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El cumpleaños más cálido
En las esquinas del casi desierto pueblo de Little Hangleton vivía un chico. Un chico que tenía por nombre Alan Westwood. El año anterior, Alan Westwood había asistido a Hogwarts, la escuela de magia y hechicería, y había conocido a Alexa Longbridge, su nueva mejor amiga. El 15 de Julio del presente año, a las 9 y media de la mañana, el chico seguía dormido en su cama y roncaba sonoramente. Era un chico un tanto delgaducho, blanco como la cera, con ojos grises penetrantes y pelo marrón oscuro.
Alan se despertó de golpe cuando sus padres entraron en su cuarto cantándole feliz cumpleaños con una torta de chocolate parecida a la del año anterior. La mamá de Alan era una mujer pelirroja con ojos verdes y del mismo color de Alan, con la diferencia de que ésta tenía la cara surcada de pecas, y el padre era un hombre un poco más oscuro que Alan; No obstante, el molde de cara era el mismo, los ojos eran del mismo color, y hasta las voces se parecían un poco.
Alan sonrió a sus padres y sopló las velas de su doceavo cumpleaños. Esta vez no pidió ningún deseo, pues no hacía falta desear más de lo que Alan ya poseía: tenía una buena familia, tenía una amiga leal y cariñosa, iba a un colegio donde se la pasaba en grande, e incluso se había ganado el cariño de un profesor.
-Ve a vestirte, Alan; Alexa llegará en una hora - le recordó su padre mientras el muchacho comía un gigantesco pedazo de torta. Alan nunca olvidaría el día en el que Alexa accedió a ir a su casa durante las vacaciones, que fue hace más o menos dos meses; ese recuerdo era sin duda alguna su tesoro más preciado, y era lo que más lo hacía feliz…
Alan tomó unas ropas después de comerse el pedazo de torta y procedió a bañarse a toda carrera. Parecía un novio que estaba a punto de casarse: el pelo peinado hacia atrás, una camisa manga larga con un pulóver y un corbatín…
-¡Te ves tan guapo! - dijo su mamá abrazándolo.
-Mi hijo es todo un galán - coincidió su papá. -Ahora hemos de esperar, la madre de Alexa me dijo que llegarían apareciéndose, pero también mencionaron las chimeneas por si encontraban problemas.
Segundos más tarde escucharon un ruido en la puerta principal (que estaba detrás de ellos) y a Alan se le aceleró el corazón. Aquellos dos meses sin Alexa parecían una eternidad, y hoy por fin la vería de nuevo…
-Ah, parece que se aparecieron - comentó el padre de Alan con cinismo. Miró a su hijo sonriendo, casi maliciosamente. - ¿Qué esperas? Ve a abrirle la puerta a tu amiguita. - le ordenó divertido.
Alan caminó con paso firme hacia la puerta, pero la distancia entre la puerta y él se le hacía larguísima… Estaba nervioso… Tomó la perilla y la giró lentamente… Y Alexa estaba allí, ruborizada, con las manos juntadas, junto con su madre, que era bruja. La chica se veía espectacular: tenía un vestido azul oscuro que le llegaba por encima de las rodillas, unas zapatillas oscuras de tacón y un cintillo negro. Parecía una criada y se veía tan cómica como el chico, pero el estilo le favorecía, a pesar de que Alan sabía que Alexa no acostumbraba vestir así, y pensó que era el típico estilo que le colocaría una sobreprotectora madre a su preciosa hija.
El muchacho abrazó a la chica como a una hermana, y ella le devolvió el abrazo, sonriente.
-¿Cómo has estado, Alan? - susurró la chica a su oído, evidentemente tan feliz como él por verlo de nuevo.
-Mejor, ya que estás aquí - dijo, viéndola a los ojos. - He estado un poco aburrido sin mi mejor amiga.
Alexa rió con timidez, y ambos se soltaron. La chica se despidió de su madre, la cual desapareció con un fuerte ¡crac! Y Alan y Alexa entraron en la casa del primero.
-¡Ah, Alexa! Nos alegramos mucho de verte otra vez - saludó el padre de Alan. La chica les devolvió el saludo. - Llegas justo a tiempo para el almuerzo.
Después del almuerzo y una interesante plática sobre cómo Alan y Alexa se conocieron (aquello parecía una entrevista con los suegros), los chicos salieron al patio de la casa.
-Perdón por todas las preguntas - se disculpó Alan cuando estaban fuera del alcance de los oídos de sus padres. - No solemos recibir muchas visitas - añadió, con tono un poco sombrío.
Alexa lo miró con ternura.
-Pero para eso estoy, ¿no? - lo animó la chica con una amplia sonrisa. -Para venir a visitar al mesonero más guapo que he visto.
Alan se ruborizó de pies a cabeza. No sabía si el comentario de Alexa era un chiste o un cumplido.
-Tú también te ves bien - comentó, sonriendo tímidamente. Fue lo único que se le ocurrió decir al contemplar la sonrisa radiante de Alexa.
Ambos se miraron durante un largo rato mientras sonreían; ninguno de los dos sabía qué hacer, hasta que Alan dijo:
-¿Alexa?
-¿Sí, Alan?
-Practiquemos encantamientos - le pidió, eufórico.
Alexa tardó un rato en asentir sonriente, y Alan creyó que había estropeado un bello momento, pero a Alexa no pareció importarle.
-Saca tu varita - dijo a Alan. El muchacho se apresuró a obedecer. -Ahora, yo voy a lanzarte un encantamiento, y tú vas a hacer lo que se te ocurra para prevenir que te toque. ¿De acuerdo?
-Está bien, profesora - respondió Alan sonriente. Alexa se ruborizó un poco.
-Muy bien, allá voy… ¡Rictusempra! - anunció la chica, batiendo la varita.
El chico intentó recordar cómo era el encantamiento escudo que Alexa le había enseñado hace unos meses mientras estaban en Hogwarts, pero no consiguió recordarlo antes del impacto, por lo que a Alan sólo se le ocurrió moverse hacia un lado del hechizo que apenas lo rozó.
Alexa se echó a reír con tanta fuerza por el movimiento brusco de Alan para esquivar el encantamiento, que parecía que éste hubiese rebotado hacia la chica.
-Muy bien, lo has evadido - decía la chica entre risas - pero ahora intenta bloquearlo. Uno… - Alan intentaba recordar desesperadamente cómo era el encantamiento escudo - dos… - El chico se exprimía el cerebro… - ¡tres! ¡Rictusempra!
Y por fin lo recordó. Levantó la varita.
-¡Protego!
El encantamiento escudo logró desviar el hechizo de la chica a unos milisegundos del impacto. Alexa miraba a su alumno orgullosa.
-¡Lo has conseguido, Alan! - lo felicitó. - ¡Sabía que lo lograrías! Ahora intenta atacarme con cualquier cosa que se te ocurra - dijo Alexa, y esperó.
Alan pensó por un momento qué hechizo podría usar contra Alexa: No quería herirla, pero tampoco quería lanzarle un hechizo demasiado lento. Y entonces se le ocurrió. Bajó la varita para amagar una finta y rápidamente la subió al gritar:
-¡Expelliarmus!
La rapidez del hechizo tomó a Alexa por sorpresa, pues la varita de la chica saltó de su mano apenas Alan terminó de pronunciar el encantamiento. Alexa estaba muy sorprendida.
-Vaya… Has conseguido desarmarme - dijo la chica, mirando al muchacho con evidente orgullo. - No creí que pudieras ejecutar ese encantamiento tan rápido. - Alexa recogió su varita. - Pero yo también tengo trucos bajo la manga, Alan - el chico tragó saliva. Aunque Alexa no parecía enfadada, Alan sabía que la había provocado. - Veamos qué tan bien te defiendes de MI ¡Expelliarmus! - dijo la chica agitando la varita.
Alan abrió mucho los ojos. La última vez que Alan había visto a Alexa conjurar un Expelliarmus fue contra Malfoy, cuando éste intentaba atacar a Alan por la espalda, y el resultado no había sido agradable para Malfoy.
-¡Protego! - gritó Alan, desesperado.
El encantamiento escudo de Alan fue tan fuerte y tan preciso que el Expelliarmus de la chica rebotó contra ella.
Alexa cayó al piso como si Alan la hubiera empujado con deliberada fuerza. El muchacho se le acercó, creyendo que la había lastimado.
-Lo siento mucho, Alexa - se apresuró a disculparse. - ¿Estás bien? - preguntó a la chica mientras la ayudaba a ponerse de pie.
Alexa no respondió de inmediato, pero vio a Alan a los ojos, extremadamente sorprendida.
-¿Cómo has logrado hacer eso?
-No… No lo sé - respondió, nervioso. En realidad no sabía cómo lo había hecho. - Tendré que preguntárselo al profesor Snape cuando regresemos a Hogwarts.
-Probablemente, o al profesor Lockhart. - apuntó Alexa.
-¿Lockhart? ¿Gilderoy Lockhart? - preguntó Alan con esceptismo.
-Sí, escuché que Lockhart nos dará clases de Defensa Contra las Artes Oscuras después de lo que pasó con el profesor Quirell el curso pasado - explicó la chica.
-Oh, vaya. - dijo Alan con un amago de sonrisa en la cara. Alan siempre se tomaba las grandes noticias a la ligera.
-¿Qué sucede, Alan? - preguntó Alexa, que todavía no conocía esa costumbre. -¿No te cae bien Lockhart?
-Pues… - Alan nunca se había detenido a pensarlo, pero en realidad… -Gilderoy Lockhart siempre me ha parecido demasiado egocéntrico.
-Bueno, sí… - coincidió Alexa mirando al chico. - pero tendremos que saber llevarlo por unos nueve meses.
Alan se encogió de hombros.
