NADA DE ESTO ME PERTENECE, SOLAMENTE ME DIVIERTO ESCRIBIENDO SIN GANAR POR ELLO.

¡Hola a todo el mundo!

Sé perfectamente que debería estar actualizando mi otra historia "War" pero sencillamente esta idea no pude descartarla. No he leído los libros de "Los Juegos del Hambre" pero vi la película y leí muchísimos resúmenes. Este fic no es una adaptación, es mi propia versión de los hechos. Algunas cosas han cambiado aunque la esencia permanece.

Hay doce Tribus vikingas que son sometidas por la Ciudad Capital, Mógandi. En los juegos, los Tributos son lanzados a una arena especial dentro de Mógandi donde deberán luchar no contra ellos, si no contra los dragones, el último que sobreviva será condecorado como héroe. Si no hay sobrevivientes, se declaran ganadores a los Dragones. El desarrollo y el desenlace de la historia es, a mi parecer, muy diferente, en parte porque se desarrolla en el mundo vikingo, no en un mundo futurista.

Si les gusta seguiré actualizando. Si no... pues creo que también, o lo cancelaré. Todo depende de ustedes.

¡Disfrutenlo!


DEDICADO A:

Espartano. Mi lector favorito que ha seguido mis historias desde que tengo la memoria para recordar. Muchas gracias por todo tu apoyo y espero que te guste =)


LOS JUEGOS DEL DRAGÓN

By

Nefertari Queen


Capitulo 1

La Tribu de Berk

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—¿Astrid?—llamó la señora Hofferson—¿Estás levantada?

La susodicha estaba en su recámara, rezando mentalmente. Al llamado de su madre se puso de pie, pues había estado todo ese tiempo sentada en la cama, y se apresuró a abrir la puerta. La esbelta figura rubia de su madre apareció para sonreírle cándidamente.

—Sí mamá.—repuso—Ya hace buen rato.

—Eso es bueno—le sonrió la mujer—Anda, bajemos a desayunar.

—¿Se ha levantado Brutilda?

—No sé si te ha dejado galletas—bromeó.

Astrid la miró mientras bajaba los escalones. En un día normal hubiera seguido el juego; pero no era un día cualquiera. Astrid sabía que su madre estaba tratando de ocultar la paranoia. Brutilda, su hermana menor, entraría por primera vez en las urnas, y todos en la casa estaban temerosos por ella.

Bajó los escalones hacia el comedor. Astrid tenía el cabello rubio y brillante trenzado y cayendo por su espalda. Sus ojos eran grandes y de un color azul muy cautivante. Su figura muy bien formada por el constante ejercicio que, como buena cazadora, tenía que hacer diariamente. En el comedor estaba su padre y su hermana, sentados mientras su madre terminaba de servir la comida.

—Buenos días—saludó Astrid—¿Han dormido bien?

—Si—el padre e Astrid, de cabello oscuro y ojos negros, tenía una expresión preocupada—¿Tú?

—También.

Pero Brutilda no respondía.

Ella tenía el cabello rubio cenizo, más opaco que el de su hermana, y ojos castaños. Era bajita y delgada, cuatro años menor que Astrid. Mientras la mayor tenía dieciséis años, Brutilda acababa de cumplir semanas atrás los doce. Podía verla, pálida y asustada.

—Hey—le llamó—No pasará nada.

Brutilda no respondió. Se levantó de la mesa y se fue a su recámara.

Todos la miraron con expresiones resignadas. Astrid incluso. Ella comió un poco de pan y de leche para después agarrar su hacha e irse a los bosques. Su padre le dijo que tuviera cuidado, igual su madre, ella solo asintió y se fue.

Cuando salió, Astrid pudo sentir la paranoia resignada que había en toda la Tribu. Era horrible, pero debía aceptarlo. Todos caminaban con las cabezas gachas tratando de no recordar lo que pasaría al pasar el mediodía. Astrid no podía culparlos. Ella misma estaba así de asustada; pero no lo demostraría nunca frente a su hermana.

La Tribu de Berk, donde ella vivía, tenía a los vikingos más fieros y los mejores herreros de todo el país. Ella estaba orgullosa de ellos. Pero la indignación de tener que estar sometido era la misma no solo en Berk, si no en los demás distritos de vikingos orgullosos y necios que no pueden resignarse a perder su libertad.

Berk no estaba nada mal. El pueblo era hermoso, grande, todos tenían sus enormes casas, ganado, cosechas, incluso el Gran Comedor, donde las personas podían reunirse a comer, charlar y tener fiestas. Pero no siempre fue así. Astrid, como joven que era, no podía recordar la miseria que se vivía en la isla años atrás.

Estoico el Vasto, Jefe de la Tribu, perfectamente lo recordaba. Él había sido un niño cuando su padre, el anterior Jefe, estaba desesperado por reconstruir el pueblo y además, darle de comer a todos los niños. Quienes sobrevivieron a esa hambruna eran ahora los padres de una generación que le tocó lo más bello por vivir dentro de una Tribu aguerrida. Pero los Juegos, esos nunca se iban. Y eran lo que más miedo causaban en todas las tribus vikingas.

Los Juegos del Dragón, ella nunca los mencionaría a menos que fuera el día. Esas horribles contiendas a los que estaban sometidos. Esa masacre que era festejada por los malditos de Mógandi.

Pasando por el pueblo, ella pudo ver a más y más personas. A la distancia Estoico estaba visiblemente enojado y gritándole a unos pobres vikingos marineros que pasaban enfrente. Bocón, el herrero oficial del pueblo, llevaba en un carrito las mejores armas que había fabricado, vendiéndolas a descuento y haciendo bromas para aligerar el ambiente.

—¿Qué tal, Astrid?—la saludó con una sonrisa. Como siempre.

—Hola—fue su saludo—¿No hay ninguna novedad?

Las novedades eran siempre las armas de Hipo. El mejor aprendiz de Bocón y el hijo de Estoico, por lo tanto, heredero de la Tribu. Astrid veía pocas veces al curioso y delgado vikingo que se la pasaba la mayor parte del tiempo en la herrería, fabricando armas y perfeccionando otras, creando verdaderas bellezas.

—No—Bocón suspiró—Hipo ha estado muy ocupado… ya sabes.

En ese día, Estoico tendía a ponerse tan de malas que el propio Hipo debía salir de la herrería y pretender calmar a su padre. No era para menor.

Años atrás había sido seleccionada a jugar la pequeña prima de Hipo, una niña que no recordaba su nombre, pero que tenía apenas doce años. Valhallamara, madre de Hipoy tía de la niña, reclamó que era débil, pequeña e incapaz de hacer cualquier buen espectáculo. Los mensajeros no perdieron tiempo con ella. La mataron por revuelta social. Hasta la fecha ni Estoico ni Hipo podían reponerse de aquello. Y es que, si alguien intentaba hacer algo contra los mensajeros, la guerra que se desataría tendría una firme desventaja; y Berk no quería correr ya más riesgos. Estaban bien, estaban en paz, estaban progresando ¿A qué buscarse más problemas?

—Iré a cazar—dijo Astrid, a modo de despedida para alejarse de Bocón.

—Buena suerte—le deseó él.

Ella le sonrió. Recordaba vagamente ese acontecimiento tan significativo; la muerte de Valhallamara pegó duro a todos. Su madre incluida, pues eran mejores amigas. Astrid no podría haber tenido más de seis o siete años y los hechos eran borrosos en su mente. Pero sabía y sentía como los demás: aquello había sido una injusticia.

Astrid empuñó bien su hacha y caminó hacia el bosque, tratando de despejar su mente. Los juegos siempre despertaban lo peor en todos. Ella incluida. Se adentró entre los árboles y comenzó a buscar señales de animales para cazar. Su familia tenía cosechas y un ganado nada despreciable; Astrid cazaba cuantos animales podía para venderlos o comer de ellos. No es que les faltara nada, afortunadamente, pero no le gustaba ser ociosa y quería cooperar con los gastos económicos de la casa.

Se tensó cuando escuchó un ruido. Ella se volteó y encontró a Patán. El muchachito de su misma edad tenía cabello negro y ojos oscuros. Era el sobrino de Estoico y un gran guerrero; muchas veces la acompañaba a cazar.

—Me asustaste—replicó—Me dijiste que estoy no vendrías.

—Cambié de opinión.

Patán tenía un hacha, pero ésta era distinta. El hacha de Astrid era de doble filo y muy grande, elaborada por Hipo. El mejor regalo que pudieron haberle dado a los doce años. La de Patán tenía un solo filo y era más vieja, heredada por su padre.

—Bueno, no hagas ruido o me espantarás a los animales—replicó ella, viendo hacia el suelo y buscando señales de algún rastro.

—No hay nada Astrid—Patán se acercó a ella—He estado recorriendo todo este lugar. No hay nada.

—¿Y qué me sugieras que haga, eh?—demandó desesperada—¿Rendirme?

—Te recomiendo que te calmes.

Si bien Astrid cazaba casi a diario, hoy, que sería el espantoso día, necesitaba realmente sacar toda la rabia y el miedo que había estado ocultando frente a su familia. Y eso se traducía en golpear, cazar, gritar y correr.

—No sabes lo que necesito—reclamó ella—Así que por favor vete.

Patán levantó ambas manos rendido y se fue, como ella lo pidió. Astrid, sabiendo que no podría cazar nada a menos que no se adentrara más a la montaña—cosa que no haría por cuestiones de tiempo—comenzó a practicar con su hacha.

La lanzaba diestramente una y otra vez contra el mismo tronco maduro y grueso. Se estaba probando a sí misma que era fuerte, rápida y resistente. Pero aún así un buen grupo de lágrimas consiguieron aglomerarse en sus ojos y derramarse discretamente por sus mejillas. Astrid en ningún momento dejó de saltar, de brincar, correr hacia otros troncos y seguir lanzando el hacha hasta que sus brazos, cansados, no pudieron levantarla más. Se sentía bien sacar todos los temores escondidos y sus hombros, como si una carga se hubiera evaporado de ellos, cayeron relajados.

Para volver a tensarse cuando se escuchó el sonido de la campana.

Era hora de volver.

La campana significaba una sola cosa: los mensajeros estaban arribando. Astrid caminó hacia el pueblo, y al llegar, notó a todos apurados acercándose hacia el puerto. Ella no lo hizo. Caminó tranquila a su casa para poder asearse y estar más presentable.

—¡Astrid, Astrid!—Brutilda la esperaba en la entrada—¡Llegaron!—sollozó espantada.

—Cálmate—se inclinó para quedar a su altura y acarició suavemente su mejilla—No pasa nada. Es tu primer año, tu nombre aparecerá solamente una vez. No va a pasar nada.

—Pero… pero…

—No va a pasar nada—repitió firmemente, para quitarle toda duda.

Y de paso, quitarse ella misma todas las dudas.


Sé que el capitulo es muy corto, es que es solo una introducción a la trama. El siguiente creo que me quedará más largo. ¿Les ha gustado por ahora? ¿Es bueno, malo, pésimo...? me gustaría saber que opinan.

Y sí, Chimuelo aparecerá en el fic pero más adelante.

¡Muchas gracias por leer!

chao!