerlo mientras aún estaban vivas.

Nadie solía sobrevivir a dicha "transformación". Si él lo hubiera pensado un poco detenidamente, se habría dado cuenta que atravesarles todo el cráneo con la taladradora no era demasiado bueno para la salud de sus nuevas amigas. Pero pensar mucho nunca fue la especialidad de Moonface.

Tras eso, las colgaba en cruces en su jardín. La luz de la luna que se filtraba en los huecos perforados de sus cuencas oculares daba una luminosidad intensa, espectral, a sus expresiones. Ahora eran ellas las caras de luna, y no él. Pero a la vez, ya no estaba solo, tenía compañía. Y no tenía intención de detenerse. Cuanta más gente, mejor. Sonrió, con la beatífica sonrisa de un niño que celebra su fiesta de cumpleaños en el jardín.

Y es que, en el fondo, Moonface era un incomprendido.


NA: Buff... ¿qué tal, os ha parecido muy fuerte? Pues os aviso que la próxima va a ser aún más bestia. Intentaré subirla pronto, si el trabajo y luego irme de vacaciones no me lo impiden.

¡Que tengáis dulces sueños! XD