¿Qué había en él? ¿Qué hay en sus ojos verdes? Me hipnotizan, me susurran sin palabras y yo como una tonta, caigo ante ellos.

Tanta fuerza, tanta intensidad, que me derrumbo fácilmente ante ellos.

¿Qué tienes Edward Cullen? Eres guapo, popular, y rico. Peor, se que hay algo más en ti. ¿Qué es? Dime!

Tan desesperada estoy, que te veo desde las sombras del salón de música, tus manos que ágilmente tocan el piano, mientras tu cierras tus ojos y te llenas de la música que sale de tus dedos, del piano y estoy segura, que también de tu corazón, una música desconocida para mi, compuesta por ti supongo, pero llena de tantos sentimientos que yo conozco.

Y silenciosa, como he estado siempre, cada que tu pasas caminando y yo te observo, mientras tu ríes con los demás y yo callo y te escucho; tomo delicadamente el violín y suave, delicadamente, lo toco, y tu te giras hacia mi y me ves a los ojos, parando por un momento tu maravillosa música.

Pero me ves y sonríes y sigues en el piano, aumentando la intensidad y yo tampoco me quedo atrás.

Dejo que mis manos toquen, que salga todo lo guardado en mi corazón.

Y tu, yo, los dos, no desentonamos, yo te sigo y tu me sigues, todo esta allí, y cuando la melodía llega a su fin (aunque no quisiera hacerlo, pero todo tiene que tener un fin) dejó el violín tan silenciosamente como lo tome y salgo de allí, emocionada, pero tu no me buscas, solo me observas, hasta que desaparecí por el pasillo.

Pero aún te puedo oír tocar una nueva melodía.

Y allí estamos de nuevo, sin cita, pero siempre puntuales, yo me siento a tu lado en el piano y hacemos nuestra magia, envolviéndonos en una burbuja de sonido, donde solo somos nosotros y nuestros instrumentos.

No charlamos, porque eso arruinaría el momento y es mejor dejarlo así.

Pero tu quieres más y puedo verlo en tus ojos. ¿y para que negarme? Yo también lo quiero.

Y sin decir palabra, tus labios se posan sobre los míos, tan dulces y delicados.

Y se, aunque ya lo sabía, pero la revelación se hace más clara, que tu me amas y yo también lo hago, cada día, a pasos agigantados, mi amor crece por tí y dejamos ver a dos personas que el mundo no conoce.

Pero hoy es diferente. Lo sé, lo puedo sentir. Y se lo que es.

Y por fin puedo decir que soy de Edward Cullen y que él es mío.

-Te amo Isabella Swan, mi chica del violín- me susurra al oído.


Un pequeño regalo por hacerlas esperar tanto en las actualizaciones, juro que tratare de actualizar pornto, pero mientras, este regalito.

Angie