Almas Aparte
Capítulo Uno: Chica Perdida
Tenía que correr. Esconderse. Escapar de aquella caza de brujas que no sabía que había comenzado justo en la Víspera de la navidad. Sin embargo ella sabía que no podía escapar. Sabía que era mala idea salir del concierto de navidad pero cuando se dio cuenta que ella faltaba, tenía que hacer algo al respecto. Buscarla.
- Vamos, sal de donde coño estés maldita negra, sabes que ya no la podrás salvar. Tu querida loca estará encerrada para siempre desde donde tú jamás debiste haber salido.
La voz era conocida para ella. Era uno de sus peores enemigos y no quería tener problemas con él, pero se dio cuenta que en ese callejón sin salida totalmente enrejado, estaba acorralada. No había escapatoria.
Rezó para que el hombre terminara por cansarse mientras se acurrucaba tras un peñasco que no había visto nunca porque aquel lugar estaba fuera de los límites. Por fortuna sin embargo, su piel oscura y la noche le daban el camuflaje necesario para poder seguir escondida sin delatarse por completo. Sin tan sólo su corazón dejara de latir tan rápido, quizás podría obligarse a desaparecer.
- No tengo toda la puta noche infeliz - la voz del hombre tronó con fuerza en la oscuridad haciendo que el cuerpo escondido tras el peñasco saltara en un arranque de miedo. - Puedo oír tu asquerosa respiración agitada hija de puta, ya no te podrás esconder de mí. Además, no serás la primera perra que tenga que sacrificar en este maldito infierno. Esa drogadicta fue pan comido, nada salió mal con ella. Y tú. Tú no serás distinta de ella, está bien que las putitas locas se hagan compañía, ¿No crees?
No lo creía. Por supuesto que no lo creía. La mujer en medio de la bruma teñida de miedo se dio cuenta de lo que hablaba el hombre. La única muerte del penal era Tricia. La chica drogadicta que todos creían que se había suicidado, en realidad, había sido asesinada por el mismo hombre que ahora también estaba amenazando con matarla.
- ¡Hijo de puta infeliz! ¡Ella podía haberse salvado! ¡Maricón de mierd...!
- ¡La bastarda eres tú! ¡Por fin te encontré! ¿O qué, creíste que te podías escapar de mí tan fácilmente, perra? - la silueta del hombre envuelto en sombras había conseguido su objetivo. Tenía a la presa envuelta entre sus manos y luchaba por contenerla. Como era menuda como su primera víctima, no le fue difícil agarrar la cabeza de la reclusa con las manos y de un solo tirón hacia los lados, literalmente la desnucó. Lo que le quedaba por hacer al hombre ahora era deshacerse del cuerpo, e hizo lo mismo que la primera vez. Con un lazo previamente atado, lo envolvió en el cuello de su víctima y lo arrojó a la rama de un árbol que estaba cerca. Pasó con cuidado la cuerda hacia el otro lado de la gruesa rama y tiró hasta que el cuerpo quedara totalmente colgando a unos cuantos metros del suelo. Una vez terminada la tarea se dedicó a borrar todas las huellas del ataque, pisadas y evidencia que acaben incriminándolo. Satisfecho de su trabajo, se enjugó el sudor de la frente con un pañuelo que tenía en el bolsillo de su pantalón y sacó su teléfono celular, marcando un número conocido.
- Acabo de terminar el trabajo que me ha encomendado - el hombre habló a su interlocutor con un dejo de orgullo en su tono de voz. Esperó a que la otra persona lo felicitara y cuando lo hizo no pudo evitar la sonrisa de suficiencia en sus labios. - Está bien, de eso hablaremos pronto. Gracias por sus cumplidos. Sí, no puedo seguir aquí, en el penal ha pasado algo grave y de seguro me estarán buscando. Si, por supuesto que si, le mantendré al tanto. Que pase una buena noc... Ni siquiera alcanzó a despedirse cuando la persona al otro lado del teléfono le cortó. Maldijo en silencio justo a tiempo para oír que lo llaman a su walkie.
- Si señor, lo siento señor, voy en camino ahora mismo, cambio y fuera. - Volvió a maldecir la inutilidad de sus compañeros de trabajo y salió de la oscuridad a la luz de las paredes que rodeaban la prisión. Suspiró con fastidio a la escena que lo saludó al llegar a las puertas del gimnasio. Dos reclusas tiradas en el suelo nevado, rodeadas de sangre.
