Hola! Dos capítulos en un día! He aquí una de las razones por las que el tiempo se esta convirtiendo en algo valioso para mi... El caso, no tengo ningún esquema para esta historia (bueno, lo principal de la trama sí, por supuesto) pero el resto no. Esto fue una idea que me surgió de repente, después de leer un montón de fics similares.

Así que aprovecharé para meter en esta historia todas las situaciones cómicas/románticas que se me vayan ocurriendo y no puedo meter en "Both Sides" (por la seriedad de esta, más que nada).

El por qúe se llama Encanto se aclarará enseguida (si esto es el prólogo, entonces en el segundo capítulo)

Este capi es T + (aunque esta categoría no exista, pero yo me la invento, que para eso he sido yo quien ha escrito estoXDD)

DGM no me pertenece


Hacía frío. Mucho frío. La estación del invierno había llegado trayendo consigo intensas nevadas. Cualquiera que se asomase a la ventana sólo vería blanco. Un mar blanco extendiéndose hasta el horizonte.

Muchos sentirían alegría al ver tanta acumulación de nieve, una ocasión perfecta para comenzar guerras (si, guerras, no batallas) de bolas de nieve. Otros sentirían tristeza, por verse obligados a quedarse dentro del edificio. Quizá llegarían a sentir claustrofobia, quien sabe.

Sin embargo, nada de eso les importaba. Ellos estaban en su propio mundo, ajenos al exterior. No importa si fuera la gente tiritaba de frío. En ese momento, lo menos que sentían era frío. Encerrados en esa pequeña habitación de aquel enorme edificio, se asilarondel resto del mundo.

Él acarició sus mejillas cariñosamente mientras ella pronunciaba su nombre, casi en un susurro. A él le gustaba el sonido de su nombre en su voz y la besó apasionadamente, comenzando su propia batalla de dominancia en el interior de su húmeda y cálida boca. Él ganó (aunque, la verdad sea dicha, ella no puso mucha resistencia) y aprovechó para recorrer cada rincón de su boca con su lengua, memorizándola. Ella, mientras tanto, acariciaba con sus manos el torso de su amante. Su mano derecha posada sobre el pecho del hombre que estaba sobre ella mientras que, con la izquierda, acariciaba suavemente la espalda de este. Sus caricias eran muy suaves, tanto que apenas se podía sentir el contacto de sus dedos con la piel de él. Sin embargo, él sí que era capaz de sentirlas, a pesar de ser tan sutiles.

Era esa combinación de delicadeza y firmeza que caracterizaba el roce de su piel con la de ella era lo que le volvía loco.

Por fin rompieron su beso, ante la imperiosa necesidad de aire. Sus bocas aún estaban unidas por un fino hilo de saliva. Se miraron durante unos instantes, sin hacer nada más que respirar entrecortadamente. Recuperar el aliento se estaba convirtiendo en una difícil tarea, ya que la visión que tenía ante él le dejaba sin respiración.

El cuerpo desnudo que tenía bajo el suyo bien podía haber pertenecido a una diosa de la antigua Grecia. Su cara estaba coloreada ligeramente de un tono rosáceo, dándole un aspecto aún más encantador. Sin embargo, lo que más le gustaba de su rostro eran sus ojos. Ese par de ojos, grandes y brillantes, que le miraban con una mezcla de inocencia, afecto y deseo. El mismo deseo que inundaba ahora los suyos.

Con su mano recorrió las armoniosas curvas que adornaban el cuerpo de la chica, logrando pequeños gemidos de placer debido al contacto. Ella le abrazó más fuerte, acercando sus cuerpos. Colocó su boca cerca de la oreja de él y, como si de un suspiro se tratara, le dijo que le quería, antes de empezar a besar el cuello del chico. Este no sabía si había sido el cálido aire de su boca al entrar en contacto con la sensible piel de su oreja, las palabras de la chica o los delicados besos que recorrían la parte más alta de su cuerpo, pero había empezado a notar que todo lo que ella le hacía parecía introducirle pequeños impulsos en su cuerpo, logrando ponerle el pelo de punta y la piel de gallina.

Con cada nuevo roce que compartían, aumentaba el deseo del uno por el otro. Habían perdido el autocontrol por completo, inundando la habitación con una increíble diversidad de sonidos y gemidos de placer.

Cada vez se hacía más obvia la necesidad que sentían el uno por el otro.

Él se separó lo suficiente para mirarla directamente a la cara. Para ahogarse de nuevo en esos ojos, que parecían dos gemas preciosas. La besó de nuevo, esta vez un beso más corto que el anterior, pero igual de apasionado. Bajó sus manos hasta llegar a las caderas de ella. Al notar sus manos cerca de una zona tan sensible, no pudo evitar temblar un poco.

- Estas bien? Quieres que continúe?- la dulzura con la que había pronunciados esas palabras despejó todas sus dudas. Era normal estar nerviosa, siendo esta la primera vez que compartía tanta intimidad con un hombre. Pero estaba segura de que él no le haría daño. Quería que él fuese el primero y, a poder ser, él único.

-Sí, no te preocupes.- situó un casto beso en los labios del él, mientras sonreía para indicarle que todo estaba bien.- Por favor, no pares.-

Y así lo hizo.

Ninguno de los dos se podía creer lo mucho que habían cambiado las cosas en unos pocos meses. No solo la relación entre ellos, (que había tomado un rumbo completamente inesperado) sino en toda la Orden. Parecía que todo se había puesto patas arriba.

Pero nada de eso les importaba. Pronto dejarían de ser dos personas diferentes para convertirse en una sola entidad, aunque sea solo por unos instantes. Si alguien les hubiera dicho que esto iba a pasar hace unos meses, probablemente habrían pensado estaban siendo víctimas de una broma bastante pesada o que el tipo en cuestión que estaba borracho.

Pero que muy borracho.


Je, je, hala, ahí os dejo. Sin revelar quienes son. A ver si lo adivinais (aunque creo que es obvio, al menos quien es "ella")

Comentarios y críticas serán bien recibidos

Kissus, Kyuxan