"A orillas de tu instinto."
Por B.B. Asmodeus.
Capitulo 1.
Fandom: Sailor Moon.
Rating: T (por ahora).
Resumen: Esto ya le había sucedido una vez. Era un ciclo natural de su vida. Un aviso de la naturaleza de que estaba lista para atraer una pareja, un espíritu gemelo para que completara la mitad de su ser. Seiya lo odiaba con toda la pasión del mundo. Este es el fic donde Seiya entra en celo.
Pareja: Eventualmente Kou Seiya/Usagi Tsukino. Menciones de Usagi Tsukino/Mamoru Chiba.
Advertencia: Infidelidad. Fans de Mamoru/Tuxedo Mask, sean advertidos.
Nota: Taiki y Yaten son referidas en su identidad femenina, puesto que con su misión cumplida de encontrar a su princesa no veo razón para que siguieran siendo hombres. El único con ese hobby todavía es sólo Seiya, porque ustedes saben que le gusta.
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Hay un oscuro secreto en mi interior. No me dejes bajo llave en tu corazón.
-Kylie Minogue.
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La primera señal no había sido algo obvia, por lo cual podías perdonar a Seiya si no la había tomado en cuenta.
¿Qué podía decir? Por el momento, había estado muy ocupada luchando contra el crimen.
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Día 1
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El peso de Eternal Sailor Moon nunca sería una carga. Sailor Star Fighter apretó sus brazos alrededor de la cintura de la guerrera lunar, conforme aterrizaban—Sin embargo, gruñó por el aire que el impacto le sacó. Cuando Sailor Moon la escuchó toser, intentó levantarse para librarla de más molestia, pero Fighter acarició su espalda para tranquilizar su preocupación.
Las sirenas de la Policía se escucharon a lo lejos.
"Para un par de asaltantes de banco, vaya que son vigorosos."
Sailor Moon sonrió en conspiración con ella, sus brazos nunca soltándola, aún después de levantarse del suelo. Lo cual no molestaba a Fighter, en lo absoluto.
"¿Estás bien, Fighter?" Alzándose un poco para revisar el torso de su amiga, Sailor Moon suspiró aliviada, después de cerciorarse de las afirmaciones de Fighter de "estar intacta" de la bala perdida. Una bala que se había disparado por el último de los asaltantes, antes de ser noqueado por un, muy conocido, cetro lunar. "Definitivamente, así no fue como imaginé que terminaría esta tarde." Haciendo un puchero, la rubia jaló las capas de su falda, algo ansiosa.
Fighter sospechaba que la razón yacía en su estómago vacío. Habían estado a punto de irse a almorzar cuando habían sido interrumpidos, antes de que Odango cajeara su cheque.
Los asaltantes fueron encontrados por la Policía atados, con estrellas en sus ojos y una nota rosa.
Desde el techo vecino al del banco, Sailor Star Fighter y Sailor Moon observaron los frutos de su labor, escondidas entre las sombras. Rieron infantilmente con el mando de la adrenalina, sintiéndose en las nubes por la hazaña heroica que acababan de realizar.
Sailor Moon regresó a ser Usagi Tuskino, justo ahí, en la protección de los brazos de Fighter. La star senshi tragó saliva, su risa torciéndose en algo más oscuro. Después de todo, el cuerpo de Odango era algo... adictivo, al tenerlo tan cerca. "Ahora tengo que encontrar una forma de decirle a mi padre que no estará cobrando su cheque hoy."
"Estoy segura que estarán regresando a trabajar en su horario normal para mañana." Percibiendo la cabeza, dueña de odangos, asentir contra su pecho, Fighter no pudo resistirse: deslizó su mano por la longitud de piel desnuda del brazo de Usagi, acariciándola delicadamente, hasta finalizar en la mano de la chica. "¿Quieres salir de aquí?"
No esperando por una respuesta, Fighter las transportó a unas cuantas calles lejos del alboroto que el asalto estaba causando, convenientemente, en un callejón que les diera privacidad. Usagi se bajó de sus brazos—Solamente para pausar un minuto en el proceso. Fighter la observó curiosa, sonrojándose cuando sintió su rostro acercarse al suyo. "¿O-Odango?"
Usagi entonces... inhaló profundamente. "Mmm. Hueles... diferente."
Fighter parpadeó. "No seas tonta, huelo igual de siempre. Sólo con más sudor."
"Oi, ¡tú eres la tonta! Y tengo razón, hueles diferente, ¡puedo darme cuenta! Como a..." Odango la respiró profundamente por toda el área de su cuello y pecho, sus ojos cerrados en concentración. Fighter permaneció tiesa con la inesperada exploración, sintiéndose como un probador de perfumes.
"Si lo que quieres es que te abrace más, Odango, solamente tienes que decírmelo, no tienes que inventar excusas."
Usagi la empujó. "No empieces. ¡Estoy hablando en serio! Hueles como a manzanilla... Manzanilla con... ¿flor de naranja? Aunque más dulce. Mmmm, huele muy rico."
Fighter rio nerviosamente. ¿Qué se tramaba está chica al decirle algo así? "¿Estás coqueteando conmigo? Porque déjame decirte que ya es algo tarde para eso."
Como si Fighter fuera un caso perdido, Usagi roló sus ojos y suspiró fastidiada. Le dio otro empujón y se dio vuelta para comenzar a salir del callejón. "¡Olvídalo! No tienes remedio. No me preocuparé por ti la próxima, entonces."
"¡Odango, espera!" Desactivó su henshin inmediatamente. "¡Vamos, no seas sangrona! Solamente estaba bromeando."
"Bueno, ¿qué tal si no lo haces?" Usagi lo enfrentó justo a la luz del atardecer. Lucía bastante afectada para algo tan insignificante, su vestido blanco pintándose de rojo. "Por hoy, me gustaría que te frenaras."
Seiya no fue engañado. Frunció su ceño pensativo. "¿Qué te pasa? Haz estado rara todo el día."
Usagi bajó su mirada al pavimento. Cuando Seiya se atrevió a minimizar la distancia entre los dos para tomar una de sus manos, la chica suspiró con tanta tristeza que el corazón de Seiya se encogió dentro de su pecho. "Lo que pasa es que... Estos serán los últimos días en que... Ya sabes. En que podamos convivir antes..."
Seiya captó el significado a la primera. "Usagi." Fue su turno para suspirar. Conmovido más allá de palabras, capturó la otra mano de su amiga. "Podemos visitar después, ¿sabes? ¿O ustedes a nosotros?" Sería doloroso, insoportablemente doloroso, por verla a lado de ese sujeto, pero Seiya llevaría a cabo su promesa, si fuera lo que Usagi deseara. "Vamos, no estés tan desanimada. Ya sabes que odio verte así."
"No quiero que te vayas." Usagi chilló, sus hombros cayendo como dos colinas deslindadas. "Todavía no se van, y ya comienzo a extrañarte."
-Kami-sama, dame fuerzas. Seiya rogó en silencio. No podía creer lo que estaba escuchando. "No tienes nada que extrañar, Odango. Tu querido Mamo-chan llenará suficientemente el vacío que pueda yo dejar."
Usagi, entonces, le tiró una mirada llena de confusión. Sus dedos se apretaron alrededor de los de Seiya. "¿A qué te refieres? Hablas como si tú no significaras nada para mí—"
Seiya mordió su labio inferior.
"—pero, eres mi mejor amigo, Seiya. Puedes estar seguro de que tienes un lugar en mi corazón."
"Usagi..."
"No, es la verdad. Más vale que lo sepas... antes de que..." La tristeza volvió a apoderarse de los dos zafiros de la rubia, aunque también eran apoyados por una determinación. Una determinación de la que Seiya no pudo despegar su propia mirada. Usagi guardó silencio por unos minutos antes de continuar, una agridulce sonrisa añadiéndose a su rostro. "Mamo-chan tiene su lugar, sí. Pero, tú también Seiya."
Su corazón, su alma, su espíritu, su estrella interna—Todos se hincharon como mareas llenas de tempestad al escuchar tal cosa—
"Todos tienen su lugar. Así también como Yaten-kun y Taiki-kun."
—y se volvieron a desplomar, tan rápido y tan súbitamente, que Seiya sintió su mundo temblar bajo sus pies.
"Oh." Se escuchó a su persona responder de forma automática, como en una de esas tantas obras de teatro en las que había participado. "Eso es genial, Odango. Me alegra escucharlo. Ahora, ¿qué tal algo de comer, eh? Puedo escuchar tus tripas desde aquí." Antes de que a Odango se le ocurriera continuar con tan terrible tema de conversación, Seiya la jaló con todas sus fuerzas hacia la dirección del CROWN, bloqueando en el camino cualquier intento de su amiga por hablar de la inminente despedida que les aguardaba, en un par de días más.
Y si ése tal Motoki, amigo de Odango, comentó adicionalmente sobre su agradable colonia cítrica, Seiya lo achacó a sus propios encantos y carisma.
"Te dije que olías diferente..." Usagi gruñó entre dientes mientras asesinaba su hamburguesa.
"Por favor, no empieces con eso de nuevo, bombón. Obviamente el tipo trataba de coquetear conmigo, por ser el gran artista que yo. No lo culpo, mis encantos son demasiado poderosos para sus pobres defensas humanas—"
Una papa frita salió volando de la boca de Usagi, su pequeño rostro redondo llenándose de rubor. "Motoki—¿De qué hablas? ¡Motoki no es así! ¡Tiene una novia!"
"Tú también y aún así estabas sobre mi hace un rato—"
Usagi se ahogó entre sus ganas de hablar y de masticar simultáneamente, el rojo cambiando a púrpura y luego a azul. Para luego, simplemente respirar hondo y seguir comiendo, murmurando sobre egos gigantescos. Kétchup y mostaza se hallaron camino hacia el torso de su vestido, mostrando que tan lejos de ser una dama Usagi estaba, y Seiya sonrió. Decidió capturar el momento con sus simples ojos mortales, quemándole en su memoria celosamente.
Aún si doliera hacerlo.
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Irónicamente, la siguiente mañana, todo dolía. Más literal que metafóricamente.
Seiya gruñó entre sus sábanas, sosteniendo su vientre—Esperen, ¿su vientre?
En efecto, con un poco más de exploración, Seiya encontró la presencia de sus senos. Algo desconcertante puesto que cuando había ido a dormir, lo había hecho en su identidad masculina. No era común que su magia kinmokusiana se desactivará sin su permiso—Entonces, más profundo que los torzones y cólicos de sus músculos, lo sintió.
Sintió la... humedad.
-Shimatta. No.
Seiya corrió al baño de la recámara. Retiró sus bóxers como si estuvieran en llamas, y su camiseta de dormir terminó en el lavamanos. Sin esperar a que el agua se calentara, Seiya se introdujo a la ducha, todo tipo de maldiciones despidiendo de sus labios. Con cautela y delicadeza, sus dedos buscaron en el núcleo que descansaba entre sus piernas, más allá de su ombligo y su clítoris.
Halló la evidencia que probaba su teoría, en una fuente de hirviente humedad. Humedad que no tenía nada que ver con la de la regadera.
Seiya gruñó a todo pulmón.
-¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué ahora? ¡No puedo lidiar con esto ahora!
Esto ya le había sucedido una vez. Solamente una vez. Cuando había entrado a la pubertad. Como a toda ciudadana kinmokusiana. Era un ciclo natural de su vida. Un aviso de la naturaleza de que estaba lista para atraer una pareja, un espíritu gemelo para que completara la mitad de su ser. Por el resto de su vida.
Seiya lo odiaba con toda la pasión del mundo. Odiaba ser débil antes las demandas biológicas de su propio cuerpo. Odiaba tener que pasar por tan horrible etapa donde estabas a la merced del mundo, vulnerable a cualquier tipo de sufrimiento que tu corazón podía adquirir. Aborrecía tener un letrero en su persona diciendo "Carne fresca, pase por un pedazo. Si te gusta, te puede llevar todo el kilo, ¡completamente gratis!"
Durante su primera vez, Seiya había sido demasiada joven para entender las ramificaciones de este fenómeno, muy concentrada en su sueño de servirle a Kakyuu como la más poderosa Sailor Star Light jamás conocida. Sus padres solamente la habían mantenido cautiva en su hogar por un par de semanas, no entrando mucho en detalles.
¿Y ahora? Seiya aborrecía este infamo ciclo de "Unión" aún más que antes.
Porque, podía que su cuerpo estuviera libre para llamar a potenciales "almas gemelas", pero su corazón no. Nunca más lo estaría.
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Yaten no podía detener sus malditas carcajadas. Estaba revolcándose sobre el sofá del departamento, y ni las reprimendas de Kakyuu la frenaban.
Seiya agarró un cojín e hizo su mayor intento de asfixiarla. "¡Cállate, cállate, cállate, cállate!"
"¡Mowrt! ¡Weida!"
"Sabía que esto no tardaría en suceder. Aun así, Seiya." Taiki, siempre la voz de la razón, le reprimió mientras le preparaba una taza de té a Kakyuu. "No puedo creer que se te haya olvidado tu medicamento—"
"¿Hay medicamento para esto?" Seiya saltó fuera del sofá, su mentón tocando el suelo.
"Claro que sí. No somos salvajes, ¿sabes? Si uno no está lista para unirse a otra persona de tal manera lo puedes evitar."
"Dámelo entonces, ¿qué estás esperando?"
"Imposible ahora. El principal requerimiento para su ingiere es tomar una capsula una semana antes de entrar en el ciclo."
Cualquier cosa que estuviera a punto de proseguir de la boca de su aliada fue bruscamente interrumpida por el estruendo del puño de Seiya en contra de la pared. Junto a su llamado desesperado. Por un largo momento silencio reinó en la sala, inclusive con Yaten en el lugar.
Seiya no la miró moverse, pero sintió la mano cálida de Kakyuu sobre su hombro, apretando con gentileza. Cada instinto en su ser reclamó por tirarse a los brazos de la majestuosa mujer, por ser envuelta en el resplandor de su querida princesa.
Pero se resistió.
"Fighter, no te alarmes tanto. Esto es terriblemente inconveniente, sí. Pero… Algunas cosas suceden por una razón."
"¿Trata de decirme que todo esto es culpa del Destino?" Destino, destino, destino. Como detestaba Seiya esa podrida palabra. Destino era el de Odango, de casarse con aquel idiota. Destino era lo que la ataba, eternamente, a aquel futuro reino que no tendría vacante para Seiya. "¿Acaso éste cree que necesito un premio de consolación?"
-¿por lo que no puedo tener? Se sintieron las palabras sin ser pronunciadas, ganándose una mueca de Yaten, y una mirada clavada en el piso de Taiki. Kakyuu, sin embargo, no cedió a la agresividad de su senshi, comprensión brillando de su mirada.
"Puede ser."
Ahora fue Seiya quien se retorció fuera del semi-abrazo de su hime. "Al diablo con él, entonces. Yo decidiré con quién me acuesto o con quien me caso. No soy esclava a mis hormonas. No soy un animal en celo—"
"A decir verdad, lo eres."
"Dime, ¿quieres que te mate?" Seiya cortó el veneno de Yaten antes de que corriera más. La dueña de cabellos plateados solamente sonrió, diabólicamente, cruzando sus piernas, con arrogancia en todo su porte femenino. "Porque lo haré. Juró que lo haré."
"Basta, Seiya." Taiki se puso de pie. "Lo que está hecho, está hecho. Ahora hay que lidiar con ello. Obviamente tendremos que adelantar nuestra hora de partida."
Una patada en el estómago hubiera dolido menos. Seiya se doblegó ligeramente, sus rodillas queriendo fallarle por debajo. "No."
Taiki inhaló profundamente, todo indicando que se había estado preparando para este argumento desde que había escuchado sobre el problemático estado de su compatriota. "Sé razonable, Seiya. ¿Qué otra opción tenemos? Aproximadamente en unas 48 horas, no podrás sacar un pie al mundo exterior sin ser asaltada. Y por lo que me has dicho, los terrícolas sí están siendo afectados por las feromonas kinmokuneanas también, ¿o no es así?"
La lógica y la objetividad podrían estar de lado de Taiki, pero el coraje y la terquedad estaban de lado de Seiya. "¿Y de qué servirá regresar a nuestro planeta si seré solo un estorbo así? Ustedes estarán muy ocupadas con la reconstrucción como para jugar de mi enfermera. Acaso, ¿quieren qué me vuelva loca?"
Para su sorpresa, Yaten se mostró convencida de su argumento, levantándose del sillón tras suspirar pesadamente. "Seiya tiene razón, Taiki. ¿No sería mejor dejar que acabe el periodo de Unión aquí, donde Seiya puede encerrarse en el apartamento, completamente segura de que no será interrumpida? ¡Creará un completo caos en Kinmoku si la llevamos así!"
Kakyuu acarició la espalda de Taiki de manera reconfortante, como una madre queriendo alejar toda tensión de su pequeña. "Me temo que Yaten tiene un buen punto. El bienestar de Fighter es mi prioridad por ahora. Ninguna de ustedes ha pasado por este fenómeno, por el beneficio de su medicamento, así que no pueden imaginar que tan... complicada está situación se tornará, conforme el ciclo avance. No trato de menospreciarlas, chicas, en verdad que no. Pero ésta es la verdad. Dentro de poco Sailor Star Fighter estará incapacitada y necesitará nuestro apoyo."
De ser posible, los escalofríos que ya habían estado jugando con la sanidad mental de Seiya, empeoraron al escuchar el tono sombrío de su princesa. "No puede ser tan malo..." Intentó reír en contra de sus nervios, siempre lista de burlarse del peligro. "¿Verdad, Kakyuu-hime? Solamente necesitaré constantes baños de agua fría."
Kakyuu se mostró firme, reprimiendo la ligereza de su senshi con una mirada estricta. "No, Fighter. Este ciclo no se debe tomar a la ligera. Es por eso que la norma es restringirlo, por medio de medicamento, hasta la mayoría de edad, donde todo habitante es capaz de tomar esta clase de decisión. Estoy consciente de que ya sufriste tu primer ciclo poco después de tus doce años, Fighter, pero ese fue sólo una pequeña señal. Tan solo el despertar de tu entrada a la pubertad, si así se le puede decir. Este ciclo será diferente." Con cada palabra que salía de los labios carmines de su hermosa princesa, un bloque de cemento pesaba sobre el cuerpo de Seiya, aprisionándola, hasta hacerla caer en una de las sillas del comedor. Sin percatarse al cien por ciento, sus propios brazos la rodearon en un apretado auto-abrazo.
Debió de haberse visto más pálida de lo normal, porque las expresiones de Taiki y Yaten se intensificaron con preocupación, al verla tomar asiento. Seiya intentó sonreírles, pero no estuvo segura de haberlo conseguido. "¿Qué tan diferente, hime? ¿Me podría dar un resumen de lo que me sucederá?"
Su princesa la enfrentó en la mesa, tomando en su poder uno de los puños de Seiya, que descansaba contra su pecho. Lo jaló suavemente hasta tenerlo entre sus manos, sobándolo con ternura. "Los síntomas varían un poco de persona a persona, pero, puedes estar segura de que llegarás a un punto donde no tendrás control de ti misma, Fighter."
"Pero, ¿específicamente?"
"Bueno." Seiya no comprendía porque tantas pausas cuando todo tipo de información tenía extrema importancia para ella. Era de lo más sospechoso, pero se tragó sus preguntas, esperando a Kakyuu se decidiera a continuar. "Tu cuerpo no estará adolorido por mucho tiempo, te lo seguro. Sin embargo, los inicios de una fiebre te atacarán cuando estés a un par de horas antes del término de tu ciclo. Mientras llegas a ese estado, el aroma de tus feromonas aumentará de potencia, claro. Aunque solamente aquellas personas biológicamente compatibles a ti serán las que lograrán percibirlo."
Seiya se atragantó con su propia saliva. "¿Oh? No me digas." Shimatta, alarmas se encendieron en su cabeza.
Kakyuu frunció sus delicadas cejas pelirrojas. "¿Fighter, sucede algo? ¿Te sientes peor? Si es así, deberías recostarte—"
"Iie, hime. Estoy bien." Aclarando su garganta, Seiya apretó su mano contra las dueñas de uñas carmines. "Sobre las feromonas... ¿qué clase de aroma es exactamente el que desprenden?"
"Hmmm, pues, Fighter. Varía. En cada persona es diferente, repito. Es un fenómeno muy subjetivo." Seiya sintió sus hombros dejarse caer, algo decepcionados, pero Kakyuu pareció recordar algo más, tras sobar su mentón por un momento. Aunque... algo que parecen tener común es que se trata de una esencia cítrica. ¿Cómo olenas?"
Olenas, lo que sería un equivalente a naranjas terrícolas.
"Hueles como a manzanilla... Manzanilla con... ¿flor de naranja? Aunque más dulce. Mmmm, huele muy rico."
Que la parta un rayo. Usagi.
Odango.
Y porque ésta era su clase de suerte, el teléfono del departamento resonó en ese preciso instante. Taiki respondió.
Era Kino-san. La ciudad estaba bajo ataque y preguntaban por un poco de ayuda.
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Incluso si Sailor Star Fighter no hubiera deseado salir a dar una mano, su presencia habría sido completamente necesitada. Las inners scouts cumplían con su deber, sí, pero esparcidas por puntos diferentes de la ciudad, junto con las outers, mientras que Sailor Moon y Tuxedo Mask se encargaban del núcleo de la nueva fuente de energía maligna.
Y no podían solos con tal tarea.
Tras un pequeño debate, había sido aprobaba la adición de Fighter solamente porque el ciclo todavía no tenía mucha influencia, y siempre y cuando acabaran con este problemas rápido, todo estaría bajo control.
O eso esperaban.
Fighter logró llegar al parque infantil citado para la batalla, justo a tiempo para ver a una extraña criatura hecha de sombras apretar sus pezuñas alrededor del cuello de Sailor Moon. Apretaba sin merced, Tuxedo Mask completamente inmovilizado a unos metros de distancia, liderando su propia batalla con cinco de esas criaturas.
El monstruo nunca vio venir la patada a su cabeza. "¡Suéltala en este momento!" Seguido de su ataque, Fighter añadió su láser estelar, deshaciendo a la figura de humo en millones de partículas.
Maker se encargó de las demás criaturas, mientras Healer le ofrecía asistencia al Príncipe de la Tierra. Fighter, por su parte, ayudó a Sailor Moon a sentarse, no evitando rodearla en sus brazos mientras ésta tosía débilmente.
"¿Por qué... siempre... tratan de... asfixiarme?" Sus odangos se recargaron en el hombro de Fighter, los murmullos de Sailor Moon retorciendo los intestinos de Fighter por las implicaciones que éstos tenían. "¿Tuxedo... Kamen-sama?" Débilmente, la rubia torció su cuello a la dirección de su novio. Al verlo siendo auxiliado, gran parte de su urgencia se tranquilizó, sonriéndole a Fighter con dulzura. Y con agradecimiento. Fighter no se frenó, y uno de sus dedos enguantados acarició una pequeña mejilla rosada de la guerrera lunar.
"¿Ves? Está bien. ¿Qué hay de ti? ¿Qué demonios son esas criaturas?"
"Mercury tiene... la teoría de que... son restos..." Eternal Sailor Moon se levantó con su ayuda, una de sus manos clavadas en el ante-brazo de Fighter. "de semillas estelares... que no pudieron ser purificadas de regreso."
"Ya veo."
"¡Sailor Moon!" Tuxedo le llamó mientras gritaba hacia ellas, a sus espaldas Healer y Maker aniquilando los últimos tres espíritus malignos. "¿Te encuentras bien?" En cuanto el héroe enmascarado estuvo a centímetros de tocar a Odango, Fighter retrocedió unos cuantos pasos, girando su rostro en dirección opuesta. De repente, sintió náuseas querer vaciar su estómago.
Sin embargo, cuando quiso recuperar su brazo secuestrado, la mano de Odango se aferró celosamente, rehusando a dejarla ir, a pesar de los jalones de su amiga. Fighter se tragó su gruñido de desesperación, no comprendiendo que tan débil era al poder que esta mujer tenía sobre ella.
"Estoy bien, estoy bien. No te preocupes, Tuxedo Mask—¡Sailor Fighter me salvó!" Sailor Moon replicó, su voz timbrando como campanitas.
"Si lo que Sailor Mercury dice es verdad, debemos encontrar una forma de purificar estas manifestaciones de energía maligna." Maker se incluyó al grupo después de acabar con su enemigo.
Tuxedo Mask fue el que le respondió, asintiendo en la dirección de la Star senshi más intelectual. "Por eso estamos aquí, la fuente principal de energía maligna está cerca. Tenemos que encontrarla para que Sailor Moon la purifique con el Cristal de Plata."
Sailor Star Healer le arrebató las palabras de la boca a Fighter, acercándose hacia Sailor Moon, sin titubeos. Algo que hubiera sido raro antes de la batalla de Galaxia, ahora lo hizo con naturalidad: sobarle el cuello a su rubia amiga con delicadeza. "¿Qué no es muy pronto para que utilices el Cristal, Sailor Moon? Pensé que era demasiado peligroso."
Eternal Sailor Moon intercambió una mirada con su novio antes de responder con una sonrisa. "Si soy cuidadosa, estoy segura que todo estará bien. Además, ahora que están conmigo me será más fácil hacerlo."
"¿A qué te refieres?" Maker colocó sus manos en sus caderas.
Sailor Moon chocó su hombro con el de Healer en reacción, juguetona como una niña. "Porque en su compañía me siento cien veces más fuerte, ¡tontitas!"
Inevitablemente, Fighter tuvo la certeza de que su fiebre se había adelantado, cubriendo su rostro como virus rojizo. Para su alivio, Healer y Maker la acompañaron en su estado de profunda humildad, al escuchar la dulce declaración de la Princesa Lunar. Hasta Tuxedo Mask comunicó un aura de orgullo por su pareja, sus ojos zafiros resplandeciendo detrás de su antifaz.
Al final no fue difícil encontrar la fuente de todo el revuelo. O más bien, el caldero. Así es, un caldero mágico.
Afortunadamente, Eternal Sailor Moon cumplió su promesa, la inmensa y cálida luz de su Cristal siendo lo suficientemente fuerte para desparasitar el caldero. Mientras la Senshi lunar se concentró en su tarea, su luna dorada desprendiendo olas de poder, Fighter no pudo apartar su mirada de la serena expresión en el rostro de Odango, hipnotizada por sus gruesas pestañas en temporal descanso, embelesada por el suave rubor cubriendo sus mejillas pálidas. Toda molécula de Fighter se encendió como dinamita, los latidos de su corazón convirtiéndose en tambores bajo su piel.
Entonces, Sailor Moon abrió sus ojos, justo a tiempo para capturar los suyos, y las dos permanecieron de esa manera unos minutos. Unidas a través de la distancia entre sus cuerpos, a través de la presencia de Tuxedo Mask, a través del amenazante futuro, de miedos, de la hirviente necesidad pulsando por las venas de Fighter—
—El momento fue cortado en seco con la llegada de las Sailors Outers, demandando respuestas sin molestarse en saludar primero.
"Hora de irnos." Sailor Star Healer murmuró mientras ella y Maker la acorralaban a sus costados. Fighter intentó hablar... pero le fue imposible. "Dudo que el Príncipe vaya a apreciar tus ojos bobos sobre su novia, Fighter. Tal vez la idea de continuos baños de agua fría no sea mala idea, después de todo."
"Oi. ¿A dónde van ustedes tan pronto?"
Para su suerte, fue Uranus quien las interrumpió en su intento de huida, su tono de voz no tan ácida como hubiera sido meses atrás, gracias a la traumática experiencia compartida en la batalla contra Galaxia. Healer y Maker tragaron saliva con tanta incomodidad como su líder, comunicándose a la velocidad de la luz, con sus mutuas miradas.
"Er... Parece que ustedes tienen todo bajo control, Sailor Uranus. Si ya no nos necesitan, nos gustaría regresar con nuestra princesa."
"¿Fighter, estás bien?" Fighter debió de verse peor de que lo se sentía, puesto que Uranus y Sailor Moon comenzaron a inspeccionarla con sus ceños rubios fruncidos, preocupación opacando sus expresiones. Tuxedo Mask y Neptune se mantuvieron al margen, detrás de sus amantes correspondientes. Curiosos, pero respetando los límites de invasión personal. "Te ves... no muy bien."
"Estoy bien, Odango—"
"Ajá." Uranus dejó salir un soplido incrédulo. "Parece que estás a un segundo de vomitar encima de tus compañeras."
"Se trata de una pequeña intoxicación, Sailor Moon. No te preocupes." Maker tomó las riendas, tomando el brazo de Fighter para rodearlo alrededor de sus propios hombros. Gracias a las estrellas por Sailor Maker. "Seiya no debió de haber comido tanto marisco anoche seguido de un vaso de leche."
Sailor Moon hizo una mueca de Eww, mientras Uranus murmuró un repugnante "Baka", y aunque Fighter quería defender su honra, prefirió ser sacada del lugar lo antes posible. Sus entrañas gritaban por caminar hasta tener a Sailor Moon en sus brazos, por estrecharla con ímpetu, con presionar sus cuerpos hasta que todo espacio muriera entre las dos, buscando por fricción—
De repente, Uranus torció su nariz, un gesto robado de Odango, sin duda. "Pues eres más idiota de que lo imaginé, ¿a quién se le ocurre ponerse tanto perfume aparte de estar enferma del estómago? Además, ¡tan empalagosamente dulce! ¿Acaso se lo robaste a Sailor Moon?" La Outer comenzó a batir sus manos, en un intento por alejar el imaginario aroma.
Fighter se sintió helada por dentro.
Apretó sus brazos alrededor de sus compatriotas, compartiendo dos miradas llenas de alarma e histeria, con cada una de ellas. Healer pareció estar a punto de explotar en más carcajadas debido a las implicaciones que se encerraban en lo dicho por Sailor Uranus, y ni siquiera Fighter pisando uno de sus pies, surgió efecto en frenarla.
"¿De qué demonios hablas?—No sé a qué te—"
"Oi, Uranus, ¿tú también lo hueles?" Odango brincó como el conejo que era, "¿Qué te dije, Sailor Fighter? ¡Te dije que olías diferente!"
"Sáquenme de aquí. Ahora." Fighter gruñó, mortificada por entero. En un flash instantáneo las Starlights se tele-transportaron, usando las sombras nacientes del atardecer a su favor.
En cuanto arribaron al departamento de los Three Lights, Kou Seiya saltó fuera de la protección de sus hermanas, amenazándolas con uno de sus dedos. "¡Ni una sola palabra!"
Pero, ¿quién podía detener la bocota de Yaten? "Honestamente no sé cuál es el problema. Es más probable que Haruka-san te haga el favor, a comparación con Usagi-chan, ¿quién sabe? A lo mejor hasta corres con suerte y te invita a un trío con Michiru-san—¡ARGH!"
Como lo primero que tuvo a su alcance fue un florero, Seiya lo tomó como su arma de guerra, sacándole las flores para arrojarle el agua fría, y apestosa además, directo en la carota de la mujer de cabellos plateados.
"GUARDA SILENCIO."
"¿Qué está sucediendo?" Kakyuu salió de su recamara, tallando sus ojos, seguramente recién despertada de una siesta. "¿Cómo les fue, chicas?"
Taiki se encogió de hombros, haciendo gestos con sus brazos como una persona que había llegado a su última pisca de paciencia. "Solamente otro día en la vida de Kou Seiya, seductora extraordinaire, su majestad."
Seiya miró rojo. "¿Creen que esto es fácil para mí? ¡Primero muerta que permitir que Tenou-san me tocara!"
"Pero, qué no fuera Usagi, porque entonces sí estuvieras postrada a sus pies, ¿ne, Seiya?" Nunca temerosa a los actos caprichosos de Seiya, Yaten se abalanzó hacia su hermana, jalándole su colita oscura. "¿Cuándo pensabas decirnos que Usagi-chan podía percibir tus feromonas también? Déjame adivinar: nunca. ¿Cómo pudiste pensar que era conveniente salir a luchar sabiendo esto? ¿Acaso eres tan masoquista, Seiya?"
Poco sabía Yaten que Seiya se hacía la misma pregunta todos los días, en las mañanas y en las noches.
"No teníamos elección, ¡teníamos que auxiliarlas! Escucharon a Sailor Moon ustedes mismas, nos necesitaba a su lado para concentrarse mejor."
Yaten roló sus ojos exageradamente, batiendo mechones fuera de su frente. "¡Ésa excusa ni siquiera tú te la crees, Seiya-baka!"
"Suficiente ustedes dos, me están causando un jaqueca." Taiki se interpuso entre las dos, empujándolas en direcciones opuestas. "Lo importante ahora es que estamos enteradas, Yaten. En cuanto a ti, Seiya" Afiladas gemas amatistas congelaron al acusada en su lugar. "creo que no necesito decirte lo que necesitas hacer de hoy en adelante. A menos que quieras causarle daños irreparables a la relación de Tsukino-san con su novio."
Taiki tenía toda la razón, claro. Seiya sabía lo que tenía que hacer. Lo sabía con la misma claridad con la que estaba segura de que el cielo terrícola era azul.
Tenía que mantenerse alejado de Usagi a partir de este momento. Por el bien de todos.
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CONTINUARÁ.
