Prólogo
Mmmmm, definitivamente no existe nada mejor que este momento, descansar al lado del cálido cuerpo de mi amado Edward, después de que me haya hecho suya hasta dejarme totalmente exhausta es la experiencia más increíble que un ser humano puede vivir, una experiencia que sin duda no iba a compartir con nadie, porque Edward es y será por siempre solo mío… y ninguna mujer me lo quitara… uyyy tan solo pensar en alguna arpía tratando de coquetear con el….. arrgg… solté un gruñido y al parecer mi muy atento esposo me escucho.
¿en qué piensas amor?-
Ante aquellas palabras mi sonrojo involuntario subió a mis mejillas, producto de la vergüenza que sentí al saberme tan celosa y que Edward pudiera llegar a saber lo posesiva que era, pero no lo podía evitar antes de conocerlo pensé que los cuentos de hada no existían pero ahora entre sus brazos sé que existen y yo soy la protagonista de uno de ellos
Mmm, en nada solo en lo mucho que te amo –
Respondí, por supuesto Edward no me creyó, pero no hizo alusión alguna al tema y yo se lo agradecí internamente ya que si bien no era en sí lo que había estado pensando, el amor que sentía por Edward era el motivo de mi celos, es por eso que mentí. Para evitar que mi cabeza explotara de lo roja que estaría si él lo supiera
Adoro tu sonrojo-
Dijo mi Edward mientras acariciaba mi mejilla con un movimiento tan suave como el terciopelo de su voz, y nuevamente mi cara ardía producto de su dulce cumplido por mi vergonzosa habilidad de parecer un tomate, y soltó una sonrisita por ello.
Te amo mi dulce y pequeña bella, eres la razón de mi vida, no lo olvides jamás ¿si, mi princesa? –
Aquellas palabras acompañadas por la mirada llena de amor, ternura y sinceridad de Edward me llegaron a lo más profundo de mi corazón, tal fue el impacto que no fui capaz de articular palabra alguna y solo pude colocar una sonrisa boba en mi rostro y asentir, mientras dos lagrimas de felicidad escapaban de mis ojos. Mi amado esposo me dio un casto beso en la punta de mi nariz y otro en mi vientre, los cuales me resultaron adorables y a la vez me recordaron una vez más el porqué amaba tanto a ese hombre, el cual ahora estaba arropándome con las suaves sabanas de seda blanca.
Duerme mi amada, debes estar muy cansada y mañana será un nuevo dia , buenas noches mis ángeles-
Y si más Edward, comenzó a tararear mi nana, mientras acariciaba mi prominente vientre en el cual se encontraba nuestra amada hija, provocando en mí aquella paz inconfundible que solo sentía junto a él. Tan solo logre susurrar un buenas noches antes de caer en la inconsciencia del sueño y recuerdo que lo último que escuche de sus apetecibles y dulces labios fue un te amo Bella.
