Disclaimer: Bran y Meera no son míos, solo juego un poco con ellos, fantaseando lo que podría pasar en Vientos de Invierno.
"Esta historia participa en el Reto #28 del foro Alas Negras, Palabras Negras"
Aclaración: La mencionada Miele es un personajillo que he inventado para darle más color a esta historia.
CUANDO YA NO ES AMISTAD
—Bran, Bran —llamó la voz de Meera—, Bran, vuelve.
El joven Stark abrió los ojos lentamente. Descubrió a su amiga delante de él. Era la que le había estado llamando.
—He visto cosas magníficas, Meera —dijo al instante el joven, con una sonrisa.
Meera se la devolvió. Detrás de ella estaba Hodor, que acudió hasta Bran y lo cargó. El chico dirigió una mirada inquisitiva a su amiga.
—Está anocheciendo, vamos a cenar —explicó brevemente la joven, e hizo una señal para que fuesen fuera.
Bran sintió enseguida como el impasible frío le calaba los huesos, pero no dijo nada. Hodor dejó a Bran sentado junto a su amiga. Jojen estaba enfrente de ambos, manteniendo una conversación con Ceniza. Bran miró el crepitar de las llamas de la hoguera, meditando. Desde que Miele murió en el camino, la relación de Meera y Bran se había consolidado un tanto, y él había descubierto unos extraños sentimientos hacia ella, sentimientos que no lograba entender. Se preguntaba si Meera sentiría lo mismo que sentía él. Se dio cuenta de que su corazón latía algo deprisa.
Miró a Meera a los ojos, esos ojos de color verde. Meera se percató de ello, y se giró hacia Bran.
—¿Qué pasa? —preguntó, extrañada.
Bran tomó las manos de Meera. La joven las retiró instintivamente, lo que le dolió a Bran. Después de todo, nadie quiere a un tullido, pensó el pobre chico. Meera se dio cuenta de lo que había hecho, y esta vez fue ella la que tomó las manos de su príncipe.
—¿Qué pasa? —repitió ella.
Bran la volvió a mirar a los ojos, sin darse cuenta de que sus mejillas habían adquirido un rubor escarlata, no por el calor, desde luego. Bran se inclinó con lentitud, muy poco a poco, temiendo la reacción de Meera; sin embargo, ella no se apartó. El corazón de Bran palpitaba muy rápido. ¿Está mal que un tullido se enamore?, se preguntó Bran, antes de juntar finalmente sus labios con los de Meera. Una sensación extraña le embargó. Meera abrió mucho los ojos, algo escandalizada, aunque no se apartó. Los fue cerrando poco a poco. No se aparta, pensó Bran. El joven hizo un intento más atrevido, e intentó traspasar su lengua a la boca de la chica. Meera no lo consintió, apartándose de inmediato.
—Bran... esto no puede ser —balbuceó Meera, mientras se levantaba y se marchaba lejos de su lado.
Bran, dolido, pensó: Eres idiota, Brandon Stark. ¿Cómo va a querer alguien a un tullido? No pueden tener hijos, siempre dependen de una persona... Maldita sea... Y no pudo evitar que sus ojos se pusieran brillantes.
